El uso de la cueva de Arlanpe (Bizkaia) en época tardorromana.*

Cueva de Arlanpe de Vizcaya en época tardorromana.

Late Roman use of Arlanpe cave (Bizkaia).

Enrique Gutiérrez Cuenca - Arqueólogo.    José Ángel Hierro Gárate - Arqueólogo.    Joseba Ríos Garaizar - CENIEH.    Diego Gárate Maidagan - Arkeologi Museoa. 

Asier Gómez Olivencia-Universidad de Cambridge/Centro UCM-ISCIII de Investigación sobre Evolución y Comportamientos Humanos. Diego Arceredillo Alonso-Universidad de Burgos.

Archivo Español de Arqueología 2012, 85, págs. 229-251. ISSN: 0066 6742 doi: 10.3989/aespa.085.012.013.

Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de una licencia de uso y distribución Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional (CC-by 4.0).


* En primer lugar queremos agradecer al resto de componentes del equipo de excavación e investigación de Arlanpe, sin cuyo trabajo desinteresado no se hubiesen podido escribir estas líneas. Las excavaciones de la cueva de Arlanpe han sido posibles gracias a la financiación y colaboración de Bizkaiko Foru Aldundia, Fundación Barandiaran, Gobierno Vasco, Ayuntamiento de Lemoa y Harpea Kultur Elkartea. El análisis de la fauna ha contado con el apoyo de becas de investigación de Eusko Ikaskuntza a AGO y DAA. Gracias también a Aida Gómez por sus comentarios sobre el diente humano. AGO tiene un contrato postdoctoral del Ministerio de Educación (Programa Nacional de Movilidad de Recursos Humanos del Plan Nacional de I+D+I 2008-2011) y también cuenta con el apoyo del Ministerio de Ciencia e Innovación (Proyecto CGL2009-12703-C03-03).



RESUMEN.


En este trabajo se presentan los materiales arqueológicos tardorromanos (siglo IV d.C.) de la cueva de Arlanpe (Lemoa, Bizkaia). Se trata de fragmentos de terra sigillata y de cerámica común romana, vidrios, objetos metálicos, restos de fauna, etc., que fueron encontrados en el interior de dos fosas excavadas en el suelo de la cavidad. Ambas estructuras son interpretadas como “fosas de ofrendas” y se relacionan con algún tipo de ritual mágico-religioso de origen pagano.



SUMMARY.

The late Roman (4th century AD) archaeological materials from Arlanpe cave (Lemoa, Bizkaia) are presented in this paper. They are shards of Samian ware and Roman common pottery, glass fragments, metallic objects, animal remains, etc., which were found inside two pits dug into the ground of the cavity. Both of these structures are interpreted as “offering pits” related to some kind of magical-religious ritual of pagan origin.



1. INTRODUCCIÓN.

El uso de las cuevas en época romana y principalmente en época Bajo Imperial es un fenómeno habitual en el País Vasco y Navarra que ha sido estudiado por diversos investigadores desde la década de 1970 ( 1 ). 


( 1 ) Los investigadores que han abordado la cuestión con una visión más o menos global en trabajos específicos o dedicados a otros temas han sido, entre otros, Apellániz (1973 y 1975), Fernández Posse (1979), López Rodríguez (1985), Esteban Delgado (1990), Armendáriz (1990), L. Gil Zubillaga (1997), García Camino (2002) o Quirós y Alonso (2007-2008).


Aunque la actuación arqueológica iniciada en 2006 en la cueva de Arlanpe no estaba enfocada de una forma concreta a la documentación y análisis de este fenómeno, la entidad de los hallazgos de época romana ha sido suficiente justificación para profundizar en su estudio. 

Lo que en un principio se presentaba como la habitual aparición de materiales romanos en los niveles superficiales, se ha manifestado como la evidencia de diversas actividades realizadas en torno a los siglos IV-V d.C., que podemos reconocer en la excavación de fosas y el depósito en su interior de diversos objetos.

