Vitoria-Gasteiz Arqueológica.


 
 

ARQUEOLOGÍA DE LOS ESPACIOS AGRARIOS MEDIEVALES EN EL PAÍS VASCO - EUSKADI.


 

HISPANIA. Revista Española de Historia, 2009, vol. LXIX, núm. 233, septiembre-diciembre, págs. 619-652, ISSN: 0018-2141.


JUAN ANTONIO QUIRÓS CASTILLO. Universidad del País Vasco.

Juan Antonio Quirós Castillo es profesor en la Universidad del País Vasco. Dirección para correspondencia: Dpto. Geografía, Prehistoria y Arqueología, C/ F. Tomás y Valiente, s/n, 01006, Vitoria-Gasteiz. E-mail: quiros.castillo@ehu.es

Grupo de Investigación en Arqueología Medieval y Postmedieval. Área de Arqueología.
Universidad del País Vasco, C/ F. Tomás y Valiente s/n, 01006, Vitoria-Gasteiz
,
quiros.castillo@ehu.es

Trabajo realizado en el marco del proyecto de investigación HUM2009-07079 financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia en el ámbito del Plan Nacional de I+D+I titulado «La formación de los paisajes medievales en el Norte Peninsular y en Europa: Agricultura y ganadería los siglos V al XII».

 



RESUMEN

El objetivo de este trabajo es el de analizar, a la luz de los trabajos arqueológicos realizados en los últimos años, las transformaciones de la sociedad rural medieval en el País Vasco. Para ello se presentan y se analizan tres tipos de testimonios arqueológicos principales: los espacios de cultivo (procesos de abonado, espacios aterrazados); las estructuras de almacenaje y las especies cultivadas. A partir de estos registros se realiza una caracterización diacrónica de los paisajes rurales vascos, poniendo el acento sobre el territorio alavés durante los siglos V-XII. Las prácticas agrarias documentadas permiten sostener la existencia de un paisaje bien estructurado en la Alta Edad Media, transformado en el siglo VIII mediante la creación de densas redes de aldeas. Con el cambio de milenio se realizan silos de renta y se produce una reorientación de las actividades productivas en el marco de una lógica social de carácter feudal.

 

THE ARCHAEOLOGY OF MEDIEVAL AGRARIAN SPACES IN THE BASQUE COUNTRY:


The objective of this paper is to analyze the changes undergone by medieval rural societies in the Basque Country on the basis of archaeological digs undertaken in the last few years. Three types of archaeological evidence are presented and discussed: the cultivation spaces (manuring processes, terraced spaces), the storage structures and the species cultivated. These findings allow a diachronic characterization of Basque rural landscapes, with emphasis on the region of Alava during the 5th-12th centuries. The agrarian techniques documented allow us to propose the existence of a well-structured landscape in the Early Middle Ages, which changed in the 8th century due to the creation of dense village networks. Income silos which resulted in a reorientation of production activities in the framework of a feudal-type social system, are found towards the end of the
millennium.

 

1. INTRODUCCIÓN


El estudio de los espacios agrarios medievales del País Vasco cuenta con una tradición de estudios que se remonta a los años 70, cuando J.A. García de Cortazar comenzó a estudiar problemas como la «organización del territorio» y la «sociedad alavesa» a partir de su innovador trabajo sobre el cartulario de San Millán de la Cogolla realizado unos años antes. En dos trabajos fechados en los años 1981 y 1982 se pusieron las bases de los paradigmas que, hasta hace no muchos años, han condicionado la historia social y económica del País Vasco del período medieval antes de la fundación de las villas bajomedievales. En estos trabajos se planteaba como a partir de siglo IX se habría producido una «aculturación» que habría comportado, entre otros efectos, una modificación de las dedicaciones económicas tradicionales basadas en la ganadería y la introducción de una nueva organización del espacio que conduciría a la implantación del feudalismo ( 2 ).

Discípulos suyos, como por ejemplo R. Díaz de Durana en el caso alavés, han trazado a partir de los testimonios escritos síntesis territoriales en los que también se han analizado de forma más o menos directa la organización de los espacios agrarios. En este trabajo se prestó una atención especial al fenómeno de la crisis y las transformaciones que tuvieron lugar en Álava a partir de un estudio muy sistemático de las fuentes relacionadas con las producciones agrarias. Pero no se realizó un análisis de detalle sobre la organización de los espacios productivos ( 3 ).

En los últimos años sí se han producido modificaciones y transformaciones importantes en los planteamientos teóricos y metodológicos a partir de la introducción de nuevas orientaciones y planteamientos. Debemos a Ernesto Pastor ( 4 ), que sigue de cerca algunas de las conclusiones alcanzadas por J.J. Larrea en el cercano territorio navarro y sus propios estudios realizados en Castilla ( 5 ), la introducción en nuestro territorio del concepto del crecimiento agrario altomedieval como punto de partida a partir del cual se produce la formación del feudalismo. Buena parte de la argumentación utilizada, como plantearé más adelante, se basa más en los silencios documentales altomedievales y en las «revelaciones» que aparecen en los textos fechables tras el año mil que en sólidas argumentaciones contrastables ( 6 ). Y aunque se trata de una hipótesis muy sugerente, aún no se puede aceptar tal y como ha sido formulada.

Esta renovación historiográfica coincide con la elaboración de las primeras síntesis de un cierto calado realizadas a partir de los restos materiales sobre la historia medieval del País Vasco. Merece la pena señalar a este propósito el importante trabajo de Iñaki García Camino, que ha logrado sistematizar para buena parte del territorio vizcaíno un registro arqueológico bastante disperso y a la vez complejo, con el fin de trazar una primera síntesis territorial en la que se integran tanto los testimonios escritos como los restos materiales. Precisamente en este trabajo se realiza el primer estudio arqueológico de un espacio agrario, más concretamente en el caso del parcelario de Momoitio ( 7 ). 

En este lugar se excavó una iglesia con un pequeño cementerio construido hacia el año 800 que perduró aproximadamente hasta el 1100. La iglesia, en cambio, ha pervivido hasta la actualidad aunque ha sido transformada en varias ocasiones.

