Vitoria-Gasteiz Arqueológica.


 

Cuadernos de Arqueología Universidad de Navarra. 6, 1998, págs. 139-163

LA NECRÓPOLIS DE SAN PELAYO (ALEGRÍA-DULANTZI, ÁLAVA) y LA CUESTIÓN DE LA FECHA DE INICIO DE LAS NECRÓPOLIS DE TIPO MEROVINGIO EN ÁLAVA.

Aitor IRIARTE KORTÁZAR* * Instituto Alavés de Arqueología. San Antonio, 41 - 01003 Vitoria-Gasteiz.

QVINOSRODVNT, CONFVNDANTVR
ET CVM IVSTIS NON SCRIBANTVR.
(De Carmina Burana 196),

 

 

RESUMEN: 

En este artículo se discute, fundamentalmente, la fecha de establecimiento de las dos necrópolis de tipo merovingio descubiertas, por el momento, en Álava.De las evidencias publicadas hasta ahora por su excavador, A. Azkarate, parece desprenderse para Aldaieta (Nanclares de Gamboa) un inicio durante la primera mitad del siglo VI de J.C. Ligeramente más antigua parece la de San Pelayo (Alegría), fechada por la presencia de TSHT en sus ajuares a comienzos del mismo siglo.De esa manera, resulta factible conectar el origen de un área dependiente del reino franco en la zona occidental al sur de los Pirineos con el hundimiento del reino visigodo de Tolosa tras la batalla de Vouillé.

 

SUMMARY: 

The date in which the two cemeteries of merovingian type discovered, for the moment, in Alava were established is the main subject discussed in this paper. From what has been published up to date by its excavator, A. Azkarate, it seems that Aldaieta (Nanclares de Gamboa) had an origin inside the first half of the VIth century AD. Slightly older appears that of San Pelayo (Alegria), dated by the presence of TSHT among its grave gifts at the beginning of the same century. It becomes possible, in that way, to connect the creation of a Frankish-dependent area south of the western part of the Pyrenees with the collapse of the Wisigothic kingdom of Toulouse after the battle of Vouillé.

 

LA NECRÓPOLIS DE SAN PELAYO


Historia de las investigaciones:


La pequeña colina de San Pelayo se yergue a las afueras de Alegría (Álava), junto a la estación del ferrocarril. Al otro lado del arroyo Arganzubi (Erregeen-zubi), a unos 400 m. al norte en línea recta, discurre el viejo "camino de los romanos", el ab Asturica Burdigalam del Itinerario de Antonino. Aunque es sabido que en su cima hubo una ermita, ya nada quedaba de ella a la vista aquel día de 1917 cuando el joven Felicísimo Pérez de Arrilucea araba una pieza a media ladera. Su sorpresa debió ser grande cuando la reja se trabó contra una gran piedra, finamente labrada en forma de tejado a doble vertiente.

Bajo ella sonaba a hueco, así que Felicísimo corrió en busca de su abuelo Antonio para que le ayudara a moverla. En lugar del siempre anhelado tesoro, el contenido de la caja -que no era otra cosa que un sarcófago de piedra- eran los huesos de un chico, casi un niño. El cuerpo o cuba del sarcófago tenía dos pequeñas repisas talladas a ambos lados de la cabeza del cadáver, para mantenerla en posición, y sobre cada una de ellas estaba colocado un pequeño recipiente -un vaso y una botella-, ambos serían de vidrio y se les deshicieron entre las manos al intentar cogerlos.

Sin dar mayor importancia al asunto, y buscándole ante todo el aspecto práctico- se llevaron las piedras a su cuadra, donde la cuba -retalladas las repisas- se colocó como pesebre para las caballerías y la tapa, invertida, como losa de paso.

Si bien ya no se repetirían hallazgos de semejante calibre, es indudable que la labranza fue sacando a la luz pequeños objetos, como atestigua la larga lanza de hierro ( 1 ) que se depositó en 1945 en el Museo Provincial de Arqueología de Vitoria, entre otros fondos del Colegio de Santa María. Posteriormente, en 1958 ó 59, últimos años de empleo del arado de bueyes, Alfredo Díaz de Espada, sobrino de Felicísimo, encontró otra punta de lanza alargada y la entregó para que fuera depositada en el Museo, aunque nunca llego a él.