Los resultados obtenidos durante las campañas 2006-2010 permiten trazar una imagen bastante completa de las actividades desarrolladas en la cavidad en época romana y proponer una interpretación de las mismas.

Hemos realizado un estudio detallado del registro presente en la cueva de Arlanpe y sus particularidades, sin perder de vista el contexto regional en el que se inserta. Conjugando ambos puntos de vista, nos proponemos responder a las cuestiones básicas que plantean este tipo de yacimientos: ¿qué uso tienen las cuevas en este periodo? ¿hay una explicación global para éste fenómeno? ¿se utilizaban las cuevas como lugar de hábitat, como refugio o para otro tipo de actividades de carácter simbólico?.

A pesar del inevitable repaso a las propuestas de la historiografía precedente, estábamos convencidos de lo difícil que es ofrecer una explicación global, hemos centrado nuestra atención en tratar de comprender el caso concreto que hemos podido documentar en detalle. 

Entendemos que es el camino necesario para progresar en el estudio de una cuestión en la que generalmente se han buscado hipótesis globales basadas en análisis un tanto superficiales del registro arqueológico, en lugar de profundizar en las características que definen cada yacimiento.



2.
LOCALIZACIÓN Y ACTUACIONES ARQUEOLÓGICAS.

La cueva de Arlanpe es una pequeña cavidad que se abre en la ladera norte del monte Pagotxueta (UTM: 30T x: 519254 y: 4782262, 204 m.s.l.), dominando un ensanchamiento del valle de Arratia en su confluencia con el río Ibaizabal (Figs. 1 y 2).




Figura. 1. Situación de la cueva de Arlanpe.




Figura. 2. Vista exterior de la boca de la cueva de Arlanpe.

Se trata de una cueva de reducidas dimensiones, con una entrada actual de 1,8 x 2 m orientada al N y un desarrollo de 25 m en dirección SE (Fig. 3). 


Figura. 3. Plano de la cueva de Arlanpe, con indicación de las zonas excavadas hasta 2010 y de la ubicación de las fosas.

Hoy en día presenta una escasa actividad hídrica, evidenciando un estado kárstico senil.

El yacimiento fue descubierto por el grupo espeleológico Alegría Club de Amorebieta en 1961 e identificado como un yacimiento del Paleolítico Inferior por J. M. Barandiarán (Marcos Muñoz 1982). 

En esta primera exploración además de objetos paleolíticos se recuperaron algunos fragmentos cerámicos y una fusayola, actualmente depositados en la casa de J. M. Barandiarán (A. Arrizabalaga, com. pers.). 

En 2006 se acometió una primera exploración de la cavidad y una campaña de sondeos que puso de relieve un potencial de las ocupaciones paleolíticas, confirmado en las campañas de excavación desarrolladas entre 2007 y 2011 (Rios et alii 2007; 2008; 2009). 

En la campaña de 2008 y 2009 se excavaron en el sector de la entrada, a unos 12 m de la boca, dos estructuras que alteraban los depósitos paleolíticos y en cuyo interior se recuperó material de época romana.

Además, en las sucesivas campañas de excavación se han localizado algunos materiales de cronología semejante, mezclados con otros paleolíticos, en los sedimentos revueltos por tejones del fondo de la cueva.



3.
ESTRATIGRAFÍA.


Los materiales romanos en posición primaria proceden del sector de la entrada (Fig. 3). 

En este sector se ha excavado una secuencia de seis niveles arqueológicos (I-VI) de cronología paleolítica que aparecen levemente alterados por madrigueras entre la base de los niveles II-III (Solutrense) y el nivel IV (Paleolítico Antiguo). Además, estos niveles están cortados por una fosa-trinchera que discurre de E a O a lo largo de la banda 21 (Fosa N) y por una fosa situada en el cuadrante NE del cuadro K20 (Fosa S).

