
MÉXICO
- PALEONTOLOGÍA.
PALEONTOLOGÍA.
México
tierra de dinosaurios.
Fuente: Campus
UniSon 83000 Hermosillo, Sonora, México. Nuestra Tierra •
Número 7.
ISSN 1665-945X.
Paleontología.
México: tierra de dinosaurios.
Introducción.
Los dinosaurios, desde hace muchos años, se han convertido en uno de los fenómenos más importantes dentro de la moderna paleontología de vertebrados.
Esto se debe a que dichos organismos son considerados como uno de los grandes éxitos de la evolución, ya que dominaron por completo los ecosistemas terrestres por alrededor de 160 millones de años.
Además, aunque habitaron en un mundo muy diferente al que tenemos en la actualidad, tienen muchos rasgos en común con los animales modernos; es decir, los dinosaurios vivieron en comunidades equilibradas dentro de las cuales afrontaron las mismas necesidades de supervivencia que los organismos actuales (reproducirse, conseguir alimento, etc.).
De esta manera, los dinosaurios no son en sí una gigantesca lista de nombres latinos impronunciables, sino que su estudio tiene mucho que ver con la historia de la vida sobre nuestro planeta, con el funcionamiento de la naturaleza, y con quienes somos nosotros en la actualidad.
La palabra dinosaurio fue acuñada en el año de 1842 por el anatomista inglés Sir Richard Owen, a partir de los vocablos griegos: deinos, terrible y saurus, lagarto.
Desde entonces, esta palabra ha pasado a ser de uso popular para nombrar, a veces de manera incorrecta, a todos los grandes saurios de la era Mesozoica, como por ejemplo el reptil Dimetrodon. Para Owen, los dinosaurios fueron una serie de grandes reptiles ya extinguidos, conocidos solamente a partir de una pequeña cantidad de fósiles encontrados en el oeste de Europa desde el año de 1820. En la actualidad, los fósiles de dinosaurios se conocen en todos los continentes y representan cientos de tipos distintos de dinosaurios.
En el caso de la República Mexicana, ésta es considerada en el ámbito mundial, como uno de los países que cuentan con un mayor número de sitios que contienen restos de estos organismos, junto con Estados Unidos de América, Canadá, Argentina y China, en los que se han colectado las mayores cantidades de restos fósiles.
En nuestro país se han encontrado fósiles de dinosaurios en diferentes estados, principal mente en aquellos ubicados en el norte, como son Baja California, Sonora, Chihuahua, Nuevo León y Coahuila.
Estos fósiles representan una edad de 100 a 65 millones de años, correspondiente al período Cretácico Tardío de la era Mesozoica (figura 1).
Figura 1. Mapa de la República Mexicana en el que se muestran los sitios donde se han encontrado restos fósiles de dinosaurios.
Los hallazgos más meridionales de este tipo de organismos se encuentran ubicados en los estados de Michoacán, Puebla, Guerrero y Oaxaca, donde se han colectado fragmentos de elementos esqueléticos y rastros de huellas. Además, se tienen reportes en el estado de Tamaulipas, donde se han colectado dientes y fragmentos de huesos cuya edad se estima en 170 millones de años, lo cual los identificaría como los fósiles de dinosaurios más antiguos de nuestro país, ya que pertenecen al período Jurásico de la era Mesozoica (figura 1).
Baja California.
En este estado se han hecho diferentes tipos de descubrimientos, entre los cuales destaca el que se llevó a cabo en 1954 por los investigadores W. Langston Jr y M. H. Oakes, del Museo de Paleontología de la Universidad de California, quienes reportaron fósiles de dinosaurios en punta San Isidro. El material estaba integrado por huesos de las patas de dos ejemplares muy similares al género Kritosaurus.
Por otra parte, en el año de 1966 un equipo de investigadores provenientes del Museo de Historia Natural de los Ángeles, en colaboración con el Instituto de Geología de la UNAM (IGLUNAM), lograron recuperar los elementos esqueléticos de diferentes dinosaurios, entre los que destacaban fósiles de hadrosaurios, anquilosaurios, ceratópidos, tiranosáuridos y dromeosáuridos provenientes de una localidad cercana a El Rosario.
