Reconstrucción
Paleogeográfica de Autrigones, Caristios y Várdulos, en Euskadi, País
Vasco.
J. Santos UPV / EHU.
A. Emborujo UPV / EHU.
E. Ortiz de Urbina UPV / EHU.
RESUMEN.
El planteamiento inicial de esta colaboración tiene en cuenta, para
delimitar el territorio de las poblaciones
que ocupaban en la antigüedad las provincias de Álava, Vizcaya, y
Guipúzcoa, los dalos de las fuentes escritas de época romana. En estos
documentos aparecen claramente establecidas las referencias a autrigones,
caristios y várdulos, pueblos que ocupaban en la antigüedad la mayor parte del
citado territorio. El trabajo tiene dos partes claramente diferenciadas: el análisis de los
límites entre estas poblaciones en
época antigua y el estado de la cuestión en lo referente a la identificación de las
civitates de acuerdo con los
últimos avances y las últimas propuestas en este sentido.
Para el establecimiento de los límites se han tomado como base las fuentes
literarias, completadas
por la epigrafía, los restos arqueológicos y la Lingüística.
En cuanto a las civitates, proponemos cómo gran parte de ellas no se corresponden o no
están necesariamente organizadas alrededor de un núcleo urbano.
Recogemos, además, las últimas propuestas en lo referente a la localización de
estas civitates.
INTRODUCCIÓN.
A la hora de encarar un estudio de estas características se plantean dos problemas que hay que solucionar
en primera instancia. por una parte la inadecuación del marco geográfico actual al espacio que los
escritores antiguos y la arqueología asignan a los pueblos prerromanos
y, por otra, la dificultad y, en algunos casos, imposibilidad de diferenciar geográficamente unas poblaciones de otras.
El marco geográfico de nuestro estudio comprende los grupos de población indígena que, por la
información que nos transmiten las fuentes escritas (literarias, epigráficas y numismáticas) y los testimonios
arqueológicos, sabemos que ocuparon en la antigüedad las provincias que integran el actual País Vasco.
De estos pueblos, autrigones, caristios y várdulos, las fuentes mencionan sus
civitates, referencias
geográficas concretas sobre su asentamiento, relaciones con zonas vecinas
(cántabros, turmogos, celtíberos, vascones), información que nos permite establecer
hipótesis sobre el contexto geográfico y sus límites en época prerromana y romana.
En el tratamiento historiográfico de estos grupos de población habría que considerar la evolución de esta
disciplina desde finales del siglo XVIII hasta el momento actual. Ésta, nos permite examinar cómo los
planteamientos teóricos de los diferentes autores cambian atendiendo a las
transformaciones que se producen en la comunidad científica o en el contexto
histórico en el que se inscriben. Si desde el siglo XIX los trabajos que se realizan justifican las acciones de
Roma como modelo legitimador de los procesos políticos contemporáneos, en la segunda mitad del
siglo actual, serán los anteriormente conquistados, los indígenas, los que sean objeto de estudio (M.
Mazza, 1978, 469-507: P, Le Roux, 1984, 31-53).
Estas consideraciones previas permiten comprender por qué los trabajos existentes sobre estos grupos de
población, a partir de los datos geográficos e históricos que nos transmiten los autores clásicos, emplean en
un primer momento los términos cántabro y vascón con un carácter genérico. En este sentido se localizarían
en el Norte peninsular, de Oeste a Este hasta llegar al Pirineo, los galaicos, astures y cántabros,
incluyendo en estos últimos a autrigones, caristios, várdulos y vascones (opinión defendida por M.
Larramendi. 1736, 199-230; M. Risco, 1779, 160-161 y G. Henao, 1894, 323-333) o los galaicos, astures, cántabros y
vascones, formando el grupo vascón los cuatro grupos mencionados, autrigones, caristios, várdulos y
vascones. (P. Bosch Gimpera, 1974). En tercer lugar están los autores que consideraban a estos pueblos fuera del
grupo cántabro o vascón (J. A. Llorente, 1806, 17; M. Cortés y López, 1836, 285; E. Flórez, 1877, 6-92).
Hasta los años 70 del siglo XX disponemos de diferentes trabajos relativos al actual País Vasco que
se ocupan de estudios parciales sobre estos grupos de población: fuentes escritas, aspectos lingüísticos,
límites, vías, civitates... (entre otras A. Schulten, 1927, 225-240; J. Caro
Baroja, 1945; J. M. Blázquez, 1966,
177-205; G. de Pamplona, 1966, 207-221 ; C. Sánchez Albornoz, 1976, 15-40) y de publicaciones que aportan
una visión de conjunto de esta zona en la Antigüedad (F. Fita, 1907, 699 ss.; J. Caro
Baroja. 1943; B.
Estornés, 1967; J. M. Ugartechea, 1970, 79-106), además de los trabajos etnológicos de P. Bosch Gimpera
anteriormente mencionados.
Es en el último cuarto de este siglo cuando contamos con estudios monográficos referidos a estos
grupos de población. En el caso de los autrigones disponemos de las obras de J. M. Solana (1974, 1978),
en las que se realiza un estado de la cuestión, teniendo en cuenta la información que nos aportan las fuentes
escritas y arqueológicas. Posteriormente se ha realizado una nueva monografía en la que se analizan las
transformaciones de las estructuras organizativas indígenas desde la perspectiva de su evolución histórica en
época prerromana y altoimperial por E. Ortiz de Urbina (1985). Sobre caristios y várdulos, a excepción
del trabajo de investigación de A. Emborujo (1985) y de las aportaciones concretas de A. García y Bellido
(1954, 39 ss.), L. Sagredo (1977, 157-166) e l. Barandiarán (1973b), no disponemos de ninguna
monografía.
Por último las aportaciones más recientes cubren fundamentalmente aspectos de carácter histórico.
referidos al proceso de romanización en el actual País Vasco, trabajos de J. Santos (1989, 149-174), M.ª C.
González (1988, 143-162; 1988, 181-1 88) y E. Ortiz de Urbina (1988, 183-194), y algunos aspectos geográficos
(límites, civitates), como son los estudios de J. Santos (1988a, 215-234; 1988 b, 121-130) y A. Emborujo
(1987, 379-393; 1988, 11-14).
Dentro de nuestro área de estudio. el País Vasco actual, tenemos que considerar la
presencia del grupo
de población berón ocupando una pequeña extensión al Sur de la actual provincia de
Álava. Su tratamiento
en esta ponencia queda restringido a la cuestión de sus límites con respecto a los demás pueblos estudiados.
Consideramos más lógico que el análisis del grupo berón se lleve a cabo por los ponentes que se ocupen
del área de estudio que comprende el Valle del Ebro.
Para la definición del marco geográfico de estos grupos de población hemos utilizado fuentes escritas
(literarias, epigráficas y numismáticas), testimonios arqueológicos y los datos que nos aporta la Lingüística.