Los materiales del fondo de la cueva, probablemente en posición secundaria, proceden de los cuadros I28 e I29 (Fig. 3).




3.1.
FOSA N.


Es una fosa-trinchera de planta subcircular que corta los niveles I, II y III y que se extiende de E a O en la banda 21, estando sus límites fuera de los cuadros excavados (Fig. 4).

Figura. 4.
Corte estratigráfico de la Fosa N.


Tiene una profundidad variable de entre 20 y 35 cm. Su relleno está constituido por sedimentos mezclados provenientes de los niveles alterados y abundantes clastos calizos. En los bordes es posible observar algunas lajas calizas de considerables dimensiones. 

Entre los materiales arqueológicos aparecidos en su interior cabe destacar, además de los materiales de cronología romana, la presencia de abundantes restos líticos de tipología paleolítica y restos óseos que podrían pertenecer al mismo periodo. Han aparecido también dos restos humanos, concretamente una vértebra y un molar. 

La presencia de materiales romanos y paleolíticos a distintas alturas del relleno sugiere una amortización casi inmediata de la fosa, que fue rellenada con cascotes superficiales y parte de los sedimentos extraídos en su excavación.



3.2. FOSA S.


Es una fosa de planta subcircular excavada en los sedimentos paleolíticos, cortando los niveles I a IV (Fig. 5).

Figura. 5.
Corte estratigráfico de la Fosa S.


Sus límites se extienden hacia el N, pero se puede estimar un diámetro aproximado de 1 m. En la zona excavada los límites de la fosa son netos, estando el fondo y el borde calzados con lajas de caliza de dimensiones más reducidas que las anteriores, ca. 20 cm. 

El relleno de la fosa está constituido por sedimentos y materiales procedentes de su excavación, entre los que hay algunos restos líticos de tipología paleolítica y restos óseos que podrían pertenecer al mismo periodo, así como clastos calizos. 

Aunque los materiales de cronología romana aparecen a distintas alturas en su interior, estos se concentran especialmente en el fondo (Fig. 6). 

Al igual que en el caso anterior, el tipo de relleno sugiere una rápida amortización de la estructura.





Figura. 6.
El fondo de la fosa S durante su excavación. Las flechas indican la posición del cuchillo de hierro, de un fragmento de TSHT y de un resto de Sus sp.




4.
DATACIÓN ABSOLUTA.


En 2010 se envió a datar por C14 AMS a los laboratorios de BETA un fragmento de costilla de herbívoro de tamaño pequeño recuperado en la Fosa S. La datación obtenida fue 1690±40 BP (Beta-287337), lo que ofrece un resultado al 95,4% de probabilidad de 249-426 cal AD, con la media en torno 335 cal AD. 

El resultado al 68,2% de probabilidad se sitúa en su mayor parte (57,5%) en el intervalo 326-410 cal AD, con la media en torno a 370 cal AD.

Los valores que ofrece el radiocarbono sitúan este episodio de uso en torno a mediados del siglo IV d.C.



5.
RESTOS ÓSEOS.


En las dos estructuras recuperadas hay abundantes restos de fauna. Además de los restos de fauna se han recuperado dos restos humanos en la fosa N. Esta fosa ha sido la que ha proporcionado la mayor cantidad de fauna y, además, presenta la mayor diversidad.

En ambas fosas es evidente la mezcla de materiales de época romana y de materiales prehistóricos, como hemos señalado anteriormente, lo cual nos obliga a mostrar cierta prudencia en la interpretación de este conjunto.

Los restos óseos recuperados en ambas estructuras pudieron tener, al menos, tres orígenes distintos.

Por un lado, los restos de zorro (Vulpes vulpes), lobo (Canis lupus) y oso (Ursus sp.) pueden proceder de los niveles paleolíticos cortados por la fosa, ya que estos animales podrían haber usado la cueva como cubil. 

