Vitoria-Gasteiz Arqueológica.


 
 

 

Complutum, 13, 2002: 19-50  I.S.S.N.: 1131-6993.

LAS UNIDADES INDUSTRIALES MESOLÍTICAS EN LA ALTA-MEDIA CUENCA DEL EBRO.

POR D. ALFONSO ALDAY RUÍZ. (Arqueólogo UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO.) VITORIA-GASTEIZ.

Alfonso Alday Ruiz *


* Área de Prehistoria. Universidad del País Vasco. Francisco Tomás y Valiente, s/n. Apartado 2111. 01006 Vitoria-Gasteiz.




4.
MESOLÍTICO DE MUESCAS Y DENTICULADOS.

Al superarse el estadio microlaminar vamos a toparnos con un horizonte de personalidad industrial muy marcada, que pivota sobre tres ejes fundamentales: el retoque campiñoide para la fabricación de los útiles; las lascas o soportes irregulares muy a menudo carenados; y la formalización abusiva de muescas y denticulados acompañados de raederas y perforadores que no se alejan, formal y técnicamente de la primera de las categorías. Atendiendo a dichos factores conocemos al complejo como mesolítico campiñoide o, como preferimos aquí, de muescas y denticulados.

No siendo muchos aún los conjuntos que se identifican con estas maneras ­se ha descrito en detalle en Kanpanoste Goikoa, referenciado en Mendandia o en Forcas II, y denunciado en el Pontet­, empezamos a conocer la entidad de estas agrupaciones, ajustar su cronología, observar su inmediatez frente al mesolítico geométrico, y advertir su herencia en los sucesivos niveles. 

La recopilación futura de datos ­industriales y también ambientales o económicos­ nos ayudará a responder al por qué de este drástico cambio de rumbo tecnológico, y reflexionar sobre la causa o causas que lo provoca. 

Hacemos notar de partida que el aumento en el número de yacimientos refleja una estabilidad (¿aumento demográfico?) en la ocupación del territorio (Fig. 7) y que en no pocos aspectos ­elección de asentamientos, intercambios...­ recoge presupuestos anteriores.

ATXOSTE. 

Son varias las unidades litoestratigráficas de Atxoste que reflejan bien los caracteres de la presente unidad mesolítica: niveles V y VI en el tramo central de la excavación y directamente asentados sobre el VII; d genérico en el occidental, del que no nos ocuparemos por lo exiguo de su registro material. 

Es llamativo el hallazgo de numerosas arquitecturas de combustión resultado de lo que parecen ser sucesivas visitas al lugar, a pesar de que ambas unidades resultan ser las más pobres ­en número de objetos­ de toda la secuencia.

Tabla 10.- Conchas marinas de la unidad laminar.

Tabla 9.- Distribución de las categorías industriales en la unidad laminar.


* En la categoría lba se reúnen todos los abruptos, sean sus soportes, láminas, laminitas o lascas (4) al reconvertir la tabla original según los criterios de Laplace a la de Fortea. Restan además 17 elementos líticos con retoques mínimos que los propios investigadores no usan en sus cálculos.

** La distribución entre categorías es resultado del reacomodo de la tabla pp. 275-276 de la memoria de excavación a nuestros intereses.

*** La distribución entre categorías es resultado del reacomodo de los datos avanzados tras la excavación, según la cual hemos unido en lba láminas, laminitas y lascas con retoques abruptos.

Fig. 7.- Distribución de unidades de muescas y denticulados mesolíticas de la Alta-Media Cuenca del Ebro.

VI. Las cualidades industriales del nivel VI marcan una cesura llamativa con respecto al estrato inferior.

Con un cómputo aproximado de 60 útiles, frente a 3.600 objetos líticos ( 18 ), la colección destaca por el abuso del soporte lasca o el irregular, frente al anterior laminar que será recuperado más adelante, y el recurso al retoque simple escamoso opuesto al abrupto de VII + e + e2. 

El conjunto adquiere un característico aire campiñoide, entendiendo el apelativo desde criterios tecnológicos. Se rescató además una Columbella rustica (y un par de nasas en el análogo nivel d2) con orificio de suspensión.

Podemos determinar esta fase como mesolítica de muescas y denticulados pues dos tercios de las piezas encajan bien en esta categoría. Tanto estos útiles como las raederas ­segundo tipo en importancia­, los perforadores ­cuyos ápices se despejan a menudo con la ayuda de muescas y denticulados­, o los raspadores, prefieren los soportes masivos ­lascas carenadas, chunks, restos de núcleos­ con frecuencia amorfos, y se valen de retoques irregulares, amplios y recurrentemente inversos ­o combinando lo directo y lo inverso en un misma pieza­ (Lám. II).


( 18 ) Nótese que tanto en este nivel como en el siguiente la relación entre útiles retocados y no es bien diferente a la que se da en los otros momentos mesolíticos: en VI 59 objetos no retocados por cada uno que lo está; en V 36; en torno a 20 en las fases laminares y geométricas.


 

Lám. II.- Campiñoides del nivel VI de Atxoste.