Los fósiles más abundantes pertenecían a un hadrosaurio con cresta identificado primeramente como Hypacrosaurus altispinus. Sin embargo, gracias a la colecta de nuevo material craneal en 1972, se determinó que la primera identificación era errónea y que el ejemplar se encontraba más emparentado con el género Lambeosaurus. De esta manera, con un mejor análisis del material y tomando en cuenta la edad de la localidad (Cretácico Tardío), se le designó como perteneciente a una especie nueva de este género denominada Lambeosaurus laticaudus.
En 1970, este mismo grupo de investigadores continuó con los trabajos en un área cercana al arroyo El Rosario, en donde H. J. Garbani encontró los restos de un dinosaurio terópodo en una unidad de roca denominada Formación La Bocana Roja. Este terópodo fue estudiado por Ralph Molnar quien propuso un nuevo género y especie para él: Labocania anomala.
También se han encontrado fósiles de dinosaurios dentro de la Formación El Gallo, entre los que se incluyen los restos de tiranosáuridos (cf. Albertosaurus), ornitomímidos, Trodoon formosus, Saurornitholestes sp., dromeosáuridos indeterminados, ?Lambeosaurus laticaudus, otro tipo de lambeosaurinos y hadrosaurinos, anquilosaurios, nodosaurios, Euplocephalus y ceratópidos.
Las localidades de dinosaurios de Baja California son consideradas como las más ricas en toda la margen del Pacífico norteamericano, ya que el material encontrado no solamente se encuentra conformado por evidencias directas, como son los esqueletos de estos organismos, sino también, se han colectado fragmentos de cascarones e impresiones de piel.
Sonora.
En el año de 1942, los investigadores R. J. Lull y N. E. Wright describieron dentro de una publicación referente a los hadrosaurios de América del Norte, la presencia de restos fósiles de un organismo gigantesco en una localidad a la que llamaron Nº. 49, localizada entre “Mustenas” (Mesteñas) y el pico de Magallanes, en el estado de Sonora.
Este material fue enviado para su identificación a Barnum Brown, quien determinó que pertenecía a una nueva especie muy similar a Trachodon mirabilis y que representaba el hallazgo más austral de hadrosaurios en Norteamérica.
Por otra parte, se han venido realizando numerosos estudios dentro de la cuenca de Cabullona al noreste del estado, encabezados por Carlos M. González León (IGLUNAM) y Spencer G. Lucas, en donde se han encontrado restos de tiranosáuridos (cf. Albertosaurus), terópodos pequeños indeterminados, hadrosaurios y ceratópidos (figuras 2a y 2b).

Figura 2A. Fémur de
Edmontosaurus, del Cretácico Tardío, colectado de rocas del Grupo Cabullona en el noreste de Sonora por Carlos M. González León. Mide 83 cm de largo.
Figura 2B. Diagrama ilustrando un esqueleto de dinosaurio del género
Edmontosaurus, en donde se señala el fémur.
Coahuila.
El estado de Coahuila destaca entre los demás, debido a la enorme cantidad de restos fósiles de dinosaurios y a su extraordinaria preservación. Aquí se han encontrado tanto evidencias directas (que van desde esqueletos articulados hasta huesos aislados de individuos adultos, juveniles y neonatos) como evidencias indirectas (pisadas, fragmentos de cascarón, coprolitos, etc.).
El primer reporte para México referente al hallazgo de dinosaurios, fue hecho precisamente en este estado, ya que en 1926, W. Janensch publicó el descubrimiento de restos de un dinosaurio ceratópido en una localidad llamada Yacimiento Soledad, la cual se ubica en el municipio de Ramos Arizpe.
En 1959, el equipo dirigido por C. O. Durham y G. E. Murray de la Universidad de Louisiana, realizó una temporada de campo en la cuenca de Parras, en el sureste del estado, y reportaron la presencia de restos de dinosaurios asociados a moluscos marinos. Posteriormente, investigadores de la Universidad de Texas reexaminaron esa misma localidad y colectaron los restos de por lo menos cuatro dinosaurios, entre los que se encontraron un ceratópido del género Monoclonius y hadrosaurios indeterminados.
