RECOPILACIÓN DE DATOS SOBRE EL SANTUARIO DE ESTÍBALIZ.
Por P. J. Novella.
La Basílica de Nuestra Señora de Estíbaliz, por Manuel Díaz de Arcaya, Cronista de Álava. Vitoria, Imprenta Provincial de Álava, 1900. El libro perteneció a Jaime Verástegui.
RESTAURACIÓN DE LA IMAGEN DE ESTÍBALIZ. Grabado. Viaje al País de los Fueros. Año 1879. A finales del siglo XIX, tanto la iglesia de Estíbaliz como la imagen de la Virgen se encontraban en pésimas condiciones de conservación. Puede darnos una idea de su lamentable estado lo escrito por Don Juan Mañé y Flaquer en 1879 en el libro titulado El Oasis (Viaje al País de los Fueros):"La ciudad de Vitoria tiene el patronato de esta iglesia, que poseía pila bautismal y Sacramento, sin embargo de no tener más feligreses que un sacerdote que la servía y un ermitaño que cuidaba de su aseo y limpieza. La fiesta se celebraba el día primero de año y a ella concurría mucha gente de toda la comarca. La imagen de la Virgen que se veneraba en esta iglesia la tenían por patrona los alaveses, y la llevaban desde este templo hasta el campo de Arriaga, cuando la cofradía celebraba en el sus Juntas. Esta imagen bizantina existe mutilada en un altar de la inmediata aldea de Villafranca. Peor suerte le ha cabido al templo que la cobijaba pues lo he encontrado convertido en establo de bueyes. Si algún día los alaveses quieren averiguar las causas de las pérdidas de sus fueros y libertades vengan a preguntárselo a la Virgen de Estíbaliz, y ella, mostrándoles su abandono y las ruinas de su antiguo templo, tal vez les enseñe como los pueblos que se olvidan de su pasado pierden la herencia que de este pasado les viene." La situación de deterioro a que había llegado la iglesia tras su cierre al culto, obligó a trasladar la imagen a la parroquia de Villafranca. J. de Izarza en su Crónica de Estíbaliz (1920) describe también con detalle el estado en que se encontraba la imagen de la Virgen y la restauración llevada a cabo por el escultor Lorenzo Fernández de Viana."A finales del año 1897, cierto día, previamente comisionados, salieron de Vitoria en un landó, el párroco de San Miguel don Emeterio Abechuco, su sobrino, un coadjutor de la misma parroquia, y no recordamos si alguien más; llegaron a Villafranca, se hicieron cargo de la imagen, y la entregaron en Vitoria al inteligente escultor alavés Lorenzo Viana, que a la sazón tenía el taller en los Arquillos, artista competente y sobre todo prudentísimo, acertado y muy estudioso. La imagen de referencia, estaba cubierta, toda ella, con un manto de tela, a excepción solamente de las caras de la Virgen y del niño Jesús. La cabeza de la Virgen era postiza, sujeta al arranque de los hombros por un espigón a modo de cuello, y estaba cubierta con una peluca confeccionada con pelo natural en abundancia. Carecía la citada imagen de sus primitivas manos, que también sustituidas fueron por otras postizas, teniendo en la diestra una manzana. El Niño de la escultura primitiva, al desaparecer también, fue sustituido por un angelito arrancado de algún altar. Estaba sujeto o adosado a la Virgen de manera inverosímil. En resumen, que de la antigua imagen de la Virgen sedente sólo quedaban el cuerpo sentado sobre la típica silla, los brazos y los pies. Bajo el ropaje, apareció sobre su antigua y actual decoración, un amasijo de pintura aldeana, un grosero embadurnado, que con facilidad desapareció. El respaldo estaba decorado por dos grandes esferas doradas y un sencillo dibujo de cuadros negros sobre fondo rojo oscuro. Otro adorno de rasgos estrellados con contorno punteado, formaba el cuello o borde del manto, cerrado por un broche. Dicho manto era dorado, liso, plegado bajo los codos, dentro de la silla, dejando ver entre su abertura, el cuerpo esbelto y brevemente redondeado el talle, y cuyo colorido rojo, sin adorno alguno, bajaba hasta la mitad de la falda rematando una lista negra. Era la falda dorada también, con muy sencillos pliegues, por debajo de la cual, asomaban los dos pies en afilada punta, oblicuos y afilados ambos hacia la base. Hízose por Viana la cabeza coronada, de la imagen, inspirándose el artista no ya en las imágenes de la época, sino en las más próximas del periodo bizantino y bizantino-románico, encajándola maestramente en el cuello que denunciaba el arranque de la primitiva cabeza. Colocáronsele manos nuevas empotradas en los huecos respectivos, de los brazos, dándoles el inocente aspecto y algo violenta posición característica, con la típica flor o granada abierta, en la derecha, y el antebrazo y mano izquierdos un tanto encorvados para sostener al niño, que también se hizo nuevo y correspondiente al estilo; detalles todos que si bien al artista moderno peden infundir tal vez alguna repugnancia o resistencia, por el carácter infantil de este arte mediocre, la razón, la pericia, la necesidad, se imponen a esta resistencia, como le ocurrió a Viana, para dar o imprimir a la obra todo su necesario carácter, complementando perfectamente el estilo de la misma, haciendo