Cronológicamente esta información se corresponde en buena medida con la época altoimperial (autores
grecolatinos, inscripciones). La Arqueología y la Numismática aportan los datos más antiguos, fechándose
los hallazgos, en este último caso, en época republicana.
A partir de este información hemos establecido la extensión geográfica y los posibles límites territoriales,
configurando el marco espacial en el que se localizan autrigones, caristios y várdulos en época prerromana
y romana. Para estudiar seguidamente sus civitates, cuya identificación, cuando es posible, corresponde a
época romana.
LÍMITES.
La localización de los autrigones, caristios y várdulos en las actuales provincias de
Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, la zona nororiental y oriental de Burgos y Cantabria respectivamente, una pequeña zona al
Oeste de la actual comunidad autónoma de La Rioja, y la zona más occidental de Navarra se fundamenta
en los puntos de apoyo que nos aportan las fuentes literarias referidas a
este territorio. Estas fuentes
junto a las epigráficas y los restos arqueológicos y lingüísticos, referidos tanto a estos grupos de
población, como a sus pueblos vecinos. nos pueden acercar en cierta medida al
conocimiento más o menos hipotético
de sus límites fronterizos.
Las fuentes literarias relativas a autrigones, caristios y várdulos, que nos aportan datos geográficos e
históricos para una posterior delimitación geográfica son los textos de los geógrafos clásicos
Estrabón, Mela y Ptolomeo, del naturalista Plinio y de los historiadores Tito Livio y Floro.
Las fuentes epigráficas, que pueden ser en ciertos casos muy clarificadoras para el establecimiento de
los límites, por lo que respecta a autrigones. caristios y várdulos no nos
ofrecen, tanto en la forma externa
como en su contenido lingüístico, datos diferenciadores claros para delimitar con mayor precisión, dentro de
lo posible, el territorio de estos grupos de población.
Por su parte los yacimientos arqueológicos de que disponemos para el estudio de estos pueblos adolecen
de la falta de investigación sistemática, que nos permita establecer unas conclusiones basadas en un
contexto estratigráfico y no en los planteamientos hipotéticos con los que contamos por el momento.
Estas conclusiones arqueológicas, extraídas de los resultados que nos aportarían las excavaciones de los
yacimientos, habría que ponerlas en relación con las ofrecidas por los estudios lingüísticos, campo en
el que se han realizado importantes contribuciones.
FUENTES
LITERARIAS.
La primera dificultad que se plantea en el análisis de las fuentes literarias relativas a estos pueblos
es la
escasez de noticias que sobre ellos tenemos en los autores clásicos, a lo que habría que unir la aparente
contradicción de algunos de los datos que nos transmiten.
Por otra parte. en la utilización de las fuentes geográficas e históricas
(Estrabón, Mela, Ptolomeo, Livio... ) hay que tener en cuenta que la mayor parte de los autores que escriben sobre los
pueblos del
Norte de la Península Ibérica no los conocieron directamente, sino que se
sirvieron de la información de otros autores y de la de aquellos que participaron
en las guerras cántabro-astures, lo que plantea problemas de credibilidad y sentido
histórico. A esto hay que añadir que los modelos sociológicos e
históricos de los autores griegos y latinos no coinciden con los de las
culturas de las que nos transmiten información (D. Dauge, 1981; E. Levy, 1984.
5-14).
No nos podemos quedar con una interpretación literal de estos textos, ya que esto nos
puede llevar a graves errores. Se hace necesario un análisis de los
mismos teniendo presente la ideología de su autor y la tendencia de los
escritores antiguos a insertar la realidad indígena en sus propios esquemas
culturales. El historiador no debe limitarse a repetir la
información que transmiten las fuentes literarias, sino que tiene comprobar su veracidad e interpretarla.
Por lo que respecta a los autrigones y várdulos la referencia más antigua nos la proporciona Estrabón
que dedica el libro III de su Geografía a Iberia (III, 3.7). Este autor no
visitó personalmente la Península
por lo que muchos de sus datos proceden de fuentes anteriores. principalmente las obras de Posidonio,
Asclepíades y Artemidoro. Se puede afirmar que en
gran medida la descripción de Hispania que Estrabón nos ofrece no corresponde a su tiempo (época de Augusto y Tiberio) sino a una etapa anterior a la
conquista: es la Iberia que Posidonio conoció hacia el 100 a.C.: sin embargo el
geógrafo de Amasia ofrece también noticias que se corresponden con la fase
inmediatamente posterior a la conquista, y que procedían de los testimonios de veteranos de la guerra
cántabra, funcionarios y comerciantes romanos en Hispania que Estrabón pudo conocer en Roma
(A.E. de Mañaricúa, 1972. 221-239).
Por lo tanto es necesario comparar sus datos con los que nos aportan otras fuentes escritas y los
testimonios arqueológicos y valorar el conjunto de su obra, no únicamente los fragmentos referidos a los
pueblos del Norte de la Península, así como las fuentes que emplea y la utilización de las mismas
para, en
la medida de lo posible, no adoptar posiciones extremas como la credibilidad absoluta de sus afirmaciones
o la consideración de casi toda su obra como un discurso ideológico legitimador del imperialismo
romano (E. Ch. L. Van der Vliet. 1984. 29-86).
Estrabón menciona a
al describir la vida de los montañeses que habitaban
la zona septentrional de
la Península desde los galaicos hasta el Pirineo (III. 3. 7).
En un pasaje posterior
hace a los várdulos vecinos de los berones (III. 4. 12) no mencionándose a los caristios.
El primero de los textos ha sido interpretado repetidas, veces como una renuncia por parte de Estrabón
a extenderse en una enumeración excesivamente larga de pueblos cuyos nombres resultaban demasiado
oscuros y raros como para interesar a sus lectores (A. García y Bellido,
1980). Según la traducción de F.
Laserre (1966, 58-59) podemos pensar que este autor no se arriesga a mencionar cada uno de estos pueblos
ante la dificultad de la transcripción.
Posiblemente también habría que suponer que el conocimiento de Estrabón respecto de los pueblos que habitaban la
zona costera septentrional no sería demasiado exacto. Esto explicaría la sucinta mención de los várdulos y
autrigones, su inclusión en el grupo cántabro. y el silenciamiento de los caristios no sólo por falta de interés sino también, fundamentalmente, por falta de
conocimiento.
Siguiendo un orden cronológico el segundo autor que nos trasmite información sobre autrigones y
várdulos es Pomponio Mela, nacido en la Provincia Hispania Ulterior Baetica a mediados del s.
I d. C. Su
Chorografia fue redactada en tiempos de Claudia pero, al igual que
Estrabón,
Mela también va a recurrir a fuentes anteriores tomando muchos de sus datos del
Orbis Pictus de M. Vipsanio Agripa y de las
Antiquitates rerum humanorum de M. Terencio Varrón.
