

Comité de Redacción:
I. BARANDIARÁN J. L. MELENA M. QUIJADA. SANTOS V. VALCÁRCEL.
Secretario: J. GoRROCHATEGUI.
LA CAVIDAD SEPULCRAL DE KOBEAGA
(ISPASTER): ANÁLISIS DE SU AJUAR.
POR D.
ALFONSO
ALDAY RUÍZ. (Arqueólogo UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO.) VITORIA-GASTEIZ.

En 1963 E. Nolte comprobó la entidad arqueológica de la cavidad de Kobeaga, por lo que,
junto a]. M. Apellániz, procedió a su excavación en 1964 y 1965.
Se trata, dicho yacimiento arqueológico, de un sepulcro colectivo en el que los inhumados fueron enterrados junto a un
ajuar, si no muy rico numéricamente, de calidad contrastada, sobre todo en lo que respecta a sus
elementos para el ornato personal. El propósito de este escrito es valorar y contextualizar los
hallazgos materiales del depósito, tarea ya iniciada en la memoria de excavación
( 1 ), y que, gracias a nuevas aportaciones, puede completarse en la actualidad.
La estratigrafía de la cavidad no aparenta ser muy compleja, como es propio de yacimientos
destinados exclusivamente a fines funerarios. Se observa la existencia de tres estratos
sedimentológicos: una capa inicial, una central que constituye el relleno arqueológico propiamente dicho, y
una capa inferior estéril.
El paquete arqueológico se compone de dos tierras cuya coloración va, sin solución de
continuidad, desde el rojizo mezclado con limonita hasta el ocre oscuro, pero que no constituyen dos
niveles distintos ( 2 ), junto a piedras calizas desprendidas del techo y de las paredes de la cueva.
El
estrato sigue una delineación a la manera de cubeta que se hunde hacia el centro.
Los materiales fueron ordenados en dos conjuntos, según se situaran en los 30
últimos centímetros del relleno o por encima de los mismos. Esta división no responde a diferencias en el
estrato, como hemos anotado, sino que este proyecto de estratificación tipológica que pudiera
hablarnos de dos épocas, aunque muy próximas entre sí, se basa en las diferencias del ajuar
encontrado... esta estratificación la consideramos como totalmente provisional'. Para nosotros,
como expondremos más adelante, la colección presenta una gran homogeneidad, sin cesuras
internas, por lo que hemos preferido estudiarla como un todo indivisible
( 4 ) .
EL AJUAR.
El conjunto de materiales recuperados durante los trabajos de campo efectuados en la cueva y
conservados en el Museo Histórico de Bilbao, pueden clasificarse, para su análisis, en cuatro
tradiciones industriales: lítica, cerámica, ósea y del ornato, dejando al margen los restos humanos y
de fauna. ( 5 )
( 1 ) Apellániz y Nolte 1966.
( 2 ) Apellániz y Nolte 1966, p. 38.
( 3 ) Apellániz y Nolte 1966, p. 42.
( 4 ) A pesar de que]. M. Apellániz y E. Nolte agrupan los documentos arqueológicos en dos muestras se
inclinan a considerar la capa central como un todo (Apellániz y Nolte 1966, p. 59).
( 5 ) Resumida. a dos molares de Bos taurus.
Industria lítica.
Los objetos líticos hallados durante la excavación del lugar han resultado ser bastante escasos,
trabajados mediante talla, excepto en un caso que lo está por pulimento.
Se reducen a :
Kb. 5A. nº 16: Lasca espesa con retoques simples sobre ambos filos (Fig. 1 núm. 3).
Kb. 7A. x= 1.31. nº 10: Fragmento proximal de lámina blanca de grandes dimensiones
(6,12 X 2,38 X 0,60) (Fig. 1 núm. 2).
Kb. 7A. n.º 11. 140: Fragmento proximal de lámina grisácea (Fig. 1 núm. 4).
Kb. 9A. 100. 3: Fragmento proximal de lámina blanca.
Kb. 5A: Lasquita.
Kb. 3L. 119. 7: Lasca informe.
Kb. 9A. x = 1.20: Lasca informe.
Kb. 3L. 115. .5: Resto de talla.
Kb. 5A. 142: Resto de talla.
Kb. 9A. 135. 5: Hacha pulimentada, de morfolog1a general trapezoidal, sobre mineral duro y
negro (Fig. 1 núm. 1).
Sus dimensiones son 8,19 centímetros de longitud, por 5,17 de anchura
por 0,50 de espesor. Conserva numerosas estrías, muy finas, de direcciones variables, quizá por
haber servido de afiladera. Los bordes, sobre todo el inferior, están muy machacados.
( 6 )
No son, en suma, elementos muy significativos como para permitirnos hablar de un
enmarque cronológico-cultural seguro. La pieza más representativa es el hacha pulimentada, la cual
posee paralelos claros en yacimientos cercanos geográficamente. ( 7 )
Mucho se ha discutido sobre la funcionalidad presumible de estos objetos, aventurándose desde hipótesis de tipo ritual hasta el
trabajo con madera ( 8 ), estando la solución del problema en el estudio de las huellas de uso que
presentan. ( 9 )
Parece claro que este instrumental es conocido desde el Neolítico, siendo la Edad del
Bronce el momento de mayor difusión -quizá unido a procesos de deforestación y preparación
de tierras de cultivo ( 10 ), sin que la simple observación morfológica sea determinante para
proponer un encuadre temporal determinado ( 11 )
( 6 ) Siguiendo la tipología propuesta por C. González Sainz (1979)
podríamos describir, analiticarnente la pieza
como: Forma general: Tz; Caras: Cx/Cx; Borde en vista plana: Cx, y en perfil: Red/Fac; Talón en vista de cara:
Red, y en perfil: fac; Cuerda del corte: Cx, en perfil Bcx, y de frente Rct; Sección: Elip. Su índice de espesor (0,07)
permite clasificarla como plana.
( 7 ) En la obra de]. M. Apellániz (1973) se señala la presencia de «hachas pulimentadas» en cinco cavidades
sepulcrales y en una docena de monumentos megalíticos. Superan los 257 efectivos -objetos
pulimentados- hallados en Navarra, según González Sainz (1979).
( 8 ) Mazo y Rodanes 1986, pp. 53 y 54.
( 9 ) La pieza de Kobeaga conserva, a la altura del talón, huellas de repiqueteado, difuso reflejo de que, en su
momento, pudo estar enmangada. Las finas estrías que presenta por ambas caras y bordes son difíciles de explicar ocurriéndosenos en una, dudosa, utilidad como afilador.
( 10 ) González Sainz 1979, pp. 187-190 y Mazo y Rodanes 1986, pp. 61-66.
( 11 ) La seriación propuesta a partir de los ejemplares proporcionados por los niveles inferior y superior del
dolmen de San Martín (Laguardia) (Barandiarán, Fernández Medrano y Apellaniz 1964) no tiene un valor absoluto, al
igual que ocurre en Abauntz, donde se recogieron sendos pulimentos en los niveles b4 y c (fechados mediante C14
en 5390 ±120 BP. (l-11, 309) y 6910±450 BP. (l-11, 357) respectivamente)
(Utrilla 1982). T. Andrés Rupérez (1977, p. 102) piensa que ... no se puede aventurar una
clasificación de las hachas en sentido cronológico por su sección, criterio muy discutible en cualquier zona que se
estudie.