Aunque no se localizaron las estructuras domésticas de la aldea asociada al templo, el análisis morfológico del parcelario dio pie para sugerir la existencia de unidades domésticas próximas a la iglesia debido a la homogeneidad de las parcelas. Por otro lado la excavación de algunas de las campas y las parcelas situadas en su proximidad permitieron verificar, al menos en dos ocasiones, la existencia de terrazas artificiales en la que se identificaron cerámicas de cronología medieval ( 8 ) (zona 1 y zona 5). 

En términos interpretativos, tras haber analizado numerosas evidencias arqueológicas, este autor se suma al paradigma del crecimiento económico que debió desarrollarse «desde finales del siglo VIII, pero sobre todo en los siglos IX y X» ( 9 ), asumiendo de esta manera los planteamientos explícitamente formulados desde la escuela historiográfica antes señalada, y en la que la existencia de un crecimiento agrario en la Alta Edad Media constituye un motor de cambio histórico de gran capacidad explicativa ( 10 ).

Curiosamente, otros trabajos doctorales realizados recientemente en el País Vasco en torno a temáticas tan distintas como la producción de la cerámica o la arquitectura eclesiástica vuelven a abrazar estos planteamientos interpretativos, creemos que basándose más en los silencios que igualmente parece presentar el registro arqueológico de los siglos VI y VII, que en la existencia de sólidos elementos que permitan pensar en transformaciones significativas de las prácticas agrarias en el País Vasco durante la Alta Edad Media ( 11 ).

Desde nuestro punto de vista, la existencia o no de un crecimiento agrario altomedieval en el País Vasco, como en cualquier otro territorio, y el establecimiento de sus posibles implicaciones en términos históricos ha de ser un proceso a demostrar más que un apriorismo asumido de forma acrítica. En segundo lugar, su existencia precisa de una explicación, y sobre todo, de un sujeto social. 

Los especialistas de otras áreas que han abordado esta cuestión se dividen claramente en dos posiciones prácticamente contrapuestas: aquéllos que atribuyen un papel protagonista a la acción espontánea del propio campesinado durante la Alta Edad Media apoyándose en fenómenos como el crecimiento demográfico o la saturación demográfica llevando a cabo procesos de colonización o fundación de nuevos asentamientos sobre los que se basará la construcción de los poderes señoriales ( 12 ); otros, en cambio, prefieren destacar el papel protagonista de élites locales o poderes aristocráticos de vario tipo cuya presencia nunca habría cesado en el curso de la Alta Edad Media habiendo liderado un determinado crecimiento agrario o impulsado una reordenación de los espacios rurales ( 13 ). 

Pero además de los sujetos, es preciso también concretizar en qué consiste este crecimiento. ¿Es de carácter cualitativo o de carácter cuantitativo? ¿supone únicamente un aumento de los espacios cultivados o un cambio de las especies cultivadas? ¿cómo se modifican las prácticas agrarias? ¿se produce un aumento de la ganadería extensiva, como han propuesto algunos autores, o bien de una ganadería estante vinculada a la agricultura? ( 14 ). 

Otro aspecto de la definición de estos problemas consiste en validar y revisar hasta qué punto los siglos VI-VIII pueden seguir siendo caracterizados como un período dominado
por la actividad ganadera (sin soportes documentales adecuados) y cómo se pasa a partir del siglo IX a una economía presidida por la agricultura ( 15 ). Por último, y no menos importante, el «milenarismo» que ha dominado buena parte de la historiografía de los últimos decenios ha llevado a situar el siglo XI como un punto de llegada, integrando en un mismo proceso fenómenos que pueden (y de hecho así ha sido) haberse desarrollado durante siglos.

Teniendo en cuenta todas estas inquietudes, y sabiendo que nadamos contra corriente, se ha iniciado un proyecto de investigación sobre la configuración de los paisajes medievales en el País Vasco con el fin de comprender las transformaciones de las prácticas agrarias. Las bases conceptuales y las herramientas metodológicas que se han ido implementando para desarrollar este proyecto han ido variando a lo largo del tiempo. Si en un primer momento centramos nuestra atención en el denominado estudio del «poblamiento» a partir del estudio de los despoblados, hemos ido evolucionando hacia un estudio más integral de los paisajes, prestando una atención especial al análisis del campesinado.


( 2 ) GARCÍA DE CORTAZAR, J.A., El dominio del monasterio de San Millán de la Cogolla (siglos X-XIII)... Introducción a la historia rural de la Castilla altomedieval, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1969; GARCÍA DE CORTAZAR, J.A., «La organización del territorio en la formación de Álava y Vizcaya en los siglos VIII a fines del XI», en: El hábitat en la historia de Euskadi, Bilbao, Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro, 1981, págs. 133-155; GARCÍA DE CORTAZAR, J.A., «La sociedad alavesa medieval antes de la concesión del fuero de Vitoria», en: Vitoria en la Edad Media, Vitoria, Ayuntamiento de Vitoria, 1982, págs. 89-114. Una valoración historiográfica a escala más amplia se puede consultar en GARCÍA DE CORTAZAR, J.A., MARTÍNEZ SOPENA, P., «Los estudios sobre historia rural de la sociedad medieval hispanocristiana», en: ALFONSO, I., La Historia rural de
las sociedades medievales europeas, Valencia, Universitat de València, 2008, págs. 97-143.

( 3 ) DÍAZ DE DURANA, J.R., Álava en la Baja Edad Media. Crisis, recuperación y transformaciones socioeconómicas (c. 1250-1525), Vitoria, Diputación Foral de Álava, 1986.

( 4 ) PASTOR DÍAZ DE GARAYO, E., «Las transformaciones de los siglos XI y XII. La instauración del feudalismo (la feudalización)», en: De la Romanización a la conquista de Navarra (siglos I-XVI). Historia de Euskalherria. Historia General de los Vascos, Tomo 2, Bilbao, Lur, 2006, págs. 182-247, pág. 213.

( 5 ) LARREA, J.J., La Navarre du IVe au XIIe siècle. Peuplement et sociètè, 1998.

( 6 ) ALFONSO, I., «¿Continuidad y revelación documental o mutación y revolución feudal?», Hispania, 55 (1995), págs. 301-313.

( 7 ) GARCÍA CAMINO, I., Arqueología y poblamiento en Bizkaia, siglos VI-XII. La configuración de la sociedad feudal, Bilbao, Diputación Foral de Bizkaia, 2002, págs. 273-274.