En detalle se observa: a) un equilibrio entre muescas y denticulados, siendo, como dijimos, categoría superior; 

b) una preferencia por las lascas carenadas, más soportes en resto de núcleos, más chunk entre las muescas; 

c) pocos casos de muescas dobles sobre un mismo filo; 

d) equilibrio entre las muescas de retoques directos e inversos, con una ligera preferencia por los primeros; 

e) mayor importancia de restos de núcleos y chunk para los denticulados; 

f) un tercio de los denticulados son dobles; 

g) equilibrio, más acusado aún, entre retoques directos e inversos en los denticulados; 

h) en los perforadores es frecuente el hallazgo de ápices, truncados o no, despejados por oposición de muescas o denticulados, directos o inversos.

 

V. La unidad estratigráfica V sigue aproximadamente los mismos cánones tecnotipológicos y estilísticos que los descritos en VI. 

El inventario de útiles retocados se aproxima al centenar, por ser también algo mayor la superficie excavada, para un total de 3.700 restos líticos. La recurrencia a las lascas como soportes ­o a estructuras amorfas­, la ayuda de los retoques escamosos para la definición de las piezas y el gusto por los frentes denticulados ­en diversas categorías industriales­ permanecen constantes. 

En las Figuras 6 y 9 se observa con claridad como las curvas acumulativas de los episodios VI y V resultan ser miméticas, intercambiables, destacándose la influencia de las muescas y denticulados (Figs. 5 y 8). 

Ni siquiera mutan el orden de prelación de los tipos: a las muescas y denticulados les siguen de nuevo los diversos ­con un destacadísimo peso de las raederas­, los raspadores y los perforadores (Lám. III).

 

Un cierto análisis de detalle reconoce: 

a) un desequilibrio entre las muescas y los denticulados, pues estos multiplican por 2,5 a aquellas. La paridad observada en VI se interrumpe ahora; 

b) entre las muescas son más las que usan soportes carenados ­en lascas, antiguos núcleos o chunks­ que los que no; 

c) sólo hemos contabilizado un único caso de pieza con doble muesca ­más abundantes en VI­ y varias muescas opuestas a denticulados; 

d) los retoques directos casi duplican a los inversos entre las muescas; 

e) son mayoritarias las lascas carenadas a las no entre los denticulados, debiendo sumar aquellos soportes masivos;

 f) el peso porcentual de los denticulados dobles alcanza la cuarta parte del total, cuando llegaban al tercio en VI; 

g) los perforadores siguen apostando por apéndices truncados despejados por oposición de muescas y denticulados de estilo campiñoide, y vuelven a preferir las lascas carenadas; 

h) entre los raspadores se observa, frente a VI, una mayor diversidad formal, pues los hay en hocico, sobre extremo de lasca o denticulados.

Es prematuro sugerir que la evolución industrial observada entre los dos estratos de mesolítico de muescas y denticulados de Atxoste refleje una dinámica más general, tal vez sólo sea propia del lugar.

Para fijar cronológicamente la formación de los estratos se remitieron varias muestras óseas de los respectivos niveles. 

Así el VI ha proporcionado las datas de 8760 ±50 (GrA -15699) y de 8510 ±80 (GrA -15700) ­ordenadas según profundidades­. 

Por su parte el V está encuadrado en el 7810 ±40 (GrA -13447) ­ 8030 ± 50 (GrA -13448) ­esta hace par con 7830 ±50 (GrA - 13472)-. 

Particularidad propia de estos estratos, que veremos se repite en otros depósitos, será la proliferación de estructuras de combustión, hogares y fuegos, delimitados por amontonamientos irregulares o círculos de piedras bien dispuestas.

La primera vez que se definió en nuestro entorno inmediato un estadio mesolítico de muescas y denticulados puro, o como se decía entonces, de tipo campiñoide, fue a partir de la excavación de Kanpanoste Goikoa (Alday 1997): lo reducido de su colección nos obligaba a ser cautos en nuestra apreciación, si bien el lugar de Mendandia nos iba aportando un conjunto bastante similar. 

Poco a poco, a lo largo de la pasada década, han ido aumentando los depósitos que reproducen los caracteres industriales ya descritos: excavaciones en nuevos lugares, o revisión de conjuntos antiguos proporcionan un catálogo, para toda la Cuenca del Ebro, no muy denso todavía, y quizá extrañamente focalizado, pero sí en aumento. No faltan, además de los consabidos abrigos, yacimientos al aire libre dato al que damos nosotros bastante importancia. Recogemos aquí, en un ensayo que no busca ser exhaustivo, 10 lugares estratificados, además del citado de Atxoste, y varias localizaciones al aire libre: Kanpanoste Goikoa, Mendandia, Forcas II, Peña 14, El Pontet, y otros.


KANPANOSTE GOIKOA.

Este yacimiento, ya publicado en detalle, se ubica a escasa distancia de Atxoste ­en torno a medio kilómetro­ compartiendo ambos unos recorridos culturales parejos: más discreto éste en su potencia estratigráfica y representación de estados industriales, y también más pobre en el número de utensilios. El nivel basal, conocido como III-inferior, cuaja bien en este episodio: entre sus 38 piezas silíceas retocadas la mitad son muescas y denticulados de estilo campiñoide, categoría que será precedida por los raspadores, los diversos y a mayor distancia, los perforadores. 