Es probable que los restos de las otras especies silvestres, como el ciervo (Cervus elaphus), el corzo (Capreolus capreolus), el rebeco (Rupicapra pyrenaica) y la cabra montés (Capra pyrenaica), tengan también como origen los niveles cortados por la fosa, aunque no se pueda descartar algún aporte más reciente. En este caso, es posible que estos animales fuesen cazados por los humanos en el Paleolítico.

En segundo lugar, los restos de mustélidos de la Fosa N, como el tejón (Meles meles), y puede que los de la marta/garduña (Martes sp.), estarían asociados a madrigueras más recientes. El tercer grupo lo constituirían los restos de fauna doméstica aportada en época tardorromana, como sería el caso del ganado vacuno doméstico (Bos taurus) y del cerdo doméstico (Sus scrofa domesticus), así como la costilla de herbívoro datada directamente.

Además de por los dos restos humanos, la fosa N también se diferencia de la fosa S por la presencia de restos de ave. La fosa S, en cambio, preserva tres restos de gran bóvido: una falange proximal, una falange media y un incisivo. Es probable que estos restos pertenezcan a ganado vacuno doméstico (Bos taurus).

Por último, ambas fosas presentan restos de suido.

Uno de los restos de la Fosa S, que apareció en clara asociación espacial con los restos metálicos de esta estructura, es un fragmento de maxilar izquierdo, que preserva la serie P2-M3 (Fig. 7). 




Figura. 7. Maxilar de cerdo (Sus domesticus) y falange proximal y medial de Bos taurus.

El tamaño del M3 encaja bien con la atribución de este maxilar a cerdo doméstico (Payne y Bull 1988).

Algunos de los restos de fauna recuperados en estas estructuras han sido procesados con instrumentos metálicos, tal y como puede observarse en las huellas presentes en algunos fragmentos óseos, especialmente costillas (Fig. 8).




Figura. 8. Huellas de serrado (sup.) y de corte (inf.) realizadas con instrumental metálico.

Este hecho pone en relación directa estos restos de fauna con la ocupación de época romana documentada en la cueva.

Aunque en un principio se planteó la posibilidad de que existiese una relación entre los restos humanos y los materiales de época romana, al menos en el caso del molar esta ha sido descartada, atendiendo a su datación radiocarbónica: la muestra Beta-299200 ofrece como resultado 3430±30 BP, 1920-1750 cal BC al 95,4% de probabilidad. 

Por lo tanto, el diente procede seguramente de un uso funerario de la cueva durante el Bronce Antiguo, documentado también en otros sectores del yacimiento, y su posición dentro de la fosa N debe interpretarse como resultado de la remoción de tierras provocada por propia la excavación y posterior amortización de la fosa.




6.
MATERIALES TARDORROMANOS.


Los materiales arqueológicos de época tardorromana que se han recuperado durante la excavación se describen a continuación, teniendo en cuenta su localización en la cueva: fosa N, fosa S y sector del fondo.


6.1. FOSA N.

6.1.1.
Cerámica común.


Se ha podido reconstruir, a partir de 15 fragmentos, la parte baja de una olla de fondo plano de 120 mm de diámetro, con el pie indicado (Fig. 9: 1). 

Se trata de cerámica modelada a torneta y cocida en ambiente reductor con final oxidante. La superficie del vaso ha sido tratada mediante un alisado grosero y presenta decoración mediante peinado vertical irregular y poco profundo.

Figura. 9.
Cerámica común (1) y TSHT (2 y 3) de la Fosa N.


En época romana y hasta los comienzos de la Tardoantigüedad hay ollas similares que en el País Vasco se corresponden a los tipos 701, 704 y 705 (Martínez 2004; Esteban et alii 2008). 

El tipo 704, que se fecha en los siglos IV y V d.C., aparece con frecuencia en contextos en cueva.