( 8 ) GARCÍA CAMINO, I., Arqueología y poblamiento... , págs. 115-118, Lam. I.

( 9 ) GARCÍA CAMINO, I., Arqueología y poblamiento..., pág. 377.

( 10 ) Ver igualmente GARCÍA CAMINO, I., «La Alta Edad Media en el País Vasco. Siglos VIII-X», en: De la Romanización a la conquista de Navarra (siglos I-XVI). Historia de Euskalherria. Historia General de los Vascos, Tomo 2, Bilbao, Lur, 2006, págs. 116-180, págs. 146 y ss.

( 11 ) SOLAUN, J.L., La cerámica medieval en el País Vasco (siglos VIII-XIII), Sistematización, evolución y distribución, Vitoria, Universidad del Pais Vasco, 2005, pág. 403; SÁNCHEZ ZUFIAURRE, L., Técnicas constructivas altomedievales. Nuevos documentos arqueológicos para el estudio de la Alta Edad Media en Álava, Vitoria, Universidad del País Vasco, 2007, pág. 331. De hecho se asumen como apriorismos explicativos. A este propósito merece la pena recordar que se han formulado propuestas interpretativas alternativas que explicarían procesos como la multiplicación de las iglesias privadas a partir de un determinado período, o la estructuración de sistemas artesanales complejos a partir de los últimos siglos altomedievales sin necesidad de recurrir a un modelo de «crecimiento».

( 12 ) Por ejemplo BONNASSIE, P., Cataluña mil años atrás (siglos X-XI), Barcelona, Crítica, 1988; SALRACH MAES, J.M., La formación del campesinado en el occidente antiguo y medieval. Análisis de los cambios en las condiciones de trabajo desde Roma clásica al feudalismo, Madrid, Síntesis, 1997, pág. 143. Desde otros planteamientos atribuyen igualmente un papel destacado a la acción espontánea del campesinado autores como FRANCOVICH, R., HODGES, R., Villa to village. The transformation of the Roman Countryside in Italy, c. 400-1000, London, Duckworth, 2003.

( 13 ) Por ejemplo RÖSENER, W., I contadini nella storia d'Europa, Roma, Laterza, 1995, pág. 65; desde un planteamiento arqueológico, BROGIOLO, G.P., CHAVARRIA ARNAU, A., Aristocrazie e campagne nell'Occidente da Costantino a Carlo Magno, Firenze, All'insegna del Giglio, 2005.

( 14 ) A escala europea ver HAMEROW, H., Early medieval settlements. The archaeology of rural communities in North-West Europe 400-900, Oxford, Oxford University Press, 2002, pág. 139 y ss. y FOWLER, P., Farming in the first millennium AD. British agriculture between Julius Caesar and William the Conqueror, Cambridge, Cambridge University Press, 2002.

( 15 ) Este paradigma preside muchas síntesis sobre la economía altomedieval, debido tanto a la abundante normativa conservada en las fuentes escritas relativa a la ganadería, como a la importancia otorgada por los análisis paleobotánicos recientes a los fenómenos de la quema y tala de bosques en altura para la creación de espacios de pasto.



2. MARCOS CONCEPTUALES DE LA ARQUEOLOGÍA AGRARIA.


Hace ya más de veinte años, en su importante trabajo sobre la Arqueología Medieval en las afueras del Medievalismo, M. Barceló planteaba cómo el espacio rural debía de ser analizado en toda su complejidad como resultado de la articulación de zonas de asentamiento y del conjunto de áreas en las que tienen lugar los procesos de trabajo necesarios para la reproducción social. Y aunque la Arqueología se había especializado en el estudio de las denominadas «áreas residenciales», era en los campos de cultivo, en los espacios de producción donde era necesario explicar las desigualdades sociales, objetivo último de cualquier investigación histórica de calidad ( 16 ). 

A lo largo de los años este autor, como su equipo, ha profundizado en esta línea llegando a plantear que:

«es la hora de la arqueología refundada, que tenga por objeto principal los campos de trabajo campesinos en todas sus dimensiones sociales para poder llegar a establecer el sentido y las cronologías de la erosión constante de su autonomía (...) La arqueología de las zonas de residencia, para esta cuestión, puede ofrecer a lo sumo imágenes imprecisas del paso de los productos por ellas, de su elaboración cuando ésta se hace en las casa o de su almacenamiento, además de precisar en algunos casos de qué productos se trata. Pero el resto sólo puede ser buscado en los mismos campos donde se desarrollaron los procesos de trabajo» ( 17 ).


Estas poderosas herramientas conceptuales que nos han inspirado a generaciones de estudiosos que pretendíamos superar las meras aproximaciones arqueográficas y explorar toda la potencialidad del registro material, nos han planteado numerosos problemas operativos y sobre todo conceptuales, al menos en lo que se refiere a su aplicación en el estudio de las sociedades feudales.

Ante la carencia de proyectos arqueológicos de un cierto calado (y no me refiero únicamente a una cuestión económica), no se han explorado nuevos caminos y creado nuevas infraestructuras para analizar registros básicos como los bioarqueológicos, que en el caso del estudio de los espacios de producción son absolutamente primordiales. En la actualidad hay muy pocos laboratorios en España que se dediquen a la Arqueobotánica o a la Arqueofauna, y curiosamente todos ellos operan mayoritariamente sobre contextos anteriores a la romanización. Solo en los últimos años se están realizando investigaciones básicas, fundamentales para el conocimiento de la agricultura y la ganadería altomedieval que están proporcionando resultados realmente relevantes para la comprensión de la economía y la sociedad de este período.

De igual manera, los restos materiales del campesinado han permanecido durante mucho tiempo ocultos a las investigaciones arqueológicas sobre las sociedades feudales, que han priorizado otro tipo de elementos de carácter más monumental, redimensionando la monumentalidad de la clásica Arqueología clásica a la medieval. De hecho, el utillaje metodológico disponible y las orientaciones de la investigación no han permitido en los últimos decenios ni siquiera localizar con facilidad las áreas de residencia campesina, de tal manera que contamos con menos de diez años de experiencia en la localización y en la comprensión de las unidades domésticas campesinas.