La identificación de la fauna discrimina entre ciervo, como especie mayoritaria, corzo, la mitad de individuos, jabalí, uro y cabra. Una misma muestra ósea aporta dos resultados de cronología absoluta según las fracciones analizadas: 7860 ±330 (GrN - 20455) ­obsérvese su coetaneidad con el nivel V de Atxoste y con las que ofrece Mendandia IV­; y 7620 ±80 (GrN - 20215).

A medio camino entre Atxoste y Kanpanoste Goikoa, Sáenz de Buruaga excavó el abrigo de KANPANOSTE donde también se ha debido identificar un substrato técnico campiñoide (Cava 1994).

 

MENDANDIA.

El nivel IV significa el regreso de un grupo humano a Mendandia, tras siete centurias de abandono, según marca la serie de carbono 14. 

Ahora, y sin aparente interrupción durante dos milenios y medio, el lugar va a conocer una densa ocupación: del mesolítico y del neolítico. 

Pueden seguirse bien los caracteres industriales de la unidad de muescas y denticulados, pues ha ofrecido una colección de tres centenares y medio de piezas: según el estudio que prepara A. Cava para la memoria de la excavación hay una claro dominio de las muescas y los denticulados que preceden a los perforadores, diversos, raspadores (suman estos el 90%). 

P. Castaños ha identificado los componentes faunísticos entre los 47.000 fragmentos óseos recogidos ­atiéndase a lo amplio de la colección­ destacando la alta representación de uros (726 huesos identificados como tal) a pesar de ser mayor el porcentaje de ciervos (1.077) y corzos (1.294). 

No faltan tampoco, en menor número, caballo, cabra, sarrio, jabalí, lobo, zorro, liebre... 

La edad de los animales cazados, especialmente en los uros por la sobreabundancia de ternero, revelaría un uso estacional, durante los momentos templados de cada año, del abrigo: la caza de crías y de sus madres, son escasos los machos, ofrecía un alto interés para aquellas comunidades. Entre los residuos de maderamen sorprende la alta concentración del pino (hasta el 96%), tanto en las muestras aleatoriamente analizadas de toda la superficie de excavación como en las concentraciones de fuegos: hay una clara intencionalidad que nos será difícil explicar. ( 19 ) 

Por último, aquella diversidad de sílex, según su origen, comentada para el horizonte V pervive aún (de Moraza, Araico-Cucho, Urbasa y del flysh) al igual que el interés por conchas marinas para el ornato. Sendas muestras C-14, separadas entre sí un par de semitallas, ofrecieron los siguientes resultados: 7810 ±50 (GrN - 22744) y 7780 ± (GrN - 22745).

 

FUENTE HOZ. 

Siendo Fuente Hoz el primer yacimiento localizado en Alava con una dilatada secuencia mesoneolítica está falto aún de referencias bibliográficas amplias que recojan lo fundamental de sus niveles. Abierto el refugio a orillas del río Bayas amplía el círculo de los yacimientos Atxoste - Kanpanoste - Kanpanoste Goikoa - Mendandia - La Peña - Montico de Charratu, de quienes dista, junto a su vecino de Socuevas, entre 25 y 35 kilómetros lineales, y debe aprovechar similares recursos líticos. ( 20 ). 

El grueso de la colección se corresponde con momentos geométricos, pero se destaca de su nivel IV las categorías de muescas y denticulados, raspadores y buriles como principales. No disponiendo de fechas C-14 para encuadre del horizonte recogemos la del lecho 28 del nivel III que se acerca a las que proporcionan las unidades de muescas y denticulados del entorno ( 21 ): 8120 ±240 (I -12895).


( 19 ) No parece que tanta madera de pino sea un reflejo de la biodiversidad vegetal que debería ofrecer el entorno ­dada precisamente la composición faunística del estrato, o incluso las condiciones que sugiere la actualidad paisajística­ si no que da la sensación que estamos ante una actividad altamente especializada. 

La madera de pino es un excelente combustible pero otras posibilidades están abiertas y son discutidas entre L. Zapata, quien se encargó del estudio de los carbones y el director de los trabajos (¿facilidad de recogida de la madera muerta? ¿confección de un instrumental de caza dado que faltan útiles apropiados en sílex? ¿preparación de algún tipo de alimento ­sopas o pastas­ tal y como expresan documentos etnográficos europeos?).

( 20 ) Las valoraciones del sitio se recogen a partir de los informes acumulados en Arkeoikuska y Baldeón y Ortiz 1984.

( 21 ) Desconocemos la situación precisa de este lecho 28 respecto al techo del nivel IV, y observamos como entre este lecho 28 y el 23 ­también del III­ hay una distancia cronológica de 1.000 años, corregida por la data entregada por el lecho 21 ­aún del horizonte III­, cuatrocientos años más moderna que el 28.


 


FORCAS II.

Situado a no mucha distancia de Forcas I, a unos 400 metros (del que nos habían interesado sus niveles mesolíticos laminares), Forcas II ha entregado como horizonte primario (Ib) una colección, pobre al parecer, compuesta fundamentalmente por denticulados masivos, bajo sílex de mala calidad (Utrilla y Mazo 1996).

Suele destacarse en el sitio la presencia de varios hogares limitados por grandes cantos rodados ­como los que hemos denunciado en Atxoste o Mendandia­ probable reflejo de visitas continuadas.

