
Las
residencias Moches: un primer análisis de la sintaxis espacial en las
huacas del Sol y de la Luna, Perú.
The
Moche residences: an initial analysis of space syntax in the temples of
Sun and the Moon, Perú.
MONOGRÁFICO:
APLICACIONES DE SINTAXIS ESPACIAL EN ARQUEOLOGÍA.
MONOGRAPH:
SPACE SYNTAX APPLICATIONS IN ARCHAEOLOGY.
ARQUEOLOGÍA DE LA ARQUITECTURA, 12, enero-diciembre 2015,
e036 Madrid / Vitoria-Gasteiz.
ISSN-L: 1695-2731 doi: http://dx.doi.org/10.3989/arq.arqt.2015.127
Feren Alexard Castillo Luján.
Arqueólogo
Investigador del Proyecto Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna,
Universidad Nacional de Trujillo, Perú.
ferencastillo@hotmail.com
Este
es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de una
licencia de uso y distribución Creative
Commons Reconocimiento 4.0 Internacional (CC-by 4.0).
Resumen.
Este trabajo muestra las primeras aproximaciones obtenidas del uso de la sintaxis espacial en viviendas del tipo residencial en la antigua ciudad Moche (s. VII-IX d. C.).
Los estudios realizados en el sitio de huacas del Sol y de la Luna han permitido entender que durante los últimos siglos de ocupación, el sistema teocrático colapsó y se inició un cambio hacia un nuevo sistema político e ideológico por parte de las nuevas elites gobernantes.
Los análisis realizados han permitido entender la lógica del espacio construido en tres viviendas complejas y que muestran un alto entendimiento de jerarquía y distribución espacial por parte de sus antiguos habitantes.
Evidentemente el uso de la Arqueología de la Arquitectura en sociedades como la Moche necesita mayores estudios, puesto que, estas viviendas presentan divisiones internas muy complejas, donde la unidad espacial no siempre funciona de manera independiente, sino que en muchos casos se articulan con otras constituyendo un espacio funcional complejo.
Abstract.
This paper presents a first approximation obtained from the use of space syntax in residential households in the ancient Moche city (s. VII-IX AD).
Studies in the site of Temples of the Sun and Moon have elucidated that during the last centuries of occupation, the theocratic system collapsed and a change began towards a new political and ideological system by the new ruling elites.
The analyses have allowed us to understand the logic of built space in three households’ complex and show a high understanding of hierarchy and spatial distribution by its former inhabitants.
Obviously, the use of Archaeology of architecture in societies like the Moche requires more studies, because these households have very complex internal divisions, where the spatial unit does not always work independently, but in many cases are linked with other constituting a complex functional space.
Recibido: 19-05-2015.
Aceptado: 03-08-2015.
1. INTRODUCCIÓN.
La sociedad Moche o Mochica integró un espacio de más de 500 kilómetros a lo largo de la costa norte de Perú. El territorio mochica estuvo conformado al norte por el sistema de grandes valles: el valle alto de Piura, el sistema de valles del bajo Lambayeque y Jequetepeque; mientras al sur —como una sola unidad— por los valles de Chicama, Moche, Virú, Chao, Santa, Nepeña (Castillo y Uceda 2008) y las periferias sureñas en los valles de Casma, Culebras y Huarmey (Giersz 2011).
Como la mayoría de sociedades costeras, los Moche se adaptaron con éxito al ambiente desértico, donde los recursos marítimos estaban combinados con una agricultura avanzada, basada en técnicas de irrigación que permitieron transformar el desierto en campos de cultivo (Canziani 2012).
Para ello, construyeron grandes asentamientos urbanos ceremoniales en cada valle, constituidos por edificios públicos y una red urbana altamente planificada. Además, la organización social tenía una estratificación compleja, representada por sacerdotes y guerreros (Castillo y Rengifo 2008).
La ciudad de las huacas del Sol y de la Luna fue el asentamiento urbano ceremonial más importante del territorio sureño (Figura 1).

Figura 1. Plano general de ubicación del Complejo Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna.
Ésta se asienta en la parte baja del valle de Moche, a pocos kilómetros al sureste de la actual ciudad de Trujillo (Perú). Las recientes investigaciones han permitido establecer dos grandes periodos en la secuencia ocupacional del sitio, denominados: estado teocrático, entre los orígenes —aún no precisos— hasta el 650 d. C. y el estado secular entre el 650 y 850 d. C. (Uceda 2010).
