Vitoria-Gasteiz Arqueología.


 

                       Territorio alavés - Salinas de Añana.

 

¿QUIÉN PASÓ POR AQUÍ HACE 20 MILLONES DE AÑOS?.

El yacimiento de Salinas de Añana, en Álava, guarda la mejor colección de huellas fósiles del Mioceno que se conoce en el mundo.

Ciencia Por José Manuel NIEVES.

 

La Paleontología española está de enhorabuena.

A los impresionantes hallazgos de fósiles humanos y de dinosaurios realizados este último año en distintas zonas de nuestro país, se une ahora otro yacimiento, esta vez de icnitas (huellas fósiles) de mamíferos del Mioceno, que esclarecerá muchos de los puntos oscuros que aun quedan sobre el origen y evolución de las especies que pueblan la Tierra. El descubrimiento ha sido hecho muy cerca de Ia localidad alavesa de Salinas de Añana, donde han aparecido rastros de extraordinaria calidad de seis especies diferentes: tres carnívoros, dos herbívoros y un ave. Es la primera vez que se encuentran las huellas de estos animales, extinguidos hace veinte millones de años. Entre ellos, esta el padre de todos los felinos que han vivido y que viven en nuestro planeta.

 

 

Mauricio Antón y Gregorio López, miembros del equipo de excavación de Salinas de Añana, aparecen  trabajando en el yacimiento de icnitas. Sobre estas líneas en un estrato superior al qua contenía las huellas (y varios millones de años más moderno} aparecen las características marcas que deja el agua en movimiento sobre un fondo arenoso.

 

PSEUDAELURUS.

Orden: Carnívoros 

Familia: Félidos

Altura a la cruz: 35 cms.

Longitud prormedio de las huellas: 54 mm. 

Número de rastros identificados: 11.


Observaciones:

La atribución de estas huellas al género Pseudaelurus parece bastante fiable, al tratarse del único genero de auténticos félidos del Mioceno inferior. 

La forma de las zarpas y las proporciones corporales indicadas por el rastro son típicamente felinas y se corresponden con las especies pequeñas del género Pseudaelurus.


 

HIÉNIDO.

 

HIÉNIDO.

Orden: Canívoros.

Familia: Hiénidos.

Altura a la cruz 20 cms.

Longitud promedio de las huellas: 32 mm.

Número de rastros identificados: 4.

Observaciones: 

Las huellas de este pequeño carnívoro se asemejan a las de algunos vivérridos, pero indican una mayor especialización hacia la locomoción terrestre. 

Uno de los rastros de este animal muestra que se desplazaba con la espalda arqueada, tal vez en una pose de amenaza como la representada en el dibujo. 

Otros rastros muestran desplazamientos más "normales", al paso o al trote.


 

HERPÉSTIDO.

HERPÉSTIDO.



Orden: Carnívoros.

Familia: Herpéstidos.

Altura de la cruz: 20 cms.

Longitud promedio de las huellas: 40 mm.

Número do rastros identlficados: 1.


Observaciones: 

Las zarpas de este carnívoro eran muy semejantes a las del genero actual Herpestes, al cual pertenece el meloncillo. 

Sin embargo el Herpéstido de Salinas tenía unos pulgares reducidos que no tocaban el suelo casi nunca, lo cual se considera un rasgo evolucionado  que hace que se parezca a algunas mangostas africanas, supuestamente mas evolucionadas que el meloncillo del norte de África y el sur de Europa.


 

Hace veinte millones de años ningún hombre había dejado aún su huella sobre la Tierra. Grandes mastodontes de cuatro colmillos preparaban el camino a los elefantes actuales mientras que los Paleomerícidos, con sus dos cuernecillos sobre los ojos y otro bifurcado en la nuca, no parecían saber aún si convertirse en jirafas o en ciervos. Enormes Anficionidos, carnívoros del tamaño de un oso pero con hocico y cola largos, como los perros, desplazaban de sus territorios a los más pequeños Pseudaelurus, progenitores de todos los felinos quo desde entonces han existido, no más grandes que uno de nuestros gatos monteses. 