Durante esa misma década, la familia reformó el establo y la cuba del sarcófago resultó destruida en la operación; por fortuna, la tapa, enterrada y medio olvidada, quedó a salvo. Todavía en 1963, cuando como consecuencia de la concentración parcelaria se desmontó la matera que cruzaba por el emplazamiento de la antigua ermita, el mismo Alfredo topó con una nueva punta de lanza, pero más corta y menos mineralizada que las demás, que aún se conserva en casa de su madre, Sara Pérez de Arrilucea.

La introducción del tractor hizo que el suelo del campo se contemplara desde mayor altura y ya no se reparara en los objetos pequeños que las vertederas de los arados, cada vez más profundos y potentes, iban destrozando y arrancando de sus posiciones originarias a la superficie. Durante los otoños de los años 1990, 91 y 92 ( 2 ), mientras realizaba una búsqueda de nuevos yacimientos de época romana por la Llanada Oriental, subvencionada por la Diputación Foral de Álava, recalé varias veces por Alegría, revisando o localizando nuevos lugares, como Angostina, San Martín o Sominarreka.

El lugar de aparición de la lanza de 1945 se hallaba recogido en la Carta Arqueológica de Álava ( 3 ) como San Pelayo, pero, a pesar de eso y del "buen aspecto" del cerro, no descubrí en él ningún indicio arqueológico antiguo cuando entonces lo visité por primera vez, seguramente por no coincidir con su época de roturación. La casualidad hizo que, en enero de 1994, pasara de nuevo por Alegría y, al ver labrada la superficie de la colina, me decidiera a recorrerla de nuevo. Esta vez sí me acompañó la suerte y, al final de un pequeño reguero de fragmentos de huesos humanos, estaba una nueva punta de lanza alargada, que confirmaba la existencia de un cementerio de época romana bajoimperial o tardo-antigua.

Inmediatamente revisé a fondo toda la finca, con el resultado del hallazgo de un total de cinco lanzas, entre enteras y fragmentadas, dos hachas arrojadizas o "franciscas", una piqueta, un pequeño cincel y 16 clavos de ataúd, todos ellos en hierro; un sencillo anillo de bronce; dos cuentas de collar de pasta vítrea y otra de ámbar; trozos de cuencos de TSHT, así como otros de toscas ollitas germánicas, modeladas a mano o con torneta; otros pequeños fragmentos atestiguaban la presencia de cuencos y botellitas de fino cristal; finalmente muchos restos de huesos triturados por el arado hablaban del triste destino final de los cuerpos allí enterrados.

La extremada fragmentación de los objetos no metálicos y el baqueteado estado de los metálicos, expresaban a las claras que la mayoría de ellos ya llevaban sus buenos años dando tumbos por la finca; así que no me extrañó demasiado que, al revisar el cementerio tras el nuevo labrado del otoño siguiente, únicamente localizara algunos restos de huesos. Dentro de la caótica dispersión creada por las sucesivas roturaciones de la colina, algunos elementos aparecidos en superficie guardaban la suficiente proximidad entre sí como para permitir suponerlos procedentes de una misma tumba ( 4 ), así que pasé a denominarlos "conjuntos", numerados del I al XIII ( 5 ).Todos los índices arqueológicos por mí recogidos se hallan depositados en el Museo Arqueológico de Álava ( 6 ).

 


 

( 1 ) Publicada en Gil (1990), pp. 147, 153 Y fig. 1, 10. Atribuida erróneamente al vecino yacimiento de Angostina (Alegría-Dulantzi).

( 2 ) Iriarte (1991, 1992 Y 1993). 

( 3 ) V.V.A.A. (1987). Hallazgos indeterminados. Documento n° 3.278, pago 202. Parece manejar información de segunda mano y mezclar vagos ecos del sarcófago de 1917 con la lanza de 1945.

( 4 ) Alguno tan indiscutible como el n° VII, cuyos elementos estaban todavía literalmente adheridos a un mismo terrón de gran tamaño, recién volteado por el arado y que sólo pueden proceder de los últimos restos l/in situ" del ajuar de una tumba.

( 5 ) Algunos l/conjuntos", como el II, el IV y el VI, sólo estaban integrados por fragmentos óseos, acompañados en los III, V, XI y XII por algún clavo de hierro de ataúd; los restantes, presentan una entidad algo mayor de materiales. Para los efectos de este artículo, únicamente se considerarán los conjuntos VII y X.

