Estela con iconografía e inscripción celtibéricas procedente de Clunia. ( * )

Clunia - Estela con iconografía e inscripción celtibérica.

Stele with Celtiberian iconography and inscription from Clunia.

Ignacio Simón Cornago ( 1 )  Departamento de Estudios Clásicos, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea.

Joaquín Gorrochategui ( 2 ) Instituto de Ciencias de la Antigüedad, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea.

ISSN: 0066 6742 https://doi.org/10.3989/aespa.091.018.003 Archivo Español de Arqueología 2018, 91, págs. 55-66.

Copyright: © 2018 CSIC. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de una licencia de uso y distribución Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional (CC-by 4.0).


( * ) Este trabajo se incluye en el proyecto de investigación: Hesperia: lenguas, epigrafía y onomástica paleohispánica (FFI2015-63981-C3-1-P) financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España (MINECO) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).

( 1 ) isimoncornago@gmail.com / ORCID iD: https://orcid.org/0000-0001-5995-9599.

( 2 ) joaquin.gorrochategui@ehu.eus / ORCID iD: https://orcid.org/0000-0001-5433-2156.




RESUMEN.

El objetivo del trabajo es publicar una nueva estela celtibérica recuperada en Clunia. Es una pieza que contiene una inscripción celtibérica y la representación de un guerrero, combinación característica de los monumentos procedentes de esta ciudad.

El texto está inscrito en signario celtibérico occidental, presenta redundancia vocálica y, en principio, es compatible con el denominado sistema dual. Se dispone en una única línea de texto delimitada por dos líneas incisas, quizá parte de una cartela.

La lectura propuesta es mukuuroskiimine+ y, aunque no hay interpunciones, lo más plausible es identificar en primero término un nombre personal (Muguros) y un segundo elemento que carece de buenos paralelos. Sobre el epígrafe aparece un infante calzado con botas, pertrechado con grebas y que parece vestir un sagum, con su diestra agarra un astil que porta sobre el hombro y cuyo extremo superior se ha perdido.




SUMMAR.


The goal of the paper is to publish a new Celtiberian stele recovered in Clunia. It is a piece which contains a Celtiberian inscription and the representation of a warrior, a characteristic combination of monuments originating in this city. 

The text is written in Western Celtiberian script, presenting vowel redundancy and, in principle, it is compatible with the so-called dual system of writing. It contains one single line of text delimited by two lines, perhaps part of a cartouche. 

The proposed interpretation is mukuuroskiimine+ and, while there are no interpuncts, it is initially most plausible to identify a personal name (Muguros) and a second element which lacks any good parallels. Above the epigraph there is an infantryman, wearing boots, equipped with greaves and who appears to be dressed in a sagum; in his right hand he is holding a shaft which he is carrying over his shoulder and whose upper end has been lost.



1. HALLAZGO DE LA ESTELA.


Según consta a los responsables de las excavaciones en Clunia, la inscripción fue hallada en Abril de 2010. El guarda del yacimiento la recuperó en la linde de un camino junto al pueblo de Peñalba de Castro y actualmente se conserva en los almacenes del Centro de Interpretación de Clunia. 

Nos informó de su existencia Adelaida Rodríguez, conservadora del Museo Provincial de Burgos, y la autopsia fue realizada el día 28 de julio de 2015 y de nuevo el 23 de marzo de 2016, gracias a la amable colaboración del Dr. Francesc Tuset, director de las excavaciones, y de Gerardo Martínez.

Se trata de una pieza realizada en caliza e incompleta en sus extremos inferior y superior. Conserva los lados originales, cuyas aristas están biseladas; sus dimensiones son (62) cm de altura, 63 cm de anchura y 23 cm de grosor (Fig. 1). 



Figura 1. Nueva estela de Clunia (Fotografía J. Gorrochategui).