No obstante, en estos últimos diez años se ha producido una pequeña revolución silenciosa en lo que se refiere a los procedimientos y a los marcos conceptuales de intervención arqueológica en el ámbito de la Arqueología del Campesinado. Al menos en amplias zonas de la Meseta, y adoptando estrategias que en realidad se estaban utilizando desde hace tiempo en otros sectores europeos, han sido las empresas de Arqueología, menos condicionadas por las orejeras teóricas de la Academia, las que han empezado a trabajar en grandes extensiones, desbordando ampliamente el concepto tradicional de yacimiento ( 18 ).

De esta manera hemos pasado de un concepto de Arqueología del paisaje, entendiendo éste como un constructo teórico en el que a partir de aportaciones multi/pluridisciplinares colocábamos al paisaje como objeto de estudio, a una intervención arqueológica del paisaje de carácter integral. Cuando una obra pública o un proceso de urbanización incide sobre grandes superficies y se logran excavar varias hectáreas de forma continua con las estrategias adecuadas se produce un cambio de escala y una nueva percepción del registro arqueológico que permite la construcción de documentos arqueológicos complejos.

Entendemos por registro arqueológico complejo aquél formado por elementos relativamente simples pero que, analizados de forma conjunta, plantean problemas de orden diferente (superior) al que supone la mera adicción de sus partes. A través del uso de estos planteamientos podemos abordar desde una óptica sistémica la comprensión de las estructuras agrarias del pasado, formando parte de un orden social que es el que las explica y les da sentido.

Es desde esta óptica en la que queremos plantear que la que en su día fue una oportuna y necesaria contraposición entre el estudio de las áreas de residencia y los espacios de producción ha dejado de tener sentido desde este planteamiento. Ni los límites entre ambas esferas son tan netos, ni la separación operativa entre los dos ámbitos de estudio es útil para entender la complejidad de los procesos. Además, uno de los aspectos que más suspicacias ha planteado a la hora de analizar los espacios agrarios, esto es, la cronología de los campos de cultivo o las formas de estudiar las variaciones diacrónicas de las estructuras agrarias, se resuelve con mayor facilidad cuando operamos desde la globalidad de los paisajes y la comprensión de los SISTEMAS.

Por otro lado, un planteamiento más integral y globalizante permite abordar problemas de mayor calado. Las tradiciones de estudio europeas llevan años estudiando fenómenos como la relación existente entre la formación de las aldeas concentradas y del sistema de los openfields ( 19 ), la formación de los paisajes agrarios altomedievales a partir de evidencias bioarqueológicas ( 20 ) o la relación entre la afirmación de estas aldeas y la implantación de sistemas de rotación de cultivos y el desarrollo de determinadas prácticas agrarias. Este tipo de preguntas aún no han sido siquiera formuladas en nuestro entorno, pero desde la óptica del estudio extenso del fenómeno aldeano adquieren todo su significado.

Es cierto que los proyectos arqueológicos en áreas extensas que se están desarrollando en los últimos años tampoco llegan a cubrir en toda su extensión (funcional y espacial) la territorialidad aldeana ni la complejidad de espacios como los forestales, los ganaderos o en ocasiones los comunales. Y es igualmente cierto que aún debemos aprender y depurar mucho nuestros instrumentos conceptuales para comprender las lógicas sociales que han modelado el paisaje.

Por todos estos motivos las ideas que expondré a continuación no pueden considerarse más que provisionales a la espera de los numerosos trabajos e investigaciones que tenemos en marcha. Pero creo que se pueden replantear algunos aspectos básicos de las prácticas agrarias medievales.

Un último aspecto importante que hay que formular es la necesidad de integrar en el estudio de los paisajes agrarios la dimensión diacrónica, evitando describir o formular lógicas productivas aparentemente «fosilizadas» que han llegado hasta nuestros días. Este riesgo, que corremos especialmente aquéllos que operamos en despoblados o en ventanas cronológicas que no siempre se extienden hasta nuestros días, puede ser superado mediante la adopción de una aproximación de carácter regresivo, tal y como en su día lo planteó M. Bloch y ha sido desarrollado en varios proyectos arqueológicos ( 21 ). En palabras de Diego Moreno,

«l'archeologia del paesaggio agrario potrebbe consistere nella ricostruzione della sequenza di tutte le diverse utilización che si sono succedute in un sito archeologico, stabilendone i rapporti con le trasformazioni delle strutture agrarie locali in età medievale e post-medievale» ( 22 ).


( 16 ) BARCELÓ, M., KIRCHNER, H., LLURÓ, J.M., MARTÍ, R., TORRES, J.M., Arqueología Medieval. En las afueras del «medievalismo», Barcelona, Crítica, 1988, págs. 196 y ss.

( 17 ) BARCELÓ, M., «Crear, disciplinar y dirigir el desorden. La renta feudal y el control del proceso de trabajo campesino: una propuesta sobre su articulación», Taller d'Història, VI, 2, Valencia, págs. 61-72, pág. 64.

( 18 ) FERNÁNDEZ UGALDE, A., «Metodología para el conocimiento de yacimientos extensos», en: Actas de las primeras jornadas de Patrimonio Arqueológico en la Comunidad de Madrid, Madrid, Comunidad de Madrid, 2001, págs. 39-53.

( 19 ) REYNOLDS, A., Later Anglo-Saxon England. Life and landscape, London, Tempus, 2003, pág. 100.

( 20 ) RIPPON, S., FYPE, R.M., BROWN, A.G., «Beyond villages and Open fields: The origins and development of a Historic landscape characterised by dispersed settlement in South-West England», Medieval Archaeology, 50 (2006), págs. 31-70.

( 21 ) Un ejemplo de aplicación ha sido QUIRÓS CASTILLO, J.A., Archeologia e storia di un castello Apuano: Gorfigliano dal medioevo all'età contemporanea, Florencia, All'insegna del Giglio, 2004.

( 22 ) MORENO, D., Dal documento al terreno. Storia e archeoilogia dei sistemi agro-silvo-pastorali, Bologna, Il Mulino, 1990, pág. 163.


 

3. EJEMPLOS DE ANÁLISIS


En esta ocasión centraremos nuestra atención sobre algunos conjuntos arqueológicos localizados en el territorio alavés que han sido analizados en contextos muy diferentes en los últimos tres años (fig. 1). A través de estos ejemplos intentaremos discutir los problemas que plantea el análisis arqueológico de los espacios de producción agraria.