Tanto autrigones como. várdulos aparecen
mencionados junto a los cántabros ocupando el espacio comprendido entre el Sella y el Pirineo, pero
en un fragmento que suscita serias dificultades de interpretación (III, 15).
Estamos de acuerdo con C. Sánchez Albornoz, quien afirma que Mela o no conocía. la costa
septentrional de la Península Ibérica, su patria, o, con mayor probabilidad, este fragmento que incluye
nombres geográficos pudo sufrir errores de transcripción que han dado lugar a las diversas variantes que
presentan los códices.
La lectura de autrigones y várdulos se apoya en la mayoría de los códices y ediciones que presentan este
nombre y está más próxima a la información que nos trasmite la Notitia Provinciae Tarraconensis (mediados
del s. I d.C.) que sitúa a este grupo de población en La Bureba y junto al Nervión. Por lo que se refiere a
los várdulos, la discusión se centra en la reducción de los términos
Deva o Devales y Tritino Beljunte. Para Schulten (1962, 41) en Devales se habría conservado el nombre del río santanderino Deva y no debe
confundirse con el Deva guipuzcoano que Ptolomeo atribuye a los caristios
(Ptol., II, 6, 8). García y
Bellido (1982, 58) es de la misma opinión, aunque apunta la posibilidad de que
Tritino Bellume sea la
población várdula Trition Touboricon citada por Ptolomeo (II. 6. 8).
Mela ha podido obtener más información que Estrabón de las crónicas o narraciones de las guerra
cantábricas, de las cuales surgió un mejor conocimiento de las regiones del
Norte de de la Península, pero todavía
está lejos de poder ofrecer una descripción completa y veraz de los antiguos habitantes de esta zona. Así es fácil que no mencione a los caristios y que atribuya a
los várdulos parte de su territorio.
C. Plinio Segundo es el tercer autor que nos ofrece información sobre
autrigones, caristios y várdulos en
su Naturalis Historia. Desempeñó el cargo de procurador de la Provincia Hispania
Citerior Tarraconensis
bajo el principado de Vespasiano por lo que tuvo un conocimiento directo de la Península. Sin embargo. la realidad indígena que aparece reflejada en su obra
corresponde a una etapa anterior, ya que muchas de las referencias a la Península las toma de las obras de
Agripa y Varrón, anteriormente mencionadas. Además Plinio utiliza la Notitia Provinciae Tarraconensis de tiempos de
Claudio (E. Albertini. 1923, 66).
En el fragmento III. 26-27, este autor menciona a autrigones, caristios y várdulos al enumerar los
pueblos del conventus Cluniensis. Por esta información sabemos que los autrigones tenían
diez civitates, entre ellas Tritium y Virovesca que pertenecían al
conventus Cluniensis. Posteriormente (IV. 110) nombra una de sus
civitates citada por Ptolomeo, Flaviobriga. Esta no se menciona en el primer texto y se justifica porque
Plinio utiliza para fijar las capitales y delimitar la jurisdicción de los
convetus las formulae provinciarum, compilaciones oficiales enviadas al día por cada
provincia, independientes unas de otras y que no se
refieren necesariamente todas a la misma época. Así, si omite Flaviobriga, fundación de Vespasiano, es
porque la formula de la Citerior que utiliza corresponde a los primeros tiempos del reinado de
Claudio (41-45
d.C.) (E. Albertini, 1923, 66), que nos situaba a los autrigones en La Bureba y junto al
Nervión.
En nuestra opinión esta última
consideración,
junto con la mención de Flaviobriga, autrigona en Ptolomeo y entre várdulos y cántabros en
Plinio, nos
permite pensar en una localización costera para los autrigones en la segunda mitad del siglo
I d.C., época
en la que escribe Plinio.
Respecto a los várdulos aparecen mencionados en
el fragmento lll, 26-27 con el nombre latino varduli atribuyéndoles Plinio catorce pueblos de los que sólo
menciona a los alabanenses. Aparecerán de nuevo en el libro IV (IV. III) al describir la costa
septentrional
de la Península. Los várdulos se sitúan junto con los cántabros al oriente de los astures y en esta ocasión
proporciona, además, los nombres de sus oppida.
Es Plinio el primer autor que hace referencia a los caristios. Al describir el
conventus Cluniensis menciona
a los carietes y vennenses con cinco civitates, una de las cuales es
Veleia. Estos carietes han de identificarse
con los
de Ptolomeo (II, 6, 8 y Il, 6. 64).
Estas son las únicas referencias a los caristios que hallamos
en las fuentes literarias de época romana. Los carietes aparecen también en las fuentes epigráficas
( 1 ).
Contamos con una inscripción que hace referencia a una cohors carietun et veniaesum
(
2
) que tanto Roldán
(1964, 155) como García y Bellido (1969, 97-107) consideran formada por los caristios y sus vecinos los
vennenses.
Hay que llamar la atención sobre el hecho de que en dos de las tres ocasiones en que se menciona a los
caristios, éstos aparecen unidos a los vennenses, y son nombrados con el término
carietes. Se trata además
de referencias que hay que situar a comienzos del Imperio y que no van más allá del siglo
I d.C,
mientras que en el texto de Ptolomeo, ya desde el siglo ll d.C.. los vennenses no aparecen y el término
que se emplea para designar a los caristios es
no carietes.
Esto nos lleva a pensar en una
afinidad étnica entre ambos grupos, que parece estar corroborada por otros
datos, así Plinio no hace una
distinción entre ambos pueblos a la hora de enumerar las civitates que corresponderían a cada
uno, sino que
les atribuye un número global de cinco, mencionando únicamente los velienses que parece corresponder a la
Veleia caristia de Ptolomeo (II. 6, 64).
Por otro lado hallamos a
carietes y vennenses formando parte de la
misma cohors y hemos de recordar que era frecuente la formación de unidades auxiliares a partir de dos
grupos étnicos vecinos (J. M. Roldán, 1964, 155).
García y Bellido (1969, 102-103) considera a los vennenses vecinos de los caristios por el Sur, piensa
que debían ocupar buena parte de la actual provincia de Álava, hasta el Ebro. Sin embargo. es
imposible
por el momento llegar a delimitar el territorio que este grupo de
población controlaba. Lo que puede deducirse
de las fuentes es que entre carietes y vennenses habría
una gran afinidad y es posible que entre el siglo I y el
siglo II de nuestra era se realizara un proceso de fusión, de unificación de ambos grupos. proceso
que explicaría la no aparición de los vennenses en la obra de
Ptolomeo, como veremos.
( 1
) No hemos tenido en cuenta la inscripción honorífica hallada en Roma y dedicada a
L. Aelius Lamia por carietes y vennenses, según Marchetti: L. Aelio L. f Lamiae
pr. / leg. pro. pr X V sac. fac. /Carietes Vennenses patrono. (A E.