Durante el año de 1980, un grupo de investigadores del Instituto de Geología de la UNAM, encabezados por Ismael Ferrusquía Villafranca, Shelton Applegate, Luis Espinosa y Víctor Torres, conocieron en la ciudad de Torreón a Luis Maeda, quien poseía una colección extraordinaria de fósiles de dinosaurios que habían sido colectados en el ejido Presa San Antonio, del municipio de Parras. Al visitar la localidad de donde provenía el material, conocieron al Sr. Ramón López quien les mostró numerosos sitios en donde se encontraban restos de dinosaurios.
Posteriormente, conocieron al Sr. José Rojas, quien había colectado una enorme cantidad de huesos de dinosaurios en una localidad cercana al ejido Rincón Colorado, en el municipio de General Cepeda, a 47 km al oeste de la ciudad de Saltillo. En este lugar, se encontraron numerosos restos de dinosaurios e inclusive uno de ellos poseía impresiones de piel. El material fue donado al IGLUNAM.
En 1985, un grupo de investigadores del Museo Real de Ontario, encabezados por Christopher McGowan, Kevin Seymour, Andrew Leitch y Brian Iwama, llevaron a cabo una temporada de campo en el ejido Presa San Antonio en donde colectaron los restos parciales de dos hadrosaurios, material de terópodos (un tiranosáurido, un ornitomímido y un dromeosáurido), de un anquilosaurio y de un ceratópido centrosaurino.
Sin embargo, no es sino hasta 1987 que se inició formalmente el estudio de los dinosaurios en México, con el proyecto “Primer montaje de un dinosaurio colectado y preparado en México” de René Hernández y colegas. A partir de este año, el trabajo ha sido continuo y se han descubierto aproximadamente 1000 sitios con restos de estos organismos en los municipios de Saltillo, Ramos Arizpe, General Cepeda, Parras de la Fuente y Sabinas.
La mayoría de los ejemplares pertenecen a hadrosaurios (Kritosaurus, Gryposaurus, figura 3, cf. Lambeosaurus, un nuevo género de lambeosaurino), seguidos por el grupo de los ceratópidos (Centrosaurus y Chasmosaurus), terópodos (tiranosáuridos, figura 4; ornitomímidos, dromeosaurios, figura 5; troodóntidos), un posible saurópodo titanosaurio (cf. Alamosaurus), un anquilosaurio y un nodosaurio indeterminados.
También se han encontrado huellas, impresiones de piel, fragmentos de cascarón, un huevo completo que contiene un embrión adentro y que fue colectado por Yolanda de León, e inclusive dos endocráneos, en uno de los cuales es posible apreciar perfectamente las partes donde se encontraba el cerebro (figuras 6 y 7).
Junto con los dinosaurios se han recolectado otros tipos de vertebrados, entre los que destacan tiburones del género Serratolamna, peces sierra del género Schizorhiza, tortugas del género Trionyx y cocodrilos. Gran parte de los huesos se encuentran asociados con fósiles de invertebrados, principalmente con moluscos, que en ciertos casos, se depositaron o vivieron sobre ellos.
De éstos se han identificado los siguientes géneros: Inoceramus vanuxemi, Ethmocardium sp., Turritella vertibroides, Eutrephoceras sp. y Sphenodiscus sp.
Figura 3. Reconstrucción del hadrosaurio
Gryposaurus.

Figura 4. Reconstrucción de una tiranosáurido y un
hadrosaurio.
Además, existen sitios asociados con sedimentos de agua dulce en los cuales se han encontrado preservadas frondas de palmas, hojas y, por lo menos, siete tipos diferentes de frutos fósiles, algunos de los cuales dieron como resultado nuevos géneros. Todos los fósiles colectados en estos lugares tienen una edad campaniana (Cretácico Tardío), con excepción de los encontrados en el municipio de Sabinas cuya edad pertenece al Maastrichtiano (Cretácico Tardío).

Figura 5. Reconstrucción de un
dromeosaurio.