( 6 ) Incluyo, a continuación, copia del inventario completo de materiales recuperados por mí en prospección superficial:

 

SAN PELAYO (ALEGRÍA) - ALE.

INVENTARIO:

MATERIAL LÍTICO:

-3 lascas informes de sílex.
-l canto rodado, con seguridad natural.
-Frags. de una cuenta cilíndrica de ámbar. Conjunto IX.


CERÁMICA:

1. T.S.H.

-l frag. de borde altoimperial burilado.


2. T.S.H.T.

-l frag. de pared de plato? Conjunto VII.
-7 frags de borde y fondo del mismo plato Paz 83. Conjunto X.
-2 frags. de borde y uno de fondo de tres platos diferentes Paz 83.

3. CERÁMICA GERMÁNICA MODELADA:

-2 frags. de fondo plano de una ollita. Conjunto VII.
-3 frags. de pared lisa.
-l frag. de pared decorado con incisiones.
-l frag. de borde vuelto de una ollita.
-l frag. posiblemente de fondo plano.

VIDRIO:

-l cuenta irregular de vidrio negro opaco. Conjunto VII.
-l cuenta globular aplanada de vidrio azul opaco. Conjunto XIII.
-l frag. de borde y otro de fondo umbilicado del mismo cuenco Feyeux T.81.0. Conjunto VII.

-3 frags. de borde del mismo cuenco Feyeux T.81.0. Conjunto X.
-1 frag. de borde vuelto de ungüentario Feyeux T.20 ó botellita T.10.
-4 frags. de pared.


METAL:

1. BRONCE:

- Anillo de sección semicircular y chatón plano ovalado roto. Conjunto VIII.

 

2. HIERRO

-2  "franciscas".
-1 piqueta. Conjunto VIII.
-Punta de lanza. Conjunto 1.
-Fragmentos de enmangue tubular de una lanza. Conjunto VII.
-2 puntas de lanza. Conjunto IX.
-Mitad inferior de una lanza.
-1 cincel pequeño o cuña.
-5 clavos de ataúd. Conjunto 1.
-1 idem. Conjunto m.
-1 idem. Conjunto V.
-1 idem. Conjunto VIII.
-1 idem. Conjunto X.
-1 idem. Conjunto XI.
-2 idem. Conjunto XII.
-4 idem.
-4 objetos de dudosa identificación, probablemente modernos. Uno de ellos es casi con seguridad un tope de picaporte.


 

Con objeto de recabar todos los datos existentes referentes al lugar de San Pelayo, me puse en contacto con la propietaria de la finca, Sara Pérez de Arrilucea, quien me contó, entre otras muchas cosas, la historia del hallazgo del sarcófago y el lugar donde se encontraba aún su tapa. Demostrando una gran sensibilidad, al conocer el valor arqueológico del elemento, ella y su familia se comprometieron a desenterrarlo, cosa que finalmente llevaron a cabo en enero de 1996. 

La tapa de sarcófago (fot. 1), elemento por ahora único dentro del panorama de la arqueología de la Antigüedad Tardía alavesa, es de planta rectangular, con un remate en forma de cubierta a doble vertiente. Sus dimensiones son las siguientes: Largo, 164 cm.; ancho, 56 cm ( 7 ); alto en los "hastiales", 23,5 y 27,5 cm.; alto del tramo vertical en los laterales, 11 cm. El material de la pieza es, aparentemente, arenisca blanca. Toda la parte superior de la cubierta está atravesada por surcos de arado de diversa profundidad, que afectan especialmente a uno de los extremos. En la actualidad, la tapa de sarcófago continúa depositada en el antiguo establo de los Díaz de Espada, en Alegría.

 

 

Tapa de sarcófago. San Pelayo.

 

La última intervención que hasta el momento se ha producido sobre la necrópolis de San Pelayo ha sido la dirigida por A. Azkarate el año 1996 ( 8 ). Consistente en una prospección con detector de metales, diez sondeos y una pequeña excavación en área, ha permitido -además de la recuperación de un nuevo lote de interesantes materiales- documentar el estado de conservación real de la necrópolis. 

Aunque, como era de esperar, éste diste mucho de unas condiciones ideales -como podían ser las del similar cementerio en Aldaieta ( 9 )-, sorprendentemente, se han identificado aún un buen número de restos de enterramientos "in situ" que justificarían una rápida intervención total sobre el yacimiento, con el objeto de salvar todos los datos supervivientes antes de que la progresión de los trabajos agrícolas los descontextualice por completo.