1948, 93). Se trata de una lectura dudosa ya que
la inscripción se encuentra muy fragmentada. Como indica Alföldy (Fasti
Hispaniensis. Wiesbaden 1969, pp. 5-6) es muy probable que la tercera
línea de la inscripción esté mal leída y que falte el nombre de otra
comunidad hispana: ergavicenses. Esta última posibilidad de lectura nos
parece más acertada que la propuesta por Marchetti, ya que el patronato
sobre colectividades públicas se ejerce sobre aquellas que poseen estatuto
político municipal o colonial: en este caso Ergavica era municipio de derecho latino desde
Augusto, mientras que no poseemos ninguna
noticia de la existencia de colonias y municipios entre los carietes y los
vennenses.
( 2
) CIL V 4373:
C(aio) Meffio C(aii) f(ilio)/ Cla(udia) Saxoni/primipilo praef(ecto)/cohon(is)
praef((ecto)fabr(um)/pontific(i) quinquen(ali)/ cohors
Carietum et Veniaesum.
C. Ptolomeo redacta a mediados del s. II d. C. su obra, un nomenclator de lugares con su situación en
coordenadas de latitud y longitud. Ya para entonces, Roma ha dado forma administrativa a lo anterior.
Las noticias que este autor nos ofrece sobre autrigones. caristios y várdulos se encuadran en la descripción de
la Provincia Hispania Citerior Tarraconensis. situándolos en su vertiente cantábrica y
mediterránea, ofreciéndonos el nombre de sus
Por él sabémos que los autrigones limitan por el
Oeste con los turmogos y cántabros (II. 6. 52), perteneciéndoles las
de:
Uxamabarca, Segisamonculum,
Virovesca, Antecuia, Deobriga, Vindeleia y
Salionca: por el Este con los caristios (II. 6. 64) situando a estos últimos en la costa y atribuyéndoles
el río Deva (II. 6. 52) y las civitates Veleia, Suestasion y Tullica (II. 6. 64).
Del mismo modo nos informa de
que los autrigones limitan por el Sur con lo berones (II. 6. 54), que por medio de su territorio corre el río
Ebro (ll. 6. 64), y que les pertenece la desembocadura del río Nerona y la
civitas de Flaviobriga (ll. 6. 7).
Por
lo que se refiere a los várdulos, menciona entre sus civitates a
Menosca, Gebala, Gabalaeca, Alba, Segontia Paramica, Trition, Tabuca y Tullonion
(II. 6. 52 Y II. 6. 64-66).
Estos fragmentos de mediados del siglo II d.C, son los que nos aportan las noticias más
precisas dentro de las fuentes literarias para la localización y establecimiento de los límites de
autrigones,
caristios y várdulos.
A través de esta información sabemos quienes son sus pueblos vecinos, cuáles son sus
civitates y qué ríos atraviesan su territorio.
Por último a estas noticias de carácter
geográfico
hay que añadir otras informaciones propiamente históricas de dos autores latinos en las que se menciona
únicamente a los autrigones.
Tito Livio nos narra la acción de Sertorio
en Hispania durante el 76 a.C. en un
fragmento de su obra "Ab urbe condita" haciendo referencia a los
autricones (frag. L, XCI). Este autor es coetáneo de Estrabón y como
éste, tampoco estuvo en la Península y tuvo a Posidonio y a
Polibio, entre otros autores. como fuentes de sus relatos.
La diferencia esta en
que mientras Estrabón nos menciona a los
y hace a los berones vecinos de los cántabros coniscos y de los várdulos (lll.
12), Tito Livio escribe autrigones y menciona en el mismo fragmento a los berones siendo la noticia más antigua que hace
referencia a este grupo de población.
L. Anneo Floro, autor
launo de la primera mitad del siglo II d.C, nos informa de que los
autrigones son vecinos de los cántabros en su obra "Epitomae
historiae romanae", refiriéndose al inicio de las guerras
Cántabras (29 a.C.), (II. 33, 47).
En los diferentes autores antiguos que nos trasmiten
noticias de los autrigones, caristios y várdulos existen contradicciones entre la extensión y los límites que se
establecen para cada uno de estos pueblos. En este sentido se puede pensar que tuvieron fronteras y
extensiones variables y que cada autor nos informa de la localización de autrigones, caristios y várdulos, según la época en que escriba o que, sin admitir la existencia
de desplazamientos, estos geógrafos e historiadores muestran un desconocimiento bastante profundo de estos pueblos alejados de su país de origen.
La primera teoría fue propuesta por C. Sánchez Albornoz (1976, 85-86) en la segunda hipótesis de las
dos que establece cuando presenta las soluciones a las contradicciones de las fuentes literarias para lo pueblos del Norte de la Península Ibérica
(
3
) y, en sus
mismos términos, es aceptada por J. M. Blázquez (1966, l88ss) y J. M. Solana ( 1978, 35-37); la segunda,
desde el punto de partida de la negación de cualquier movimiento de pueblos, fue planteada por
C. Sánchez
Albornoz ( 1976, 84-86) (
4
) P. Bosch Gimpera (1933, 7-
10) (
5
) y J. Caro Baroja (1970, 55-58) (
6
) aunque con
matices diferentes.
Por nuestra parte consideramos que no existió un desplazamiento de pueblos desde el tiempo de las
fuentes de Estrabón al de Ptolomeo (aunque habría que excluir aquí el
caso de los vennenses). En este sentido podemos suponer un conocimiento
progresivo de los autrigones, caristios y várdulos por parte de los
autores clásicos.
Tras el desarrollo
de las Guerras Cántabras, se sitúa a estos grupos de población en la
costa, haciendo referencia en algunos casos a sus pueblos limítrofes
así como a varias de sus civitates.
Por otra parte, en
contra de la hipótesis del desplazamiento de estos pueblos en época
imperial, está el hecho de que no hay constancia implícita ni
explícita del mismo en las fuentes literarias, que tan sólo se limitan
a afirmar cómo los cántabros se les obligó a deponer las armas y a
descender de las zonas montañosas a la llanura (Dio Cass. 54, II ; Flor, II, 33, 46)
(C. Sánchez Albornoz, 1976, 35; J. M . Blázquez, 1966, 189).
Y, sobre todo, es difícilmente comprensible
que una vez incluidos estos territorios en la praxis político-administrativa romana, se produjeran
modificaciones tan importantes en su ubicación (J. Santos, 1984, 450). Por el momento, ni las fuentes escritas ni
los datos arqueológicos nos permiten afirmarlo., Únicamente se puede apuntar la posibilidad de una
ampliación del territorio caristio a costa de los vennenses, que serían asimilados por los primeros
entre el siglo I (época de la obra de Plinio, que sí los menciona) y el siglo
II de nuestra era (cuando escribe Ptolomeo, que ya no hace referencia a ellos). No
podemos determinar en absoluto cuál fue el territorio ocupado por los
vennenses, ni cómo se llevó a cabo su absorción por parte de los
caristios, aunque sabemos que ésta era ya un hecho en el siglo II d.C.