Los primeros reportes sobre contextos urbanos en el sitio se remontan a 1899. El alemán Max Uhle (1998, 2014), a pesar de no realizar excavaciones, hace hincapié en la presencia de un antiguo pueblo en la explanada que separa los grandes edificios.
Años después, a mediados del siglo pasado, Schaedel (1972) propuso un modelo teórico de desarrollo del urbanismo andino desde los centros ceremoniales vacíos hasta la aparición de las ciudades con la influencia Wari.
Schaedel planteaba que en la explanada no existía ningún tipo de arquitectura que caracterizara a un núcleo urbano, por el contrario ésta era un área dedicada exclusivamente al peregrinaje religioso.
Esa idea se mantuvo hasta la década de los 70, momento en que en el marco del Proyecto Chan Chan-Valle de Moche se excavan los primeros conjuntos residenciales al sur de huaca de la Luna (Topic 1977 ( 1 ) ; Pozorski y Pozorski 2003).
( 1 ) Topic, T. L. 1977: Excavations at Moche.Tesis doctoral inédita, Harvard
University, Cambridge.
Estos datos fueron empleado por Topic para plantear una división de la arquitectura doméstica, a partir de las técnicas y materiales de construcción, disposición y contexto del material asociado.
Para Topic la arquitectura doméstica mochica era de tres tipos: arquitectura de bajo estatus, que se caracterizaría por presentar pequeños ambientes sin enlucir, con pisos desnivelados, muros de canto rodado y quincha, así como la presencia de cerámica burda; arquitectura de estatus intermedio, caracterizada por ser viviendas de mayor tamaño, con muros de piedra y adobe con enlucidos, además de presentar cerámica fina; y la arquitectura de alto estatus, caracterizada por construcciones muy elaboradas con presencia de almacenes que indican el gran control del espacio y bienes domésticos.
Posteriormente, el Proyecto Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna, a partir de un convenio de cooperación académico-científico con la Universidad de Montreal, inicia las excavaciones en la planicie en 1995, cuyos primeros resultados pusieron en evidencia que realmente existía una vieja ciudad Moche.
Se trataría de una desarrollada red urbana compuesta por unidades arquitectónicas que corresponderían a residencias de élite, sitios de producción artesanal, sectores administrativos, áreas públicas y vías de circulación (Chapdelaine, Uceda, Moya, Jaúregui y Uceda 1997).
No sería hasta el año 2003 en que las propuestas de Topic serían descartadas, ante la evidencia que un sólo conjunto arquitectónico presentase las características de los tres tipos descritos por la autora. De esta manera, se sugería que todas las viviendas registradas en la planicie corresponderían a residencias de élite (Chiguala, Gamarra, Gayoso, Prieto, Rengifo y Rojas 2012).
Ese mismo año, se introduciría el estudio de la dinámica ocupacional, el cual consistía en entender el uso sincrónico de los diversos ambientes y el sistema de comunicación entre estos (Bourget 2003); así mismo se definió la primera vivienda multifuncional, conocido como: bloque arquitectónico 1 (cuyo concepto es definido más adelante).
Durante los años siguientes se definieron otros tres bloques arquitectónicos o manzanas (Chiguala, Almonacid, Orbegoso, Rojas y Sandoval 2006; Seoane, Campaña, Castillo, Chumbe, Mejía y Gamboa 2010; Gayoso 2010). Uno de los aportes significativos fue las diferencias funcionales entre los bloques 1 y 2 (sector central) y los bloques 3 y 4 (ubicados en el sector norte).
Los bloques del sector central se caracterizaban por presentar talleres artesanales (taller orfebre, taller de abalorios de piedra y taller de abalorios de cerámica); además de áreas administrativas, residenciales y de servicios a pequeña escala.
En cambio, los bloques del norte presentaban grandes patios centrales, rodeados de áreas de producción a gran escala de alimentos y/o bebidas; lo cual sugería que eran espacios destinados a la realización de festines (Seoane, Campaña, Castillo, Chumbe, Mejía y Gamboa 2010).
El uso de la dinámica ocupacional como herramienta de análisis espacial se mantendría hasta tener los primeros contactos con los precursores de la Arqueología de la Arquitectura (en adelante AAr) en el año 2008.