Desgraciada e inexplicablemente, la prometida actuación para el pasado año 1997 ( 10 ) no se ha producido.


( 7 ) Estas dimensiones confirman el relato de Sara Pérez de Arrilucea en lo tocante a que el inhumado en el sarcófago era apenas un adolescente o, en todo caso, un adulto de muy baja estatura, 140 cm., como máximo.

( 8 ) Azkarate (1997).

( 9 ) Ver más abajo, en su apartado.

( 10 ) Azkarate (1997), p. 169.


 

Características de la necrópolis de San Pelayo.


Los enterramientos se extendían por las laderas este y sudeste de la colina. No es posible saber cuántos eran, pero todos menos uno -en sarcófago de piedra- consistirían en simples ataúdes de madera claveteados. Como han puesto de manifiesto las excavaciones de Azkarate, las fosas tenían su fondo en la cayuela de base, llegándose en dos casos a excavarlas parcialmente dentro de ella (
11 ). 

Las pocos enterramientos con orientaciones identificables son tanto norte-sur ( 12 ) como oeste-este ( 13 ); dentro de la exigüidad de la muestra, parece plantearse una dicotomía que se repite -de modo totalmente explícito- en el cementerio de Aldaieta ( 14 ).

Dentro de algunos de los ataúdes se depositaron objetos de uso personal de los difuntos, que incluían armas, en el caso de los hombres. Son precisamente los objetos los que indican que se trata del lugar de enterramiento de gentes germánicas y más precisamente, atendiendo a la presencia de las hachas "franciscas", de francos. La panoplia guerrera parece bastante repetitiva y con sistente en "franciscas" y en lanzas alargadas ( 15 ), mientras que los cuchillos ( 16 ), tienen un papel algo ambiguo, pero seguramente más relacionado con el de útil indicador de estatus libre que con el de arma. 

Útiles son sin duda la piqueta y el pequeño cincel localizados por mí en prospección. Los objetos de adorno personal incluyen cuentas de collar ( 17 ) y dos anillos de bronce ( 18 ), es destacable la, por ahora, total ausencia de hebillas o elementos de cinturón. La vajilla funeraria se compone de recipientes cerámicos -platos de TSHT y ollitas modeladas de cocción reductora- recipientes de vidrio -cuencos y ungüentario- y un cubo de madera con armadura metálica ( 19 ). 

Aunque un poco fuera de lugar en este apartado, creo que es necesario aquí afirmar rotundamente que el conjunto nO VII de mi prospección, en el que aparecieron perfectamente ligados ( 20 )  un trozo de pared de un plato de TSHT, parte del fondo de una ollita modelada, fragmentos de un cuenco de vidrio Feyeux T.81.O, una cuenta de collar de vidrio negro opaco y parte del enmangue tubular de una lanza, habla bien a las claras de la contemporaneidad y coexistencia de todos esos elementos en el ajuar de una tumba. 

Por lo tanto, no parece que estemos en un caso como el de la necrópolis de Finaga (Basauri, Bizkaia) ( 21 ), con un inicio en época tardorromana y una prolongación en la tardoantigua, sino que se trataría de un ajuar encuadrable en el período tardoantiguo, el único que -en el estado actual de nuestros conocimientos- vio la utilización del cementerio de San Pelayo. y es que rayaría dentro de lo temerario inferir de los dos solitarios fragmentos de TSH altoimperial recuperados ( 22 ) la existencia de una ocupación contemporánea del yacimiento ( 23 ). Dado que el cerro de San Pelayo está rodeado de varios pequeños yacimientos de época altoimperial, algunos -localizados durante mis prospecciones por la zona ( 24 ) - bastante cercanos, mientras que otro -localizado por E. Gil- está prácticamente a los pies del cerro ( 25 ); lo más lógico es suponer que los fragmentos en cuestión acabaran en San Pelayo -en el mejor de los casos- debido al paso por el yacimiento de gente de los alrededores.


 

( 11 ) Azkarate (1997), en los sondeos n° 2 y 11. pp. 167 Y169.

( 12 ) Idem, un individuo en el sondeo n° 3, pp. 168-169.

( 13 ) Idem, tres individuos, en los sondeos n° 2 y 11, así como en la excavación. pp. 167 Y169. Ver más abajo, en su apartado.