Presumiblemente es parte de una estela de formato rectangular, pues parece que su desarrollo era vertical, similar a la de Segio Lougesterico (ERClunia: nº 81) o a ERClunia: anepígrafa C. Difiere tipológicamente de las estelas discoideas, que pueden considerarse el tipo más característico de Clunia en este momento (K.13.1, ERClunia: anepígrafas A y B). 

La cara frontal está alisada, pero presenta gran número de orificios característicos del tipo de caliza con el que está elaborada la pieza. Ligeramente escorado a la derecha se ubica un rectángulo rebajado de 17,5 cm de ancho y que conserva (39,5) cm de altura. En él se sitúa la figura de un hombre estante realizada en bajorrelieve, casi plano. 

En su parte inferior se ubica el campo epigráfico, delimitado por dos líneas de 41,5 cm de longitud y con una altura que oscila entre los 4,5 y 5,5 cm. Formalmente la pieza difiere de las estelas discoideas halladas en Clunia, aunque presenta decoración como aquellas. 

Sin embargo, la articulación entre imagen y texto es más sofisticada que en K.13.1, en la que el epígrafe tiene el aspecto de un grafito y carece de un espacio propio en lo que parece una composición iconográfica previa. En nuestro monumento cada uno de los dos elementos, escritura e imagen, tiene un espacio propio y perfectamente delimitado.



2. LA ICONOGRAFÍA.


La imagen se ubica en un campo rectangular y rebajado, que se conserva incompleto en su extremo superior, aunque no parece que sea mucho lo que se ha perdido, pues la figura humana que acoge se preserva casi en su integridad. También está afectada por un surco, de función desconocida (pero probablemente fruto de su reutilización), que se ha practicado en el dorso del personaje.

Se ha realizado en bajorrelieve, prácticamente plano. Esta técnica también se utiliza en otros monumentos clunienses que pueden considerarse coetáneos o inmediatamente posteriores. Son las ya nombradas estelas discoideas, con representaciones de jinetes, y las dos estelas en las que también aparecen caballeros, pero que responden a otro formato, como la de Segio Lougesterico, con cabecera recta (Simón 2017). 

También puede incluirse en este último tipo un monumento incompleto (ERClunia: nº 100; Fig. 6), de cronología temprana, en cuya cara frontal hay rebajado un espacio rectangular en el que aparece un guerrero de pie que porta lanza y escudo circular; el epígrafe se ubica en el margen superior y, aunque redactado en latín, recoge vocabulario institucional celtibérico (Gorrochategui 2013).

En nuestro monumento también aparece una representación similar a la anterior. Es la figura de perfil de un hombre estante que mira a la derecha (Fig. 2). 



Figura 2.
Nueva estela de Clunia (Dibujo de M. C. Sopena).


En ambos casos se ha representado una pierna delante de la otra, lo que parece ser un recurso para indicar movimiento. Ambos portan un vestido largo que llega hasta las rodillas y que parece de una única pieza. El brazo derecho de nuestro personaje, desproporcionadamente pequeño, surge del ropaje para portar un objeto asido por la mano. 

No se aprecia ninguna manga ni similar, por lo que hay que pensar en una vestimenta abierta. En otras representaciones iconográficas, como las cerámicas numantinas, son habituales los hombres ataviados con túnica corta (Taracena 1954: 277; Wattenberg 1963: lám. IX, X 6-1241, 12-1247, XI 1-1248, 10-1256, y XIX). 

Pero quizá en estas piezas clunienses tenemos figurado el conocido sagum, término que parece de origen céltico y que los autores clásicos emplean para denominar los mantos que empleaban pueblos diversos, entre ellos los celtíberos como afirma Diodoro (V, 33): φοροῦσι δ’ οὗτοι σάγους μέλανας τραχεῖς καὶ παραπλήσιον ἔχοντας τὸ ἔριον ταῖς αἰγείαις θριξίν (edición Loeb) ( 3 ). 

