PRUEBAS DE LOS MÉTODOS GEOFÍSICOS EN EL SITIO ARQUEOLÓGICO CUBUJUQUÍ (H-7
CQ), HORQUETAS DE SARAPIQUÍ, PROVINCIA DE HEREDIA. COSTA RICA.
George O.
Maloof*
Mario E. Arias Salguero**
* George O. Maloof. Estadounidense. Magister en Antropología con énfasis en Arqueología.. Consultor independiente.
Correo electrónico: gemaloof@gmail.com
** Mario E. Arias Salguero. Costarricense. Magister en Geología. Escuela de Geología, Universidad de Costa Rica.
RESUMEN.
El sitio arqueológico Cubujuquí fue prospectado con los métodos geofísicos
de resistividad eléctrica y magnetometría para investigar las respuestas de
dichos métodos sobre una calzada pavimentada conocida a través de estudios previos. Algunas pruebas de los métodos mostraron que la resistividad
eléctrica podría producir información positiva sobre los rasgos
arqueológicos, mientras que el magnetómetro no produjo ningún dato útil para fines
arqueológicos. Aunque el método magnético mostró su inefectividad en ese
sitio arqueológico, la investigación fue exitosa para mostrar que los
métodos geofísicos podían ser importantes en investigaciones arqueológicas en la
prospección preliminar y planificación de unidades de excavación.
ABSTRACT.
The Cubujuquí archaeological site was surveyed using electrical resistivity
and magnetometry geophysical methods in order to investigate the results
of these methods over a paved causeway that had been discovered during previous
investigations. Trials made with both methods showed that electrical resistivity can produce positive information about an archaeological
feature while the magnetometer did not produce any useful information from an archaeological point-of-view. Although the magnetometer showed
its ineffectiveness at this site, the investigation was successful in showing that
geophysical methods can play an important role in archaeological research
projects in the preliminary survey and the planning of excavation units.
INTRODUCCIÓN.
En el país, hasta la fecha, hay más de 4.000 sitios arqueológicos registrados en el
Museo Nacional de Costa Rica (Vázquez, Rojas, Chacón e Hidalgo, 1995; Corrales,
2007) a raíz de más de 30 años de investigaciones. Sin embargo, el conocimiento
arqueológico sobre esos sitios en el territorio nacional todavía es aún muy escaso,
con la excepción de ciertas regiones de investigación intensa, por ejemplo la zona
de la Bahía de Culebra (Baudez, Borgnino, Laligant y Lauthelin, 1992;
Salgado y
Vázquez, 2006; Solís, 1998) y el Valle de Turrialba (Vázquez, 2001). La escasez de investigaciones más exhaustivas a nivel
nacional responde a la falta de tiempo y recursos disponibles para los arqueólogos
y sus instituciones.
El desarrollo urbanístico, en los
últimos años, ha aumentado a una velocidad sin precedentes en la historia de Costa
Rica. Con el crecimiento de ese tipo de proyectos, el riesgo de destrucción del
patrimonio arqueológico también aumenta con más rapidez que en cualquier otro
punto de la historia del país. Las zonas particularmente afectadas son las que
tienen un alto valor turístico como las playas de la costa pacífica y la zona alrededor del
Volcán Arenal, así como las áreas urbanas con un rápido crecimiento,
particularmente el Valle Central y finalmente el crecimiento de la siembra de piña en el Valle
de El General en la Zona Sur y la Vertiente del Caribe Central. Sin embargo, la fuerte
amenaza para los recursos arqueológicos no se limita a esas áreas, sino que el
problema se agrava debido a que los arqueólogos nacionales no tienen ni el tiempo, ni
los recursos para estudiar tantos sitios con el detalle necesario para sacar datos
suficientes, utilizando métodos tradicionales.
Por eso, es necesario buscar otros
métodos de estudio y otras maneras para el uso del valioso tiempo de una forma más
eficiente.
La implementación de los métodos geofísicos como parte del régimen de
investigación puede tomar un papel importante en la búsqueda de una solución para
el presente problema ( 1 ).
Los siguientes resultados presentados son parte de un
proyecto para estudiar, en detalle, el impacto que puede tener el uso de la geofísica en
los estudios arqueológicos en dos sitios: Jesús María en el Pacífico Central
(Maloof, 2008; Maloof y Arias, 2007-2008) y Cubujuquí en la Vertiente del Caribe Central
(Maloof, 2008). El presente artículo trata sobre las prospecciones de resistividad
eléctricas y magnetométricas hechas en el sitio Cubujuquí.
( 1 ). Ver Maloof, 2008 para una discusión más detallada de las ventajas y desventajas del uso de los métodos geofísicos en
la Arqueología.
Figura 1. Ubicación del sitio Cubujuquí (basada en la hoja cartográfica Guápiles (078) 1:50 000
del Instituto Geográfico Nacional de Costa Rica).