( 14 ) Ver más abajo, en su apartado.

( 15 ) Juntando las piezas procedentes de hallazgos antiguos, las de mi prospección y las de la intervención de Azkarate, se contabilizarían -entre trozos y piezas enteras- un total de trece puntas de lanza (2+5+6) y cuatro "franciscas" (2+2). Un juego de "francisca" y dos lanzas, las tres de pequeño tamaño, ha sido recuperado en el sondeo n° 3 de Azkarate (1997, p. 168). Incidiría sobre la importancia social ya poseída por determinados adolescentes y que también se pone de manifiesto en el individuo inhumado dentro del sarcófago de piedra.

( 16 ) Por ahora, un único ejemplar, aparecido en el sondeo n° 11 de Azkarate (1997, p. 169).

( 17 ) Dos, de pasta vítrea, y una, de ámbar, localizadas por mí. Otras 25, de ámbar, por Azkarate (1997, p. 169), en el sondeo n° 1l.

( 18 ) Recuperados en prospección. Uno por Azkarate (1997, p. 167) y, otro, por mí.

( 19 ) Azkarate (1997), sondeo n° 3. p. 168.

( 20 ) Ver nota 3.

( 21 ) Carda y Unzueta (1995), p. 342 Y(1996), p. 439.

( 22 ) Un borde con burilado bajo 'el labio, procedente de mi prospecCión, puede que perteneciente a una forma 24/25, y, otro, del borde de una 37, de la intervención de Azkarate (1997, p. 168).

( 23 ) Azkarate (1997, p. 170) riza -innecesariamente- el rizo al deducir de tan parvo elenco la existencia de un "asentamiento...(¿quizá una necrópolis de incineración?)" altoimperial, para luego darlo simplemente por desaparecido.

( 24 ) Como el de San Martín (Iriarte, 1993, pp. 120-123), a escasos 500 m, o el de Angostina (Iriarte, 1991, pp. 42-43; 1992, pago 70), a 1.700 m.

( 25 ) Concretamente, entre el colegio de Sta. María y San Pelayo. Amable comunicación personal de Eliseo Gil.


 

Tampoco la colina era el lugar de habitación asociado al cementerio en la Antigüedad Tardía. En primer lugar, a pesar de estar la mayor parte de su superficie volteada hasta la roca por la labranza, en el yacimiento sólo han aparecido restos directamente asociados con la necrópolis; faltan por completo índices básicos de un hábitat, como son la fauna y cerámica utilitaria. En segundo lugar, la colina de San Pelayo es demasiado pequeña -apenas una Ha.- para albergar un poblado y su cementerio. 

En tercer lugar, como aclaran B.K. Young y P. Périn en una reciente síntesis ( 26 ), esa no hubiera sido una opción aceptable para quienes emplazaron allí la necrópolis: UA título de hipótesis, se puede explicar ciertos rasgos esenciales de los ucementerios rurales" de la primera época merovingia y sus prácticas funerarias, en particular, las relaciones entre el hábitat y la necrópolis, por el poder reconocido a los difuntos. El cementerio debe encontrarse apartado del hábitat, pues se teme la proximidad de los muertos, pero debe estar lo suficientemente próximo para permitir su atenta vigilancia, porque se teme las consecuencias nefastas de la profanación de las sepulturas.

Allí donde la topografía lo permitía,,,. el lugar elegido correspondía a menudo a la ladera de una colina bien drenada, dominando la aldea. Cada difunto tenía derecho a una sepultura individualizada, integrada en grupos de fosas alineadas según el mismo eje (de ahí la noción de ucementerios por hileras"), pero no forzosamente uorientadas" en sentido estricto, como se afirma a veces. Los personajes importantes, como el 'fundador" y su familia, se podían beneficiar de signos de respeto además de la simple presencia de un ajuar funerario más rico: una cámara funeraria de madera, por ejemplo, un túmulo elevado sobre la tumba, un espacio reservado en la necrópolis." Se puede comprobar que las características topográficas arriba enumeradas casan bien con las de San Pelayo, incluso el tema del buen drenaje de la ladera. 

¿Dónde estaba, pues, el hábitat? La ladera de la colina en la que se sitúan los enterramientos está perfectamente orientada al Castro del Castillo de Henaio, a 1.700 m., y se domina sin problemas desde él. Este emplazamiento es un punto fortificado, fácilmente defendible, y desde el que se controla sin problemas la calzada Astorga-Burdeos. 