FlG. l. 1. Elemento pulimentado; 2 a 4. Industria sobre sílex; 5. Hueso con marcas.
Industria cerámica.
Con sus 799 evidencias la industria cerámica es la más importante, numéricamente, entre las
que constituyen la totalidad del ajuar de Kobeaga. En una primera observación de la misma
sorprende notablemente el estado fragmentario de la colección, que impide realizar construcciones
morfológicas de los recipientes. Esta falta de formas completas no debe estar causada por el azar,
sino responder a una intencionalidad evidente. ( 12 )
El grueso volumen de la producción cerámica, y la falta de formas precisas, nos ha obligado a confeccionar familias, hasta un total de nueve,
donde incluir cada uno de los fragmentos que constituyen la colección consultada, describiendo
pormenorizadamente los efectivos que presentan algunas características relevantes (bordes, fondos
y panzas decoradas) ( 13 )
Primera familia: Se caracteriza por estar elaborada a mano y poseer una pasta de entre 0,80 y
1 centímetro de espesor medio. La coloración varía, tanto en el interior como en el exterior,
según los fragmentos o dentro del mismo, desde el rojizo intenso al anaranjado, lo que debe de ser
síntoma de una cocción deficiente con fuego oxidarite. ( 14 )
( 12 ) Según nos indicó J. M. Apellániz durante la excavación se puso mucho cuidado para recuperar todos los
efectivos materiales, lo que constituyó una verdadera obsesión (la expresión es de Apellániz), incidiendo en los
trabajos de cribado de las tierras que se exhumaban. Esta minuciosidad de los trabajos de campo avalaría, con
seguridad, la intencionalidad en no depositar vasijas enteras.
( 13 ) El sentido de las familias no tiene una significación tipológica más o menos burda, sino que responde a
la necesidad de agrupar los fragmentos con características comunes para obtener as1 una visión globalizadora de la
industria cerámica. En su descripción nos basamos en los aspectos técnicos definidos en la obra, ya clásica, de
Shepard (1968), acondicionados para las culturas Eneolíticas del Valle del Ebro por Pérez Arrondo, Ceniceros y
Duarte (1987).
( 14 ) La no homogeneidad en la coloración de los fragmentos nos ha aconsejado no utilizar tablas de color
tipificadas, como la de Munsell (Munsell Color, 1975. Munsell Sozl Color Charts. Baltimore), en favor de una descripción mucho más subjetiva. Pensamos, de todas
maneras, que su transcendencia no es importante.
Los desgrasantes, calizos, no son muy abundantes. En ciertas panzas se han observado marcas de espatulado y alisado, de manera tenue
la mayor parte de las ocasiones.
De entre los más de 350 fragmentos, que representan un 45 % de la producción, destacan:
a) 1 pequeño fragmento de borde con dos incisiones decorativas (Fig. 2 núm. 1);
b) 1 borde ligeramente saliente y con decoración por cinco finas líneas incisas en la panza (Fig. 2 núm. 2);
c) 3 bordes ligeramente salientes (Fig. 2 núms. 3-4 y Fig. 3 núm. 4);
d) 4 bordes redondeados (Fig. 2 núms. 6 y 7);
e) 1 borde con arranque de panza con cordón decorativo liso (Fig. 2 núm. 7);
f) 1 fragmento de borde con digitación;
g) 1 fragmento de panza con cuatro finas líneas cortas de decoración incisa (Fig. 2 núm. 9);
h) 2 panzas con cordones; t) 4 fondos planos (Fig. 2 núm. 10).
Segunda familia: Se trata de una cerámica realizada a mano, con pasta de grosor medio de
0,80 centímetros, y coloración grisácea en ambas caras de las paredes, las cuales han sido bien
alisadas aunque no se observen claras marcas de dicho trabajo.
No posee desgrasantes. Del total de
los fragmentos, que representan algo más del 5 % de la industria, 39 pertenecen al cuerpo de los
recipientes, a los que se añaden 7 fragmentos de bordes y un fondo plano algo sobresaliente (Fig.
3 núm. 1) pertenecientes a una forma de dimensiones amplias.
FlG. 2. 1 a 10.
Bordes, panzas decoradas y fondo plano de la primera familia cerámica.
Tercera familia: Los 24 fragmentos que hemos englobado en esta familia bien pudieran
pertenecer a una vasija. La reconstrucción formal nos resulta imposible, aunque puede señalarse que es
de pequeñas dimensiones, y forma cerrada. De pasta muy fina, perfectamente acabada a pesar de
estar confeccionada a mano, y con una coloración gris oscura -tendente al negro- constante en
todas las superficies. Contamos con siete pequeños fragmentos de borde, en todos los casos
redondos, excepto uno ligeramente saliente. Todos sus elementos han sido recogidos en un mismo
cuadro (3A), lo que reforzarla la tesis de un único recipiente.
Cuarta familia: Queda representada por 10 fragmentos de panza y un borde de una sola
vasija, que no puede reconstruirse, realizada a mano, de pasta fina -0,60 centímetros de grosor
medio- y correcto acabado. La pasta, sin desgrasantes, adquiere una tonalidad marrón
clara relativamente uniforme. No obstante formar parte de un solo producto se localizó distribuida sobre
dos de los cuadros excavados (5A y 7B).
Quinta familia: Es la familia con menos representantes, tan sólo seis fragmentos de panza, a
mano. En cinco de los casos, recogidos todos, en el cuadro 7A, de pastas finas y porosas, con
desgrasantes calizos grandes y un tinte gris oscuro en las paredes y marrón en el interior, se hallan
decorados mediante cordones plásticos muy poco sobresalientes sobre los que se disponen a
espacios irregulares ungulaciones (Fig. 3 núm. 7).
Sexta familia: Es probable que los 60 fragmentos de la panza recuperados en los cuadros
vecinos 5A y 5B (7 % de la industria cerámica) formarán parte de un recipiente de considerables
dimensiones que hoy día no podemos reconstruir con seguridad. Al menos comparten unas
características comunes claras: realizada a mano, de pastas gruesas (1,2 centímetros de media) y
coloración marrón que evoluciona a rojizo según casos, excepto en aquellos fragmentos que guardan
huellas de espatulado, en toda o parte de su superficie, adquiriendo, entonces, tonalidades más
grisáceas.
Séptima familia: Es, por el número de los fragmentos rescatados, la segunda familia en
importancia (303 efectivos, lo que supone casi el 48 % del total), y, a pesar de ello, no hemos
logrado realizar reconstruciones ideales de las vasijas depositadas como ajuar. Se describe como
familia de cerámicas realizadas a mano, de pastas muy gruesas (entre 1 y 1,5 centímetros), bastas y
porosas, de matiz rojizo-anaranjado. Son abundantes los desgrasantes calizos. No hemos
constatado la presencia de ningún motivo decorativo o trazas de espatulado. Los elementos más
significativos son 11 pequeños fragmentos de bordes redondeados y uno saliente, junto a tres fondos
planos (Fig. 3 núms. 2, 3 y 5). Este grupo cerámico está representado en prácticamente todos los
cuadros levantados durante la excavación.
Octava familia: La hemos definido al englobar en su interior diversos fragmentos de una cerámica, confeccionada a mano, muy gruesa (entre
1 y 1,7 centímetros), con una coloración que
varía, tanto en el interior como en el exterior e incluso en los mismos fragmentos, entre diversas
tonalidades del gris al rojizo, con una gran espectro de tonos intermedios menores, síntoma de la
deficiente cocción a que han estado sometidos los recipientes. Las paredes han sido alisadas, lo
cual ha dejado huellas aún visibles, y en la composición de las pastas los desgrasantes no llegan a
ser muy abundantes.