Los límites aproximados de autrigones, caristios y
várdulos únicamente pueden establecerse a partir del siglo II d.C. ( 7
). Los datos que tenemos para componerlos se refieren a «Un mismo pueblo en cuanto al
nombre, pero que no supone más que una expresión geográfica, significando la continuidad en el espacio,
comunidad de origen o parentesco de lengua y costumbre por vecindad pero sin corresponder a una
realidad política» (E. Albertini, 1923, 6-7).
( 3
) Este autor considera que
el desplazamiento de estos pueblos puede explicarse por un proceso de
acomodaciones y asentamientos que pueden concretarse en tres períodos
sucesivos:
a) En la época de
las fuentes que utiliza Estrabón, antes del 72 a.C, los cántabros
ocuparían toda la costa hasta el Pirineo, bajando por el Ebro para
llegar al grupo de población berón de La Rioja; de los vascones sería
el solar navarro en tanto que autrigones, caristios y várdulos se
situarían al interior (Sur de Vizcaya, Guipúzcoa y la totalidad de la
actual provincia de Álava)
b) A consecuencia
de las guerras cántabras se reduce el territorio de los cántabros y
los autrigones y várdulos llegan hasta el mar.
c) Finalmente en
época posterior a Plinio, a finales del siglo I d.C, los caristios
llegan a la costa cantábrica.
( 4
) Considera la hipótesis
de que Cantabria fuera el principio de un nombre genérico aplicado por
los romanos a pueblos afines étnica y lingüísticamente. Este nombre
haría referencia posteriormente a uno sólo de los pueblos a los que
antes se aplicaba en conjunto el conocimiento romano de esta zona
septentrional durante el desarrollo de las Guerras Cántabras. Se basa
de Estrabón que nos informa de cómo el lado septentrional de Hispania
lo habitan los galaicos, astures y cántabros hasta los vascones y el
Pirineo (III- 3, 7 ). Recuerda como Estrabón silencia a los arévacos,
pelendones, olcades, lusones y celtíveros para agruparlos en una
denominación genética común, Celtiberia, pensando que esto mismo
puede ocurrir en Cantabria.
( 5
) Considera P, Bosch
Gimpera que las lagunas en la enumeración de pueblos por los distintos autores provienen de la
falta de conocimiento de la "topografía étnica" del Norte de la Península Ibérica, excesivamente
complicada para ser conocida en los tiempos de Estrabón o para ser
expuesta de modo completo en las descripciones sumarias de Mela y Plinio. Sólo a partir de las Guerras Cántabras pudo conocerse
"la verdadera naturaleza de cada pueblo y su situación exacta''. Duda de la
existencia de movimientos de pueblos desde el tiempo de las fuentes de
Estrabón a Ptolomeo y considera que tan sólo en el caso de los cántabros
coniscos, vecinos por el Norte de los berones (Strab, III. 4. 12) puede
admitirse el desplazamiento.
( 6
)
J. Caro Baraja establece su hipótesis apoyándose, entre otros, en los siguientes autores: Strab..
III. 3. 7: Caes.. B. Gall.. III. 23. 3-4: III. 26. 6: : Mela. III. 15:
Pin.. III. 27: Ptol. II. 6. 7-9.
Considera que ciertas luchas
intestinas produjeron fragmentaciones en el tronco general de los
cántabros, dando lugar a la separación de los
autrigones y de otros pueblos de la zona oriental.
Apoya este razonamiento en el hecho de que
los autores que vivieron entre la época de Estrabón y Ptolomeo no hablaron más
que de cántabros y várdulos y, tomando como punto de referencia las tablas de
Ptolomeo, le llama la atención cierta homogeneidad
para los límites "mayores" de cántabros, autrigones, caristios y várdulos.
Considera la conexión que en tiempos antiguos se establecía entre cántabros y
aquitanos, conexión que contribuiría a explicar la
denominación de Sierra de Cantabria en la frontera Sur de los várdulos y la
existencia del Ducado de Cantabria en época medieval.
( 7
)
J. Mª. Solana (1974, 17: 1978, 42-44) trata de establecer los supuestos
límites más antiguos que pudieron ocupar los autrigones con anterioridad
al siglo I a.C. Supone desplazamientos de vaceos y autrigones en primer lugar hacia occidente y posteriormente hacia el lado
oriental, apoyándose
únicamente en la mención de la civitas de Salmantica como vacea o como
vetona, según la fecha en la que se escriba (siglo II a.C. con Polibio y
siglo II d.C. con Ptolomeo).
Por nuestra parte pensamos que estas referencias en las fuentes literarias sólo pueden ser utilizadas para el
estudio de los procesos de arrinconamiento y expansión seguidos por vetones y vaceos respectivamente
(M.ª C. González Rodríguez y J.
Santos. 1984, 47-57).
La hipótesis de que la
Civitas vacea de Autraca (Ptol. II . 6. 49) perteneciera en un principio al grupo de población
autrigón no cuenta con puntos de apoyo ni en las fuentes literarias ni en
las epigráficas. Además hay que tener en cuenta que el área geográfica
que separa a los vaceos de los autrigones está habitada por los turmogos
(Plin. III. 26: Ptol.. II. 6. 52-53).
Todas estas consideraciones hacen
mucho más problemática la extensión autrigona hasta los territorios que
riega el río Odra, donde debe situarse la civitas de Autraca por derivación
filológica. La única base para admitir que Atraca fuera en un principio
autrigona se apoya en fundamentos filológicos que por el momento no nos parecen clarificadores para establecer los supuestos limites occidentales
más antiguos de los autrigones (A. Herrero. 1978, 119-159. 144-147).
AUTRIGONES.
A. Límite Norte.
Plinio y Ptolomeo principalmente nos dan los puntos de referencia para el establecimiento de este límite.
Plinio, cuando describe la costa septentrional
(IV. 110-111) menciona el río Sanda, Sanga o Sauga, según los códices. M.ª L. Albertos opina que a favor de la primera lectura están el topónimo
Sandaquitum, de
la misma región, y el antropónimo Sandus, del oferente a Sandaus o
Sandaquinus, en un ara de la
localidad de Arceniega, y lo hace pertenecer a los autrigones o a los cántabros
(M.ª L. Albertos. 1970,
170). A. Tovar (1955, 24) propone su identificación con el Asón, C. Sánchez Albornoz (1976, 81) y J. M.Solana (1978, 46) están de acuerdo con dicha
identificación basándose en la toponimia de la zona.
Hay razones suficientes para suponer que el Asón es el Sanda, Sanga o Sauga pliniano. pero la
dificultad está en su asignación a los cántabros o a los autrigones. Si consideramos que Plinio hace referencia
a este hidrónimo después de mencionar la región de los cántabros. podemos pensar que el río Asón queda
dentro de la zona ocupada por este pueblo así como su valle. El punto más occidental en la costa sería la
terminación del límite que forman las tierras bajas del Valle del
Asón.