Ciertamente, los trabajos arqueológicos llevados a cabo hace casi veinte años en este poblado fortificado de la Edad del Hierro ( 27 ) no proporcionaron resto alguno de época tardoantigua, pero no es menos cierto que la superficie excavada fue mínima -80 m2- y no estaba emplazada en la terraza más alta de la colina, con lo que resta todavía bastante campo por investigar al respecto. Este binomio San Pelayo-Henaio pasaría así a engrosar la lista de poblado-necrópolis tardoantiguos avanzados para el País Vasco, Aldaieta-Espikulatxe ( 28 ) y Finaga-Malmasín ( 29 ), en los que tampoco, lamentablemente, ha sido posible, por ahora, comprobar fehacientemente la reocupación del castro de la Edad del Hierro durante el período aquí discutido.


 

( 26 ) Young y Périn (1991), pago 114.

( 27 ) Ver Llanos et alii (1975).

( 28 ) Ver un poco más abajo, en su apartado.

( 29 ) Carda y Unzueta (1995), p. 344.


 

La construcción de la desaparecida ermita de San Pelayo se explica perfectamente como una sacralización del recuerdo del antiguo cementerio -seguramente ya cristiano-, con lo que la relación entre ambos sería sólo indirecta, aunque, teniendo en cuenta que no sabemos cuándo se dejó de inhumar en ella, puede incluso que la ermita fuera erigida en la fase final de la utilización de la necrópolis.

A continuación, procederé a describir los recipientes de vidrio y TSHT recuperados por mí en prospección que creo suministran valiosas indicaciones cronológicas para el apartado final de este artículo.

Recipientes de vidrio


Descontando las dos cuentas globulares de vidrio opaco -una negra (
30 ) y, otra, azul- y los cuatro fragmentos informes de pared también localizados en superficie durante mi prospección, puedo presentar aquí partes de tres recipientes de vidrio, de formas reconocibles.

Recipiente n° 1.- Tres fragmentos que permiten reintegrar el perfil completo de un cuenquito de forma Feyeux T.81.0 (fig. 1, 3). Diámetro externo de boca, 130 mm.; altura, 28 mm.

Soplado libre en vidrio transparente, de color amarillo claro Pantone 587, de mala calidad, con abundantes burbujas y filamentos. El labio, como es característico en esta forma, está regruesado al fuego. Sobre la cara exterior del fondo umbilicado se aprecia con nitidez la ruptura del punto de agarre del puntel. Apareció en el conjunto VII.

Recipiente n° 2.- Tres fragmentos coincidentes que transmiten la mitad superior del perfil de un cuenquito de forma Feyeux T.81.0 (fig. 1, 1). Diámetro externo de boca, 127 mm.; altura conservada, 25 mm. Soplado libre en vidrio transparente, de color verde muy claro Pantone 375 Tint 1-10%, de mediocre calidad, con bastantes burbujas. Labio engrosado al fuego. Conjunto X.

Recipiente n° 3.- Pequeño fragmento que transmite la boca, seguramente, de un ungüentario de forma Feyeux T. 20, aunque también pudiera serlo de una botellita Feyeux T.10 (fig. 1, 2). Diámetro externo de boca, 34 mm.; altura conservada, 12 mm. Soplado libre en vidrio transparente, de color azul claro Pantone 317, de buena calidad, con burbujas muy pequeñas. El borde fue doblado al exterior y luego plegado ligeramente hacia dentro, de forma algo irregular.

 

Recipientes de T.S.H.T.


Además de un fragmento informe de pared (
31 ) y otro de borde no dibujable, recuperé durante mi prospección en San Pelayo restos de otros tres recipientes de Sigillata Hispánica Tardía. Aunque sólo se pueda asegurar con certeza de dos de ellos, seguramente todos pertenecían a platitos de la forma Paz 83. Recipiente n° 1.- Nueve fragmentos que permiten reintegrar el perfil completo de un platito de la forma Paz 83, tipo B (fig. 2, 1). Diámetro externo de boca, 170 mm., diámetro de la base, 54 mm.; altura, 41 mm. Pasta arenosa, con mica, de color amarillo rojo Cailleux M-20. Se conservan únicamente mínimos restos de engobe al exterior, de color rosa Cailleux M-40, mate. Conjunto X.