Esta familia se vincula con la primera que hemos analizado, si bien ahora la
pasta es más grosera. ( 15 )
Entre los 97 fragmentos incluidos (12 % ) se individualizan dos de panza
con decoración por medio de banda plástica con y sin digitaciones internas (Fig. 3 núm. 6).
FIG. 3. 1.
Fondo de la segunda familia cerámica; 2, 3 y 5. Fondos de la séptima familia
cerámica; -4.Panza con cordón digitado de la primera familia cerámica; 6. Panza con cordón
digitatado de la octava familia cerámica; 7. Panza con cordones ungulados de
la quinta familia cerámica; 8. Borde de cerámica convexa fina; 9 Y 10. Cordones decorativos
con digitaciones.
Novena familia: Las características técnicas de esta última familia cerámica, también realizada
a mano, se resumen a unas pastas groseras (de 1,2 centímetros de media), de coloración grisácea
más o menos intensa, muy mal acabada -porosa-, sin, decoraciones y con abundantes y grandes
desgrasantes calizos. Los 27 integrantes de este grupo son fragmentos de panza pertenecientes a
los cuadros 7A y 7B.
Junto a las nueve familias que acabamos de definir podemos individualizar, por sus
características, los siguientes recipientes cerámicos:
* Varios fragmentos que permiten reconstruir un borde fuertemente exvasado y con
decoración de uñas a intervalos irregulares, así como el arranque de la panza, donde se disponen
motivos decorativos por impresiones cuadrangulares (en ocasiones triangulares) dispuestos sin formar
diseño alguno. En el cuello son notorias las marcas del espatulado a que ha sido sometida la
pieza. La pasta es fina de 0,5 centímetros de grosor, sin desgrasantes, y con una coloración que del
gris oscuro tiende hacia el negro, tanto al exterior como al interior. Debía ser un recipiente de
importantes dimensiones (al menos su boca es bastante amplia) manufacturado a mano (Fig. 4
núm. 1).
* Borde con arranque de la panza suavemente convexa, por lo que la cerámica fue calificada
como de tipo campaniforme ( 16 ).
( 15 ) Es probable que algunos de los fragmentos que hemos encajado aquí puedan tener cabida
en la primera
familia, y viceversa. Insistimos en que no se trata de realizar una clasificación tipológica, sino, simplemente un agrupamiento para no describir evidencia por evidencia.
( 16 ) A nuestro entender se puede tratar de un ejemplar campaniforme
liso. Su forma afecta muy tímidamente su perfil en S (Apellániz y Nolte 1966, p.
54). Según la más reciente opinión de]. M. Apellániz, la cual nos comunicó en el Museo Histórico de Bilbao, el
recipiente no debe clasificarse entre la producción campaniforme.
Las paredes, de un color ocre-amarillento al interior y exterior,
son lisas, finas, alrededor de 0,50 centímetros de grosor, y acabadas con esmero a pesar de haber
sido realizada a mano. No presenta trazos de espatulado o decoración alguna (Fig. 3 núm. 8).
* Cuatro fragmentos son los únicos vestigios que se han podido reunir de una cerámica de
grandes dimensiones. De pasta fina (O,65 centímetros) y de tonalidades que basculan entre
diversas gamas de marrón, gris oscuro y negro, tanto al interior como al exterior, claro ejemplo de su
cocción en horno oxidante. Los desgrasantes calizos, que no son muy abundantes pero sí de gran
tamaño, se concentran principalmente en el único elemento decorativo de la panza: un pezón
sobresaliente ovalado (Fig. 4 núm. 2).
* Pequeño fragmento de un borde exvasado que, en el escaso desarrollo de la panza que se
conserva, posee como motivo decorativo una ancha banda plástica decorada mediante
digitaciones. La pasta de este recipiente se sale de la norma de la producción cerámica por su coloración
anaranjada, que no hemos visto en ningún otro fragmento (Fig. 3 núm. 9).
* La última evidencia que queremos destacar es un fragmento de panza con tres verdugones
paralelos desigualmente dispuestos, los cuales se hallan decorados mediante digitaciones de
pequeño tamaño -excepto en un caso-. La coloración de las paredes, de
0,4 centímetros de grosor, es de un gris claro no reconocido en otros componentes de la industria (Fig. 3 núm. 10).
FIG. 4. 1. Fragmento de borde y panza decorada con juego de ungulaciones e impresiones,· 2. Fragmento de panza
con pezón.
Reuniendo todos los datos expuestos podemos concluir diciendo que la industria cerámica
tiene un peso específico importante entre el ajuar depositado junto a los inhumados, cuando menos
numéricamente, lo que nos ha obligado a confeccionar diversas familias donde agrupar los
efectivos. Empero con esta gran cantidad de evidencias no pueden realizarse reconstrucciones formales
con garantías: al parecer se trata de contornos simples o sinuosos que formalizan recipientes
abiertos, sólo uno -del que se poseen 24 fragmentos- se sale de este patrón por sus medidas.
En cuanto a las pastas se oferta una gran variedad: por su grosor podemos establecer dos grandes
categorías, finas (alrededor de 0,5 centímetros) y gruesas (entre 1 y 1,5 centímetros. Estas son
más numerosas). Las paredes suelen estar alisadas, con o sin huellas de espatulado, en caso
contrario se trata de superficies potasas. Los desgrasantes, siempre calizos y de dimensiones variables,
son un componente básico en bastantes de las familias reconocidas.
Morfológicamente no hemos encontrado ningún fragmento con carena o de paredes rectas
siendo en todos los casos convexa más o menos acentuada. ( 17 )
( 17 ) Por eso, y siguiendo los criterios de Pérez Arrondo, Ceniceros y Duarte clasificamos los contornos como
simples o sinuosos sin más precisiones.
Se contabiliza la presencia de dos clases de bordes: redondeado o exvasado -sólo en su caso el exvasado es realmente exagerado-,
y en general reflejan la existencia de bocas amplias. Los fondos, en los pocos e incompletos casos
que poseemos, son planos. La gran variedad de coloraciones nos hace pensar en cocción en
hornos de fuego oxidante.
Las decoraciones se restringen, básicamente, a cordones combinados, o
no, con ungulaciones e impresiones en su recorrido. No se determinan tipos cerámicos concretos,
con valor crono-cultural -como puede denotar la cerámica campaniforme-, ya que los motivos
decorativos descritos se conocen en yacimientos como, los también vizcaínos, de Santimamiñe,
Lumentxa y Las Pajucas ( 18 ), el cántabro de Tarrerón, los alaveses de Arratiandi, Cobairada,
Lamikela, Obenkun, Los Husos y Solacueva de Jócano ( 19 ) y los navarros de Farangortea, La Mina de
Farangortea, Abauntz, Urbiola ( 20 ) están presentes en ambientes del Neolítico antiguo en centros
como Cueva de l'Or y Atapuerca, sin que desaparezcan en momentos más avanzados de este
período.
Mayor protagonismo adquieren durante el Eneolítico (Abauntz o Los Husos) y Edad del
Bronce (Obenkun y Peña Miel) ( 21 )
·
Industria ósea.