Pesados rinocerontes anfibios apenas si salían de lagos y lagunas, en cuyo interior no necesitaban aún los temibles cuernos que desarroIlaron sus descendientes, millones de años después. Otros pequeños animales compartían los enormes bosques y las extensas llanuras del Mioceno, una época en que nuestro planeta ya había adquirido, después de interminables eras de cambios geológicos, mas o menos su actual fisionomía.

Hacia ya cuarenta y cinco millones de años que los dinosaurios se habían extinguido. Durante su larguísimo reinado, los mamíferos no habían tenido demasiadas ocasiones de prosperar. Se mantuvieron pequeños para sobrevivir en aquel mundo de gigantes. Nocturnos, ocultos y temerosos, esperaron su oportunidad. Finalmente los dinosaurios desaparecieron, casi de la noche a la mañana, dejando tras ellos un rastro de misterio que aún los envuelve. Y el mundo quedó libre, listo para ser colonizado de nuevo. Los mamíferos pudieron por fin salir de sus madrigueras y se multiplicaron. Crecieron, se diversificaron. empezaron a ocupar los nichos ecológicos que habían quedado inesperadamente vacíos.

En el Mioceno los mamíferos dominaban por completo el planeta. Ya habían alcanzado algunas de sus cumbres evolutivas y muchas de sus especies más espectaculares (como el Indricoterio, un rinoceronte más grande que un elefante) habían cumplido su ciclo y se habían extinguido. En esta época Vivían los representantes de lo que se podría llamar la segunda gran oleada de mamíferos, durante la cual muchos perfeccionaron el aspecto y las habilidades de que hacen gala en la actualidad. El Homo sapiens, la especie que domina hoy la Tierra, tardaría aún mucho tiempo en aparecer.


VIAJE AL MIOCENO.


Recorramos este mundo prehistórico hasta lo quo hoy es el norte de España, muy cerca de la localidad alavesa de Salinas de Añana. Se trataba entonces de una zona árida, del tipo de las sabanas africanas actuales, sólo que con pinos en lugar de los grandes y aislados baobabs que crecen en el continente negro. Debía de haber polvo por todas partes, y muchas piedras, ardientes bajo el sol. Los lagos, lagunas y charcas se convertían a diario en animados centros de reunión para los animales. Las orillas de estos grandes abrevaderos estaban llenas de las pisadas de sus visitantes. Existía uno de estos sistemas lacustres en la zona de Salinas, un remanso de agua al que muchas criaturas acudían a beber. Una crecida fluvial cubrió un día la zona de limo y nos dejó un regalo de increíble valor: la instantánea, en forma de huellas, de lo que había sucedido a orillas del lago el día anterior.

Hoy, veinte millones de años después, un grupo de paleontólogos españoles trabaja frenéticamente para desenterrar el tesoro y acceder a su preciosa información, "Se trata del yacimiento paleoicnológico del Mioceno mas importante del mundo -explica Jesús Alonso, director de excavaciones en Salinas y del Museo de Ciencias Naturales de Vitoria-Gasteiz. Su valor radica en que no tenemos sólo huellas sueltas, come suele ocurrir en otros yacimientos, sino rastros de decenas de huellas. Encontrar una sola icnita (huella fósil) es como tener una vocal aislada de una lengua perdida. Un rastro equivale a una frase completa".

RUMIANTE MEDIANO.

Orden: Artiodáctilos,

Familia: lncertae sedis.

Altura a la cruz: 48 cms.

Longitud promedio de las huellas: 33 mm.

Número de rasgos identificados: 1.