Ptolomeo nos sitúa en el punto más oriental en la costa para el establecimiento del límite Norte
autrigón. En el fragmento II. 6. 7 menciona dentro de la zona ocupada por los autrigones la desembocadura del río
Noeroua (Nervión) y Flaviobriga (Castro Urdiales). Como sólo se les concede la desembocadura del
Nervión, podemos pensar que era el mismo río el que servía de límite entre autrigones y caristios.
B. Límite Este.
Son las noticias de Ptolomeo las que fundamentalmente permiten establecer el límite oriental de lo;
autrigones. El geógrafo griego menciona las
Uxamabarca (Osma de Valdegobía),
Deobriga (Arce-Mirapérez) y Segisamonculum (Cerezo del Río Tirón)
como pertenecientes a los autrigones; Oliba ( Herramélluri) a los berones y
Suestatium (Arcaya), Tullica (Tuyo) y Veleia (lruña) a los caristios
(Ptol., II. 6, 52; II, 6, 54; Il. 6, 64). Las fuentes epigráficas no aportan
diferencias importantes en cuanto a la onomástica y los elementos decorativos de las inscripciones de que
disponemos para autrigones, caristios y várdulos.
Consideramos que el límite oriental autrigón debe ser ampliado respecto del que fijaron Llorente
(1806,
17), Madoz (1845, 115), Fernández Guerra (1883, 28) y C. Sánchez Albornoz (1976, 70-76) y J. M. Solana
(1978, 50-53).
En nuestra opinión el fragmento, en el que se menciona el curso del río Ebro y su paso por
medio del territorio autrigón, así como la situación de los caristios entre este río y parte de los
Pirineos, no
hay que interpretarlo considerando que los caristios debían incluir obligatoriamente ambos extremos.
( autrigona se apoya en fundamentos filológicos que por el momento no nos parecen clarificadores para establecer los supuestos limites occidentales
más antiguos de los autrigones ) (A. Herrero. 1978, 119-159.
144-147).
Tanto el curso del Ebro como los Pirineos en la cita de Ptolomeo deben ser tenidos en cuenta únicamente
como puntos de referencia.
Hecha esta puntualización, no hay inconveniente en suponer que el topónimo Trifinium, que se conserva en el actual Condado de
Treviño, indique la coincidencia de los límite;
del pueblo autrigón, caristio y várdulo. posibilidad que ya proponen P. Bosch Gimpera (1974, 250) J
Caro Baroja (1945, 117-118), J. Pérez Carmona (1964, 253) e l.
Barandiarán (1973a, 613).
No estamos de acuerdo
con los autores que consideran el topónimo Trifinium, como
límite entre várdulos. caristios y berones: Mª L. Albertos (1970,
215), C. García Merino. (1975, 220). J. M. Solana (1978, 50).
En este sentido el límite oriental autrigón, siguiendo
una orientación Norte-Sur, se iniciaría en la desembocadura del Nervión
y, continuando el curso de este río, dejaría fuera las Sierras de Mendiguisa y
Arrena-cuare para llegar al Valle de Orduña.
De aquí y a saliente de la Sierra de Guibijo y la Sierra de
Arrate
llegaría a la vega del Bayas. Siguiendo su curso se desplazaría para alcanzar el topónimo Treviño
(Trifinium), saliendo al río Ebro por la Sierra de Portillo (A. Fernández Guerra.
1914, 49).
Desde este punto
iría a encontrarse con el curso del río Tirón, dejando en territorio berón las comunidades de Haro
(Castrum Bilibium) y Herramélluri (LiBia) (
8
) y en territorio autrigón Cerezo de Río Tirón. (Segisamonculum).
Este limite así establecido se ajusta a las
noticias
que nos trasmiten las fuentes literarias, principalmente Ptolomeo, tiene en cuenta la toponimia de la zona,
así Treviño ( Trifinium) y Portillo, el relieve y los cursos
fluviales (Valle de Orduña y curso de los río Nervión, Bayas y Tirón).
C. Límite Sureste-Suroeste.
El análisis de la epigrafía es básico para establecer
este limite. Se observa una diferenciación a nivel onomástico, y principalmente de decoración con
la epigrafía de la región de Lara de los infantes, dentro del territorio de los
pelendones (
9
). Los monumentos funerarios de esta región presentan un repertorio
original tanto temática como técnicamente (incisión y talla a bisel) que se destaca del de otras
representaciones hispánicas. Esta peculiaridad viene dada por la
incorporación de unos temas decorativos que, si en algunos casos tienen sus raíces en la tradición indígena
(representaciones de figura ecuestres), en otros reflejan la aceptación de creencias llevadas por Roma a
las provincias («escena del banquete») (J. A. Abásolo. 1977, 64).
A diferencia de
Cantabria, País Vasco Y La Rioja
donde la geometrización es más acusada, en las inscripciones de Lara de los infantes los
elementos geométricos y las representaciones figuradas se distribuyen en estas estelas en zonas con diferente
decoración
perfectamente establecidas.
(
8
) Mª. A. Villacampa. 1980, 36-37. Identifica estas civitates
beronas y opina que la frontera divisoria entre ambos pueblos
se establecería en el curso del río Tirón, basándose en la
localización de Castrum Bilibium en la confluencia de este río con el
Ebro, "fortaleza que quizás protegiera este pueblo por el franco
occidental".
( 9
) D. Hergueta (1930, 53) considera que la mayor parte del partido de
Salas de los infantes era pelendón. J. Rodríguez Blanco (1977, 172)
establece los límites para pelendones y arévacos entre las sierras de
la Demanda, Cebollera, Moncayo, y por el oeste de la sierra del Nervión
y Neila y de los montes de Cervera. Mª C. González y J. Santos
(1984, 51) consideran que "geográficamente los pelendones
ocuparían en la época de la conquista romana la zona Norte de las Sierras de
Frentes, Montes de Tablada, Monte de Santa Ana, Monte de San Marcos, Sierra
Cabrejas y Peñas de Cervera".
Por otra parte las
representaciones figuradas, si bien reducen a esquemas casi geométricos los contornos y las siluetas, no ofrecen el
grado de abstracción de las de Cantabria, País Vasco y La Rioja
( 10
).
De acuerdo con esta diferenciación entre la epigrafía
de los autrigones y la de la región de Lara de los Infantes, y siguiendo a C. Sánchez Albornoz (1976, 70) v J. M. Solana (1978, 50), que lo
fijan aproximadamente en los mismos términos, consideramos que este límite partiría de los alrededores de Cerezo de
Río Tirón, en dirección Sur e incluyendo Belorado, para alcanzar el arranque de la Sierra de la Demanda.
Desde aquí, bordeando los Montes de Oca, esta supuesta línea fronteriza llegaría al Puerto de la
Brújula.