El recurso a la cronología absoluta, por medio del C-14, ha permitido fijar esta fase industrial en el 8650 ±70 (Beta - 59997), para después abandonarse el lugar durante unos 1.400 años y reocuparse en un estadio mesolítico geométrico avanzado.



PEÑA 14. 

Debieron ser ciertamente discontinuas las visitas prehistóricas a Peña 14 de Biel: nos hemos ocupado antes de su nivel d, fijado hacia el 10000 BP, al que le sigue, tras un abandono de 1.500 años un epipaleolítico genérico de tipo macrolítico con denticulados espesos en sílex de mala calidad (nivel b), datado en torno al 8500 BP. (Utrilla en prensa).


COSTALENA. 

Costalena aporta, junto con Botiquería, la referencia secuencial más clásica del mesoneolítico del Bajo Aragón, que se ha complementado después con las excavaciones en los vecinos lugares de El Pontet y El Secans. El abrigo ha sido parcelado en cuatro grandes unidades sedimentarias, trasladando aquí lo fundamental del d. 

En su relleno, que llega alcanzar los 70 centímetros de espesor en algún punto, se recogieron 72 objetos retocados de los cuales una tercera parte se incluyen en la categoría de diversos ­donde encontramos piezas esquirladas y con retoques campiñoides­, seguidas de muescas y denticulados, raspadores y perforadores. Se duda si los tres geométricos pertenecen en realidad al nivel (Barandiarán y Cava 1989b: 33). Una columbella perforada debió servir para el ornato de algún miembro de la comunidad.

No es improbable, partiendo de los datos transcritos, que el horizonte d haya que vincularlo a esta segunda sección mesolítica. ( 22 )


( 22 ) Obsérvese, por ejemplo, como en el ensayo de interestratificación de 27 niveles correspondientes a 10 yacimientos de la Cuenca del Ebro, Kanpanoste Goikoa III­inferior y Costalena d se reúnen con prontitud al considerar la ultramétrica inferior máxima y superior mínima (Alday 1997: 197-198).


 


EL PONTET. 

Forma parte el abrigo de El Pontet del entramado de yacimientos mesolíticos del Matarraña - Algás: Botiquería, Costalena, Secans y el propio Pontet como más característicos. 

Bien conocidas sus secuencias geométricas se ha indicado con frecuencia la convivencia de dichas armaduras con otros útiles de tecnología campiñoide. 

En El Pontet se han aislado, además, dos niveles, g e i, con, dentro de una colección muy escasa, denticulados masivos como piezas más sobresalientes, completando así la secuencia de los otros establecimientos citados: es cotejado con el nivel d de Costalena, resaltándose el sustrato de aspecto macrolítico y ausencia de geométricos (Mazo y Montes 1992) ­aunque en verdad esta ausencia, como tal vez en Kanpanoste Goikoa, pudiera derivar del escaso volumen industrial rescatado­.


ANGEL. 

En el límite del territorio que hemos elegido en este estudio, presenta el abrigo de El Angel una relación litoestratigráfica pareja a varias de las que estamos describiendo. Las nuevas excavaciones iniciadas en el verano del 2000 por Utrilla han revelado la presencia de un nivel de probable adscripción al final de Paleolítico (Utrilla en prensa; Sebastián 1989, 1989). 

No han sido suficientemente definidos aún los contextos macrolíticos, que aportarían una cronología acorde al mesolítico de muescas y denticulados: 8150 ±70 (GrN -15520) y 8210 ±210 (GrN -15519) para la unidad 13 y 8060 ±270 (GrN ­15518) para 8 inferior.


LOS BAÑOS DE ARIÑO. 

De muy reciente excavación, y con escasas referencias bibliográficas, es este nuevo abrigo ubicado en las márgenes del río Martín, en el que se suele destacar su ubicación junto a aguas termales y su proximidad a conjuntos rupestres.

Se menciona un nivel macrolítico, sin más precisiones, datado en el 7840 como antecedente a uno geométrico posterior (Utrilla en prensa).

Los yacimientos que hemos relacionado como propios del mesolítico de muescas y denticulados se caracterizan por ser depósitos cerrados con unidades sedimentarias suficientemente individualizadas e identificadas. Problemáticas bien distintas nos ofrecen los conjuntos al aire libre, donde rara vez se puede garantizar la coetaneidad de todo lo recogido: al contrario, son numerosos los lugares con objetos ­líticos, cerámicos o metálicos­ de diferentes épocas. 

Es común que entre sus lotes materiales se identifiquen series campiñoides, en ocasiones como componentes exclusivos ­entonces quizá estaríamos frente a un episodio habitacional muy concreto similar al que nos ocupa­ o en combinación con otras técnicas de talla. Resulta así muy difícil, rara vez segura, la descripción de mesolítico de muescas y denticulados puros sobre estas estaciones. 

En el entorno geográfico que analizamos tenemos noticias de series bajo técnica campiñoide, sobre las que puede discutirse su afiliación en, al menos:

a) las Sierras de Entzia­Urbasa: Fuente de Gorlasaro, Fuente de Arafe, Fuente de Lezamen como componentes exclusivos; Raso de Zatola y Fuente de los Mosquitos junto a otros elementos industriales (Cava 1988); Itaida e Igúrita, estos dos en Entzia (Sáenz de Buruaga 1990). 