La AAr es una disciplina de la Arqueología que ha desarrollado una estrategia de investigación centrada en el estudio de los espacios culturales construidos, que se centra, por ejemplo, en el análisis de la concepción territorial, la forma de conceptualización del espacio y construcción del paisaje generados por las diferentes sociedades extintas (Mañana, Blanco y Ayán 2002).
Esta disciplina se ha centrado en estudiar las construcciones históricas con una metodología arqueológica, pero aportando modelos analíticos y herramientas metodológicas que contribuyen significativamente al estudio de las diferentes dimensiones del espacio construido.
En el corpus metodológico de la AAr destacan el estudio de estratigrafía de paramentos y las herramientas analíticas aplicadas al estudio del espacio arquitectónico.
En este último caso destaca el análisis sintáctico del espacio que contempla los análisis de accesibilidad, de visibilidad y de recorrido circulatorio (Hillier y Hanson 1984).
A partir de estas bases teóricas, se utilizan conjuntamente tres métodos analíticos: el análisis constructivo, el análisis formal y el análisis sintáctico.
El entendimiento de la configuración espacial y la jerarquización de los espacios urbanos construidos por la sociedad Moche desde esta perspectiva sintáctica empezó a dar sus primeros resultados en los últimos años por egresados de la Universidad Nacional de Trujillo (Meneses, Castillo, Figueroa, García, Gómez, Torres, Velásquez y Villanueva 2011; Meneses, Castillo, Torres, Ríos, La Rosa, Santisteban y Zuñiga 2012; Castillo 2012 ( 2 ); Rojas y Mejía 2013; Castillo, Mejía, Avalos, Paredes, Pérez, Rodríguez, Samaniego, Villanueva y Chávez 2015), siendo las tres últimas referencias, las más completas hasta el momento en emplear la sintaxis espacial.
En este artículo, se presentan los resultados del análisis realizado en tres de doce subconjuntos, en el marco de la tesis de licenciatura del autor sobre el uso del fuego en la sociedad Moche (Castillo 2012 ( 3 )).
Estos espacios presentan un patrón funcional recurrente (áreas residenciales), cuyos análisis permiten tener un primer alcance de los resultados que se pueden obtener en contextos urbano-domésticos Moche. Las áreas residenciales son viviendas cuya estructura interna presentan patio con banqueta, áreas de descanso, depósitos y cocina.
Estas fueron habitadas por personas de la élite urbana Moche hasta mediados del siglo IX.
( 2 ) Castillo, F. 2012: Estructuras de combustión. Tipología e implicancias en la modelización del espacio en el Núcleo Urbano Moche. Tesis inédita de Licenciatura. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo.
( 3 ) Castillo, F. 2012: Estructuras de combustión. Tipología e implicancias en la modelización del espacio en el Núcleo Urbano Moche. Tesis inédita de Licenciatura. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo.
2.
LA ARQUEOLOGÍA DE LA ARQUITECTURA. ASPECTOS TEÓRICOS Y METODOLÓGICOS.
Estudiar la espacialidad humana en Arqueología y, en general, aproximarse a la interpretación del registro arqueológico en la Arqueología del Paisaje resulta todo un reto. El concepto de espacio supera la consideración formalista como algo que viene ya dado, como una realidad estática de orden físico y ambiental, no es sino “una construcción social, imaginaria, en movimiento y enraizada en la cultura, hallándose en estrecha relación pensamiento, organización social, subsistencia y uso del espacio” (Mañana, Blanco y Ayán 2002: 28).
Este es uno de los objetos fundamentales de la investigación arqueológica y de su concepción dependen las técnicas analíticas que se empleen.
Para Criado (1999) el paisaje como producto social están conformado por tres tipos de elementos:
(1) El espacio en cuanto al entorno físico o matriz medioambiental sobre la que los hombres realizan sus actividades.
(2) El espacio en cuanto entorno social o medio construido por el ser humano, en el que se producen las relaciones entre individuos y grupos.
(3) El espacio en cuanto entorno pensado o medio simbólico que ofrece la base para comprender la apropiación humana de la naturaleza.
La investigación arqueológica ha girado en torno a dos conceptos básicos de espacio: el espacio tridimensional (que deriva en estudios gramaticales y semánticos) y el espacio como experiencia vital (que deriva en estudios de la percepción) (Bermejo 2009).