6.1.1.1.
Terra sigillata hispánica tardía (TSHT).


Se han recuperado varios fragmentos que pertenecen a dos cuencos de TSHT. El más completo está representado por cuatro fragmentos que permiten reconstruir un cuenco de la forma 37 tardía B, caracterizada por el reborde en la boca, en este caso de faja plana (Fig. 9: 2). 

Tiene el cuello alto exvasado y el cuerpo abombado, no se ha conservado la parte inferior del vaso. La pasta es de color rosado y el barniz anaranjado, fino y de poca calidad, muy perdido en la parte interior, sobre todo en el borde, parte baja del cuello y cuerpo. 

La decoración es del tipo conocido como “segundo estilo”, con tres círculos concéntricos, los dos exteriores están rellenos con bastoncillos de línea ondulada (3A/4/1) y el interior envuelve líneas en zig-zag (3A/6/3), siguiendo la clasificación de López Rodríguez (1985). 

Fuera de esta composición hay dos pequeños motivos circulares que formarían parte de un motivo separador de la serie de círculos concéntricos, bajo los que discurren dos bandas horizontales lisas.

El otro ejemplar está representado por un único fragmento de pasta de color anaranjado, y barniz anaranjado-rojizo, fino y de poca calidad, probablemente del cuerpo de un vaso de la forma 37 tardía B (Fig. 9: 3) con decoración de círculos concéntricos: un círculo doble relleno con bastoncillos lisos (3A/3/1), siguiendo la clasificación de López Rodríguez (1985); al interior se insinúa otra serie de bastoncillos lisos más espaciados o algún tipo de roseta.

Al exterior del círculo hay un punto (1B/1) o botón circular muy poco marcado, y en la parte superior de la composición una banda horizontal lisa.

La cronología para este tipo de vasos de la forma 37 tardía B con decoración del “segundo estilo” ha sido establecida entre ca. 380 y ca. 510 d.C. (Paz Peralta 2008).

Las características tecnológicas, morfológicas y decorativas de ambos ejemplares permiten suponer que proceden de los alfares del valle del Ebro.




6.1.2. Metales.


En la excavación de esta fosa se recuperaron 68 objetos y fragmentos de objetos metálicos, todos ellos de bronce, a excepción de uno de hierro.

El fragmento más singular de todos pertenece a un objeto de bronce (Fig. 10: 1) con una forma original probablemente circular. La pieza es hueca, ya que está formada por una fina lámina de bronce que ha sido doblada hasta adquirir una sección circular.



Figura. 10.
Objetos metálicos de la Fosa N.


Por su propia configuración y por el tipo de rotura que presenta, compatible con haber sido arrancado de golpe de algún otro objeto al que estaría unido, quizá podría ser identificado con un pequeño tirador o aplique decorativo.

Los más numerosos son varios pequeños fragmentos de chapas, también de cobre. Su principal característica es la endeblez, con un grosor inferior a los 2 mm. Hay algunos ejemplares (Fig. 10: 2, 4 y 13) atravesados por pequeños remaches de cobre de cabeza plana y otro que conserva el orificio en el que iría insertado otro de esos clavos (Fig 10: 8). 

Los restantes (Fig. 10: 6, 11, 12 y 14) son fragmentos lisos de diferentes tamaños, aunque hay uno (Fig. 10: 10) que ha sido doblado hasta adquirir el perfil en U característico de las pletinas o cantoneras. 

La última de estas chapitas (Fig. 10: 3) presenta cuatro orificios para remaches dispuestos en el centro de cada cuadrante en el que podría dividirse su superficie, de forma cuadrangular. Uno de sus lados está fracturado, por lo que el tamaño original de la pieza sería mayor. El lado opuesto a él ha sido recortado en sus dos extremos, confiriéndole una forma muy peculiar.

Consideramos que podría tratarse de una de las hojas de una pequeña bisagra del tipo “de libro”.

Los últimos objetos de cobre recuperados en esta fosa son cuatro pequeños clavos o remaches (Fig. 10: 5, 6, 7 y 9) de sección circular y, en dos de los casos, con cabezas planas. Aunque se encuentran incompletos, el ejemplar mejor conservado permite suponer para todos ellos una longitud máxima de unos 20 mm.