Tanto en Fuente de los Mosquitos, Raso de Zatola como Igúrita las muescas y denticulados suponen un tercio de la colección, llegando al 42% en Itaida, mientras que en los tres casos los diversos ­con alta participación de las raederas­ están entre el 27 y el 32%;

b) las cercanías de Fraga y Candasnos, habiéndose señalado piezas macrolíticas de tipo campiñoide similares a las del Bajo Aragón y País Vasco en varias localizaciones ­los conjuntos de Valmateo, Cardiel y Valsevilla­ (Tilo 1991);

c) el término municipal de Alcañiz: donde se han relacionado no menos de ocho lugares con piezas macrolíticas y campiñoides, solas o mezcladas con otros componentes, que tienden a encuadrarse en un genérico Epipaleolítico - Neolítico - Eneolítico (Benavente et alii 1991). ( 23 )


( 23 ) En Mas de Tudela, Masada del Palao, Camino Viejo de Calanda se refieren piezas campiñoides, aludiéndose que esta técnica caracteriza al grueso del catálogo de Torre Alta de Esponera, Torre Quemada II, Montoro, Cabezo Vara I y Torre Venedí. 

En otro lugar Benavente (1985) se ocupa de varias estaciones de los "alrededores de los Pedreñales" citando los caracteres campiñoides de Las Bodegas, que es comparado directamente con el horizonte inaugural de Costalena, y que junto a La Coscollosa, el ya citado de Cabezo de Vara y los de Bajo Priorato, permite pensar en una "facies industrial macrolítica que desde momentos Epipaleolíticos o quizá el Neolítico pudo mantenerse con una presencia continuada hasta el Eneolítico".

Las informaciones de Benavente deben completarse con los trabajos previos de Vallespí (1959a, 1959b).


 

La recopilación de los datos básicos del conjunto de yacimientos calificados como mesolíticos de muescas y denticulados permite administrar las siguientes conclusiones:

a) que con respecto a la unidad industrial que le precede, el mesolítico laminar, asistimos a un discreto aumento en el número de los yacimientos: once depósitos estratificados y hasta una docena de conjuntos al aire libre frente a los trece anteriores. Las colecciones son, además, más densas ofreciendo un catálogo amplio entre los componentes industriales pero corto aún para otras evidencias: junto a las clásicas piezas retocadas algunos cantos con golpes o conchas para el adorno.

La falta de evaluaciones exhaustivas para la práctica totalidad de los yacimientos implicados ­en detalle sólo se han publicado las series de Kanpanoste Goikoa, Costalena y de varias estaciones al aire libre, todas muy escuetas­ imposibilita la recreación de un modelo general, por más que se repitan, según aproximaciones estimativas, caracteres muy comunes;

b) que es imposible la reconstrucción ambiental de la época en cada uno de los variados territorios implicados, y juzgamos esencial su reconocimiento: estudio polínico en Kanpanoste Goikoa, y de maderas, carbones y fauna en este lugar y en Mendandia ­inédito aún­. Por el contrario es suficiente la relación de fechas de carbono catorce, en torno a la decena, que manifiestan un marco de vigencia coherente y bastante más amplio de lo que sospechábamos inicialmente: encadenan el final del mesolítico laminar con los inicios del geométrico con bastante fidelidad;

c) que todos los depósitos estratificados con complejos mesolíticos de muescas y denticulados han sido denunciados en los últimos diez años ­si bien la descripción de piezas macrolíticas o bajo técnica campiñoide ya fue constatada con anterioridad en unidades geométricas­, y que su reconocimiento permite, tal vez, la recolocación de agrupamientos líticos de superficie ­tal y como hemos hecho aquí­ a pesar de su incierta cronología. 

La conquista de territorios iniciada durante el mesolítico laminar ­o quizá algo antes­ se consolida: buena parte de los refugios conocen sus primeras visitas ­Kanpanoste Goikoa, Costalena, Pontet o Forcas II­ iniciándose la configuración de redes de yacimientos que tanta importancia tendrán en la formación del geometrismo y en la acogida del futuro neolítico;

d) que tanto, los yacimientos con base industrial en el mesolítico laminar como buena parte de aquellos de nueva planta, responden a similar tipología, la cual tenderá a prologarse en fases sucesivas: abrigos de viseras no muy desarrolladas, abiertos en las cercanías a los ríos. En el área vasca los territorios elegidos parecen ser aquellos fronterizos entre varios nichos ecológicos, disfrutando así de una gama amplia de recursos.

En el Bajo Aragón, dados los caracteres menos atormentados del paisaje, parece más reducida la biodiversidad disponible desde los establecimientos. Se ha agotado el modelo de hábitat en cuevas propiamente dichas (Zatoya, o Abauntz o Chaves) por más que se recurra a ellas con posterioridad (o permanezcan abiertas en otras geografías ­las oceánicas por ejemplo­).