D. Límite Oeste.
Para su establecimiento contamos con los datos de Plinio, que nos dice que el Ebro nace entre los
cántabros (III. 21), que a este pueblo corresponde el río Sanga (Asón) (IV.
III) y que adjudica a los autrigones Tritium (Alto de Rodilla) y Virovesca
(Briviesca) (lll. 27); de Floro. que cita a los cántabros
como vecinos de los autrigones (II. 33. 47) y de Ptolomeo que hace a los turmogos y cántabros
limítrofes con los autrigones y adjudica a estos últimos. entre otras, las
de Vindeleia (Cubo de
Bureba) y Salionca (Poza de la Sal) (II. 6. 52); a los turmogos las de Deobrigula
(Tardajos), Segisamon
(Sasamón) y Bralvun (Ordejón de Arriba) (II. 6. 52) y a los cántabros
Octaviolca ( Menaza, Campo de Mercadillo o sus proximidades) y Iuliobriga
(Retortillo) (II. 6. 18) (J. M. Iglesias. 1976, 42-43).
J. M. Solana (1978, 48-50) amplía considerablemente
este límite occidental.
No consideramos que se deba seguir el curso del Ebro en tanta prolongación hacia
el Oeste. Las fuentes epigráficas. además. nos permiten afirmar que la estela de Renedo de Bricia guarda más
semejanza en antroponimia y elementos formales con los cántabros que con los autrigones (J. M. Iglesias,
1976, 81-83 y 180-183).
En nuestra opinión este límite occidental se inicia en el Puerto de la Brújula que separa a autrigones y
turmogos. Desde este punto continuaría por el Valle de las Navas, dejando fuera la Merindad del río
Ubierna e incluyendo La Bureba hasta los Montes de Poza de la Sal. La presencia del topónimo
Terminón, cerca de Oña, y su analogía con Terminus (límite), nos permite trazar la supuesta línea fronteriza por este
pueblo para llegar al curso del Ebro, dejando a saliente el río Cantabrana y su topónimo.
Desde aquí llegaría a la Merindad de Villarcayo, bordeando las
Sierras de La Llana y de la Tesla, de donde saldría por el Valle de
Sotoscueva, dejando al Norte las estribaciones de la Sierra Cantábrica. hasta alcanzar los Montes de
Ordunte.
Desde este punto. ya en la
provincia de Cantabria, seguiría por el límite natural que suponen las tierras bajas del Valle del Asón para
terminar en la costa.
El límite occidental así establecido se ajusta a los datos proporcionados por las fuentes literarias, dejando
el curso del Asón y su valle dentro de la zona ocupada por los cántabros e incluyendo en los pueblos
correspondientes las
que Ptolomeo atribuye a los autrigones, a los turmogos y a los cántabros. Las
fuentes epigráficas nos llevan a dejar fuera de este límite occidental a los Valles de
Zamanzas, Manzanedo, Valdebezana y la Merindad de Valdeporres, considerando del mismo modo la
toponimia (Terminón, Cantabrana) y los accidentes geográficos de la zona
(Puerto de La Brújula, Montes de Poza de la Sal y Ordunte, Sierras de La Llana y La Tesla, Valles de las
Naves, de Sotoscueva y tierras bajas del Valle del Asón).
( 10
) Ver los diferentes conjuntos epigráficos para Cantabria. País Vasco,
La Rioja y Lara de los Infantes en: J. A. Abásolo, 1974. láms. XVIII.
LXX. LXXII: LXXVII: XC n.º 1 XCII, XCIII: J. M. Iglesias. 1976. apéndice epigráfico. n.º
27-32, 42, 44, 47, 50, 53, 130: J. C. Elorza, M.ª
L. Albertos y A. González. 1980. figs. 3. 8, 13, 14 y 23 y ver también U.
Espinosa. 1986: para las inscripciones autrigonas ver: E. Ortiz de Urbina.
1985: corpus epigraífico: C.4, C.52, C.74, C. 75, C.79, C.85, C.87, C.
l06.
CARISTIOS.
A. Límite Norte Ptolomeo sitúa a los cari tíos entre los várdulos y los autrigones, haciéndoles llegar a la desembocadura
del río Deva (II. 6, 52). Por la costa este grupo de población se extendería, por lo
tanto, desde el Nervión
al Deva.
B. Límite Este.
El límite oriental marca la frontera entre caristios y várdulos. Este límite partiría del Deva, seguiría por el
Puerto de Azcárate y la zona al Este de Vergara, para ir a la Sierra de Aitzgorri, la Sierra de Elguea y el
Puerto de Arlabán, atravesando después la Llanada alavesa, dejando a oriente la
civitas várdula de
Tullonium (Alegría de Álava) (Ptol., II. 6, 65) y a poniente la civitas caristia de
Suessario (Arcaya) (Ptol., II. 6,
64), hasta llegar a los Montes del Condado de Treviño.
VÁRDULOS.
A. Límite Norte.
Los várdulos se extienden por la costa cantábrica desde la desembocadura del Deva hasta la divisoria
de aguas del Urumea y del Oyarzun.
B. Límite Este.
Los várd ulos tienen en común su frontera oriental con los vascones. Los textos grecorromanos nos
proporcionan cuatro puntos de referencia en territorio vascón que jalonan de Norte a Sur el límite entre
vascones y várdulos: Oeasso, Araceli, Curnonion y el Vasconum Ager.
Estrabón (lll, 4, 10) coloca a Oeasso en la terminación
de la vía que unía a los vascones con Tarraco, sobre el océano en la frontera de Iberia y Aquitania. Plinio (IV.
110) atribuye el puerto Olarso a los vascones y Ptolomeo cita a Oiasso como ciudad vascona del interior y
como puerto (ll. 6, 66 y Il. 6. 10).
Por lo que se refiere a su localización, J. Santos ( l988a, 221-222; l988b, 127) propone la identificación
de Oeasso con Irún, rechazando las reducciones hechas por G. de Pamplona (1966, 212-213) que coloca
la Oiasouna de Estrabón en la desembocadura del río Bidasoa y el Olarso de Plinio - Oiasso de
Ptolomeo en Oyarzun. Tanto la arqueología como la lingüística avalan la identificación de Oeasso con lrún:
1. La aparición cada vez más frecuente de restos
arqueológicos de yacimientos de época romana en el eje lrún
Fuenterrabía, frente a la ausencia de restos de poblamiento romano en Oyarzun y Pasajes (posible puerto).
2. Aunque el topónimo se conserve en Oyarzun no es extraño que el núcleo de población estuviera en
Irún, ya que es relativamente frecuente que no coincidan los topónimos con los núcleos de población a que se
refieren.
Araceli aparece en el Itinerario de Antonio como una mansión de la vía
Ab Asturica Burdigalam, situada a XXI millas de Alba, que Plinio
(III. 26) y Ptolomeo (ll. 6. 9) atribuyen a los várdulos. Schulten
(1962, 143) coloca Araceli en territorio várdulo, pero, como afirman G. de Pamplona
(1966, 218) y Marco
Simón (1979, 206) esta localización es errónea, ya que Plinio incluye a los aracelitanos en el
conventus Caesaraugustanus, mientras que los várdulos pertenecen al
Cluniensis.