El complejo central del sitio
Cubujuquí fue el objetivo de un estudio de reconocimiento y evaluación por parte del
Museo Nacional de Costa Rica en el año 1988, gracias a una denuncia de
huaquerismo (Gutiérrez, 1988; Gutiérrez y Mora, 1988); sin embargo, hasta la fecha no se ha
elaborado ningún otro estudio en el sitio.
Además, los estudios arqueológicos en la zona, donde se encuentra ubicado el sitio,
son muy escasos y Cubujuquí es el único sitio arqueológico estudiado en un área de
15 kilómetros alrededor del centro arquitectónico.
El sitio, según el trabajo de Gutiérrez,
fue ocupado por un periodo de tan sólo 300 años y sirvió para una función muy
limitada (Gutiérrez y Mora, 1988). Esos datos contradicen por completo la
información de otros sitios estudiados en la zona de la Vertiente del Caribe Central,
tales como La Cabaña (Snarskis, 1978), Las Mercedes-1 (Vázquez y
Chapdelaine, 2005), y sitios de la Vertiente del Río Reventazón como Guayabo de Turrialba (Aguilar,
1972; Fonseca, 1981) y Agua Caliente (Peytrequín y Aguilar, 2007a, 2007b) que tienen
un periodo de ocupación muy largo (por lo menos 300 a.C. hasta 1550 d.C.).
LOS MÉTODOS GEOFÍSICOS DEL PROYECTO.
Esta etapa del proyecto se realizó con el
equipo ABEM SAS 1000 Terrameter para las prospecciones de resistividad eléctrica
y el equipo Geometrics G-586 magnetómetro para las prospecciones magnéticas.
Las técnicas resistivas miden la resistividad eléctrica del suelo y otros
materiales debajo de la superficie (Garrison, 2003). Esa técnica trabaja bajo el
concepto de las mediciones de las diferencias en la resistividad eléctrica entre los
diferentes materiales presentes en el área de la prospección (Bevan, 1998;
Garrison, 2003; Kvamme, 2005).
Para medir la resistencia con esta técnica, se introduce una
corriente eléctrica en el suelo por medio de dos electrodos y se recibe la respuesta por
medio de otros dos electrodos (Bevan, 1998; Garrison, 2003; Kvamme, 2005; Somers, 2006). Tal resistividad se calcula utilizando
la ley de Ohm, expresada con la siguiente fórmula:

R es la resistencia de la sustancia
medida en ohms
, V es el voltaje medido en
voltios (V), I es la corriente medida en amperios (A) (Aitken, 1961; Garrison,
2003: Maxwell, 2005; Reynolds, 1997;
Somers, 2006; Telford, Geldart, Sheriff y Keys, 1976).
La distancia entre los electrodos condiciona la profundidad de la medición;
se puede asumir que para algunos dispositivos eléctricos un metro de distancia
entre los electrodos de medición es equivalente a una profundidad de 50 centímetros
y en otros casos a un metro, dependiendo del arreglo geométrico de los electrodos
utilizado (Bevan, 1998; Garrison, 2003).
La magnetometría es el método
geofísico más antiguo (Milsom, 1989). Durante la Edad Media en Suecia se usaban
brújulas para encontrar magnetita y la magnetometría todavía es el método más utilizado
en la geofísica aplicada (Milsom, 1989). El método de la magnetometría trabaja con
las propiedades físicas del magnetismo de la Tierra (Aitken, 1961; Garrison, 2003).
En la arqueología, los magnetómetros
detectan alteraciones magnéticas causadas por las variaciones en el óxido férrico
que son producidas arqueológicamente, y están normalmente presentes en la
mayoría de los rasgos (Aitken, 1961; Dalan, 2006; Kvamme, 2006a). Los métodos
magnetómetros son particularmente útiles para encontrar rasgos quemados como
hornos, pisos de arcilla cocinada o estructuras destruidas por fuego (Abingdon
Archaeological Geophysics, 2005; Aitken, 1961; Dalan, 2006; Drahor, 2006;
Johnson, Johnson y Godzik, 2001; Kvamme, 2005-2006a). El uso de las técnicas magnéticas
se desarrolló en la arqueología en Inglaterra, específicamente para la detección
de hornos para fabricar cerámica en sitios romanos (Aitken, 1961).
RESULTADOS DE LAS PROSPECCIONES.
El sitio Cubujuquí, entre los años 2007 y 2008, fue prospectado con los métodos
geofísicos, geoeléctricos y magnetométricos sobre un tramo de la calzada principal
que sale del sitio con rumbo noreste (Maloof, 2008).
Resistividad eléctrica.
Se hicieron dos prospecciones de resistividad eléctrica sobre la misma área de
la calzada principal, utilizando el arreglo geométrico conocido como Polo-polo
(Figura 2).

Figura 2. Esquema del dispositivo Polo polo
(Maloof 2008, p.60, figura 3.5),
La primera prospección se ejecutó con una separación de electrodos de 1
metro para obtener una penetración del suelo de aproximadamente 50 centímetros. La cuadrícula se ubicó sobre la
calzada principal, junto al exterior del muro de la plaza, y fue de 30x13 m con un punto de
medición de cada metro y una orientación del eje x de 030 grados y el eje y de 300
grados. La segunda prospección se ejecutó con una separación de electrodos de 50
centímetros para tener una penetración de aproximadamente 25 centímetros, la
cuadrícula para esa prospección se estableció en el mismo punto cero utilizado en
la prospección anterior y midió 15x30 m.
La prospección de 50 cm de profundidad (un metro de separación entre los
electrodos) muestra una matriz de resistividad media alta, con el área de la calzada
un poco más baja (Figura 3).

Figura 3. Sitio Cubujuquí con el área de
prospección a una profundidad de 50 cm.
Nótese que las zonas más azules son las áreas
pantanosas (datos interpolados con el método Kriging).
Fuente: mapa modificado de Gutiérrez y Mora,
1988, p.113.
En la prospección de 25 cm de
profundidad no fue posible estimar el rango de la resistividad de la matriz por el tamaño
y orientación de la cuadrícula de prospección (Figura 4). En ese caso, la parte de la
cuadrícula que no estaba en la cima de la calzada cubrió la zona pantanosa.
La calzada, en ambos casos, se detectó más fácilmente gracias a la zona pantanosa junto al rasgo. Además, se pudo detectar
una sombra del muro de la plaza al oeste de la calzada. Sin embargo, la calzada y el
muro se presentaron mucho más claros en la prospección de los 25 cm (Figura 4).

Figura 4. Sitio Cubujuquí con el área de prospección a
una profundidad de 25 cm (datos interpolados con el método Nearest
Neighbor).
Fuente: mapa modificado de Gutiérrez y Mora,
1988, p.113.
Se generaron, asimismo, tres pseudosecciones en los transectos de cero, cinco
y diez metros (Figura 5).

Figura 5. Ubicación de las tres pseudosecciones de 15 metros de largo hechas en el sitio.
Fuente: mapa modificado de Gutiérrez y Mora
1988, p.113, figura 1.
En las pseudosecciones de los transectos de cero y cinco metros, el efecto del muro es bastante
claro; sin embargo, el efecto causado por la calzada es mucho menos claro, hasta
casi invisible en el transecto cero (Figura 6).