El único objeto que con cierta seguridad puede incluirse en la categoría de industria ósea es
un pequeño fragmento de hueso (con sigla Kb. 9A. 100) con un borde rebajado y sobre el
cual se observan seis cortas incisiones paralelas (Fig. 1 núm. 5). Con más dudas podríamos encajar
aquí un fragmento distal de pitón de ciervo con marcas difusas o inexistentes
( 22 )
·
Industria de ornato.
La industria del ornato recuperada en Kobeaga sorprende más que por la cantidad de
artefactos por la variedad de tipos que presenta ( 23 ), divididos en:
a)
Cuentas de collar:
Todas las cuentas recuperadas durante las labores de campo responden al modelo de tonelete,
de ellas 19 están confeccionadas sobre hueso, contabilizándose en este material 3 mitades
longitudinales más y 2 fragmentos de otras tantas (Fig. 5 núms. 3 a 19 y Fig. 7 núms. 1 a 5),
mientras que sobre variscita solamente se conoce un ejemplar (Fig. 7 núm. 6)
( 24 )
Las cuentas de collar han sido regularmente fabricadas en nuestro territorio desde, al menos,
el Neolítico, siendo el Eneolítico su época de mayor auge en número y variedad. La irregular
distribución de sus efectivos entre yacimientos dificulta notablemente su estudio de conjunto,
( 25 ) en todo caso su volumen, comparado con otras áreas culturales, no es -muy importante.
( 26 ).
En nuestra tesis doctoral hemos contabilizado 139 cuentas de tipo tonelete entre los
yacimientos funerarios del País Vasco y Alto Valle del Ebro, de ellas 34 (25 % ) son similares a las de Kobeaga
en morfología, técnica y soporte.
( 18 ) Apellániz 1973.
( 19 ) Carta arqueológica de Alava.
( 20 ) Barandiarán y Vallespí 1984.
( 21 ) Pérez Arrendo, Ceniceros y Duarte 1987, pp. 183-184.
( 22 ) Dibujado en la figura 4 de Apellániz 1966, p. 43.
( 23 ) Un análisis de la industria del adorno en esta región puede verse en Alday 1986 para los monumentos
megalíticos, y en Pérez Arrendo y López de Calle 1986a referido al vecino Valle del Ebro.
( 24 ) La utilización del término variscita no sustituye el desfasado de
calaita sino que, por su tonalidad y características, creemos poder identificar nuestra pieza con
seguridad, de visu, como fosfato alumínico hidratado (Diettich 1988).
( 25 ) En el País Vasco y Alto Valle del Ebro son 47 los enterramientos con menos de tres cuentas de collar (37
monumentos megalíticos y 10 cuevas sepulcrales), mientras que tan sólo Abauntz (Utrilla 1982) concentra
551, y el desaparecido dolmen de Axpea (Ruiz de Azua 1918) 340.
Atendiendo a este dato, y aceptando la tesis
de H. Barge y A. D'Aoa (1982, p. 201) sobre que son necesarias 120 cuentas con un espesor medio de 3
centímetros como número ideal para obtener un collar que diera la vuelta al cuello, cabe la posibilidad de que, en
nuestro caso, no estuviéramos ante verdaderas cuentas de collar, sino ante elementos con otro significado.
T. Aranzadi, J. M. Barandiarán y E. Eguren fueron los primeros investigadores que intentaron dar una respuesta a estos
hallazgos aislados, buscando paralelos etnográficos, palpables en el área vasca. Interpretaron estos elementos no
como cuentas de collar, sino como amuletos con un claro papel profiláctico.
Son numerosas las ocasiones en que J. M. Barandiarán ha comentado la relación existente entre
estos amuletos contemporáneos, zingiñam"ak, y los hallazgos dolménicos.
A este respecto pueden consultarse: «la religión des Anciens Basques», en !JI Session de la
Semaine d'Ethnologie Religieuse, 1923 (recogido en el tomo 1 de las Obras Completas de J. M. Barandiarán, pp. 261-275, Bilbao 1972);
"Algunos Amuletos del Pueblo Vasco", en RIEV, T. XVII, núm. 3, 1927 (recogido en el
tomo V de las Obras Completas de J, M. Barandiarán, pp. 331-332, Bilbao 1974);
"Huellas de Arte y de Religiones antiguas del País Vasco", tirada aparte del libro
«Homenaje al M. l. Sr. D. Eduardo de Escarzaga, Vitoria 1935 (recogido en el tomo XII de las Obras Completas de
J. M. Barandiarán, pp. 9-56, Bilbao 1978).
C. Pérez Arrondo y C. López de Calle proponen como alternativa
que, el peinado con elementos interpuestos, la fijación en la vestimenta de pequeñas series de abalorios, los
broches, los pendientes, los ajustadores para el cabello etc. son posibilidades que
exigen un número mucho menor de elementos que un collar (Pérez Arrondo y López de
Calle 1986a, p. 14).
Una reciente publicación al Congreso de Arqueología Medieval, presentada por A. Azkarate
et. García Camino, reúne un buen número de pervivencias de origen pagano en los ritos funerarios cristianos del
País Vasco. Nos interesa destacar, entre ellas, el depósito intencionado de cuentas de collar:
Encontramos en Momaitia, en el interior de algunas sepulturas cuentas de
collar que raramente superan la unidad. Dudamos si poseen un carácter ritual o pudieran formar parte del ajuar
personal del difunto ya que algunos individuos portaban objetos de adorno como anillos decorados. Sin embargo,
el hecho de que, por lo general, sólo aparece una cuenta por sepultura, situada a la altura de la cabecera nos lleva
a considerar su carácter quizá «apotropaico» (Azkárate y Garcla Camino 1989).
Para el caso concreto de Kobeaga no podemos asegurar que todas las cuentas contabilizadas -las de tipo
banal y las segmentadas, que se estudian a continuación, pertenezcan a un mismo adorno o a varios. Atendiendo a sus siglas podemos establecer varios agrupamientos: 13 de
ellas se recuperaron en el cuadro 5A, entre -67 y -142 (si bien son nueve las encontradas a -100), lo que podría
hacernos pensar en un ornato complejo, máxime si sumamos las halladas en el cuadro contiguo 5B (6 evidencias
en las mismas profundidades). Un segundo grupo podría establecerse con las pertenecientes a los cuadros 7A y 7B,
que suman 6 nuevas cuentas. Estos agrupamientos sólo tienen un valor, mínimo, de sugerencia aproximativa.
( 26 ) Más de 5.300 ha contabilizado J. Clottes entre los dólmenes del Lot (Clottes 1977) y superan las 80.000 las
halladas en el Languedoc (Barge 1982).


FIG. 5. l.
Colgante óseo; 2. «Brazalete de arquero»; 3 a 19. Cuentas óseas.
b)
Cuentas segmentadas:
Dentro de la industria del adorno personal de Kobeaga nos interesa destacar el conjunto de
cuentas segmentadas, tipo muy conocido en Europa y que, por su importancia, ha merecido la
atención de diversos especialistas. En el recinto vizcaíno se localizaron cinco ejemplares, de
tamaño, morfología, número y profundidad de los segmentos muy variable (Fig. 6 núms. 2 a 4).
Las publicaciones que se han dedicado a su estudio han propuesto distintos organigramas
para su compartimentación en casillas. Así en 1963 Couchard y Arna! ( 27
) establecen una somera tipología para estas cuentas, en relación a las segmentadas del túmulo de La Route Vieille
(Correze). Son tres las categorías que nos ofrecen:
- Cuentas de anillos esféricos.