Observaciones:

Resulta difícil atribuir estas huellas a un género concreto de artiodáctilos. Por un lado habría una serie de pequeños rumiantes emparentados con los actuales Moschidae o ciervos almizclerós. En la ilustración se ha reconstruido el ciervo de Salinas tomando como base estos géneros. Otra opción es que se tratara de un triagúlido, Ia familia de los actuales "ciervos ratón". Ia diferencia de talla hace que nos inclinemos de momento por Ia primera opción, aunque con reservas.

Seis especies diferentes. 

En Salinas de Añana hay muchas frases completas. Frases que nos hablan de aspectos hasta ahora desconocidos de la fauna prehist6rica. Los paleontólogos Roberto Santamaría y Gregorio López, de la Universidad Autónoma de Barcelona, y Mauricio Antón, especialista en reconstrucción de vertebrados fósiles, han encontrado hasta el momento rastros de seis especies diferentes: tres carnívoros, dos herbívoros y un ave. "Se trata solo del principio, asegura Jesús Alonso-. En 1992 destapamos unos diez metros cuadrados y aparecieron huellas de tres especies. 

Este año hemos llegado hasta los sesenta metros cuadrados y han aparecido tres especies más. Creemos que el yacimiento puede tener varios cientos de metros. Probablemente, lo mejor este aún por descubrir". Todas las huellas fueron dejadas en un lapso de tiempo muy corto, probablemente no superior a treinta y seis horas. El investigador Mauricio Antón explica cual es el tipo de información que los expertos pueden obtener de los rastros: "tomemos como ejemplo al Pseudaelurus, el félido del que descienden todos los felinos actuales y del que en Salinas se han identificado hasta ahora once rastros. 

Las diferencias de talla indican que fueron producidos al menos par cinco individuos. La disposición de las huellas y los cálculos de velocidad muestran que estos animales caminaban a trotaban lentamente, a 1,3 metros por segundo (aproximadamente la velocidad de una persona andando). 

La morfología de las huellas nos dice además que apoyaban una superficie proporcionalmente mayor del pie en el suelo que los félidos actuales, es decir, que eran menos digitígrados y más semi-plantígrados, un rasgo primitivo de sus antepasados arborícolas. Cuanta menos superficie del pie apoya en el suelo, es decir, cuanto más digitígrado es un animal, más rápidamente puede correr). Un conjunto de cuatro rastros paralelos sugiere que los félidos se desplazaban en grupo. Lo mas probable es que se tratara de una hembra con sus tres cachorros, del tamaño de adultos pero aún dependientes de ella. Antón habla de otro rastro que aparece cerca, perteneciente a un individuo de la misma especie: "Son huellas mas grandes, probablemente de un macho. 

Se movía independientemente de la hembra y de los cachorros. La disposición en zig-zag de las icnitas sugiere que caminaba muy lentamente, mirando a todas partes, como pavoneándose". También pasaron varias hienas por la laguna, casi con toda seguridad de noche. Los ocho rastros que dejaron (¿uno sólo pasando varias veces o varios ejemplares?) indican que estos animales caminaban bastante deprisa. 

Uno de ellos muestra una distancia gleno-acetabular (equivalente a la longitud corporal) extrañamente corta, lo que, junto a Ia brevedad de Ia zancada, puede indicar un paso lento y una columna vertebral arqueada, lo que a su vez sugiere una clásica actitud agresiva, con la espalda encorvada y el pelo erizado para parecer mas grande e impresionante. Nuestra hiena, pues, estaba a punto de pelearse con otro miembro de su misma especie o intentaba intimidar a algún otro enemigo potencial. 


Agresión y miedo.

Algo extraño debió de ocurrirle también a un pequeño carnívoro, parecido a un meloncillo, cuyo único rastro muestra como se dirigía, sin prisa, hacia el agua, hasta que, sin motivo aparente, da un giro brusco de noventa grados y se aleja con un paso bastante mas rápido. Exactamente lo mismo que hizo también un pequeño rumiante (parecido a los antílopes enanos de África), cuyo rastro corre paralelo al del meloncillo. ¿Oué vieron esos animales?, ¿Se asustaron quizá de algún cocodrilo o rinoceronte anfibio que acechaban desde el agua o intentaron simplemente evitar un obstáculo?. 

