ARQUEOLOGÍA
DE LOS ESPACIOS AGRARIOS MEDIEVALES EN EL PAÍS VASCO - EUSKADI.
HISPANIA. Revista Española de Historia, 2009, vol. LXIX,
núm. 233, septiembre-diciembre, págs. 619-652, ISSN: 0018-2141.
JUAN ANTONIO QUIRÓS CASTILLO. Universidad del País Vasco.
Juan Antonio Quirós Castillo es profesor en la Universidad del País Vasco. Dirección para
correspondencia: Dpto. Geografía, Prehistoria y Arqueología, C/ F. Tomás y Valiente, s/n, 01006,
Vitoria-Gasteiz. E-mail:
quiros.castillo@ehu.es
Grupo de Investigación en Arqueología Medieval y Postmedieval. Área de Arqueología.
Universidad del País Vasco, C/ F. Tomás y Valiente s/n, 01006,
Vitoria-Gasteiz,
quiros.castillo@ehu.es
Trabajo realizado en el marco del proyecto de investigación HUM2009-07079 financiado por el
Ministerio de Educación y Ciencia en el ámbito del Plan Nacional de I+D+I titulado «La
formación de los paisajes medievales en el Norte Peninsular y en Europa: Agricultura y ganadería
los siglos V al XII».
RESUMEN
El objetivo de este trabajo es el de analizar, a la luz de los trabajos arqueológicos
realizados en los últimos años, las transformaciones de la sociedad rural medieval
en el País Vasco. Para ello se presentan y se analizan tres tipos de testimonios
arqueológicos principales: los espacios de cultivo (procesos de abonado, espacios
aterrazados); las estructuras de almacenaje y las especies cultivadas. A partir de estos
registros se realiza una caracterización diacrónica de los paisajes rurales vascos,
poniendo el acento sobre el territorio alavés durante los siglos V-XII. Las prácticas
agrarias documentadas permiten sostener la existencia de un paisaje bien
estructurado en la Alta Edad Media, transformado en el siglo VIII mediante la creación
de densas redes de aldeas. Con el cambio de milenio se realizan silos de renta y se
produce una reorientación de las actividades productivas en el marco de una lógica
social de carácter feudal.
THE ARCHAEOLOGY OF MEDIEVAL AGRARIAN SPACES IN THE BASQUE COUNTRY:
The objective of this paper is to analyze the changes undergone by medieval rural
societies in the Basque Country on the basis of archaeological digs undertaken in
the last few years. Three types of archaeological evidence are presented and
discussed: the cultivation spaces (manuring processes, terraced spaces), the storage
structures and the species cultivated. These findings allow a diachronic
characterization of Basque rural landscapes, with emphasis on the region of Alava
during the 5th-12th centuries. The agrarian techniques documented allow us to
propose the existence of a well-structured landscape in the Early Middle
Ages, which changed in the 8th century due to the creation of dense village
networks. Income silos which resulted in a reorientation of production activities in the
framework of a feudal-type social system, are found towards the end of the
millennium.
1. INTRODUCCIÓN
El estudio de los espacios agrarios medievales del País Vasco cuenta con
una tradición de estudios que se remonta a los años 70, cuando J.A. García de
Cortazar comenzó a estudiar problemas como la «organización del territorio» y
la «sociedad alavesa» a partir de su innovador trabajo sobre el cartulario de San
Millán de la Cogolla realizado unos años antes. En dos trabajos fechados en los
años 1981 y 1982 se pusieron las bases de los paradigmas que, hasta hace no
muchos años, han condicionado la historia social y económica del País Vasco
del período medieval antes de la fundación de las villas
bajomedievales. En estos trabajos se planteaba como a partir de siglo IX se habría producido una
«aculturación» que habría comportado, entre otros efectos, una modificación
de las dedicaciones económicas tradicionales basadas en la ganadería y la
introducción de una nueva organización del espacio que conduciría a la
implantación del feudalismo ( 2 ).
Discípulos suyos, como por ejemplo R. Díaz de Durana en el caso alavés,
han trazado a partir de los testimonios escritos síntesis territoriales en los que
también se han analizado de forma más o menos directa la organización de los
espacios agrarios. En este trabajo se prestó una atención especial al fenómeno
de la crisis y las transformaciones que tuvieron lugar en Álava a partir de un
estudio muy sistemático de las fuentes relacionadas con las producciones
agrarias. Pero no se realizó un análisis de detalle sobre la organización de los
espacios productivos ( 3 ).