- Elementos no trabajados separados por surcos perfectamente regulares.
- Elementos irregulares con incisiones éxécutées sans goút, indicio de una decadencia de este
tipo de cuentas.
Para J. Clottes ( 28 ) es posible una clasificación de estos adornos atendiendo al número de sus
surcos o acanaladuras, pero prefiere no desarrollar esta ordenación. Si bien según las técnicas de
fabricación distingue entre:
- l. Surcos apenas marcados que se presentan bajo la forma de trazos a menudo interrumpidos.
- Il. Surcos estrechos (alrededor de un mil'rmetro, más o menos profundos).
- III. Surcos anchos y elementos intermedios más o menos planos.
- IV. Surcos anchos y elementos intermedios más o menos globulares.
- V. Surcos estrechos encabalgados (se chevauchant).
( 27 ) Couchard y Arna! 1963, p. 144.
( 28 ) Clottes 1977, pp. 434-438.
Tampoco H. Barge ( 29 ) se inclina por una excesiva división de las cuentas segmentadas,
agrupándolas en:
- perles arétrécissement médian que se subdividen en cuentas en bobina (o delgadas) y de
Tipo 2 (o espesas);
- perles agorges, es decir, cuentas decoradas por estrías más o menos profundas, que pueden
ser delgadas o espesas, y por su morfología discoideas, cilíndricas, ovoideas tipo 1 y 2 y bicónicas
tipo 2.
Para las existentes en el País Vasco y Alto Valle del Ebro ( 30 ) no hemos querido confeccionar
una minuciosa ordenación tipológica de estos adornos porque, tomando una idea apuntada por
J. Clottes, en matiere d'ornement la variété est presque ilimitée et il serait abusif de multiplier
les subdivisions. ( 31 )
Además, parafraseando al investigador francés, pensamos que ni el número de
incisiones o surcos, ni las técnicas en su fabricación son variables que posean un valor cronológico
particular. ( 32 )
Sin embargo no todos los arqueólogos participan de esta idea, pues para J.
Couchard y J. Arna! habría que diferenciar entre tubes segmentés et [...] perles en bobine simples o
múltiples qui nous paraissent anteriéures ( 33 )
Las primeras serian simple copia ósea de elementos idénticos realizados sobre fayenza, como demostrarían los hallazgos del túmulo de la
Route-Vieille. ( 34 )
Precisamente la posible relación entre ambas materias primas y formas ha sido objeto
de una interesante polémica, donde se defendían principalmente, dos tesis contrapuestas:
- origen oriental de las cuentas en fayenza, tal y como apunta H. Me. Kerrel
( 35 ) : ello supondría que la coincidencia en el tiempo de las cuentas segmentadas en fayenza y hueso no
podría haberse logrado, en Europa, hasta el siglo XV o XIV antes de nuestra era, pues las de fayenza son
propias de la XVIII dinastia egipcia (1567-1320 a. C.), y de la cultura micénica.
( 36 )
- Invención independiente al norte de los Alpes: idea defendida por R. C. Newton y C.
Renfrew ( 37 ), que proponen su encuadre en el Bronce Antiguo.
Por otra parte, la existencia de cuentas segmentadas de hueso en claros contextos del Bronce
Antiguo, hecho denunciado por J. Guilaine y J. Bill para el sureste de Francia y por A. y G.
Gallay en Suiza, ( 38 ) arroja nuevos datos que pueden valorarse de tres formas muy distintas:
- o bien es cierta la teoría de Newton y Renfrew sobre una invención de la fayenza en Europa
ya en el Bronce Antiguo;
- o bien, aceptando la idea de un origen oriental de la fayenza,
deberíamos distinguir entre cuentas en bobina simple o múltiple, y cuentas segmentadas en hueso, directamente relacionadas
con las de esta exótica materia prima, concepto desarrollado por J. Couchard y J. Arna! como ya
hemos apuntado.
- o bien, en tercer lugar, habrá que pensar que las cuentas segmentadas óseas (en un amplio
concepto que incluye a las en bobina) no tienen nada que ver con las de fayenza, estando su
modelo en las cuentas en alambre de cobre en espiral ( 39 ), o simplemente, careciendo de él.
Esta última observación, que es la que para nosotros tiene más visos de ser cierta, fue tímidamente propugnada por G. Delibes
( 40 ) , sin negar con ello rotundamente la existencia de una relación entre la fayenza y cierto tipo de cuentas segmentadas -aunque las óseas eran conocidas con
anterioridad- sobre todo en Inglaterra (civilización de Wessex). ( 41 )
En efecto, si se contrastara en un mapa europeo la distribución de las cuentas segmentadas en fayenza y hueso observaríamos
que cada tipo abarca regiones diferentes ( 42 ) . Así frente a la existencia de cuentas de fayenza en el
litoral atlántico ( 43 ), las de hueso se posicionan y concentran principalmente en el suroeste
europeo ( 44 ) : Ródano, Suiza, Languedoc y Macizo Central. ( 45 )
Los ajuares asociados a nuestras cuentas segmentadas en hueso del País Vasco y el Alto Valle
del Ebro -citadas en la nota 30- nos suministran la siguiente información:
- la industria lítica, en todos los yacimientos donde está presente, posee como componente
algún tipo de punta de flecha de retoque plano cubriente o invasor, si bien los pequeños
fragmentos de Debata de Realengo y Arratiandi nos obligan a tomar ciertas precauciones en nuestras
consideraciones. En las Arnillas se localizan, además, tres microlitos geométricos, incluidos en el
primer horizonte de enterramiento, que, para nosotros, no deben ponerse en relación con la
cuenta segmentada (de la misma tradición que los aretes óseos).
- la industria metálica está representada tanto en Gurpide Sur (punzón) como en Pagobakoitza
(hoja metálica) y Debata de Realengo (pulsera helicoidal). No son, en suma, objetos muy
significativos en su conjunto.
-al conjunto campaniforme pertenecería con bastante posibilidad el botón de perforación en V
y con mayor seguridad la cerámica campaniforme de Pagobakoitza y de las Arnillas, además de
dos grandes botones de perforación en V en este último yacimiento. La cerámica del megalito
burgalés, variada en cuanto a formas, está decorada por finos zig-zags y cordones pseudoexcisos
en las superficies externas y motivos incisos en el interior de los bordes, por lo que su inscripción
en el estilo Ciempozuelos no es discutible. ( 46 )
( 29 ) Barge 1982, p. 52.
( 30 ) Son 14 las cuentas segmentadas o plurisegmentadas descritas en esta demarcación geográfica, al margen
de las cinco de Kobeaga -el mayor grupo- se conoce una en el dolmen de Las Arnillas (Burgos) de tipo bobina
(Delibes, Rojo y Sanz 1986), similar a las dos del megalito de Gurpide Sur (Alava) (Barandiarán 1962) y a la
discutida de la cavidad de Arratiandi (Alava) (Apellániz 1970 y 1973).
Dicha pieza no se conserva en el Museo
Provincial de Arqueología de Alava ni se le conoce representación gráfica en publicación alguna. Dos más
pertenecen al sepulcro de Debata de Realengo (Navarra), del tipo I de Clottes (Aranzadi y Ansoleaga 1918), ouas
tantas, pero más pequeñas, son del recinto funerario de Pagobakoitza (Guipúzcoa) (Aranzadi, Barandiarán y Eguren
1919), restando la hallada en el monumento de Pamplonagañe (Navarra) (Aranzadi y Ansoleaga 1915) (en A!day
1986, p. 222 se comenta sobre su descripción y afiliación).