Recipiente n° 2.- Dos fragmentos coincidentes que transmiten el borde de un platito de la forma Paz 83, tipo B (fig. 2, 2). No permiten calcular el diámetro de boca. Pasta arenosa, con mica, de color marrón rojo claro Cailleux M-25. Engobe desaparecido.Recipiente n° 3.- Un fragmento que transmite la mitad inferior de un platito, seguramente de la forma Paz 83 (fig. 2,3). Diámetro de la base, 70 mm.; altura conservada, 15 mm. Pasta arenosa, con mica, de color marrón rojo claro Cailleux M-25. Engobe casi desaparecido, de color rojo claro Cailleux N-37, mate.


 

( 30 ) Formando parte del interesante conjunto o agrupación de objetos en superficie nº VII.

( 31 ) Otro integrante del conjunto VII.


 

 

LA NECRÓPOLIS DE ALDAIETA.


La importante necrópolis de Aldaieta (Nanclares de Gamboa, Álava) fue excavada, al parecer, en su totalidad (
32 ), durante seis campañas -desde 1989 a 1994-, bajo la dirección de A. Azkarate. De los resultados de tan importante excavación únicamente han visto la luz, al día de la fecha, los sucesivos resúmenes de campaña anuales, publicados en la revista Arkeoikuska ( 33 ), y un artículo no monográfico ( 34 ). A pesar de la insuficiencia de lo publicado, que es de esperar la aparición de la memoria definitiva remedie algún día, intentaré trazar aquí un resumen de sus características más sobresalientes.

El número de enterramientos sólo se ha definido de manera vaga: "Una vez finalizadas las campañas de excavación, han sido un centenar largo los enterramientos exhumados (aunque, en origen, fueran muchos más)... Teniendo en cuenta que han sido varios los cientos de tumbas destruídas por el pantano, todo ello nos da idea aproximada de la excepcionalidad de yacimiento de Aldaieta" ( 35 ).

En lo que respecta a la organización interna del cementerio, se adelanta lo siguiente: "La constatación de que en la zona occidental de la necrópolis la distribución de los enterramientos se desarrolla en hileras sin superposiciones, mientras que en su zona oriental lo hagan en pequeños y abigarrados grupos surgidos en torno a una tumba fundacional" ( 36 ). "En la campaña de 1992, por ejemplo, ha sido significativa la confirmación de que los grupos funerarios con superposiciones aparecen únicamente en la zona oriental de la necrópolis, con los cuerpos orientados mayoritariamente en dirección S-N (cabeza al sur y pies al norte) y, en algún caso, N-S, mientras que la zona occidental la distribución de los enterramientos se desarrolla en largas hileras sin superposiciones y con orientación O-E (cabeza al oeste y pies al este). 

Los ajuares muestran también diferencias significativas. ( 37 ). Y, más concretamente, el último año: "Ya hemos hecho mención a la existencia en Aldaieta de dos colectivos que orientan sus muertos de distinta manera, que organizan el espacio funerario también muy distintamente y que muestran, además, en sus enterramientos ajuares con diferencias apreciables.( 38 ) Los ajuares, de una riqueza indudable, no han sido cuantificados por su descubridor, por lo que será necesario esperar a la síntesis definitiva. 

No obstante, se puede citar su resumen final: "2 "scramasaxes" o espadas cortas de un solo filo, más de 50 puntas de lanza de tipología diversa y una treintena de hachas de combate. Sin que podamos entrar en detalles se pueden citar, además, numerosas hebillas de plata, bronce -y oro en un caso-, espléndidos anillos de plata y bronce, recipientes cerámicos, vasos de vidrio, cuencos de bronce, fíbulas en omega, cuchillos, empuñaduras, etc. ( 39 ). Quizá sumando a los materiales del último recuento publicado. ( 40 ) los enumerados en los resultados de la última campaña41 se podrían obtener números más precisos, pero eso queda fuera de los objetivos de este artículo.

Según Azkarate, el hábitat asociado a la necrópolis se situaría en el emplazamiento fortificado de Espikulatxe. Descrito de una forma que no se puede calificar de menos que eufórica en 1994: "Espikulatxe conforma un amplio espacio de 13 Hectáreas aproximadamente, rodeado todo de una gran muralla cuyos lienzos se aprecian perfectamente en un recorrido de varios cientos de metro... Sus grandes dimensiones, el porte de las estructuras que -semiocultas en el terreno- se adivinan todavía, los grandes fosos que conserva, la calzada perfectamente empedrada que puede seguirse en el interior del recinto, las numerosas estructuras urbanas que se aprecian "de visu" en el subsuelo y su extraordinaria ubicación geoestratégica, rodeada de altas cotas que dominan el espacio circundante pero que la ocultan magistralmente de quienes circulan por las tierras bajas, hacen de este asentamiento uno de los enclaves más espectaculares de nuestro pasado ( 42 ). 