La información que se puede obtener a partir de las huellas fósiles permite establecer diferencias y similitudes entre los animales prehistóricos y sus descendientes actuales. El director de excavaciones de Salinas de Añana, explica que este tipo de yacimientos, aunque no son tan impresionantes como los que contienen huellas de dinosaurio, son probablemente mas importantes, ya que permiten relacionar la información con animales que viven en el presente. "Encontrar huellas de un gran dinosaurio -dice Jesús Alonso- resulta mucho más fácil que encontrar huellas de un animalito del tamaño de un gato doméstico, aunque las primeras sean mucho mas antiguas." 


Difíciles de preservar.

En efecto, para que se preserven huellas de animales pequeños tienen que darse una serie de circunstancias muy especiales: El lodo de la orilla del lago o laguna en el que las huellas se imprimen debe ser lo bastante consistente como para que no se hundan las patas y lo bastante blando como para impresionar huellas de animales de reducidas dimensiones. Después, se tiene que producir una crecida fluvial que preserve las huellas, cubriéndolas, y que permita su posterior litificación. 

Capas y capas de materiales se van acumulando sobre el yacimiento, que puede quedar enterrado a muchos metros de profundidad. Si la geología acompaña, determinados movimientos de la corteza terrestre, ayudados por la tendencia a emerger de algunos materiales ligeros del Terciario (época a la que pertenece el Mioceno), hacen que el estrato en que se encuentra el yacimiento vuelva a aflorar a la superficie. "Después -como dice Jesús Alonso- todo es cuestión de suerte y de que alguien pase por allí en el momento adecuado y se de cuenta de lo que tiene delante. El resto no pasa de ser simple rutina". 

José Manuel NIEVES.

 

CAINOTHERIUM.


CAINOTHERIUM.

Orden: Artiodáctilos.

Familia: Cainotéridos.

Altura a la cruz: 15 cms.

Longitud promedio de las huellas: 12 mm. 

Número de rastros identificados: No se han podido contar, muy abundantes.

Observaciones:

El único taxón fósil de tamaño semejante es Cainotherium. Las proporciones de este animal han hecho que se le compare con los conejos y las liebres actuales, con los que pudiera tener en común la dieta. Las huellas de Salinas de Añana demuestran que los cainotéridos se desplazaban de forma similar a como lo hacen los actuales antílopes enanos, y de hecho, como el resto de los rumiantes.

 

Lo que dicen las huellas. 

Las huellas del félido de Salinas de Añana (1) son muy semejantes a las de un leopardo actual (2) pero Ia almohadilla central o cojinete es más corta en este último. A lo largo de su evolución, los félidos han reducido la superficie de apoyo en el suelo de sus zarpas, como si anduvieran mas de "puntillas". Esto es una adaptación que permite correr con mas eficiencia. 

La forma y tamaño de las icnitas del félido de Salinas de Añana permiten inferir las proporciones y el tamaño de los huesos del pie del animal (3). La longitud estimada de las falanges permite a su vez calcular la altura de la pata. Este cálculo se realiza a partir de las proporciones del esqueleto del félido miocénico "Pseudaelururs", al cual se cree que corresponden las icnitas.

 

Así, la reconstrucción que proponen los especialistas (4) es una combinación de las medidas de las huellas y rastros de Salinas de Añana de los datos esqueléticos que proporcionan los fósiles de "Pseudaelurus". 

La pose representa un trote lento, como corresponde al rastro al que se ha superpuesto el dibujo del animal. El tipo de paso se deduce de la disposición de las huellas en el rastro. (5)

Una vez que se distingue que huellas corresponden a las patas traseras y cuáles a las delanteras, es posible visualizar la secuencia de los pasos del animal.

UN GATITO CON FUTURO.