Finalmente, del pequeño objeto de hierro (Fig. 10: 15), muy mal conservado, tiene una longitud cercana a los 30 mm, sección cuadrada y un perfil curvo muy acusado, con un engrosamiento muy llamativo en uno de sus extremos.

Todos estos fragmentos de planchas y clavos de cobre podrían haber formado parte de los refuerzos y ornamentos de una pequeña caja de madera. En el caso de las chapas remachadas y de la pletina, ese carácter ornamental vendría sugerido tanto por su grosor como por el pequeño tamaño de las puntas de los remaches. 

Ese mismo razonamiento puede aplicarse a los pequeños clavos, cuya longitud encajaría bastante bien en las planchas de madera de una pequeña caja o cofre. Los posibles hoja de bisagra y tirador también encontrarían pleno sentido si nos encontrásemos ante los restos metálicos de un recipiente de ese tipo. 

La primera también podría pertenecer a un díptico de madera o porta-tablillas de cera para escritura: piezas con la misma forma, aunque de menor tamaño y con una sola perforación en lugar de cuatro, forman parte de la estructura metálica de uno de esos objetos procedente del yacimiento alavés de Iruña-Veleia (Filloy y Gil 2000: 258, nº 319).

Encontramos un buen paralelo formal para las plaquitas de cobre remachadas en la tumba nº 24 de la necrópolis de época visigoda de Cacera de las Ranas (Aranjuez) (Ardanaz 2000: 50).

En cuanto a los clavos o remaches, casi siempre de hierro, contamos con ejemplos de hallazgos similares en los niveles tardorromanos de cuevas con secuencias de utilización similares a la de Arlanpe.

En Abauntz, cuatro pequeños clavos, tres anillas y un gancho fueron identificados como parte de los elementos metálicos de un arca o mueble de madera (Utrilla 1982: 221). 

Esa misma interpretación se ha dado a 12 pequeños clavos, de los que siete aparecieron juntos en una oquedad estalagmítica, localizados en Goikolau (Basas 1987: 92). 

Clavos similares han sido localizados en Ereñuko Arizti, identificándose como tachuelas de sandalia al aparecer algunos de ellos unidos de tres en tres (Apellániz 1973: 52; 1974: 118 y 120). 

Un único ejemplar de ese mismo tipo se recogió en Cobairada (Apellániz 1973: 91-92). 

En la Grotte du Pylone (Ardengost), en la vertiente norte de los Pirineos, se recogieron varios clavos de pequeño tamaño del mismo tipo, junto a otros objetos de cronología tardorromana (Arrouy et alii 1990: 180 y 183).



6.2. FOSA S.

6.2.1.
Cerámica común.

Se ha recuperado un solo fragmento que corresponde a la parte superior del cuerpo o a la zona del cuello de una vasija modelada a mano o torneta y cocida en ambiente reductor con final reductor. La superficie exterior presenta un peinado vertical fino y regular, bien marcado (Fig. 11: 7). 

La superficie exterior está alisada. Presenta características propias de las ollas de cerámica común romana 701 y 704 (Martínez 2004; Esteban et alii 2008), datadas en torno a los siglos IV-V d.C.




Figura. 11.
Cerámica TSHT (1-6) y cerámica común (7) de la Fosa S.




6.2.1.1.
Terra sigillata hispánica tardía (TSHT).


En esta estructura han aparecido un total de nueve fragmentos de TSHT, que formaban parte, muy probablemente, de dos cuencos.

Al primer recipiente corresponden tres fragmentos que permiten reconstruir la parte superior de un cuenco de TSHT de la forma 37 tardía B (Fig. 11: 1). La pasta es de color rosado y todos los fragmentos tienen las superficies interior y exterior muy erosionadas, seguramente como consecuencia de la acción del agua. El barniz ha desaparecido casi por completo, y solo quedan restos minúsculos que permiten determinar su coloración anaranjada y su baja calidad.