 

FIGURA 1. MAPA DEL PAÍS VASCO CON LAS PRINCIPALES LOCALIDADES MENCIONADAS EN EL TEXTO.


De forma previa hay que señalar que el estudio arqueológico de los espacios agrarios alaveses cuenta con un condicionante muy importante: las importantes modificaciones de los paisajes rurales que han tenido lugar en los últimos decenios. La concentración parcelaria iniciada en Álava a partir del 1956 en Eguileta, con la consiguiente mecanización de las prácticas agrarias, ha cancelado para siempre indicadores y elementos arqueológicos fundamentales para la comprensión de las prácticas agrarias medievales. El proceso de concentración tuvo un ritmo muy intenso durante los años 60 y 70, de manera que hacia mediados de los 80 se había intervenido en 70 593 Ha, sobre todo en los Valles, la Montaña y en la llanada (tabla 1). En la Llanada alavesa, donde se concentran las evidencias arqueológicas aquí analizadas, se produjo entre los años 1956-1972 una reducción del número de parcelas del 85% y una multiplicación por 6 de las dimensiones medias de cada explotación ( 23 ).

 

TABLA 1. NÚMERO DE PARCELAS Y EXTENSIÓN MEDIA DE LAS MISMAS EN LOS AÑOS 1956 Y 1972 EN ÁLAVA.

 

FIGURA 2. FOTOGRAFÍAS AÉREAS DEL «VUELO AMERICANO» DEL AÑO 1956 Y DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE ÁLAVA (2005) DEL SECTOR DE LA ALDEA DE ZORNOZTEGI (SALVATIERRA), EN EL QUE SE OBSERVA LAS TRANSFORMACIONES EN LA PARCELACIÓN, RED DE CAMINOS Y CURSOS FLUVIALES.

La comparación entre las fotografías aéreas de la Diputación Foral de Álava del año 1932 o del vuelo americano del año 1956 con las realizadas en los últimos decenios muestra hasta qué punto se ha perdido un patrimonio de notable importancia, tanto en lo que se refiere a la distribución parcelaria, como a las redes de caminos, desvíos de regatos y cursos de aguas, pero también en lo que se refiere a la microtoponimia y en general a los mapas mentales con los que las sociedades campesinas han ordenado, construido y percibido el paisaje (fig. 2). Vivimos, además, prácticamente con la última generación que atesora a través de la memoria oral aspectos básicos de los paisajes agrarios antiguos.

Autores como Marco Milanese se han referido a este proceso de recopilación de la memoria oral como una verdadera «Arqueología de emergencia» ( 24 ).

Teniendo en cuenta todos estos elementos, analizaremos en esta ocasión, y por motivos de espacio, únicamente tres temáticas concretas: la Arqueología de los espacios de cultivo; las formas de almacenaje y de tratamiento de los productos agrarios y las prácticas agrarias.



3.1. Los espacios de cultivo


En Álava, como en buena medida de casi todo el Norte Peninsular, la detección y el estudio de los campos de cultivo de época preindustrial se encuentra muy comprometida por las tareas más recientes. Un ámbito privilegiado para el estudio de estos espacios son las aldeas despobladas en las que, con frecuencia, el cambio funcional de las explotaciones o de las dedicaciones ha fosilizado, hasta un cierto punto, los campos de cultivo medievales. Hay que ser, no obstante, bastante prudentes a la hora de analizar este tipo de yacimientos, ya que en principio el despoblamiento de una aldea no comporta el abandono del terrazgo. 

Normalmente se mantiene en uso por parte de los mismos propietarios que se han desplazado a otras aldeas o villas cercanas, aunque en otras ocasiones lo que se produce es una quiebra completa del sistema, especialmente cuando se disgrega la comunidad que avala los usos comunitarios o semicomunitarios de algunos espacios de cultivo, y es entonces posible que se produzcan cambios profundos en los usos y las dedicaciones. En algunos de los despoblados que hemos estudiado que se sitúan en los pies de monte y en las zonas más marginales de la llanada alavesa, se ha podido constatar a través de la documentación escrita de época bajomedieval, moderna y contemporánea, la transformación de espacios de cultivo en espacios de carácter preferentemente ganadero.

A priori, y en términos estrictamente arqueológicos, la detección de los campos de cultivo en lugares donde se ha producido una intensa concentración parcelaria y se han perdido las referencias espaciales se produce a partir del hallazgo en las prospecciones de superficie de aquéllos residuos domésticos que por su carácter no orgánico perduran a lo largo del tiempo. En las parcelas cercanas a los pueblos actuales es fácil localizar cantidades significativas de materiales cerámicos de distintos períodos dispuestos sin formar concentraciones reveladoras, que son claramente indicadoras de estas prácticas de abonado basadas en el aprovechamiento de los residuos domésticos. Es bien conocido, de hecho, la práctica del abonado en las parcelas más cercanas a las viviendas mediante los residuos domésticos. 

Mientras que la mayor parte de estos residuos son orgánicos, y por lo tanto son absorbidos por el terreno, la cerámica es un residuo que no se degrada y se conserva durante mucho tiempo.

Estos off-sites ( 25 ) han sido detectados con frecuencia en las prospecciones realizadas en la llanada alavesa en lugares como Ayala, Quilchano, Elguea, Zalduondo, etc. (fig. 3).

 

FIGURA 3. DISTRIBUCIÓN CUANTITATIVA DE CERÁMICAS DE ÉPOCA MEDIEVAL Y MODERNA EN EL ENTORNO DEL DESPOBLADO DE QUILCHANO (ELBURGO, ÁLAVA), RESULTADO DE LOS PROCESOS DE ABONADO MEDIANTE EL EMPLEO DE RESIDUOS DOMÉSTICOS.