En los últimos años sí se han producido modificaciones y transformaciones
importantes en los planteamientos teóricos y metodológicos a partir de la
introducción de nuevas orientaciones y planteamientos. Debemos a Ernesto
Pastor ( 4 ), que sigue de cerca algunas de las conclusiones alcanzadas por
J.J. Larrea en el cercano territorio navarro y sus propios estudios realizados en
Castilla ( 5 ), la
introducción en nuestro territorio del concepto del crecimiento agrario
altomedieval como punto de partida a partir del cual se produce la formación del
feudalismo. Buena parte de la argumentación utilizada, como plantearé más
adelante, se basa más en los silencios documentales altomedievales y en las
«revelaciones» que aparecen en los textos fechables tras el año mil que en sólidas argumentaciones
contrastables ( 6 ). Y aunque se trata de una hipótesis muy
sugerente, aún no se puede aceptar tal y como ha sido formulada.
Esta renovación historiográfica coincide con la elaboración de las primeras
síntesis de un cierto calado realizadas a partir de los restos materiales sobre la
historia medieval del País Vasco. Merece la pena señalar a este propósito el
importante trabajo de Iñaki García Camino, que ha logrado sistematizar para
buena parte del territorio vizcaíno un registro arqueológico bastante disperso y
a la vez complejo, con el fin de trazar una primera síntesis territorial en la que
se integran tanto los testimonios escritos como los restos materiales.
Precisamente en este trabajo se realiza el primer estudio arqueológico de un espacio
agrario, más concretamente en el caso del parcelario de Momoitio ( 7 ).
En este lugar se excavó una iglesia con un pequeño cementerio construido hacia el año
800 que perduró aproximadamente hasta el 1100. La iglesia, en cambio, ha
pervivido hasta la actualidad aunque ha sido transformada en varias ocasiones.
Aunque no se localizaron las estructuras domésticas de la aldea asociada al
templo, el análisis morfológico del parcelario dio pie para sugerir la existencia
de unidades domésticas próximas a la iglesia debido a la homogeneidad de las
parcelas. Por otro lado la excavación de algunas de las campas y las parcelas
situadas en su proximidad permitieron verificar, al menos en dos ocasiones, la
existencia de terrazas artificiales en la que se identificaron cerámicas de
cronología medieval ( 8 ) (zona 1 y zona 5).
En términos interpretativos, tras haber
analizado numerosas evidencias arqueológicas, este autor se suma al paradigma del
crecimiento económico que debió desarrollarse «desde finales del siglo VIII,
pero sobre todo en los siglos IX y X» ( 9 ), asumiendo de esta manera los
planteamientos explícitamente formulados desde la escuela historiográfica antes señalada, y en la que la existencia de un crecimiento agrario en la Alta Edad Media
constituye un motor de cambio histórico de gran capacidad explicativa (
10 ).
Curiosamente, otros trabajos doctorales realizados recientemente en el País
Vasco en torno a temáticas tan distintas como la producción de la cerámica o la
arquitectura eclesiástica vuelven a abrazar estos planteamientos interpretativos,
creemos que basándose más en los silencios que igualmente parece presentar el
registro arqueológico de los siglos VI y VII, que en la existencia de sólidos
elementos que permitan pensar en transformaciones significativas de las prácticas agrarias en el País Vasco durante la Alta Edad
Media ( 11 ).
Desde nuestro punto de vista, la existencia o no de un crecimiento agrario
altomedieval en el País Vasco, como en cualquier otro territorio, y el
establecimiento de sus posibles implicaciones en términos históricos ha de ser un
proceso a demostrar más que un apriorismo asumido de forma acrítica. En
segundo lugar, su existencia precisa de una explicación, y sobre todo, de un sujeto
social.
Los especialistas de otras áreas que han abordado esta cuestión se
dividen claramente en dos posiciones prácticamente contrapuestas: aquéllos que
atribuyen un papel protagonista a la acción espontánea del propio
campesinado durante la Alta Edad Media apoyándose en fenómenos como el crecimiento
demográfico o la saturación demográfica llevando a cabo procesos de
colonización o fundación de nuevos asentamientos sobre los que se basará la
construcción de los poderes señoriales ( 12 ); otros, en cambio, prefieren destacar el papel
protagonista de élites locales o poderes aristocráticos de vario tipo cuya
presencia nunca habría cesado en el curso de la Alta Edad Media habiendo liderado
un determinado crecimiento agrario o impulsado una reordenación de los
espacios rurales ( 13 ).
Pero además de los sujetos, es preciso también concretizar en qué
consiste este crecimiento. ¿Es de carácter cualitativo o de carácter cuantitativo?
¿supone únicamente un aumento de los espacios cultivados o un cambio de las
especies cultivadas? ¿cómo se modifican las prácticas agrarias? ¿se produce un
aumento de la ganadería extensiva, como han propuesto algunos autores, o
bien de una ganadería estante vinculada a la agricultura? ( 14 ).
Otro aspecto de la
definición de estos problemas consiste en validar y revisar hasta qué punto los
siglos VI-VIII pueden seguir siendo caracterizados como un período dominado
por la actividad ganadera (sin soportes documentales adecuados) y cómo se
pasa a partir del siglo IX a una economía presidida por la agricultura
( 15 ). Por último, y no menos importante, el «milenarismo» que ha dominado buena
parte de la historiografía de los últimos decenios ha llevado a situar el siglo XI
como un punto de llegada, integrando en un mismo proceso fenómenos que pueden (y de hecho así ha sido) haberse desarrollado durante siglos.