Ambos conceptos han formado los pilares de estudio que han dado forma a la denominada Arqueología de la Arquitectura.
El espacio construido o espacio arquitectónico es definido como “un producto humano que utiliza una realidad dada (el espacio físico) para crear una realidad nueva: el espacio habitacional y, por consiguiente, social, a la que se confiere un significado simbólico” (Ayán 2003: 18).
El espacio construido se muestra como el producto o efecto de la acción social, cuya forma arquitectónica está interrelacionada con variables sociológicas como la familia, el estilo de vida, la solidaridad inter grupal o el sistema de poder.
El espacio construido constituye el paisaje cultural en sentido amplio, que participa de lleno en la construcción del aparato simbólico, el imaginario colectivo y las prácticas rituales de la comunidad que lo construye y habita (Mañana, Blanco y Ayán 2002).
Por otra parte, la arquitectura es entendida como “la manipulación antrópica de un espacio dado mediante técnicas constructivas que varían a lo largo del tiempo atendiendo a factores sociales, culturales y económicos” (Ayán 2003: 14).
Este concepto, desarrollado por la AAr, permite entender como ésta se relaciona tanto con su entorno físico como con la sociedad que la genera; siendo la forma fruto de una idea o percepción compartida por la colectividad de individuos de una sociedad, relacionada con los códigos de uso y percepción del espacio, y esquemas de pensamiento. Estudiar la arquitectura no solo implica estudiar la forma, sino también la función social, para a partir de ella comprenderla como un fenómeno social.
Para Ayán (2003: 17) la arquitectura es “una tecnología y herramienta básica para la reproducción social, un catalizador y a la vez producto de la acción social, una herramienta cultural que construye el paisaje social”. Esto implica que la arquitectura es un reproductor de la racionalidad de una sociedad generando una estructura y relación espacial que refleja una determinada lógica social.
Las formas producidas (elementos muebles e inmuebles) por la acción social pretérita y que muestran la orientación específica del contexto socio-cultural (o pensamiento) hacia la realidad circundante forman el registro arqueológico (Criado 1993).
Además, Criado señala que en la formación de este registro intervienen tres diferentes instancias: una social que produce las formas originales; otra física que afecta a esas formas una vez producidas; y otra socio-institucional que las hace accesibles a través de la práctica interpretativa realizada en un determinado contexto socio-institucional.
Estas formas son interpretadas por la arqueología como cultura material dentro de los procesos socioculturales.
En efecto, las estructuras arquitectónicas son parte de los yacimientos arqueológicos, un elemento más de la cultura material. Estas son estructuras vivas, dinámicas, que cambian y evolucionan a lo largo del tiempo; además de poseer un valor urbanístico, social y funcional tan importante como su papel como documento histórico y objeto arqueológico.
De esta manera guarda una gran importancia, que implica el compromiso de conservar nuestro pasado, que en palabras de Luis Caballero (2009: 18): “No es el patrimonio material lo que es de todos, por más que deba de serlo en cierto modo, son sus significados y nuestro derecho a reflexionar sobre los mismos y desde ellos sobre nosotros...”.
Para cumplir con los objetivos del estudio se han empleado tres análisis importantes: análisis arquitectónico, que consiste en resumir las descripciones arquitectónicas y posibles funciones de los diferentes espacios registrados durante la penúltima ocupación o piso 2.
El análisis sintáctico, consiste en la aplicación de la spacesyntax o sintaxis espacial e interpretar los valores numéricos obtenidos con el uso de Agraph (Bermejo 2009).
Finalmente el análisis de actividad y uso, y de dieta, el primero consistió en revisar la distribución de la cerámica en relación directa con las unidades espaciales y espacios funcionales donde se producen o son empleadas, teniendo como base el trabajo de Uceda (2010); mientras el segundo se centró en análisis general de la dieta, a partir de los restos óseos agrupados en peces, aves y mamíferos.
Se han recuperado otros tipos de cultural material (restos malacológicos, vegetales, utillaje lítico, restos de metal y textiles); sin embargo, la muestra es muy pequeña y no está presente en todas las unidades espaciales o espacios funcionales, lo cual dificulta tener un buen análisis comparativo. Estos análisis estadísticos permiten tener una mejor óptica de los contextos arquitectónicos, de esta manera se emplean las tres herramientas que permiten entender el espacio construido y obtener una mejor interpretación de los datos o PSEUDO-SIG (Bermejo 2009).