Por su parte, Apiano (Iber. 42) señala sobre los habitantes de Complega: Χρῶνται δὲ διπλοῖς ἱματίοις παχέσιν, ἀντὶ χλαμύδων αὐτὰ περιπορπώμενοι, καὶ τοῦτο σάγον ἡγοῦνται (edición Belles Lettres) ( 4 ).

La cabeza está parcialmente perdida. De lo conservado puede deducirse que era una representación esquemática y con un perfil marcado, como sucede en algunas imágenes numantinas (Wattenberg 1963: lám. X 1-1236, 2-1237, 7-1242, 9-1244, XI 5-1252, XVI 1-1295, y XIX). 

Destacan el prominente mentón y la nariz, mientras que la boca es pequeña; con un círculo ovalado inciso se ha representado la oreja. Con la mano sujeta un astil que se prolonga escasamente en su extremo inferior, aunque lo suficiente como para rebasar la zona rebajada y reservada como campo iconográfico. 

Está apoyado en el hombro del personaje, pero en este punto la piedra está fracturada e impide reconocer de qué objeto se trata. Lo más probable es que fuese una lanza o un venablo, ya que el espacio disponible hace pensar en un arma de astil corto. 

También sobre el hombro porta una lanza el jinete de una de las estelas sin inscripción de Clunia (ERClunia: anepígrafa C), mientras que el infante de ERClunia: nº 100 lleva su lanza empuñada. Sin embargo, el astil de nuestra pieza parece muy corto, con lo que no puede excluirse que fuese otro objeto, quizá un estandarte o un báculo de distinción ( 5 ).


( 3 ) "Llevan unos bastos mantos negros cuya lana es semejante al pelo de las cabras" (traducción de J. J. Torres, Gredos 2004); sobre el sagum, véase Alfaro 1992: 374-375. Sobre la vestimenta en Celtiberia, véase De Sus Giménez 1988 y Barril 2005.

( 4 ) "Usan un grueso manto doble que abrochan todo alrededor a la manera de las clámides y es lo que consideran un sago" (traducción de F. J. Gómez Espelosín, Alianza 2006). Las fuentes literarias documentan cómo los generales romanos exigían a las ciudades la entrega de estos mantos: Pompeyo pidió 9000 a termantinos y numantinos (Diodoro XXXVI, 16,1) y Lúculo 10000 a Intercatia (Apiano, Iber. 54).

( 5 ) En lo que respecta a los báculos de distinción, también interpretados como signa equitum: Lorrio 2010, con la bibliografía anterior.


El hombre está calzado con botas, de las que se han marcado el tacón y el límite de la caña con dos líneas incisas horizontales y paralelas, situadas encima del tobillo. Otra línea incisa recorre el perfil del pie, desde la parte superior del talón hasta la puntera. No parece que represente la suela sino más bien un elemento decorativo como los que aparecen en algunas terracotas podomorfas. 

El conocimiento sobre el calzado celtibérico es mínimo, pues no se han conservado restos materiales y sólo se documenta a través de la iconografía. Es evidente que algunas figuras humanas representadas en las cerámicas de Numancia llevan calzado, aunque no siempre es un extremo fácil de determinar por el esquematismo que caracteriza a estas imágenes. 

Ejemplos seguros son los que lucen dos personajes danzantes con cuernos enfundados en sus brazos, pues tienen unos tacones prominentes y punteras elevadas, en los que, además, una línea marca el límite con la pierna (Wattenberg 1963: lám. X, 1-1236; Romero 1976: fig. 4; 1999: 53). 

Por su parte y, a pesar de su pequeño tamaño, puede comprobarse cómo muchos de los jinetes que aparecen en las monedas celtibéricas calzan botas, de un tipo que se caracteriza por llevar dos tiradores laterales en su extremo superior6, que también aparecen en las propias acuñaciones de Clunia (DCPH II: 253, 2.ª 3). 