Pero también es significativo señalar que en proximidad de los despoblados medievales suele ser frecuente que los únicos materiales cerámicos hallados resultado de este proceso de abonado pertenezcan a períodos cronológicos muy concretos. Bien porque el proceso de abonado con residuos domésticos se sustituye por el abonado mediante el ganado cuando las unidades domésticas ya no se encuentran cercanas, bien porque --como se ha señalado-- se ha producido un cambio en la dedicación y en la naturaleza de la explotación. Esto se ha podido detectar tanto en despoblados como Quilchano o Ayala, donde en los márgenes de las parcelas donde se encuentran los escombros de las viviendas de la aldea solamente se encuentran cerámicas dispersas sin vidriar, o en el valle de Zaballa.

En este despoblado, que ha sido excavado integralmente, el abandono de la aldea en el siglo XV dio paso a un uso ganadero del espacio hasta mediados del siglo XX, cuando se produjo el desbroce parcial de zonas de pasto arbolado.

Pero estos indicadores, en realidad, poco ayudan a delimitar con precisión la extensión de los espacios cultivados o a comprender la naturaleza de las prácticas agrarias medievales, teniendo en cuenta además que no son sino fragmentos de parcelas definidas en los últimos decenios. Son, de alguna manera, los últimos testimonios de la existencia de campos de cultivo de épocas pasadas. Con todo, comprender su naturaleza y la ubicación de estos campos de cultivo medievales sigue teniendo una importancia clave a la hora de comprender el paisaje aldeano ( 26 ).

Pero más allá de los problemas que presenta la interpretación y el estudio de la dispersión de los residuos domésticos medievales utilizados como abono, una de las aportaciones más importantes que ha proporcionado el estudio integral del fenómeno de los despoblados medievales alaveses ha sido el reconocimiento de espacios de cultivo aterrazados, que en ocasiones se han preservado ya que las pendientes en las que se sitúan son demasiado acusadas para haber sido afectadas por la concentración parcelaria, los suelos en los que han sido realizados son demasiado pobres como para haber sido integrados en la parcelación, o bien porque han sido reconocidos durante los procesos de excavación en áreas extensas.

En realidad, el estudio de los espacios aterrazados ha merecido una cierta atención por los arqueólogos de época histórica en los últimos años, y los trabajos realizados por M. Ruiz del Árbol en la Sierra de Francia o P. Ballesteros en Galicia han permitido definir un instrumental metodológico y unos planteamientos de análisis que sirven de referencia para abordar el estudio de estos terrazgos ( 27 ). 

Más concretamente en la Sierra de Francia se ha podido comprobar la importancia en época romana de los sistemas aterrazados en las zonas de montaña, y en el caso gallego se ha podido demostrar que la construcción de los terrazgos campesinos actuales tuvo lugar durante la Alta Edad Media en el contexto de la creación de redes de aldeas estables que han perdurado hasta nuestros días. En el caso alavés los datos con los que contamos hasta el momento son bastante impactantes. Aunque en la actualidad se está realizando una revisión completa de los 308 despoblados del territorio ( 28 ), hay que constatar que en todos los despoblados en los que hemos realizado intervenciones arqueológicas de una cierta extensión se ha podido constatar la existencia de espacios de cultivo aterrazados fechables con certeza en el período medieval. 

Antes de analizar con detalle algunos de los ejemplos más significativos con los que contamos, es preciso hacer una serie de valoraciones previas. El estudio de las terrazas, como en general de todos los espacios de cultivo, plantea una serie de problemas de orden metodológico:


1. Tal y como han planteado P. Ballesteros, es necesario diferenciar aquéllos bancales creados de forma no intencional o natural o que han sido creados mediante la acumulación continua de diferentes depósitos (terraza intencional progresiva), respecto a las terrazas o bancales realmente construidos mediante la aportación intencional de importantes rellenos por parte de la comunidad campesina con el fin de crear estructuras productivas estables (terraza sistemática o monumental) ( 29 ). 

El reconocimiento y estudio de estas morfologías, que comportan obviamente prácticas sociales muy diferentes, requiere necesariamente la excavación mediante trincheras
perpendiculares a las pendientes de los espacios agrarios y habitados, como instrumento operativo para comprender los procesos formativos de las secuencias estratigráficas y las prácticas agrarias. Contamos ya con una amplia serie de experiencias tanto en Europa como en España en contextos de época histórica suficientemente validados como para comprender la potencialidad y las limitaciones de este tipo de estudios ( 30 ).


2. Un segundo aspecto que hay que considerar es el tipo de estrategia de estudio en el que se sitúa el análisis de los espacios cultivados. Es decir, en los paisajes agrarios del norte peninsular los sistemas de terrazas se presentan como el elemento más visible y/o monumental de los espacios agrarios que podemos reconducir al período medieval o incluso anterior. Esta identidad ha llevado a que en algunas ocasiones fuese necesario o posible analizar este tipo de estructuras de forma aislada del resto del paisaje o tratarlas como un elemento diferenciado del resto de los espacios aldeanos (y en primer lugar de los denominados espacios de residencia). 

Las consecuencias de esta disociación son varias; en primer lugar, en términos de comprensión sistémica del funcionamiento de los procesos de construcción y reconfiguración social del paisaje; en segundo lugar, en términos de datación de las propias terrazas (problema que ha sido al menos parcialmente resuelto en experiencias realizadas en Galicia), y que con frecuencia termina por resolverse en términos de proximidad entre los espacios residenciales y de producción. La intervención integral, combinando el estudio de ambos espacios permite resolver este problema con una cierta facilidad.

Un caso significativo es el del yacimiento romano de Fuente de la Mora (Sierra de Francia, Salamanca), en cuya proximidad se han realizado toda una serie de sondeos cortando las terrazas agrarias en las que se ha podido constatar la existencia de rellenos intencionales en los que eran frecuentes las basuras domésticas producidas por el asentamiento romano ( 31 ).


3. En tercer lugar, es muy importante que logremos avanzar en el desarrollo de protocolos de análisis sistemáticos de los espacios de cultivo a la hora de comprender fenómenos como los procesos formativos de las propias terrazas o las prácticas agrarias que han tenido lugar. Contamos ya con un repertorio de técnicas arqueométricas muy desarrolladas que han demostrado su utilidad a la hora de comprender aspectos básicos de los espacios de cultivo medievales. No obstante, y por toda una serie de circunstancias, aún no se han aplicado de forma sistemática a las terrazas medievales. Sabemos que el estudio de indicadores químicos (N, Ca, K) permite comprender las prácticas de abonado y el empleo de materiales orgánicos como fertilizantes ( 32 ), o que los estudios micromorfológicos permiten analizar tanto los procesos formativos de las terrazas (que no olvidemos que son depósitos secundarios), así como prácticas como el arado, la irrigación, los usos agrarios o ganaderos, los procesos postdeposicionales, etc. ( 33 ). 