Se han atribuido de forma segura a otro recipiente tres fragmentos decorados que pertenecen al cuerpo de la vasija, y de forma provisional, un fragmento del fondo que conserva el pie, con una pasta y un barniz muy similares a los fragmentos del cuerpo. 

La pasta es de color anaranjado y el barniz es anaranjado-rojizo, fino y de poca calidad, muy perdido en la parte interna. Los fragmentos correspondientes al cuerpo de la vasija (Fig. 11: 2-4) pertenecen seguramente a un vaso de TSHT de la forma 37 tardía B.

Tienen decoración de círculos concéntricos, conformando un círculo doble relleno con bastoncillos lisos (3A/3/1), siguiendo la clasificación de López Rodríguez (1985). Al interior se dibuja un motivo cruciforme formado por arcos de circunferencia, (3B/28). 

El fragmento de fondo (Fig. 11: 5) tiene pie poco desarrollado de sección ligeramente trapezoidal y una banda incisa perimetral. En la base está indicado el característico “anillo hispánico”, habitual en las producciones del valle del Ebro.

Estos recipientes proceden, seguramente, de los alfares del valle del Ebro. La cronología para este tipo de vasos de la forma 37 tardía B con decoración del “segundo estilo” ha sido establecida entre ca. 380 y ca. 510 d.C. (Paz Peralta 2008). 



6.2.2.
Vidrio.


En la Fosa S han aparecido cinco fragmentos de vidrio que, por el aspecto y la coloración que presentan, corresponden casi con seguridad a un mismo recipiente, aunque su reducido tamaño no permite determinar su forma.

Todos los fragmentos tienen decoración en su cara exterior, con diferentes técnicas y motivos. Hay dos fragmentos decorados mediante esmerilado (Fig. 12: 1 y 2), uno presenta dos líneas gruesas horizontales paralelas y parte de una línea gruesa circular realizadas con trazos transversales, mientras que el otro tiene dos bandas horizontales hechas con trazos longitudinales.

Los otros tres fragmentos están decorados mediante incisión (Fig. 12: 3, 4 y 5): uno con dos pequeñas lágrimas talladas, que podrían formar parte de un motivo lineal; otro con una lágrima incisa oblicua y una línea fina; y el tercero con un motivo compuesto por cuatro lágrimas verticales dispuestas en diagonal.

Figura. 12.
Vidrio decorado de la Fosa S.

Además, se ha identificado un fragmento de vidrio soplado transparente incoloro, de forma cóncava, que podría corresponder al fondo de un pequeño El paralelo más próximo de estos fragmentos de vidrio lo encontramos en los recipientes de color verdoso y decoración esmerilada formando motivos geométricos procedentes de Las Ermitas (Araba), fechados en torno a finales del siglo IV d.C. o comienzos del siglo V d.C. (Iriarte 2004). 

También en la cueva de Goikolau se han recuperado fragmentos de recipientes de vidrio soplado verdoso con decoración esmerilada formando líneas, atribuidos a época bajoimperial (Basas 1987). La decoración esmerilada aparece también en recipientes de tipo botella de la Galia mediterránea datados a comienzos del siglo V d.C. (Foy 1995). 

Las lágrimas incisas, quizá formando parte de motivos complejos, aparecen en vidrios del siglo III d.C. de la villa aquitana de Plassac (Foy y Hochuli-Gysel 1995).




6.2.3. Metales.


En la Fosa S se recogieron varios objetos de hierro y de bronce, así como algunos fragmentos no identificables de ese último material.

El más significativo de todos ellos es un útil cortante de hierro (Fig. 13: 1).