una restauración de verdad. La restauración de la obra nueva se hizo siguiendo los vestigios primitivos que aparecieron luego de desaparecido el postizo amasijo de pintura moderna o lo que fuere. Terminada la restauración, a primeros de enero hubo de ser la imagen entregada y poco después reintegrada a su procedencia accidental de Villafranca…" En el año 1901 el Hospital de Santiago, propietario de Estíbaliz, cede la propiedad del santuario al Ayuntamiento de Vitoria y a la Diputación, por un canon anual de 250 pesetas, e inmediatamente se inician las gestiones para la restauración del templo. En el verano del 1904 comenzaron los trabajos, quedando la iglesia abierta al culto en octubre de 1906. El 21 de octubre se organizó una procesión multitudinaria con el fin de trasladar la imagen desde la parroquia de Villafranca al santuario. J. de Izarza Retana lo cuenta en su obra Crónica de Estíbaliz (1920): "Llegó por fin, la mañana del 21, y para las nueve y media se organizó la procesión en la parroquia de Villafranca con la imagen de la Virgen y por el siguiente orden: (viéndose todo el camino engalanado de mástiles y banderas) Chistularis tocando la marcha de San Ignacio, Cruces parroquiales de Argandoña, Villafranca, Matauco y Oreitia, Zurbano, Aberasturi, Junguitu, Elburgo, Añua, Gáceta, Alegría, Arcaute, Cerio, Lubiano, Ullibarri de los Olleros, Villarreal, Trocóniz, Hijona, Erenchun, Eguileta; estandartes de varias congregaciones Marianas inclusive las de Vitoria, Centro de obreros católicos con su estandarte; Crucifijo de talla en madera que perteneció a la basílica, imagen de la Virgen de Estíbaliz, a la que daban guardia los miñones de Álava, señor cura de San Miguel de Vitoria revestido de capa, representaciones oficiales de los Ayuntamientos de Vitoria, Salvatierra, Villarreal, Zuya, Gamboa, Urcabustáiz, Barrundia, Campezo, Apellániz, Lezama, Zalduendo, Aramayona, Elciego, Maestu, Ayala, Añana, Zigoitia, Valdegovía, Amurrio, Salinillas, Bergüenda, Ribera alta, Ribera baja, Peñacerrada, Asparrena, Oquendo, Elburgo, Arceniega, Gauna, Nanclares de la Oca, Arrázua, Llodio, Ullíbarri-Gamboa, Armiñón, Foronda, Alegría, Subijana-Morillas, Iruraiz, Ariñez, Laminoria, Arrastaria, Salcedo, Laguardia, Cuartango; Diputación de Álava,, senador marqués Unzá del Valle, Junta de restauración, Secretario del obispado, etcétera, etcétera. Una vez en Estíbaliz, siendo imposible permanecer todos en el interior del templo, se acuerda que la procesión penetre por la puerta del sur y vaya saliendo por la del oeste. La imagen de la Virgen se colocó en el altar mayor en el ábside central, y poco después fue trasladada a otro altar improvisado al exterior de la iglesia, donde el señor Abechuco ofició la misa mayor. El orfeón del Centro Vasco cantó una misa gregoriana, estando encargado del sermón el párroco de Santa María, don Félix Landa, quien al efecto, después del evangelio ocupó una tribuna levantada a la diestra del altar. A mediodía el restaurante Orbe, sirvió un espléndido banquete a las autoridades.
Postal. La Virgen de Estíbaliz en el pórtico de la iglesia de Villafranca.Firmada a mano por P.L.R. Reverso: sello del fotógrafo Gutiérrez. Por la tarde, a las tres, salió la procesión por la campa; rezóse el Rosario con letanía cantada; predicó Don Asunción Gurruchaga; cantóse solemne Te-Deum, y finalizaron los cultos con la Salve a canto llano. Poco después, las autoridades organizaron un aurresku de honor que se bailó por varias damas con la mayor solemnidad y clasicismo. Actuó la banda de chistularis del municipio.
Postal. La Virgen de Estíbaliz en un altar ante la portada sur. Foto Salinas.Los muchísimos concurrentes a esta memorable fiesta emprendieron el regreso a sus respectivos pueblos llenos de satisfacción."
Heraldo Alavés : Diario independiente de la tarde - Año IV Nº 1119 -23/08/1904.
Postal. La espadaña de Estíbaliz tras la restauración. Año 1906.
Heraldo Alavés : Diario independiente de la tarde: Año VII Nª 1869 - 1907/03/02.
Tarjeta postal. CH. Fecha: 1918. Es la misma fotografía que aparece en la portada del libro de Juan de Esnaola que puede verse en las páginas siguientes. Fotografía de la virgen de Estíbaliz tomada durante los actos de entronización del Sagrado Corazón. Se reproduce también esta fotografía en el Nº 1 de la hoja FLORECILLAS DE ESTÍBALIZ del mes de abril del año 1920.
Reportaje. La Esfera (Madrid. 1914). 31-8-1918, n.º 244, páginas 25 y 26.
Monografía histórica del culto a Santa María de Estíbaliz de Juan de Esnaola, seminarista. Obra laureada en el Certamen de Cultura celebrado en Vitoria-Gasteiz en 1918. Lema: "Más antigua, más injertada en el país que en los suyos la Virgen de Begoña y la de Aránzazu y tan amada ya otra vez" Vitoria-Gasteiz, 1919, Imp., Lib. y Enc. Montepío Diocesano, San Antonio 8 y 10. C. L.
Crónica de Estíbaliz de J. de Izarra Retana (Vitoriano). Año MCMXX. Portada de Mariano de Basterra. Perteneció a don José Miguel Barandiarán. C. L.
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