Ahora mismo se están experimentando en los terrazgos medievales alaveses este tipo de procedimientos y esperamos poder contar en tiempos relativamente reducidos con resultados.

4. Por último, otro aspecto que hay que tener en cuenta es que hay que crear propuestas y modelos de análisis social de la construcción de los espacios de cultivo en la Edad Media: ¿cómo explicamos que en la Alta o en la Plena Edad Media comunidades aldeanas enteras se coordinen para movilizar centenares de metros cúbicos de tierra con los que crear sistemas de terrazas en las que cultivar cereales? ¿Son procesos «espontáneos» inherentes a las lógicas de las sociedades campesinas o son fenómenos promovidos y estimulados por un poder que precisa la generación de excedentes, la modificación de los espacios de cultivo o la reordenación de las prácticas productivas?.

Teniendo en cuenta todas estas inquietudes, pasaremos ahora a exponer brevemente los registros arqueológicos disponibles actualmente en Álava. Nos centraremos solamente en tres ejemplos concretos, aunque se están analizando otros conjuntos en los que encontramos problemas similares. Ordenaremos en términos cronológicos las evidencias arqueológicas con las que contamos ( 34 ).


( 23 ) RUIZ DE URRESTARAZU, E., GABANA CUESTA, A.G., Espacio y sociedad rural en Álava (1959-1986), Vitoria, Diputación Foral de Álava, 1990, págs. 71-75.

( 24 ) MILANESE, M., «Voci delle cose: fonti orali, archeologia postmedievale, etnoarcheologia», Archeologia Postmedievale, 9 (2005), págs. 11-30.

( 25 ) Los espacialistas denominan off-sites o non sites a aquellas dispersiones de materiales arqueológicos situadas en los campos que no conforman concentraciones significativas (CAMBI, F.,TERRENATO, N., Introduzione all'archeologia dei paesaggi, Roma, Carocci, 1994, págs. 168-174). El hallazgo de materiales arqueológicos en superficie de muchos períodos debido a la mecanización de las tareas agrícolas es el resultado de una intensa actividad de destrucción de depósitos del subsuelo. Durante mucho tiempo se ha pensado que estos materiales indicarían «ruido de fondo» poco significativo. La comprensión de los procesos de abonado mediante el empleo de residuos domésticos producidos en los campos situados en proximidad de las propias viviendas a llevado a una revalorización de este tipo de hallazgos.

( 26 ) Recientemente, en la excavación del despoblado de Guernica (Arrazua-Ubarrundia, Vitoria-Gasteiz), se realizaron siete catas de dos por dos metros en las que se localizaron «puntualmente fragmentos de cerámica torneada vidriada y sin vidriar de factura postmedieval» y estratos en el que se «recogieron escasos restos de cerámica torneada sin vidriar de factura medieval y postmedieval (...) (e incluso uno sin tornear)» (FILLOY, I., «Despoblado de Guernica (Arrazua-Ubarrundia; Vitoria-Gasteiz; Zigoitia)», Arkeoikuska, 06 (2007), pág. 248). Todos los niveles se consideraron como niveles removidos «sin interés arqueológico» porque no se halló «un registro deposicional de carácter arqueológico, ni adscribibles a este yacimiento». Se concluyó entonces que el despoblado se debería de encontrar en las proximidades de esta zona, pero no en el área afectada por las obras. A partir de nuestra experiencia de campo podemos determinar que los arqueólogos que trabajaron en este yacimiento (que no es una excepción), estuvieron excavando campos de cultivo medievales y postmedievales abonados con residuos domésticos. Además, sabemos que en este tipo de yacimientos la proximidad entre los espacios habitados y los campos abonados (visibles a través de este tipo de residuos) es inmediata.

( 27 ) BALLESTEROS ARIAS, P., La arqueología de la gasificación en Galicia 17: El paisaje agrario, Santiago de Compostela, CAPA 18, CSIC, 2003; RUIZ DEL ÁRBOL MORO, M., La arqueología de los espacios cultivados. Terrazas y explotación agraria romana en un área de montaña: la Sierra de Francia (Salamanca), Madrid, CSIC, 2005.

( 28 ) Una síntesis reciente sobre la arqueología de las aldeas alavesas se puede ahora consultar en QUIRÓS CASTILLO, J.A., «Las aldeas altomedievales en el País Vasco», en: QUIRÓS CASTILLO, J.A. (ed.), Archaeology of villages in Early Medieval Ages, Bilbao, Universidad del País Vasco, 2009, págs. 387-405.

( 29 ) BALLESTEROS, P., La arqueología de la gasificación..., pág. 28.

( 30 ) Un ejemplo es el estudio de los paisajes rurales de Anteggi (Génova), MORENO, Del documento al terreno..., págs. 170-180, o el de la sierra de Marina en Badalona, RIERA MORA, S., PALET MARTÍNEZ, J.M., «Una aproximación multidisciplinar a la historia del paisaje mediterráneo: La evolución de los sistemas de terrazas con muros de piedra seca en la sierra de Marina (Badalona, Llano de Barcelona)», en: GARRABOU, R., NAREDO, J.M. (eds.), El paisaje en perspectiva histórica. Formación y transformación del paisaje en el mundo mediterráneo, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 2008, págs. 47-90.

( 31 )  RUIZ DEL ÁRBOL MORO, La arqueología de los espacios cultivados..., págs. 85-96.

( 32 ) RUIZ DEL ÁRBOL MORO, La arqueología de los espacios cultivados..., pág. 99.

( 33 ) COURTY, M.A., GOLDBERG, P., MACPHAIL, R., Soils and micromorphology in Archaeology, Cambridge, Cambridge University Press, 1989, págs. 126-137.

( 34 ) En esta ocasión se realiza una breve presentación de cada uno de los contextos, ya que en la actualidad se están redactando las monografías que recogen de forma exhaustiva los trabajos arqueológicos realizados en estos yacimientos.