Por lo que respecta a
Curnonium tanto G. de Pamplona, como F. Marco Simón consideran que
hay que identificarla con la Cornonio medieval localizándola junto a la villa de Mendería, en la orilla izquierda del Ebro.
M. Gómez Moreno (1969, 477) sostiene la
tesis de
que los vascones no traspasaban al occidente el curso del río Ega, por lo menos el curso
bajo, atribuyendo esta zona a los várdulos. G. de Pamplona considera
que esta tesis no puede mantenerse, al estar claramente en contradicción con el testimonio de Tito Livio
(frag. L. XCI) que deja el curso inferior del Ega en territorio del Vasconum
Ager.
Las únicas zonas problemáticas, por lo que respecta a su inclusión en territorio vascón o
várdulo, serían la
Burunda, el Valle de Lana y el curso alto del Ega. El análisis de las inscripciones várdulas y vasconas
nos
ha permitido constatar la fuerte relación que existe entre las estelas del Occidente navarro y las estelas
alavesas más orientales. tanto desde el punto de vista de la decoración como de la
onomástica. Aunque la
teoría mantenida por J. C. Elorza (1969, 55-74) que explica esta semejanza por la
pertenencia a un mismo taller, no puede ser rechazada con argumentos
sólidos. por nuestra parte creemos que se puede considerar más acertada la explicación
apuntada ya por F.
Marco Simón ( 1979. 249) de que sería lícito pensar en la adscripción de estas zonas al territorio várdulo.
De este modo el límite discurriría entre los valles del Oyarzun y del
Urumea, siguiendo hacia el Sur por
la frontera actual de Guipúzcoa y Navarra, hasta las
Sierras de Aralar, Andía y Urbasa para llegar al Valle
del Ega dejando en territorio várdulo la Burunda navarra hasta Echarri
Aranaz, el Valle de Lana (Gastiain. Ullíbarri. etc.) y el alto Valle del Ega (Aguilar de
Codés, Marañón).
F1G. l.-
Determinación de
límites y localización de civitates de autrigones, caristios y várdulos.
C. Límite Sur.
Por lo que respecta al límite entre berones y caristios y várdulos se han propuesto dos interpretaciones
diferentes: una la aceptación de la Sierra de Cantabria como separación natural entre ambos (C. Sánchez
Albornoz. 1976, 70-71: P. Bosch Gimpera. 1974, 518; J. Caro Baraja, 1943, 211
ss. y M .ª L. Albertos. 1970,
122) y otra en la que la frontera la marcaría el lecho del río Ebro (B.
Taracena. 1940, 159). En su trabajo
sobre los berones. M.ª A. Villacampa - (1980, 34) afirma que los testimonios
arqueológicos y lingüísticos permiten pensar que el límite entre estos pueblos
vendría marcado por la Sierra de Cantabria, ubicándose los berones en el Sur de la
provincia de Álava. opinión que compartimos.
CIVITATES.
La arqueología nos proporciona una serie de datos que permiten considerar a algunos de sus asentamientos
como ciudades (hábitat diferenciado, extensión, funciones diversificadas con plasmación espacial...),
teniendo siempre en cuenta los niveles desiguales de desarrollo de estos pueblos, es
decir, su especificidad
indígena (M. Clavel-Léveque, 1974, 9-1 O: F. Burillo, 1988, 299-300).
Si en ciertos casos por su situación
estratégica, con el proceso de conquista y posterior romanización, se produjo la conversión de antiguos
poblados prerromanos en núcleos urbanos con un territorio administrado desde este centro, base de su
subsistencia y reproducción, en muchos casos no existe una materialización en el territorio de los
asentamientos mencionados en las fuentes escritas (E. Cerrillo, 1988, 326-327).
Ptolomeo menciona a algunas de las comunidades de estos pueblos como
, término que en este
autor alude a la configuración urbana que puede presentar una unidad socio-política.
Plinio utiliza el término civitas cuando menciona a los carietes y vennenses ya los autrigones,
populus y oppidum cuando se refiere a
los várdulos (III. 26-27; IV. 110-111). Respecto a esta terminología, debemos tener en cuenta la existencia
en griego y en latín de diversos términos para designar una aglomeración urbana y una comunidad
políticamente diferenciada:
y
,
urbs/oppidum y civitas, respectivamente.
Por lo tanto, la diferencia se
sitúa en considerar un núcleo habitado con desarrollo espacial y construcciones
(
y
urbs/oppidum) y
«una entidad abstracta de naturaleza política y administrativa» (
y
civitas) F. Létoublon, 1987, 13-18; ver también: E. Frézouls, 1984, 14-22; J.
Rykwert, 1988, 25-26).
De acuerdo con esta precisión, entre estos grupos de población aparecen fundamentalmente
civitates peregrinae, entendidas como las células básicas de administración a través de las cuales el dominio
romano se materializa (G. Pereira Menaut, 1988, 247) sin que
paralelamente, a excepción de algunos casos
entre los autrigones y caristios, implique necesariamente un desarrollo urbano.
Junto a los testimonios de Plinio y Ptolomeo, el Itinerario de Antonino (principios del siglo
III) incluye menciones de ciertos núcleos como mansiones
en algunas de las vías, ayudándonos a concretar sus
posibles ubicaciones.
La epigrafía de los autrigones y caristios nos demuestra que la
pertenencia a la civitas es lo operativo
en las relaciones de ámbito público. Y por ello se menciona en inscripciones de individuos
que,
perteneciendo a ella, mueren fuera de su territorio o fuera de él realizan alguna
actividad pública.
Las noticias más antiguas corresponden a los testimonios numismáticos: las cecas ibéricas de
Segisanos, Uarcas y Uirouias entre los autrigones (principios del siglo
II a.C. y finales de l siglo I a.C.). Esta
acuñación indígena, si bien no nos permite hablar de una economía
monetaria, es un claro indicador
público del desarrollo político y de los «niveles de autonomía jurídica y de gobierno ostentados por el
titular de la acuñación» (G. Fatás. 1981, 33).
Poniendo todos estos datos en relación. vemos como la mayoría de las
civitates de estos grupos de
población no se corresponden o no están necesariamente organizados alrededor de un núcleo urbano.
Antecuia, Deobriga,
Segisamonculum, Vindeleia, Suestatium y Tullonium, responden a un emplazamiento
primitivo en un castro prerromano, trasladándose la población en época romana al llano. Exclusivamente en el caso de Salionca,
Tritium, Virovesca, Flaviobriga
y Veleia podemos hablar de núcleos urbanos por la existencia de restos de construcción y de edificaciones públicas o privadas y de
superficies pavimentadas.