3.
LOS ESPACIOS EN LAS HUACAS DEL SOL Y DE LA LUNA.
Desde los inicios en 1991, el Proyecto Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna ha desarrollado una serie de conceptos operativos para definir sus espacios arquitectónicos, algunos de carácter arquitectónico y otros netamente funcionales. Las investigaciones, conforme avanzaban, adaptaron nuevos conceptos, producto del trabajo sistemático realizado por parte de estudiantes de pre-grado.
Es importante hacer hincapié, que los diferentes conceptos alcanzados a continuación provienen de las diferentes excavaciones realizadas en los últimos pisos de ocupación del núcleo urbano. Se conoce —a la fecha— la existencia de trece pisos de ocupación diacrónicos, es decir, trece ciudades superpuestas, de las cuales sólo se ha excavado una décima parte de lo que serían las dos últimas.
En 1995 cuando se inician las investigaciones en el núcleo urbano, se definió como ambiente “la unidad de registro base para la localización de los vestigios” (Chapdelaine, Uceda, Moya, Jaúregui y Uceda 1997: 73).
El concepto ambiente (en adelante A) es utilizado en los trabajos de campo para definir cada unidad espacial delimitada por muros y en algunos casos puede presentar uno o varios vanos de acceso, posteriormente, tras los análisis de gabinete se le asocia una función determinada.
Desde la perspectiva del presente estudio, el concepto de unidad espacial (UEsp) se aplica para los análisis interpretativos de los ambientes registrados al interior de cada conjunto arquitectónico urbano (Figura 2).
La UEsp es tomada en cuenta como la unidad fundamental de análisis, deriva del concepto de límite como elemento separador, destinado a definir una región o espacio y segregarlo de aquello que se le denomina espacio indiferenciado (Bermejo 2009).
La segregación posibilita un encuentro social con un grado diverso de accesibilidad, respecto al espacio indiferenciado o a otras unidades espaciales. El límite de la unidad espacial es crear una discontinuidad fundamental que se relaciona con el resto de la organización espacial, a través de la permeabilidad.
Los análisis realizados en este trabajo, permiten generar un nuevo concepto al entendimiento funcional de los espacios urbanos Moche: el espacio funcional (EsF). Este es un espacio delimitado por muros donde se realiza una determinada actividad, conformado por una o varias unidades espaciales o ambientes; además se encuentran articulados con otros espacios funcionales a través de uno o varios accesos.
La revisión de las diferentes UEsp estudiadas, permite observar recurrencias lógicas en su modelización arquitectónica. Estas recurrencias sugieren dos tipos diferenciados: espacio funcional independiente y espacio funcional complejo (Figura 2).
Figura 2.
Esquema de los espacios construidos en el núcleo urbano Moche. La UEsp sombreada corresponde al ambiente 35-2 y que a su vez correspondería a un espacio funcional independiente. El espacio funcional complejo corresponde a una serie de ambientes ubicados al noreste de la AR3. El conjunto arquitectónico sombreado corresponde a un área de servicios CA35-SC2). Finalmente el bloque arquitectónico sombreado es el primer bloque identificado en la temporada 2003 por Chiguala y colaboradores (2012).
El espacio funcional independiente (EsFI) se caracteriza por estar conformado por una sola unidad espacial. Un ejemplo se puede observar en la antesala (A30-30) del área residencial 1.
El espacio funcional complejo (EsFC), en cambio, se caracteriza por presentar varias unidades espaciales que se complementan y forman parte de una actividad compleja, un ejemplo en la misma área residencial lo conforma los almacenes (A30-23, A30-24, A30-25 y A30-27).
El análisis general de las unidades espaciales, permite identificar siete tipos de espacios funcionales (independientes o complejos), estos son: almacén, patio, cocina, antesala, dormitorios, taller y área ritual.
El almacén se caracteriza por presentar varios depósitos articulados por un eje de circulación menor (pasadizo). El depósito es un espacio pequeño y cerrado empleado para guardar bienes de forma temporal o permanente; estos pueden estar agrupados o aislados complementándose a otros tipos de espacios funcionales. En algunos casos, los depósitos fueron empleados como espacios para almacenar los residuos producidos al interior de las residencias, convirtiéndolos en botadero.