 

3.1.1. Aistra.


Hasta el momento los espacios aterrazados más antiguos que hemos detectado en el País Vasco se sitúan en el despoblado de Aistra (Zalduondo). 

Este yacimiento, situado en la llanada oriental alavesa, está siendo excavado en colaboración con la University College of London, y hasta el momento únicamente se ha intervenido en unos 3 500 m2 aproximadamente, aunque se ha evaluado y sondeado un espacio más amplio.

El yacimiento ocupa una plataforma elevada de unas 13 Ha presidida por la ermita altomedieval de San Julián y Santa Basilisa de Aistra (fig. 4).

 

FIGURA 4. VISTA GENERAL DE LAS EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS DEL DESPOBLADO DE AISTRA (ZALDUONDO, ÁLAVA), AGOSTO 2009.

Fotografía de F. Didierjean, Instituto Ausonius (Université Michel de Montaigne- Bordeaux III) y ANR (Agence Nationale pour la Recherche).


La aldea de Aistra fue fundada hacia el siglo VI en proximidad de un yacimiento romano. Sin pretender extendernos demasiado en su secuencia ocupacional, hay que señalar que hasta el momento se han localizado una serie de estructuras semienterradas de planta irregular rellenadas con materiales cerámicos tardorromanos, y algunos silos. La amortización final de estas estructuras tuvo lugar hacia el 665-680 ( 35 ), cuando se construyeron en su proximidad una serie de viviendas realizadas sobre postes o con rozas para el encaje del entramado de las paredes de las construcciones. Los primeros postes debieron de sustituirse una generación después, ya que el relleno de uno de ellos ha podido ser fechado hacia el 680-720 ( 36 ). 

A diferencia de otras aldeas similares excavadas en el País Vasco, estas viviendas fueron reconstruidas en varias ocasiones en el mismo lugar, mostrando la existencia de una notable ordenación y planificación del espacio. Se han logrado identificar al menos tres viviendas; una alargada dividida en tres espacios de unos 110 m2 ; una circular realizada con una roza perimetral y algunos postes centrales; una tercera a forma de barca. Al sur de estas viviendas se ha realizado un amplio cementerio, que fechamos provisionalmente entre los siglos VIII y IX, formado por unas 70 tumbas aproximadamente.

Ya en el siglo X se construyeron al sur de estas estructuras otras viviendas sobre postes y la ermita de San Julián y Santa Basilisa, que todavía se conserva en la actualidad ( 37 ) (fig. 5).

 

FIGURA 5. VISTA DE LAS TERRAZAS AGRARIAS DE AISTRA (ZALDUONDO, ÁLAVA) EN CURSO DE EXCAVACIÓN, FECHADAS ENTRE LOS SIGLOS V-VI.


Unos cincuenta metros hacia el oeste de toda estas estructuras altomedieva les se ha reconocido la existencia de una serie de ocho bancales que tienen unos 7-10 m de anchura y unos 240 m de desarrollo lineal. Los bancales presentan taludes de 45° con alturas inferiores al medio metro. Todo este terrazgo cubre un espacio agrario de poco más de 3 Ha, y se encuentra netamente separado del espacio ocupado por las viviendas. Teniendo en cuenta la escasa pendiente que presenta la ladera y el poco espesor de los suelos, pensamos que estas terrazas han sido realizadas con el fin de construir suelos agrarios dotados de una potencia adecuada para el cultivo cerealícola.

El estudio estratigráfico de las terrazas, que ha sido realizado por el Laboratorio de Arqueoloxia del Paisaje y Formas Culturales de la Universidad de Santiago de Compostela, ha determinado que para su realización se produjo una modificación integral del suelo original. El proceso formativo de estas terrazas fue definido como resultado de un proceso de desmonte de la ladera con relleno sistemático ( 38 ), es decir, sin alterar el grado de pendiente, por lo que se depositó en un mismo momento el sustrato de tierra necesario para la configuración del aterrazamiento de una sola vez. Esta técnica es la que hemos documentado en la mayor parte de los ejemplos que hemos estudiado en los despoblados del País Vasco.

Las excavaciones realizadas en las terrazas han mostrado que pertenecen a momentos diferentes. En el sector cercano a la ermita de San Julián, se han hallado en los rellenos de las terrazas cerámicas esmaltadas, que sugieren que la realización de estos bancales pudo tener lugar hacia los siglos XVII o XVIII.

En cambio, en el sector más alejado de la ermita donde se han excavado cinco de estos bancales, se han obtenido muestras orgánicas en la base de los rellenos de las terrazas para su datación radiocarbónica. Las dataciones realizadas han permitido fechar la colocación de estos rellenos entre los siglos V y VI ( 39 ). 

Podemos concluir, por lo tanto, que estas terrazas fueron realizadas en el mismo momento en el que fundó la primera ocupación medieval del yacimiento.


( 35 ) Datación radiocarbónica de uno de los rellenos de amortización: unidad estratigráfica 527 (DSH 771) 1241 ± 32 BP, 685-874 cal AD (95%).

( 36 ) Datación radiocarbónica de la unidad estratigráfica 514 (DSH 779), 1283 ± 38 BP, 657- 783 cal AD (93%). Una discusión más completa sobre la calibración de estas dataciones
radiocarbónicas y el empleo de la estadística Bayesiana se puede consultar en QUIRÓS CASTILLOJ.A., «Las dataciones radiocarbónicas de yacimientos de época histórica. Problemas y experiencias de análisis en contextos de época medieval», Munibe, en prensa.

( 37 ) Datación de los rellenos de los postes de las viviendas: unidad estratigráfica 149 (DSH 345), 1013±19 BP, 989-1032 cal AC (95%); unidad estratigráfica 144 (DSH 344), 1071±18 BP, 899-919 (18%), 948-1018 (82%) cal AC.

( 38 ) Utilizaremos los criterios de análisis y la terminología definida en BALLESTEROS ARIAS, P., CRIADO BOADO, F. y ANDRADE, J.M., «Formas y fechas de un paisaje agrario de época medieval: A Cidade da Cultura en Santiago de Compostela», Arqueología Espacial, 26 (2006), págs. 193-226, pág. 210.

( 39 ) Datación radiocarbónica del relleno de la terraza 3 (DSH783) 1568±31 BP, 421-559 Cal AC (95%).