Si Berniollo o Legintxiki son tenues vestigios de ocupaciones al aire libe muy prematuras, no son pocos los conjuntos exteriores y no estratificados con amplias series de muescas y denticulados: hemos señalado los casos de Entzia-Urbasa y del Bajo Aragón, pero seguramente, a poco que revisemos la bibliografía especializada, encontraríamos bastantes más. ( 24 ) 


( 24 ) Pudieran ser de utilidad los varios artículos que E. Vallespí ha entregado referentes a yacimientos de este tipo de la Cuenca del Ebro (1959a, 1959b, 1972).


 

Dados los problemas de diagnosis propios de estos sitios su aproximación al mesolítico que describimos se realiza por genérica analogía de los productos industriales, lo que podría ser objeto de detallada discusión;

e) que entre las actividades cotidianas a realizar por las comunidades asentadas la caza debió jugar, sin ninguna duda, un papel primordial. Es Mendandia quien ha entregado el mayor lote, y el mejor conservado de todos los lugares: ciervo, corzo y uro serán las especies que despertaron mayor interés, sin que falten otras como el caballo, la cabra, el sarrio, el jabalí... 

El estudio básico de sus edades y sexos ­pocos machos a juzgar por la escasez de cornamentas­ revela visitas cíclicas con intereses muy determinados, como ya se apuntaba anteriormente.

La Tabla 11, con síntesis de los recuentos faunísticos conocidos, refleja una diversidad de especies pareciendo mayor el acoso sufrido por los cérvidos a la vez que descendiendo el interés por caballo y gran bóvido. El espectro faunístico es acorde con el supuesto incremento de la masa boscosa.

 

Tabla 11.- Fragmentos óseos identificados de la unidad de muescas y denticulados.

* Hay en Costalena además de lo transcrito varios fragmentos más de cérvido que, muy probablemente, corresponden a ciervos.

En cualquier caso con los pocos datos publicados no son aconsejables las generalizaciones;

f) que sigue siendo escasa la documentación sobre consumos de origen vegetal: sólo estudio de maderas y frutos para Kanpanoste Goikoa y Mendandia. Se especula en Mendandia que la alta concentración de madera de pino pueda buscar su beneficio calorífico u otras aplicaciones (Tabla 12);

 

Tabla 12.- Identificaciones de carbones en la unidad de muescas y denticulados.

g) que como modus operandi estas sociedades usan la movilidad como estrategia habitual, necesaria para las acciones inmediatas ­de alimentación y aprovisionamiento de materias primas­ y conveniente para fijar las relaciones entre los diversos grupos. De ahí se deriva la ocupación estacional de los distintos sitios, en busca de mejores rendimientos en la caza, el abastecimiento de sílex desde diversos filones y la circulación de conchas marinas como síntomas de intercambios entre puntos alejados varios centenares de kilómetros. 

Si en la relación de conclusiones para el mesolítico laminar anotábamos que la región se "preparaba" para una pronta "aceleración" cultural, asistimos ahora a su pleno desarrollo ­con lógica continuidad posterior­: se ha venido dando importancia en la gestación de lo mesolítico al proceso de geometrización que, con las variantes que sea, afectará también al neolítico. Aquellos caracteres que le parecían propios ­"en los modelos de ocupación del territorio, en la elección y acondicionamiento de los sitios de hábitat o en la explotación integral de los recursos naturales" (Cava 1994; también en Alday 1995)­ se iniciaron, ahora los sabemos, con anterioridad (Tabla 13);

 

Tabla 13.- Conchas marinas de la unidad de muescas y denticulados.

h) que en los aspectos estrictamente materiales no es necesario ser excesivamente detallistas por que todos los enclaves tienden a repetir, sin variaciones reseñables, las mismas peculiaridades. Uso de soportes tipo lasca con frecuencia carenadas, chunks amorfos, avivados o restos de núcleos. Preferencia llamativa por el modo campiñoide, esto es retoques de estructura escamosa, directos, inversos o alternos, y delineaciones a la manera de muescas o denticulados. 

Las categorías más frecuentes serán la de muescas y denticulados ­oscilando sus porcentajes desde el 21% de Costalena d al 66% de Atxoste VI-, raederas, rapadores siendo también de destacar el peso de los perforadores: todas, en general, presentan el mismo aire, y es posible entresacar algunos tipos que, por su frecuencia, parecen estandarizados ­perforadores con los ápices truncados y espesos, pequeñas lascas con todo el frente a la manera de muesca o denticulado, útiles estrangulados mediante denticulados invasores­ (Tabla 14);

i) que la relación de fechas C-14, una docena publicadas ­no todas al completo­ ofertan un dilatado marco de vigencia para el complejo. Las más antiguas pertenecen a lugares con base previa laminar: 8760 y 8510 para Atxoste VI; 8650 para Forcas II ­los antecedentes laminares están en Forcas I­ y; Peña-14 8500.

Intermedias son las consignadas en Angel, 8210, 8150 y 8060. Cierran el ciclo, cuando ya despega el fenómeno geométrico, las de Atxoste V, 7810, idéntica a una de las de Mendandia, la otra da 7780, Kanpanoste Goikoa, con el par de 7860 - 7620, y siendo ya tardía la de Baños de Ariño, 7400.

 

Tabla 14.- Distribución de las categorías industriales en la unidad de muescas y denticulados.