El patio es un espacio amplio sin techo o semitechado, construido para albergar un determinado aforo de personas que se congregaban para distintas reuniones, celebraciones o para la ingesta de alimentos. Este puede presentar una o más banquetas, así como depósitos anexos a manera de encajonamientos. Las banquetas (B) son pequeñas plataformas que funcionaban como asientos o tarimas hechas de adobes.
La cocina es un espacio funcional complejo equipado para la preparación y transformación de alimentos y/o bebidas. Éste se caracteriza por estar conformado por varias unidades espaciales que cumplen una determinada función. La cocina puede presentar tres grandes áreas: área de almacenamiento, área de preparación de alimentos y área de cocción de alimentos.
En el caso de las áreas de preparación de alimentos, estos deben presentar batanes y manos de moler o banquetas altas como tarimas. Las áreas de cocción se puede dividir en tres categorías:
(1) áreas de cocción para transformación de alimentos, las cuales deben contar en sus asociaciones con restos de alimentos, en especial dentro o cerca de las estructuras de combustión (fogones).
Lamentablemente no se cuenta con una información muy fina en el registro arqueológico que permita tener un análisis más detallado sobre la distribución de vestigios o micro vestigios al interior de cada espacio (Figura 3).
(2) Áreas de cocción para reparar chicha, las cuales deben estar asociados con grandes tinajas para su fermentación.
(3) Áreas de cocción de objetos cerámicos, asociada a restos de estos objetos como desechos de cocción, a menudo recocida o mal cocida.
Otros espacios recurrentes son: la antesala, que funciona como eje de circulación a interior de cada residencia. El dormitorio es un espacio empleado para el descanso y se caracteriza por presentar banquetas altas. El taller es el espacio donde se realiza un trabajo manual o artesano y el área ritual es un espacio donde se realizan actividades religiosas/rituales como el entierro de familiares.
Por otra parte, arquitectónicamente las UEsp pueden estar conformando espacios mayores conocidos como: conjunto arquitectónico (CA).
El CA es “aquel que posee un acceso diferenciado y directo a un callejón.
Sin embargo, algunos de ellos presentaban uno o dos subconjuntos, pues compartían un mismo acceso desde una especie de vestíbulo” (Uceda 2004: 110).
En teoría el conjunto arquitectónico es un término arbitrario que permite llevar el registro arqueológico de una determinada vivienda urbana (Figura 2).
El termino bloque arquitectónico fue empleado por primera vez en el año 2003 por Chiguala y coautores (2012) (Figura 2).
Figura 3. Vista norte-sur de una compleja cocina (área residencial 2), conformada por un área de cocción y un área de preparación de alimentos (Foto:
PAHSL).
Esto llevo a Uceda (2004: 110) a sugerir que “Varios conjuntos pueden formar un bloque o manzana, el cual está delimitado por callejones, de la misma manera que el sistema moderno”. Más adelante, añadiría que los bloques “están delimitados básicamente por ejes de circulación como callejones, avenidas o espacios abiertos, que se han definido como plazas” (Uceda 2010: 264).
Según Uceda cada conjunto era una sub-entidad espacial de cada bloque y que se comporta como unidades complementarias a las que denomina ‘áreas de actividad’. Este concepto funcional es aplicado al conjunto en general, según Uceda existen ciertas características para definirlas, por ejemplo: las áreas de residencia tienen que poseer patios con banquetas, área de cocina, depósitos y espacios que debieron funcionar para descanso (dormitorio).
Las áreas de servicio deben presentar principalmente grandes fogones (fg) asociados a grandes tinajas, posiblemente para preparar chicha, también deben contar con espacios para comer y descansar. Las áreas administrativas poseen patios sin banquetas con espacios para depósitos y descanso. Finalmente las áreas de producción artesanal deben presentar de uno o dos espacios con evidencias de tal producción a gran escala.
El presente estudio se centra en analizar tres residencias ubicadas en el sector central del núcleo urbano (Figura 4), descartando otros bloques por no presentar rasgos arquitectónicos que los definan; como en el caso de los bloques del norte que presentan espacios mejor comunicados con accesos directos a las vías de circulación.