A partir de un animalito de apariencia modesta, como era Pseudaefurus, se produjo, a lo largo de veinte millones de años, una espectacular radicación evolutiva. El secreto de esta discreta criatura consistía en que ya había desarrollado los principales rasgos de los félidos: cuerpo flexible, zarpas poderosas para sujetar a sus presas, dentición especializada pare una dieta exclusivamente carnívora. A partir de este modelo, la evolución de los diversos tipos de félidos consistiría básicamente en el aumento de talla y especialización corporal, bien en dirección a la velocidad (guepardo), bien hacia la fuerza (tigres con dientes de sable). Los gatos pequeños, como el gato montés, han conservado con muy pocos cambios el diseño original de Pseudaelurus. 


EVOLUCIÓN DE LOS FÉLIDOS.

1- Pseudaelurus (Mioceno inferior y medio). Es el probable autor de les huellas. Se conocen sus fósiles en España.

2- Panthera gombaszogensis (Jaguar europeo). Pleistoceno inferior y Medio. Conocido en España (por ejemplo en Atapuerca).

3- Panthera leo spelaea (León de las cavernas). También representado en España (Pleistoceno superior).

4- Panthera tigris (tigre) representado sólo en Asia. Desde el Pleistoceno inferior.

5- Lynx issiodorensis. Lince primitivo. Pleistoceno inferior. Representado en España.

6- Acimomyx pardinensis. Guepardo gigante. Pleistoceno inferior. Representado en España. 

7- Felis silvestris. Gato montés. Pleistoceno superior y actual. Representado en España.

8- Machairodus aphanistus. Tigre "dientes de sable". Mioceno superior. Representado en España.

9- Hamotherium latidens. Tigre con "dientes de cimitarra". Pleistoceno. Representado en España.

10- Smilodon populator. Tigre con "dientes de puñal". Pleistoceno superior. Continente Americano.

Huellas fósiles.

La Paleoicnología, es decir el estudio de las huellas fósiles, era hasta hace poco una rama oscura y muy restringida de la Paleontología. Todo esto ha cambiado considerablemente en los últimos años, coincidiendo con un renovado interés por los dinosaurios y otros aspectos de la vida prehistórica en nuestro planeta.


Al contrario que los huesos, que son los restos de animales muertos, los rastros proporcionan evidencia del comportamiento de los animales vivos. Más aún, los rastros siempre se encuentran "in situ", donde se produjeron, y, al contrario que los huesos, no pueden ser transportados a otro lugar.

En este sentido, las huellas fósiles son un tipo de evidencia particularmente dinámico (un paleontólogo las describió coma lo más parecido que tenemos a una película de los animales extinguidos). Además, las huellas son mucho mas comunes que los huesos porque un animal dado posee un solo esqueleto, pero era capaz de producir miles y posiblemente millones de huellas a lo largo de su vida. Un excelente ejemplo de un nuevo yacimiento que ya está revelando una información nueva y muy valiosa, es el del Mioceno (unos 20 millones de años de antigüedad) descubierto recientemente en Salinas de Añana, cerca de Vitoria (Álava). El yacimiento muestra un variado conjunto de rastros de mamíferos y aves con una preservación exquisita.

Observaciones preliminares de Mauricio Antón y otros colegas sugieren que algunos rastros de los félidos mostraban in retención de un apoyo primitivo, mientras que los rastros de la mangosta eran mas evolucionados de lo que cabria esperar. Además, el yacimiento proporcionó un número elevado de rastros que permitirá establecer el primer censo basado en huellas de una comunidad animal del Mioceno.

Yacimientos como Salinas de Añana proporcionan una aproximación completamente nueva a la Paleoecología y permitirán a los rastreadores desarrollar censos de comunidades de animales extinguidos e interpretaciones convincentes sobre la morfología, locomoción y comportamiento de distintas especies.

Al presente ritmo de descubrimientos podemos esperar que muchos nuevos yacimientos se descubran en los años venideros y que el "rastreo", siga siendo una apasionante y activa rama de la Paleontología. 