También se representa con botas el guerrero que aparece en otra estela del yacimiento de la que ya hemos hablado (ERClunia: nº 100), delimitadas también en ese caso mediante líneas incisas a la altura del tobillo; además —como ya se ha dicho— porta un sayo parecido al de nuestro personaje, aunque lleva un escudo circular y una lanza en ristre (Fig. 6).

Otra fuente de información sobre el calzado la proporcionan los pies de terracota procedentes de ámbito celtibérico (Numancia, Langa de Duero, Arcóbriga y Clunia) y también de la región vaccea (Pintia, Roa y Soto de Medinilla; Wattenberg 1963: 55-56, nº 457- 460, Sanz Mínguez 1997: 330-332, y Alfayé 2009: 362-365, figs. 181-189). 

No siempre es posible determinar si están desnudos o no, pero hay al menos dos ejemplares que con seguridad están calzados, pues los recorren líneas en zig-zag que pudieran representar cordones, las costuras del cuero o bien ser elementos decorativos. 

El más célebre de ellos es el recuperado en Numancia (Fig. 3; Wattenberg 1963: nº 460) y también puede destacarse un ejemplar conservado en el MAN, pero del que se desconoce la procedencia. Estos dos últimos destacan por el hecho de que varias líneas zigzagueantes recorren su superficie, asemejándose a la que aparece en las botas de nuestra figura.



Figura 3. Terracota podomorfa de Numancia (Museo Numantino).

Están también nítidamente marcados, además del calzado, los potentes gemelos; hay que subrayar que se trata de un elemento reiterativo en las esquemáticas representaciones humanas del ámbito celtibérico. 

En ocasiones puede dudarse, por causa precisamente del carácter esquemático de las figuras, si este detalle se debe a que portan grebas, pero parece claro que en la mayor parte de los ejemplos se pretende representar la potencia física ( 7 ).

Finalmente, hay que destacar que las espinillas están protegidas por sendas grebas (Fig. 4). 





Figura 4.
Fotografía de detalle de la estela, en la que puede apreciarse botas y grebas del guerrero (Fotografía J. Gorrochategui).

La representación de las mismas es muy esquemática, pues se reduce a una línea grabada y que nace en la parte posterior del extremo superior de las botas y que en diagonal se prolonga hacia las rodillas. La función de las grebas es proteger las espinillas en los combates cuerpo a cuerpo en los que el enemigo empuña una espada larga o una gran lanza, con las que puede provocar heridas en las piernas y hacer caer a su rival. 

No son adecuadas para las tropas ligeras sino para la infantería de línea que combate en formación cerrada (Quesada 2004: 99), técnica que utilizaron los celtíberos en batallas campales como se desprende de algunos pasajes de la conquista (Quesada 2006: 162-167). 

Grebas de metal se documentan en la Península Ibérica desde el Bronce Final y a lo largo de la primera Edad del Hierro y también en la iconografía de dicho periodo, como la escultura de Elche y el Cerrillo Blanco de Porcuna. Sin embargo, desaparecen a partir del siglo iv a. E. (Farnié y Quesada 2005).

No obstante, las fuentes literarias nos informan del uso de grebas en fechas posteriores. Así lo hace Estrabón (3, 3,6) sobre lo lusitanos y Diodoro (V, 33) en relación a los celtíberos: ὁπλίξονται δέ τινες τῶν Κελτιβήρων Γαλατικοῖς θυρεοῖς κούφοις, τινὲς δὲ κυρτίαις κυκλοτερέσιν ἀσπίδων ἐχούσαις τὰ μεγέθη, καὶ περὶ δὲ τὰς κνήμας τριχίνας εἰλοῦσι κνημῖδας, περὶ δὲ τὰς κεφαλὰς κράνη χαλκᾶ περιτίθενται φοινικοῖς ἠσκημένα λόφοις (edición Loeb) ( 8 ).

Diodoro especifica que se trata de piezas realizadas con material orgánico, por lo que no se han conservado resto alguno de ellas. Sí las tenemos documentadas gracias a la iconografía numantina. En algunas cerámicas no puede determinarse con certeza, de nuevo por su esquematismo, si los personajes representados portan o no grebas ( 9 ). 