Está formado por un mango de sección vagamente cuadrangular con las esquinas muy redondeadas y una hoja de un solo filo, en el extremo opuesto al del mango. Las características de esta última, que no termina en punta y presenta un contorno curvado hacia adentro de forma muy acusada, ponen este útil en estrecha relación con el “cuchillo carnicero” procedente de los niveles del siglo V d.C. del yacimiento madrileño de Tinto Juan de la Cruz ( 2 ) (Barroso et alii 2001: 197, lám. LXXXVIII y 199).


( 2 ) Aunque, en ese caso, en la descripción de la pieza se afirme que la hoja está fracturada y que presentaba un enmangue tubular, lo que, curiosamente, no se corresponde con la representación gráfica publicada.


También se recuperó la parte proximal de un objeto punzante de hierro (Fig. 13: 2), de sección vagamente cuadrangular y que se va convirtiendo en circular según se acerca a la punta, muy marcada. Su característica más destacada es la presencia de un marcado engrosamiento de su cuerpo principal, que comienza a unos 50 mm de la punta y que, tras llegar a un grosor máximo de unos 8 mm, vuelve a estrecharse para dar forma a aquélla. 

Esta curiosa característica hace que lo interpretemos como un stylus o punzón dedicado a la escritura sobre tablillas enceradas. Ese mismo tipo de ensanchamiento, que puede apreciarse en algunos ejemplares también de hierro procedentes del fuerte romano de Newstead (Melrose, Escocia) (Curle 1911: 307-309), conservados en el National Museum of Scotland, sería característico del Tipo 3 de la clasificación de Manning (1985: 85). 

Un tipo de punta muy similar a la de Arlanpe aparece recogida en la clasificación morfológica de Schaltenbrand Obrecht (cit. en Bozi y Feugère 2004: 29).





Figura. 13.
Cuchillo de hierro (1) y punzón de hierro (2), posible stylus, de la Fosa S.


Junto a ellos se recuperaron 10 fragmentos de un pequeño muelle de cobre cuya longitud total no ha podido ser calculada y que estaba compuesto por un único alambre enroscado en espiral. Este, de sección aplanada, formaba espirales de unos 8 mm de diámetro, con un ancho de entre 2,5 y 3 mm en su cara plana y un grosor de 1,5 mm (Fig. 14). 




Figura. 14. Resorte de bronce de la Fosa S.

Tal vez se trate del muelle de una fíbula de cronología tardía, como las recogidas en la clasificación de Mariné (2007: 143).

Completa el conjunto de hallazgos de este material una pequeña plaquita remachada de forma cuadrada, atravesada por un pequeño roblón de sección circular. Creemos que se trata de un pequeño aplique para madera, similar a los de la Fosa N.




6.3. FONDO DE LA CUEVA.

6.3.1.
Cerámica común.


En esta zona ha aparecido un gran fragmento que corresponde a la parte superior de una olla de borde vuelto con el labio engrosado y ligeramente exvasado al exterior (Fig. 15). 



Figura. 15.
Cerámica común del sector del fondo de la cueva.


Esta trabajada a torneta y cocida en ambiente reductor con final oxidante. La superficie del vaso presenta decoración mediante peinado oblicuo poco profundo. La decoración peinada arranca desde la base del cuello y ocupa toda la superficie conservada del cuerpo.

Las características que presenta esta vasija permiten clasificarla dentro del tipo 704 definido para la cerámica común romana del País Vasco (Martínez 2004; Esteban et alii 2008). 

Este tipo se fecha en los siglos IV y V d.C., y aparece con frecuencia en con textos en cueva. Un ejemplar muy similar a éste de Arlanpe se recogió en la cueva de Ereñuko Arizti (Apellániz 1973: fig. 31).




6.3.1.1.
Terra sigillata hispánica tardía (TSHT).


Únicamente se ha recuperado un fragmento de fondo con una banda horizontal que pega con el fondo de TSHT de la Fosa S (Fig. 11: 6). 

Tiene las características propias de las producciones de los siglos IVV d.C. del valle del Ebro.