Oaxaca, Michoacán y Puebla.
En estos estados, se ha reportado la presencia de huellas de dinosaurios. En Oaxaca, se localizaron huellas pertenecientes a un terópodo y a dos familias de saurópodos con una edad correspondiente al Jurásico Medio.
En Michoacán, se detectó la presencia de un rastro de terópodo y de dos ornitópodos del Jurásico Tardío; además, en trabajos de campo recientes se han colectado elementos esqueléticos de hadrosaurios y dientes de terópodos pertenecientes al Cretácico Tardío.
Finalmente, en el estado de Puebla se encontraron huellas pertenecientes a un ornitópodo y a un saurópodo del Cretácico Tardío. Existe otra localidad ubicada en las cercanías del pueblo de San Felipe Ameyaltepec, donde se encontraron restos de lo que podría ser un dinosaurio saurópodo; sin embargo, el material se encuentra muy fragmentado.
Tamaulipas.
En este estado se encuentra la localidad jurásica más importante de México. Esta se ubica en el cañón del Huizachal, a 25 km al suroeste de Ciudad Victoria, capital de Tamaulipas. En este lugar se han descubierto fósiles de dinosaurios ornithisquios representados por ocho dientes y dos ejemplares de terópodos, entre los que se incluye la parte posterior de un cráneo.
También se han hallado huesos muy largos que podrían haber pertenecido a saurópodos. Además, en el año de 1982, James Clark colectó fósiles de reptiles terápsidos y de tritilodóntidos.
Figura 6. Comparación de los endocráneos pertenecientes a dos ejemplares de hadrosaurios recolectados en los municipios de Sabinas y Ramos, con un duplicado del cerebro de estos organismos.
Los dinosaurios han sido uno de los mayores éxitos evolutivos de la vida en nuestro planeta, ya que fueron los vertebrados dominantes dentro de los ecosistemas terrestres por alrededor de 160 millones de años. Ningún otro grupo de vertebrados terrestres ha podido igualar su majestuosidad y presencia.
Particularmente, a través de los descubrimientos de dinosaurios en México se ha podido observar que nuestro país albergó una fauna muy rica de este tipo de organismos, en la que los dinosaurios más abundantes fueron los hadrosaurios sin cresta y con cresta, seguidos por los ceratópidos, los terópodos y los anquilosaurios.
De manera general, los estados del norte del país son los que contienen las localidades fosilíferas de dinosaurios más importantes y entre ellos destaca el estado de Coahuila, donde la abundancia y diversidad de este tipo de organismos es impresionante.
Inclusive, las localidades ubicadas al sureste del estado de Coahuila han sido consideradas de gran importancia dentro del ámbito mundial, para la realización de estudios correspondientes al Cretácico Tardío, ya que además de la abundancia y diversidad de la fauna y flora, el excelente estado de preservación las hace ser un verdadero paraíso para los paleontólogos.
Figura 7. Endocráneo de hadrosaurio en el que se muestran algunos huesos del cráneo y las partes del duplicado del cerebro: exoccipital
(Eo), parietal (Pa), cerebro medio (Mid), hemisferios cerebrales (Cer Hem) y nervios craneales
(C.n.).
En la actualidad, las investigaciones y las temporadas de campo continúan con gran intensidad en los diferentes estados de nuestro país. El estudio de los dinosaurios mexicanos mira con gran interés hacia el siglo XXI, ya que no solamente se están haciendo identificaciones y descripciones del material fósil, sino que también se está planteando la posibilidad de realizar estudios tafonómicos, histológicos y ecológicos, por lo que esto es solamente el inicio de una larga carrera. De esta manera, podremos esperar nuevas sorpresas que nos tiene deparadas nuestro país y decir con justa razón que México es Tierra de Dinosaurios.
Autores:
Claudia Serrano Brañas; Facultad de Ciencias, UNAM, México D.F.
René Hernández Rivera; Instituto de Geología, UNAM, México D.F.
Ilustraciones artísticas propiedad de RHR, realizadas por Marco Antonio Pineda Maldonado
Agradecemos al Dr. Carlos M. González León la revisión del presente trabajo.