El arquitecto José Canziani (2003), considera que el sitio huacas del Sol y de la Luna tiene los atributos que permiten establecer la trascendencia de un centro urbano del nivel de ciudad. En efecto, este centro urbano está conformado por una serie de elementos arquitectónicos que la han llevado a considerarla como tal.
El sitio está compuesto de dos grandes edificios públicos: la huaca de la Luna y la huaca del Sol, mientras en la explanada que separa a ambos edificios se desarrolló un conjunto de residencias del tipo multifuncional denominado núcleo urbano Moche.
El núcleo urbano, corresponde a una trama urbana que exhibe ciertos niveles de planificación, a partir de la presencia de espacios públicos y vías de circulación, quienes además delimitan a los bloques arquitectónicos o manzanas. Las vías de circulación, presentes en el sitio han sido clasificadas en tres tipos: plazas, calzadas y callejones (Uceda 2013).
Las plazas articulaban la red de callejones, tenían un carácter público donde se desarrollaron actividades de intercambio de bienes, culto u otras aún desconocidas. Por otro lado, las calzadas o avenidas son vías de alto recorrido y desde donde se articulaban las demás vías menores como los callejones.
La ciudad Moche, cuenta hasta la fecha con tres calzadas claramente identificadas que podrían estar sectorizando la ciudad. Las diferentes investigaciones han mostrado que las vías de circulación mayor como las calzadas presentaban una red de canales que permitían el abastecimiento de agua para el consumo humano o para los talleres artesanales presentes en la ciudad.
Los diez callejones identificados se distribuyen en su mayoría de este a oeste y parten de la calzada 1 y convergen en espacios abiertos como las plazas.
Es muy posible la presencia de barrios, conformados por varios bloques arquitectónicos y plazas. Un ejemplo claro —hasta la fecha— se observa en el sector central, posiblemente la calzada 1 y los callejones 1, 2 y 7 estarían delimitando un espacio mayor.
Éste estaría conformado —de este a oeste— por los CA27, CA30, la Plaza 3-NUM (núcleo urbano Moche) y su ambientes anexos, CA26, CA9, CA10, CA11, CA12 y la Plaza 1-NUM.
La huaca de la Luna está asentada sobre la ladera oeste del cerro Blanco y estaría conformada por dos templos, utilizados en dos periodos diferentes de la ocupación Moche del sitio, denominados: el templo viejo y el templo nuevo.
El templo viejo es el de mayor tamaño y fue construido durante el primer periodo de ocupación (estado teocrático), presenta un eje mayor de norte a sur y está compuesto por una pirámide trunca escalonada conformada por cinco edificios superpuestos, construidos a diferentes épocas, uno sellando al anterior (edificios F, E, D, BC y A [siendo F el más temprano]).
Internamente se han identificado una gran plaza ceremonial donde se congregaba un alto número de feligreses que se reunían para observar las ceremonias relacionadas a rituales privados de sacrificio humano al este del templo (Castillo, Mejía, Avalos, Paredes, Pérez, Rodríguez, Samaniego, Villanueva y Chávez 2015).
El templo nuevo está ubicado al noreste del templo viejo, es el templo más pequeño y está conformada por una plataforma con un sistema de rampas, cuyo altar principal se encontraba en la cima.
Este templo fue construido durante los últimos ciclos de ocupación Moche (periodo secular) y es contemporáneo con la huaca del Sol. Este último es el edificio más grande del complejo, se ubica cerca del río Moche, a pesar que las investigaciones aquí son escasas, a partir de las formas arquitectónicas y recurrencia con huacas lambayecanas tardías, Uceda (2008) sugiere que este edificio no era un templo, sino un palacio.
Figura 4.
Plano delos bloques arquitectónicos 1y 2, donde se pueden apreciar las
sub-entidades o “áreas de actividad”. El bloque 1 conformado por: A) área administrativa (CA27-SC1), B) área de servicios (CA27-SC2), C) taller orfebre (CA27-SC3), D) área residencial (CA30-SC1) y E) área de servicios y celebraciones (CA30-SC2). El segundo bloque conformado por: F) área residencial (CA35-SC1), G) área de servicios (CA35-SC2), H) área residencial (CA17-SC1),
I) taller lapidario (CA17-SC2), J) área administrativa (CA21-SC1) y K) taller alfarero (CA21-SC2).