Figura 6. Pseudosecciones de la calzada en los transectos de 0, 5 y 10 m de la cuadrícula. La parte de
baja resistividad en el área de la calzada en los transectos 0 y 5 representa más tierra pantanosa (datos
interpolados con el método Kriging).
En contraste, en la pseudosección de diez metros, la calzada se puede ver muy
claramente.
La calzada, aunque sí se detectó con el
método de resistividad, los resultados no fueron bastante claros. El hecho de que la
calzada se encuentre en la superficie puede ser la causa de no tener un contraste
muy fuerte en los datos geofísicos. Según los datos obtenidos durante las
excavaciones hechas como parte del proyecto de Las Mercedes (Vázquez y Chapdelaine, 2005),
las calzadas tienen un grosor de aproximadamente 20 cm, entre 10 y 15 cm
corresponden a las piedras de pavimento y el resto a un tipo de relleno base medio
arcilloso que contiene gravas y tiestos de tipos cerámicos, generalmente más antiguos.
La investigación más superficial hecha, durante las prospecciones
geoeléctricas, fue de 25 cm y, por eso, es muy posible que lo mostrado en el mapa geoeléctrico de la
sub-superficie, sea la parte inferior de la calzada. Otro aspecto que se debe tomar
en cuenta es la época en la que se hizo la prospección (la época seca), ya que el
nivel de humedad en el suelo también tiene un efecto en el sitio.
Magnetómetro de protones.
La prospección de magnetometría de protones fue hecha sobre la misma área de
la calzada, en la que se realizaron las prospecciones de resistividad eléctrica,
utilizando el mismo datum. La cuadrícula, la cual midió 20x20 m, se prospectó con un
punto de medición de cada metro y una orientación del eje X de 030 grados y el eje
Y de 300 grados. Las medidas se tomaron utilizando el magnetómetro de protones
en el modo gradiente, realizando una primera medición con el sensor a una altura
de 1,20 metros y la segunda medición con una altura de 1,39 metros. Sin embargo,
no tuvo tanto éxito como la prospección de resistividad. Los resultados de los
datos sin procesar mostraron que el área de la cuadrícula es bastante homogénea y no se obtuvo señal alguna de la calzada o el
muro. La única anomalía notable que apareció en el mapa fue causada por una
estaca de metal que se había extraviado durante la primera visita al sitio (Figura 7).

Figura 7. Mapa del gradiente magnético de la zona de prospección (datos interpolados con el método
Kriging). La anomalía de magnetismo muy alto en la esquina 0/0 es causada por una estaca de metal
extraviada durante una visita previa al sitio.
Fuente: mapa modificado de Gutiérrez y Mora, 1988, p.113
Los datos de campo fueron procesados con el programa WUMAP con el filtro
de Peak Elimination para eliminar valores que fueran demasiados altos o bajos. Sin
embargo, los resultados fueron muy similares a los datos sin procesar, ya que la
cuadrícula apareció bastante homogénea y sin ningún rastro de rasgos
arqueológicos (Figura 8).

Figura 8. Comparación entre las representaciones gráficas de los datos magnéticos; a.) mapa generado
con datos de campo (datos interpolados con el método Kriging), b.) después del procesamiento con los
filtros del programa WUMAP (datos procesados con el filtro Peak Elimination con el mínimo de -300
nT/m y el máximo de 500 nT/m)

Finalmente, las tres nuevas anomalías probablemente fueron
causadas por piedras grandes en lugar de rasgos culturales.
OTROS DATOS.
Durante la última visita al sitio, se detectó un alineamiento de piedra cerca de
la calzada, junto al borde cortado por el río. Una inspección más detallada
reveló los restos de un anillo de piedras que no se conocía previamente. Aunque no
hubo tiempo para hacer un levantamiento preciso, se tomaron algunas medidas con
cinta métrica para agregarlas al mapa del sitio (Figura 8).
El rasgo se denominó R20, siguiendo la manera de designación
adoptada por el Museo Nacional de Costa Rica durante sus trabajos en el sitio. Durante el análisis de los datos de la
prospección geoeléctrica de los 25 cm de profundidad, se notó que la anomalía
causada por la calzada se extendió hacia el Este unos nueve metros al Norte del
punto datum (ver Figura 4). Dicho punto es el mismo donde ese rasgo probablemente
hizo contacto con la calzada. Sin embargo, la cuadrícula solo cubrió una pequeña parte
del rasgo, lo que impidió poder identificarlo con métodos geofísicos.
También aparece evidencia del rasgo en la pseudosección del transecto de diez metros como una
extensión de la calzada (ver Figuras 4 y 6).
La inspección rápida no permitió una
interpretación clara de la naturaleza del rasgo; sin embargo, gracias a los trabajos
de Hartman (1901) y Skinner (1926) se conocen rasgos parecidos en otras zonas
de la Vertiente del Caribe Central que delimitan cementerios del Periodo VI (1000
1550 d.C.).