( 31 ) Clorres 1977, p. 436.
( 32 ) Clottes 1977, pp. 436-437.
( 33 ) Couchard y Ama! 1963, p. 145.
( 34 ) Couchard y Arna! 1963.
( 35 ) Me Kerrel 1972, p. 299.
( 36 ) Clottes 1977, p. 437.
( 37 ) Newton y Renfrew 1970.
( 38 ) Delibes 1983, pp. 139-140.
( 39 ) Galay 1971, p. 116, nota 14. También puede verse a este respecto Delibes 1983, p. 139.
( 40 ) Delibes 1983, p. 139.
( 41 ) Las relaciones Inglaterra-Litoral Atlántico francés entre las cuentas de fayenza han sido denunciada por
Roussot-Larroque (1987, p. 42).
( 42 ) A este respecto puede consultarse el mapa de Couthard y Atnal (1963, p. 145 fig. 14) al que habría
que añadir los nuevos descubrimientos.
( 43 ) La repartition en France des perles en fafence paraít scindée en deux groupes principaux, /'un en
Bretagne, l'autre dans le Midi (Roussot-Larroque 1987, p. 42).
( 44 ) Delibes 1983, pp. 139-140.
( 45 ) Independientemente de la no identificación plena entre las cuentas segmentadas en fayenza y las de hueso,
hay que reconocer, junto a Couchard y Arnal (1963, p. 144) que la distribución de este exótico material revela la existencia de una courant comercial au XIV
sig. cle avant
nótre &re qui unissait la Bretagne et les iles Britanniques, au littoral méditerranéen. Ce courant passait par la route
des plateaUx calcaires de l'ouest du Masszf Central.
( 46 ) Delibes, Rojo y Sanz 1986, p. 34.
Mayor interés ha despertado la cerámica campaniforme del dolmen de
Pagobakoitza, integrada en el estilo h1brido marítimo cardado. Se
presupone que su origen se encuentra en la unión de dos estilos campaniformes, el marltimo -llamado
también internacional o puntillado- y el cardado -cuyos motivos decorativos se logran
a base de impresión de cuerdas-. Actualmente es opinión generalizada que aparece por primera vez en
el sur de Francia o en el valle del Ródano (recordemos que es aquí donde se aglutinan la mayor
parte de las cuentas segmentadas en hueso); que desde esta área alcance el territorio catalán vía
Pirineos Orientales es bastante verosímil ( 47 )
La llegada de esta cerámica al País Vasco pudo hacerse, en igualdad de condiciones, tanto por el' valle del Ebro como por los Pirineos Occidentales,
tesis ésta defendida por Savory. ( 48 )
Ciertos yacimientos holandeses han fechado este tipo de cerámica hacia el 2100 a.C., si bien en su supuesto lugar de origen (sureste francés) debía conocerse
algunos años antes. Recordemos que en el depósito simultáneo de la Atalayuela se han
recuperado dos fragmentos de cerámica campaniforme con decoración puntillada en bandas con
separación por aplique de cuerdas, estando fechada la fosa en el 2170 ± 70 a.C., 2160 ± 60 a.C. y
2110 ± 60 a.C. ( 49 ).
No obstante conviene recordar que la perduración de este estilo cerámico es
de al menos 300 años. ( 50 )
También A. Armendáriz ( 51 ) aboga por unas fechas similares para el
campaniforme cardado (AOC) del País Vasco, concretamente en el último cuarto del III milenio, que
bien pudiera haber entrado por Aquitania. ( 52 )
El hallazgo cerámico de Pagobakoitza ha dejado de ser un hecho aislado, pues además del citado documento de la Atalayuela no podemos olvidar los
fragmentos de los dólmenes de Gorostiarán Este, Larrarte, Trikuaizti y Collado Palomero I
además de los tres fragmentos del túmulo de IL.Cl. de Cotar. ( 53 ).
También cabe la posibilidad de que todo el conjunto del ajuar de Pagobakoitza no perteneciera a un mismo momento, y que lo
campaniforme adquiriera un carácter intrusivo, no siendo las cuentas segmentadas y la cerámica
coincidentes en el tiempo. ( 54 )
En todo caso resulta bastante complejo datar las cuentas segmentadas de nuestra área en un
período concreto:
- al no creerlas derivadas de las de fayenza (desconocido dicho material por nuestros
lares) no estamos atados, para su encuadre cultural, a cualesquiera de las teorías vigentes sobre su origen y
difusión.
- sería de mucho interés conocer el camino de llegada de estos elementos para poder valorar así
su situación cultural: para nosotros la vía de penetración debe de ser nítidamente continental,
excepto para las de las Arnillas, Gurpide Sur y Arratiandi que bien pudieran ser creaciones
independientes, ligadas a los aretes óseos.
Si para el resto de las cuentas segmentadas tenemos en Lérída paralelos importantes, no hemos rastreado hitos intermedios entre este foco y el nuestro, que
pudieran explicar la existencia de una vía al sur de los Pirineos. En favor de su origen continental
habla el ajuar de la cueva sepulcral de Kobeaga, el yacimiento con más cuentas segmentadas: sus
dos cuentas à boule y el botón con perforación en V decorado por puntillado así lo confirmarían.
Estos adornos tienen claros paralelos continentales, hasta el punto de que las cuentas
à boule o à ailettes han sido definidas también como perles aveyronnaises por encontrarse en esta región su
mayor concentración.
( 47 ) Puede consultarse a Savory 1968 y 1973, Harrison 1974, o la puesta al día de Delibes 1983, pp. 140-142.
( 48 ) Savory 1973.
( 49 ) Barandiarán MaestU 1988.
( 50 ) Delibes 1983, p. 142.
( 51 ) Armendáriz 1988, pp. 83-88.
( 52 ) La cerámica campaniforme cordada (AOC) se localiza tanto en el sureste de Aquitania como en el
piedemonte del Pirineo occidental de Francia (megalito de
La Halliade o túmulo du Hare) (Roussot-Larroque 1987, p. 24). Camino que creemos probable para nuestras
cuentas segmentadas y plurisegmentadas.
( 53 ) Ulibarri y Martínez 1987.
( 54 ) En Pagobakoitza y Kobega coinciden, además de las cuentas segmentadas, un hacha
pulimentada.


FIG. 6. 1.
Placa segmentada; 2 a 6. Cuentas segmentadas; 7 a 10 Colgantes óseos.
Nos parece, por tanto, bastante plausible, que la entrada y desarrollo en nuestro territorio de
las cuentas segmentadas de hueso, a tenor de su contextualización con la cerámica campaniforme
de estilo mixto, las cuentas à boule y el botón con perforación en V decorado, tengan lugar a
finales del tercer milenio o inicios del segundo antes de nuestra era.
También en Kobeaga se localizó una placa segmentada (Fig. 6 núm. 1), sobre la que no
hemos encontrado paralelos claros, inspirada en las cuentas segmentadas.