No obstante, al año siguiente, y después de haberse prospectado geofísicamente la zona más prometedora del interior, resultó: "la discontinuidad de una estructura empedrada que pensábamos pudiera tratarse de un vial interno del propio yacimiento, así como la ausencia de estructuras antrópicas en la zona sondeada ( 43 ). En el aspecto cronológico, a pesar de la escasez de materiales recuperados, se afirma que el asentamiento "posee una larga secuencia histórica que arranca en la Edad del Hierro y perdura hasta las fechas más tempranas del medievo, ( 44 ). A falta de ulteriores y más extensos trabajos sobre el yacimiento no se puede precisar, por desgracia, más sobre este interesante tema.


 

( 32 ) Una parte no fácilmente cuantificable, pero considerable, del cementerio había sido destruido por las aguas del embalse de Ullibarri-Gamboa, previamente a los trabajos arqueológicos.

( 33 ) Azkarate (1990), (1991), (1992), (1993a), (1994) y (1995).

( 34 ) Azkarate (1993b).

( 35 )  Idem (1995), p. 66.

( 36 ) Idem (1994), p. 62.

( 37 ) Idem (1993b), p. 166.

( 38 )  Idem (1995), p. 70.

( 39 )  Idem (1995), p. 66.

( 40 )  Idem (1993b), p. 166.

( 41 ) Idem (1994), pp. 65-67.

( 42 ) Idem (1994), pp. 71-72.

( 43 ) Idem (1995), p. 59.

( 44 )  Idem (1995), p. 63.


 

 

 

CONCLUSIONES:


Hasta hace pocos años se daba por sentado que durante la Antigüedad Tardía el territorio de los Vascones era una zona más o menos independiente con respecto al reino visigodo de Toledo, cuyos monarcas más enérgicos -que llegaron a controlar el resto de la Península más la Septimania, allende los Pirineos- se veían periódicamente obligados a dirigir contra el mismo operaciones militares de castigo y conquista que nunca parecían dar resultados definitivos, o siquiera, duraderos. 

La realidad, como siempre, se está demostrando mucho más sorprendente: El descubrimiento y excavación de la necrópolis de Aldaieta por Azkarate pareció marcar un pistoletazo de salida, tras el cual se sucedieron las nuevas localizaciones (Buzaga, San Pelayo, Finaga, ...), de manera que podemos contar, por ahora, con un cementerio de tipo germánico en Bizkaia, dos en Álava y cuatro en Navarra. 

Todos estas necrópolis atestiguan de forma indudable la presencia a este lado de los Pirineos de poblaciones estables, poseedoras de un ajuar, armamento y costumbres funerarias asimilables a las de los francos merovingios y por completos distintas de las de los visigodos. Teniendo en cuenta que antes de 1987 era insospechable semejante panorama, y la velocidad a la que se están produciendo los descubrimientos, no tendría nada de extraño que, en breve, el mapa se complete con nuevos puntos.

Dejando a un lado concepciones de fronteras decimonónicas, es necesario admitir que si los Pirineos no representaban frontera para los visigodos por la parte oriental, parece que tampoco lo hacían para sus vecinos del Norte los francos, por la occidental. Un repaso de las referencias que en las Fuentes documentales contemporáneas podrían haberse hecho a esta situación se ha llevado a cabo en un -francamente prolijo- artículo de K. Larrañaga ( 45 ), pero sin encontrar que alguno de los hechos en ellas reseñados sea lo suficientemente relevante como para justificar o explicar la creación del enclave franco al sur de los Pirineos ( 46 ).
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Ello es porque, a mi entender, Larrañaga comienza su rastreo histórico en fechas demasiado avanzadas, de la segunda mitad del siglo VI, y si lo hace así es debido a que sigue la datación que Azkarate realiza habitualmente para el inicio de la ocupación de todas estas necrópolis y que discutiré a continuación.


( 45 )  Larrañaga (1993).

( 46 )  Idem, pp. 182-184.