Figura 9. Rasgo denominado R20 identificado durante la última visita al sitio. a.) Las líneas continuas
representan alineamientos de piedra visibles en la superficie; las líneas discontinuas representan una
proyección de la forma del rasgo y la línea café representa la línea aproximada del cauce del río. b.) Lado
sur del anillo de piedra junto a la calzada.

Fuente: fotografía tomada por Marco Arce.
DISCUSIÓN.
La utilización de los métodos geofísicos en el sitio Cubujuquí generó
resultados bastante interesantes, esto debido a que el método de la resistividad eléctrica
fue usado con éxito en el sitio. La prospección más exitosa del sitio fue hecha con una profundidad de estudio de 50
cm; sin embargo, por la orientación y el tamaño de la cuadrícula, los resultados
no mostraron un contraste suficiente de la calzada con el suelo matriz para
mostrar la efectividad máxima del método. La zona pantanosa en la mayoría del "espacio
vacío" imposibilitó obtener un promedio de la resistividad aparente del suelo
matriz. Además, el hecho de que la época lluviosa fue particularmente fuerte,
durante la mayoría del transcurso del proyecto, limitó la accesibilidad del sitio y la
posibilidad de profundizar los estudios. A pesar de las limitaciones mencionadas, el
método de resistividad eléctrica mostró su utilidad en posibles estudios futuros en el
sitio para continuar con la identificación de nuevos rasgos.
En contraste con el éxito obtenido en
los resultados de la resistividad eléctrica, el magnetómetro de protones mostró su
inefectividad en el sitio Cubujuquí, ya que el método mostró una cuadrícula
bastante homogénea sin ninguna señal de rasgos arqueológicos. Aunque no se tiene
claridad respecto de la causa de los resultados obtenidos en el sitio Cubujuquí, se puede
inferir que las mismas rocas usadas en la construcción de los rasgos, la mayoría de
las cuales son de andesita y basalto, probablemente tienen una alta cantidad de
minerales ferromagnéticos.
CONCLUSIONES.
La resistividad eléctrica, según los resultados del presente estudio, es el método
geofísico más confiable para la detección e interpretación de anomalías causadas
por la presencia de rasgos culturales precolombinos debajo de la superficie,
considerando las características de suelo. El método geoeléctrico tuvo éxito para
mostrar anomalías que correspondieron a un rasgo previamente conocido. Además, los
datos de la resistividad eléctrica también mostraron un rasgo nuevo descubierto, a
partir de su visibilidad en la superficie.
La prospección magnética en el sitio se vio afectada en forma negativa por las condiciones naturales de los suelos, lo cual
indica que el magnetómetro de protones puede ser inadecuado para futuras
investigaciones arqueológicas en sitios que manifiestan condiciones parecidas. En
ese caso, las condiciones del subsuelo fueron muy particulares, esto causó la
inefectividad del método magnético. La presencia de rocas ígneas con un alto contenido de
minerales ferromagnéticos generó interferencia y dejó inservibles los datos
magnéticos recogidos a través de la prospección y probablemente haga que cualquiera de los
tres tipos de equipos magnéticos no funcionen para prospecciones
arqueogeofísicas en otros sitios en la zona. En ese caso, el método magnético más efectivo para
hacer prospecciones geofísicas podría ser la susceptibilidad magnética, un
método que mide la habilidad de un material de ser magnetizado. Por su naturaleza, la
susceptibilidad magnética no se ve afectada por el magnetismo remanente, porque
no puede detectar ese tipo de magnetismo (Fowler, Estrada, Bales, Reynolds y
Kvamme, 2007).
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