La pieza, que a nuestro entender se halla completa, sin que pueda pensarse en un deteriorado orificio de suspensión,
( 55 ) tal vez sirviera de colgante haciendo pasar un hilo por cualquiera de sus segmentos, si bien
otra funcionalidad puede ser también discutida. ( 56 ).
c)
Cuentas à
boule:
Las llamadas cuentas à boule o à ailettes -tipológicamente colgantes por su perforación
excéntrica- no son muy conocidas en la Península Ibérica, pues además de las dos recuperadas
en Kobeaga (Fig. 7 núms., 8 y 9) sólo tenemos constancia de su presencia en las cuevas
sepulcrales de L'Arbonés (Pradell, Tarragona) y Cau Raboser (Carcaixent, Valencia)
( 57 ), siendo sin embargo muy numerosas en Francia, donde incluso son conocidos como cuentas
à veyroinenses por su abundancia en la región que les presta su nombre.
En 1944 ya fueron sometidos a un primer estudio monográfico por parte de M. R. Sauter.
( 58 )retomado posteriormente por M. Bordeuil59 quien elaboró la primera tipología sobre estos
colgantes, distribuyéndolos en cuatro grupos principales. Dicha ordenación es seguida por J.
Clottes ( 60 ) y superada por H. Barge. ( 61 )
La repartición de estos elementos por Francia abarca numerosos departamentos
( 62 ), pero exceptuando ciertas prolongaciones. la mayor parte de los mismos se
sitúan en el Centro-Oeste de dicho país, desde donde, posiblemente, llegaron al País Vasco.
El encuadre cronológico que se supone a estas piezas ne souffre pas le moindre
doute: en France, elles ont été fabriquées en premier lieu par le Ferrénens du Midi
languedocien... puis ont largement débordé /'aire d'extensión de la civilisation Férrieres...elles apparaissent en
stratigraphique ala phase évoluée du Chalcolithique.. et leur «terminus ad quem» est donné par la
date de 1760 B. C. ± 18063 ·
d)
Colgantes:
Los cinco colgantes planos sobre hueso de Kobeaga (Fig. 5 núm. 1 y Fig. 6 núms. 7 a 10) no
suministran gran información cronológica o cultural, por que este tipo de adorno tiene una
perduración larga en el tiempo.
Están presentes en otros yacimientos cercanos, siendo muy similares
en dimensiones y formas los dos localizados en Obioneta Norte ( 64) , y, sobre todo, los de Peña
Guerra I ( 65 )
El que se localizaran en dos cuadros contiguos y en profundidades muy similares
(a -103, -108, -108, -109 y -116) podría estar indicándonos que estuviéramos frente a elementos
de un adorno compuesto (si bien tipológicamente hay que adscribirlos a la categoría de
colgantes), enfilados entre si.
( 55 ) Apellániz 1966, p. 45.
( 56 ) Tratado este tema con ] . M. Apellániz, en octubre de 1990, nos informa sobre la posibilidad de que
existiera algún paralelo entre esta pieza y seis objetos localizados en el yacimiento checoslovaco de Barkovany
(posibilidad que dejamos abierta y que se basa en las representaciones gráficas contenidas en Müller-Karper, pp.
924).
( 57 ) Vilaseca y Capafons 1967; Marti Oliver y Gil 1978.
( 58 ) Sauter 1944.
( 59 ) Bordeuil 1966. 6° Clottes 1977, pp. 438-441.
( 61 ) Barge 1983. pp. 43 y 44.
( 62 ) Son los departamentos de Alpes-Maritirnes, Ard Cches, Aude,
Aveyron, Correze, Charente, DrOme,
Gard, Hérault, Hautes Alpes, "Jura, LozCre, Lot, Pyrennées Orientales,
Tarn, Tarn-et-Garonne, Var y Vaucluse. Datos tomados de las cuatro publicaciones citadas en las
notas anteriores.
( 63 ) Clottes 1977, p. 441.
( 64 Aranzadi y Barandiarán 1924.
( 65 ) Pérez Arrondo y López de Calle 1986a.

FIG. 7. 1 a .5. Cuentas óseas; 6. Cuentas de
variscita; 7. Botón-V con decoración puntillada; 8 y 9. Cuentas à
boule; 10. Colgante con engrosamiento
central.
e) Colgante con doble perforación (brazalete de arquero):
La placa caliza con una perforación en cada extremo, definida frecuentemente como brazalete
de arquero si bien tipológicamente se describe como colgante con doble perforación
( 66 ), encuentra un paralelo muy cercano en el dolmen alavés de El Sotillo
( 67 ), y más lejano -por sus dimensiones y soporte- en Igaratza Norte.
( 68 )
El contexto material que acompaña al ejemplar de Kobeaga (Fig. 5 núm. 2) ha sido denunciado en otros yacimientos muy similares.
( 66 ) Su definición como brazalete de arquero no elimina otras posibilidades. Siret considera a estos objetos
como afiladores, porque nunca se relacionan con puntas de flecha -es decir, con el hipotético arco- y sí con
elementos metálicos (Pla Ballester 1964. ¿Con esta utilidad hay que identificar las estrías transversales de la pieza
vizcaína?, que, como hemos visto, se repiten en la pieza pulimentada de la cavidad). Por su parte Arribas afirma
que las placas de arcilla y pizarra rectangulares, alisadas en los bordes, con agujeros, pueden considerarse como
placas de guarnición de muñecas en escasísimos casos (Arribas 1959, p. 79).
También se han dado explicaciones de tipo ritual (Cornaigo 1962), y más comúnmente como
colgantes (Clottes 1977, p. 45); Barge (1983, p. 48) los estudia en la categoría de colgantes de perforación
múltiple descentrada, tipo 2.
( 67 ) Barandiarán, Fernández Medrana y Apellániz 1964.
f) Colgante de morfología con engrosamiento central:
La cueva de Kobeaga se caracteriza por contener en su interior materiales arqueológicos
inusuales en recintos funerarios cercanos, uno de ellos es precisamente este elemento, tipológicamente encuadrado como colgante (Fig. 7 núm. 10).
Si no atendiéramos al modo de suspensión hay que admitir que morfológicamente se acerca
mucho a los botones con orificio en V tipo tortuga, aunque esta pieza es de tamaño menor que
los botones franceses ( 69 ), pero no al hallado en la Mina de
Farangortea ( 70 ), y similar al de Peña Guerra. ( 71 )
De hecho, en la memoria de la excavación se le encasilla como botón en tortuga con
perforación vertical ( 72 ).
A pesar de todo no creemos que se trate de un botón de perforación en V
fallido o inacabado -técnica de suspensión conocida en la cavidad- pues en estos modelos el
orificio sigue la delineación longitudinal de la pieza, lo que no es el caso de la pieza que
tratamos aquí, si bien no tenemos demasiadas dudas para afirmar que su inspiración directa se basa
en los famosos botones en tortuga lo que daría pistas para su encuadre cultural.
g) Botón hemisférico con perforación en V y decorado:
En la memoria de excavación de Kobeaga se analiza con mucho cuidado y acierto el único
botón de perforación en V rescatado en la cavidad (Fig. 7 núm. 7). A lo entonces escrito pueden
añadirse otras observaciones fruto de-hallazgos recientes. Este efectivo, junto al de Goldamburu
( 73 ) y el de Ithé ( 74 ), constituyen la concentración más meridional de Europa.
Las particularidades decorativas de los objetos que ahora nos ocupan facilitan enormemente la
búsqueda de paralelos. ( 75 )
Estos botones son conocidos como tipo de Bohemia-Moravia ( 76 ) al
considerarlos genuinos de esta región, desde donde se extendieron por gran parte de Europa:
Alemania del Sur, Lituania, Polonia ( 77 ) , Eslovaquia, Islas Británicas y
Francia. ( 78 )
( 68 ) Aranzadi y Barandiarán 1924.