Aunque hay un ejemplo incontrovertido que ofrece el conocido como "vaso de los guerreros" (Fig. 5; Wattenberg 1963: nº 1166, lám. XVI 1-1295; Romero 1976: nº 20, fig. 4, 1999). 




Figura 5. Vaso de los guerreros de Numancia (Museo Numantino).

Es una de las más conocidas cerámicas numantinas, célebre por su excepcional iconografía. En ella aparecen dos guerreros afrontados, de cuya panoplia destacan los yelmos con cimeras zoomorfas, los escudos circulares, la piel que parece recubrir a uno de los combatientes, las lanzas y la espada. 

Pero también las grebas, que se representan con notable detalle: colocadas entre las rodillas y las botas, se ajustan mediante cordeles a la pantorrilla y el tobillo y cubren la parte anterior de la pierna (las espinillas), mientras que los gemelos quedan libres ( 10 ). 

Las portan ambos guerreros y es posible que también las llevase un tercer personaje representado en otro fragmento de este vaso que actualmente está perdido ( 11 ).

Las piernas del peón de la ya varias veces citada estela de Licirico (ERClunia, nº 100) están recorridas por sendas líneas dobles rayadas. Su disposición no es idéntica a las grebas de nuestro ejemplar, pero probablemente están representando el mismo objeto, ya que se disponen en paralelo a las espinillas, para curvarse en su extremo (Fig. 6).


Figura 6. Fotografía general y de detalle de la estela de Licirico (Fotografías J. Gorrochategui).

El detalle de las grebas es muy significativo, pues permite caracterizar al personaje de nuestro monumento como un guerrero, ya que, como hemos visto, no es completamente seguro que porte una lanza sobre su hombro. Dicho extremo tiene su relevancia, pues en todos los monumentos coetáneos de la ciudad siempre se representan soldados, vayan a caballo o sean, como en este caso, infantes.


( 6 ) Gimeno 1951: lám. 2. Este extremo puede comprobarse cuando se cuenta con un buen repertorio gráfico, véase por ejemplo el catálogo de la ceca de Segeda elaborado por Gomis 2001: 38, donde son especialmente evidentes en los denarios de la III emisión (Gomis 2001: 155-157).

( 7 ) Wattenberg 1963: lám. X 1-1236, 6-1241, 12-1247, y XI 1-1248, 10-1256. Pudieran ser grebas en el personaje que parece estar disfrazado de caballo (Wattenberg 1963: lám. VI 2-1203; Lorrio 1997: 196) y también están muy marcadas en otro individuo que luce igualmente un peculiar atuendo, pero en ambos casos pudieran formar parte de los disfraces.

( 8 ) "En cuanto a las armas, algunos celtíberos van pertrechados con escudos ligeros como los de los galos, y otros con unos escudos convexos redondos que tienen el tamaño de una aspís; en torno a las piernas envuelven grebas de pelo, y en sus cabezas se ponen yelmos de bronce adornados con penachos purpúreos" (traducción de J. J. Torres, Gredos 2001).

( 9 ) Grebas con pelos parece portar el guerrero de Mosqueruela (Lorrio y Royo 2013: 88).

( 10 ) Hay variaciones significativas sobre estos detalles en los diferentes dibujos que se han publicado de este vaso: Excavaciones en Numancia: lám. XLVIII (dibujo de D. M. A. Álvarez); Taracena 1954: fig. 174; Wattenberg 1963: lám. XVI 1-1295; y Romero 1976: fig. 4.

( 11 ) Documentado por un dibujo de D. M. A. Álvarez, Excavaciones en Numancia: lám. XLVIII. Quizá también se pudieran estar representando unas grebas en un fragmento de cerámica polícroma en el que solo se conservan las piernas de un individuo (Wattenberg 1963: lám. XI 6-7-1253; Romero 1976: fig. 8, nº 19).