5.
MESOLÍTICO GEOMÉTRICO.

Ha venido siendo común la identificación en el territorio de mesolitismo y geometrismo por ser, el estadio en el que estas armaduras aparecen, el mejor reconocido de los tres en que es subdividible la ecumene epipaleolítica: lo microlaminar, en su sentido amplio parecía propio de otras latitudes mientras que lo campiñoide es de reciente individualización. Disponiendo así de síntesis bien armadas y ponderadas en sus conclusiones es poco lo que nosotros podemos aportar: algunos documentos nuevos tomados de excavaciones propias que nos proponemos cotejar con formulaciones ajenas.

Radicando lo fundamental del complejo en la recurrencia a trapecios y triángulos como tipos estandarizados, asociados a microburiles, pudiera ser de interés observar la dinámica de los modelos a lo largo del tiempo y las propuestas matizadas que, tal vez, ofrezcan los entornos geográficos menores que se advierten en la Cuenca del Ebro. 

En suma, describir si fuera posible (o no) la existencia de círculos o áreas de influencias donde, contando con la universalidad del fenómeno geométrico, se haga un uso particular o se interpreten tipos específicos. Tal estudio, que aquí apenas se esbozará, debería ir acompañado de una evaluación de las otras categorías industriales con significación propia en el periodo: laminitas de borde abatido, raspadores y, por qué no, láminas con retoques de uso ­que resultan ser muy habituales en estos contextos­.

En la relación de yacimientos observaremos enseguida que no son muchos los de nueva planta, aunque algunos hay (Botiquería, Secans o La Peña de Marañón entre otros), sino que siguen con utilidad abrigos ocupados con anterioridad que mudan rápidamente sus constantes industriales (¿por qué? ¿qué razones hay para adoptar tales innovaciones ­o acomodarse a una talla laminar que habían arrinconado­? ¿por causas ecológicas o culturales?) (Fig. 10).

Fig. 10.- Distribución de unidades geométricas mesolíticas de la Alta-Media Cuenca del Ebro.


ATXOSTE. 

En Atxoste las excavaciones han discriminado dos unidades estratigráficas que por sus peculiaridades industriales son aceptables manifestaciones del mesolítico laminar: niveles IV y IIIb2 ­ambos en el área central del yacimiento y con equivalencias entre los horizontes del sector occidental­. 

Se encajan sin mediar distancia temporal según marcan las dataciones absolutas, entre el anterior mesolítico de muescas y denticulados y el futuro neolítico antiguo. Además las operaciones arqueológicas en IIIb2 han aislado elementos arquitectónicos de lo que bien pudiera decirse era una cabaña adosada al refugio. Se observará una mínima evolución entre los elementos de uno y otro estadio, tanto por lo que se refiere a categorías genéricas como a tipos específicos.

 

IV. 

El nivel IV aporta una nueva cesura industrial, la segunda, en el devenir mesolítico de Atxoste: como más llamativo el regreso a la tecnología laminar, situación que perdurará en los siguientes estadios neolíticos. Junto a ello en el conjunto instrumental silíceo, compuesto por unas 300 piezas, entre algo más de 4.700 restos, sobresale la alta presencia de armaduras geométricas trapeciales y triangulares.

Distribuidos los efectivos líticos según los grupos diseñados por Fortea la categoría de los geométricos será la más abultada de todas al aportar el 25% de la información (Figs. 2 y 6), siguen, con el 22%, las muescas y los denticulados: aquí encontraremos bastantes ejemplares que se afilian bien a los presupuestos campiñoides ­en lo que no deja de ser una clarísima tradición argumental de los momentos inmediatamente anteriores­, mientras que otras se elaboran en delgadas láminas con retoques simples de fina factura ­varias de las muescas se entienden por el uso de la técnica del microburil ( 25 ). 

El tercer puesto es ocupado por los diversos, 21%, contribuye a ello la alta presencia de láminas con retoques de uso (de 180 láminas enteras o fracturadas al menos 30 aportan huellas de este estilo) y de láminas con retoques continuos ­marginales o muy marginales la más de las veces­. Los raspadores alcanzan el 12% de la colección siendo mayoritarios los circulares y en hocico ­sin que falten otros modelos­. Los dorsos se significan con un pobre 5% seguidos de truncaduras y perforadores ­algunos de los cuales siguen modelos ya vistos en los horizontes VI y V­. Por su parte los microburiles van a participar en el catálogo con un 6%.

Detallando las particularidades propias de los geométricos, interesa retener el uso exclusivo del retoque abrupto para su confección y la recreación de dos de los modelos básicos: trapecios y triángulos, doblando los primeros el montante de los segundos (Lám. IV). 

Entre los trapecios son mayoritarios los de base cóncava, sin que falten ejemplares con ambos lados cóncavos, o los dos rectos. En los triángulos también dominan los que tienen uno de los lados cóncavos.


( 25 ) Se ha reunido, incluso, una curiosa pieza que debería describirse como geométrico en proceso de elaboración: la base, cóncava, ya habría sido labrada mientras que en el extremo opuesto se estaría trabajando en la formación de la muesca que da paso al microburil.

En esta fase cesaron las tareas de retoque.



IIIb2. 