Martín Lockley profesor de Geología.

Universidad de Colorado en Denver (USA) 


Elemental, querido Watson.

Yacimientos como el de Salinas de Añana constituyen auténticos tesoros de información científica, aunque quizá sea mas exacta compararlos con "mapas del tesoro", ya que para acceder a sus valiosos datos, primero hay que descifrar sus claves. Toda una labor detectivesca, y sobre un crimen que, en este caso, se cometió hace mas de quince millones de años.

Cuando nos encontramos con un conjunto de icnitas, o huellas fósiles, como éste, nos asaltan numerosas preguntas: ¿Oué especies de animales dejaron las huellas? ¿A qué velocidad y de que manera se desplazaban? ¿Qué información añadirán estas huellas a lo que sabemos sobre los animales de aquella época? Los ,"detectives", de turno, en este caso los paleontólogos Roberto Santamaría y Gregorio López, de la Universidad Autónoma de Barcelona, y yo mismo, tenemos que recurrir a las más variadas fuentes de información para intentar responder a estas preguntas.

Como ejemplo del método que seguimos en el estudio de las huellas de Salinas de Añana, repasaremos el proceso de reconstrucción de uno de los carnívoros, concretamente la especie de mayor tamaño. En primer paso es comparar las icnitas con las huellas de diversos animales actuales. Esta labor solo es posible porque lo que estudiamos en este caso son huellas de mamíferos del Mioceno, muchos de los cuales tienen parientes vivos razonablemente cercanos, al contrario de lo que ocurre, por ejemplo, con los dinosaurios. 

Sin embargo, conviene ser cautos con las apariencias, pues como sucede en las novelas, podríamos equivocarnos y concluir demasiado pronto que "el culpable era el mayordomo".

Descubrimos que las icnitas se parecen mucho a las huellas de los félidos actuales, pero no son del todo idénticas, y las diferencias son tan importantes como las semejanzas. En el Mioceno inferior existía un único género de félidos ancestrales, llamado "Pseudaelurus", y sus huesos fósiles nos indican que estaba menos adaptado a la marcha digitígrada que sus parientes, los félidos actuales, lo cual concuerda con la morfología de las icnitas de Salinas. 

El tamaño de las huellas y las medidas del rastro nos permiten calcular el tamaño del animal, y constatar que estas medidas encajan perfectamente con las proporciones y el tamaño del "Pseudaelurus transitorius”, una especie representada por abundantes fósiles en el Mioceno inferior de Europa occidental. Con la altura estimada de la pata y la longitud de la zancada (es decir, la distancia entre dos pisadas consecutivas de la misma pata) se puede calcular la velocidad de desplazamiento. En este caso, una modesta velocidad de cuatro km/h, lo cual esta de acuerdo con la disposición de las huellas en el rastro, que corresponde a un trote lento. Finalmente elaboramos un dibujo del animal ajustado a las medidas obtenidas, y lo superponemos a un dibujo del rastro realizado a la misma escala. 

Esto no se hace por mera satisfacción estética: si el modelo encaja armónicamente en las distintas etapas de la secuencia de movimiento, como nos ha ocurrido a nosotros, entonces tenemos una garantía más de que nuestro trabajo va por el buen camino. El siguiente paso podría consistir en realizar una animación, y visualizar los movimientos de estas criaturas del pasado tal y como se produjeron hace millones de años. 

Puesto que los desplazamientos quedaron registrados y hasta cronometrados en la roca, ¿cómo nos permitiría la tecnología de la animación asomamos a una "ventana del tiempo", y contemplar unos instantes, breves pero auténticos, de la vida del Mioceno?. Por ahora estamos en la fase de interpretación de datos, pero parece muy probable que dentro de poco estemos en condiciones de hacer una cosa así.

Mauricio ANTÓN 
Especialista en reconstrucción de vertebrados y fósiles.