( 69 ) Barge 1983, p. 170.
( 70 ) Maluquer de Motes 1963.
( 71 ) Pérez Arrondo y López de Calle 1986a.
( 72 ) Apellániz y Nolte 1966, p. 42.
( 73 ) Aranzadi y Barandiarán 1953.
( 74 ) Rigaud 1980 y 1984.
( 75 ) Para Roussot-Larroque es llamativa la cohesión de un estilo decorativo sobre una vasta área de Europa
Central, Islas Británicas, Países Bajos y Península Ibérica, con ciertas variedades regionales. Este motivo puntillado o
inciso no está presente solamente en los botones con perforación en V, sino también en ornamentos sobre oro
-discos- o incluso en agujas de cabeza discoide uneticienses de Bohemia y Moravia (Roussot-Larroque 1987, p.
43 , y debería analizarse también si a este «movimiento» pertenece la cerámica campaniforme decorada mediante
puntillado.
( 76 ) Con este apelativo se designa tanto a los pequeños botones cónicos como a los hemisféricos planos con
decoración puntillada (Arna! 1969, p. 222).
( 77 ) En Polonia la técnica decorativa a base de impresiones puntuales está presente ya en la cultura Pucharow
leykowatych (alrededor del 2900-2700 a.C.), en botones óseos con perforación simple, con anterioridad a su
incorporación a los elementos de perforación en V. Los motivos diseñados ofrecen una amplia gama de posibilidades: así
los dibujos circulares se combinan y complican con cruces, aspas y dientes de lobos, abarcando toda la superficie de
los objetos.
Dicha ornamentación permite la creación de verdaderas obras de arte menor
(Godlowska et alii 1979, p.
290, p. 170) (El concepto de arte menor hace referencia, exclusivamente al soporte, y no a la calidad de la obra, como ha malinterpretado J. l. Vegas (1990, p. 196). A pesar
de que los botones de perforación en V ya son conocidos en la cultura Amfor k:ulisych (entre el 2350 y 2100) no será
hasta el cambio del III al II milenio a.C. que son engalanados con esta decoración, justamente cuando empiezan a
conocerse diferentes variedades morfológicas (hemisféricos, cónicos, ovalados, con una o varias perforaciones en V...).
Convivirá junto a la cerámica con decoración impresa en Mierzeja Kuronska y en Zlota, y con punzones de base
articulada, colgante sobre germinación de canino de ciervo y plaqueta rectangular con perforación-V en sus cuatro ángulos en este mismo yacimiento (Godlowska et a/ti' 1979 y
Machnik et alzi 1978).
( 78 ) Apellániz y Nolte, 1966, pp. 49-52; Treinen 1970, p. 77; Barge y Arna! 1984-1985, p. 70.
El ejemplar geográficamente más cercano a los nuestros se ubica en el País Vasco Francés. Se trata de un botón
hemisférico en hueso de aproximadamente 2 centímetros de diámetro y 0,60 de altura hallado en el
dolmen de Ithé l. Se decora, como el de Goldamburu, mediante un círculo central con seis
púntos impresos y uno perimetral con al menos 19 (la mala conservación del objeto no permite
conocer con exactitud el número de sus impresiones). Junto a él se rescataron varias cuentas de
tonelete en hueso, una adouble gorge ( 79 ), elementos de retoque plano en sílex y un punzón losángico
en mineral. ( 80 )
La relación entre botones hemisféricos de perforación en V con decoración y
cuentas segmentadas, denunciada en lthé 1, se repite en Kobeaga.
Curiosamente en Francia la mayor parte de los paralelos localizados se asientan en la orla
atlántica: dos pertenecen al departamento de Charente Maritime, y tres al de Vendée. El
ejemplar del dolmen de la Pierre Fouqueree (Ardilleres) se conserva tan sólo en su mitad, decorado
por un círculo perimetral de puntos impresos.
En el museo de Cognac-Jay (Saint-Martin-en-Ré, isla de Ré) se guarda otro botón similar, esta vez completo, con un círculo central de siete
impresiones ( 81 )
y otro perimetral con 50, se supone que debería pertenecer al túmulo de
Peu-Pierroux. El hallado en el dolmen de Pierre-Levée (Nieul-sur-L'Autize) se diferencia de los
anteriores en que morfológicamente se asemeja más a los botones de perforación en V dichos en
tortuga que a los hemisféricos.
La mitad conservada es decorada por un círculo exterior de
impresiones. Cercano a él se ubica el dolmen de Pierre-Folle (Thire) ( 82
)
al que pertenecen dos botones semiesféricos decorados, ambos, por un puntillado que dibuja círculos paralelos y perimetrales.
En conjunto, los botones de perforación en V con decoración puntillada parecen tener su
origen en un determinado y uniforme impulso. Para nosotros, las diferencias dimensionales entre
los ejemplares franceses y los vascos (de menor diámetro) no tienen una significación concreta. La
situación costera de todos estos yacimientos (orla atlántica) podría sugerir una hipotética vía
marítima como camino de penetración, si bien Helgouach piensa en un camino a través de los valles
del Rhin y Ródano, pasando por el Midi francés y remontando hacia
Aquitania. ( 83 )
Esta teoría se apoya en el adorno que M. Carriere y J. Clottes localizaron en el dolmen de Pech 1
(Alvignac, Lot). ( 84 )
Se trata de un pequeño botón cónico de 1,9 centímetros de diámetro y 0,84 de altura,
decorado por una depresión central profunda que pudo contener un cabujón y una serie de 24
puntos en la periferia, más una cruz formada por triples impresiones paralelas 8'.
Otros elementos del depósito son las cuentas segmentadas, una espiral de oro y puntas de flecha de sílex. La
pieza se asemeja más a las halladas en Centroeuropa que a las del Oeste francés, y presuponemos
que sirve de unión entre las vascas y las del tipo Bohemia-Moravia. Recordemos que la cuentas
segmentadas también están presentes en Ihté 1 y Kobeaga, y los adornos sobre oro en
lthé 2.
g)
Dentalios:
Los últimos elementos de adorno que quedan por comentar son los 12 dentalios recuperados,
piezas representadas también en San Juan Ante Portam Latinam ( 86 ), Sokilete
( 87 ) y la Peña deMarañón ( 88 ), por citar yacimientos cercanos. Estos objetos no tienen ninguna entidad geográfica o
cronológica ( 89 ), de hecho la tradición sobre su recolección alcanza al menos el Epipaleolítico
( 90 ), y en el País Vasco se asocia con la costumbre de utilizar conchas marinas como colgantes, incluso
por comunidades muy alejadas de la costa.
( 79 ) Rigaud 1980, p. 418.
( 80 ) Rigaud 1984, p. 303
( 81 ) Claude Burnez sólo dibuja cinco incisiones (Burnez, Riquet y Poulain, 1962, fig. III, p. 8).
( 82 ) Joussaume 1976.
( 83 ) L'Helgouach 1984.
( 84 ) Carrieres y Clottes 1970.
( 85 ) Clottes 1977, p. 444. Recordemos que botones con decoración puntillada y motivos cruciformes son bien
conocidos en Polonia.
( 86 ) Arkeoikuska 1986.
( 87 ) Aranzadi y Barandiarán 1953
( 88 ) Beguiristain y Cava 1985.
( 89 ) Clottes 1977, p. 446.
( 90 ) Taborin 1974, p. 161.