El mesolítico geométrico del nivel IV va a tener su continuidad durante la formación del nivel IIIb2 ­son suficientes las diferencias litoestratigráficas y cromáticas como para proponer la separación de las unidades­. Presentando en lo genérico una línea industrial continuista ofertará matizaciones de interés.

La colección silícea retocada reducirá sus efectivos a algo menos de 200 útiles, para un volumen de 2.600 evidencias líticas. La categoría predominante va a ser ahora la de los diversos pues, de hecho, un 27% del cuerpo técnico encaja aquí ­frente al 21% del IV­ gracias, de nuevo, al abultado número de láminas o sus fragmentos con retoques de uso (más de una cuarta parte del total de dichos componentes) y de las láminas con retoques continuos. 

Es importante ahora la participación de los dorsos pues, al quintuplicar sus efectivos respecto a IV, duplican a los geométricos (26% frente al 12%). Aumentan también, ligeramente, los raspadores, con frentes circulares, ojivales, en hocico, ungiformes, etc. 

El descenso marcado de muescas y denticulados se debe principalmente al desinterés por los modos campiñoides, definitivamente superado, siendo anecdótica la participación de las restantes categorías.

Si bien los microburiles permanecen estables en su porcentaje cambian su relación respecto a los geométricos: en el nivel IV a cada geométrico le correspondía 0,25 microburiles, ahora se le adjudican 0,46.

Revisando los caracteres específicos de los geométricos señalaremos que, como antes, sólo encontramos retoques abruptos y formas trapeciales y triangulares, pero se ha equilibrado la relación de fuerzas entre los dos tipos generales: en el episodio IV por cada triángulo reconocíamos 2,1 trapecios, en este estadio IIIb2 sólo habrá 1,6 (Lám. V). 

Descendiendo la mirada a los modelos, se comprueba la preferencia aún por los trapecios de base cóncava sin que falten los de dos lados rectos y triángulos con uno o ambos lados cóncavos.

En la Fig. 11 se ha representado la distribución de las laminitas de dorso, trapecios, triángulos y microburiles en tramos de cinco centímetros desinteresándonos de las unidades sedimentarias (el paso entre los niveles IV y IIIB2 tiene lugar, aproximadamente, a ­180).

 

Lám. IV.- Geométricos del nivel IV de Atxoste.

 

Lám. V.- Geométricos del nivel IIIb2 de Atxoste.

 

Desde ella puede observarse con claridad:

a) la presencia constante de los dorsos ­puntas y láminas­ con tendencia a ir aumentando su valor cuanto más nos acercamos al tramo neolítico. Llamativo es que en la semitalla de ­170 su puntual descenso sea coincidente con un ligero repunte de trapecios y triángulos: da la sensación de que dorsos y geométricos se sustituyen;

b) los trapecios están presentes desde el primero de los tramos considerados siendo, durante el desarrollo del nivel IV, cuando conocen su mayor representación. 

Su paulatino declive coincide con la lenta subida de los triángulos;

c) faltan triángulos en las primeras semitallas, pues los primeros recuperados los fueron a ­200. Mantendrán un comportamiento estable hasta ­175 momento en el que empezarán a escasear sin desaparecer completamente;

d) la evaluación de los microburiles es paralela al desarrollo general de los geométricos, de tal manera que las oscilaciones de su silueta reproduce la que obtendríamos de la suma de triángulos y trapecios ­de donde se deriva la íntima relación entre las armaduras y estos desechos de talla­.

Se ha podido concretar la cronología de las dos unidades sedimentarias con el concurso del carbono 14: 7480 ±50 (GrA -13469) que hace par ­es la misma muestra­ con 7340 ±50 (GrA -13418) para el nivel IV; 6940 ±40 (GrA -13415) para IIIb2.

En el nivel IIIb2 se individualizó un conjunto de estructuras arquitectónicas que hemos interpretado como restos de una cabaña, que adosada a la pared del abrigo mejoraban las condiciones de habitabilidad del mismo: un conjunto de lajas imbricadas entendidas como un apoyo de poste; una alineación de bloques paralela a la pared del abrigo que serviría de limite externo de la construcción. Calculamos un área habitable de aproximadamente trece metros cuadrados ­a expensas de los futuros trabajos de excavación­: ¿cuántos individuos podrían cobijarse con comodidad en el refugio?

A pesar de la distancia tecnológica entre la anterior etapa mesolítica de muescas y denticulados y la actual geométrica, todos aquellos conjuntos adecuadamente estratificados donde está representada la primera aportan información de la segunda: no es necesario por tanto insistir en la continuidad cultural ­fuera de lo estrictamente material­ entre uno y otro estadio. 

Los mismos yacimientos porque son aparentemente las mismas las necesidades y soluciones: el ciclo continúa abierto y no cesará hasta bien entrado el neolítico.

Conoceremos además otros nuevos depósitos bajo abrigo pero no serán tan numerosos los establecimientos al aire libre: quizá el tamaño sensiblemente menor de las evidencias líticas hace más difícil su localización. 

La relación básica recoge, junto a Atxoste, los lugares de: Kanpanoste Goikoa, Mendandia, Montico de Charratu, La Peña, Fuente Hoz, Socuevas, Aizpea, Padre Areso, Botiquería, Costalena, Pontet, El Secans...