Teniendo en cuenta todas estas inquietudes, y sabiendo que nadamos contra
corriente, se ha iniciado un proyecto de investigación sobre la configuración de
los paisajes medievales en el País Vasco con el fin de comprender las
transformaciones de las prácticas agrarias. Las bases conceptuales y las herramientas
metodológicas que se han ido implementando para desarrollar este proyecto han
ido variando a lo largo del tiempo. Si en un primer momento centramos nuestra
atención en el denominado estudio del «poblamiento» a partir del estudio de los
despoblados, hemos ido evolucionando hacia un estudio más integral de los
paisajes, prestando una atención especial al análisis del campesinado.
( 2 ) GARCÍA DE CORTAZAR, J.A., El dominio del monasterio de San Millán de la Cogolla (siglos X-XIII)... Introducción a la historia rural de la Castilla altomedieval, Salamanca, Universidad de
Salamanca, 1969; GARCÍA DE CORTAZAR, J.A., «La organización del territorio en la formación de
Álava y Vizcaya en los siglos VIII a fines del XI», en: El hábitat en la historia de
Euskadi, Bilbao, Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro, 1981, págs. 133-155; GARCÍA DE CORTAZAR,
J.A., «La sociedad alavesa medieval antes de la concesión del fuero de Vitoria», en: Vitoria en la Edad Media,
Vitoria, Ayuntamiento de Vitoria, 1982, págs. 89-114. Una valoración historiográfica a escala más
amplia se puede consultar en GARCÍA DE CORTAZAR, J.A., MARTÍNEZ SOPENA, P., «Los estudios
sobre historia rural de la sociedad medieval hispanocristiana», en: ALFONSO, I., La Historia rural de
las sociedades medievales europeas, Valencia, Universitat de València, 2008, págs. 97-143.
( 3 ) DÍAZ DE DURANA, J.R., Álava en la Baja Edad Media. Crisis, recuperación y transformaciones
socioeconómicas (c. 1250-1525), Vitoria, Diputación Foral de Álava, 1986.
( 4 ) PASTOR DÍAZ DE
GARAYO, E., «Las transformaciones de los siglos XI y XII. La instauración
del feudalismo (la feudalización)», en: De la Romanización a la conquista de Navarra (siglos
I-XVI). Historia de Euskalherria. Historia General de los Vascos, Tomo 2, Bilbao,
Lur, 2006, págs. 182-247, pág. 213.
( 5 ) LARREA, J.J., La Navarre du IVe au XIIe siècle. Peuplement et sociètè, 1998.
( 6 ) ALFONSO, I., «¿Continuidad y revelación documental o mutación y revolución feudal?»,
Hispania, 55 (1995), págs. 301-313.
( 7 ) GARCÍA CAMINO,
I., Arqueología y poblamiento en Bizkaia, siglos VI-XII. La configuración de la
sociedad feudal, Bilbao, Diputación Foral de Bizkaia, 2002, págs. 273-274.
( 8 ) GARCÍA CAMINO, I., Arqueología y poblamiento... , págs. 115-118,
Lam. I.
( 9 ) GARCÍA CAMINO,
I., Arqueología y poblamiento..., pág. 377.
( 10 ) Ver igualmente GARCÍA CAMINO,
I., «La Alta Edad Media en el País Vasco. Siglos VIII-X», en: De la Romanización a la conquista de Navarra (siglos I-XVI). Historia de
Euskalherria. Historia General de los Vascos, Tomo 2, Bilbao, Lur, 2006, págs. 116-180, págs. 146 y
ss.
( 11 ) SOLAUN, J.L., La cerámica medieval en el País Vasco (siglos VIII-XIII), Sistematización, evolución
y distribución, Vitoria, Universidad del Pais Vasco, 2005, pág. 403; SÁNCHEZ
ZUFIAURRE, L., Técnicas constructivas altomedievales. Nuevos documentos arqueológicos para el estudio de la Alta Edad Media
en Álava, Vitoria, Universidad del País Vasco, 2007, pág. 331. De hecho se asumen como
apriorismos explicativos. A este propósito merece la pena recordar que se han formulado propuestas
interpretativas alternativas que explicarían procesos como la multiplicación de las iglesias privadas a
partir de un determinado período, o la estructuración de sistemas artesanales complejos a partir de
los últimos siglos altomedievales sin necesidad de recurrir a un modelo de «crecimiento».
( 12 ) Por ejemplo
BONNASSIE, P., Cataluña mil años atrás (siglos X-XI), Barcelona, Crítica, 1988;
SALRACH MAES, J.M., La formación del campesinado en el occidente antiguo y medieval. Análisis de los
cambios en las condiciones de trabajo desde Roma clásica al feudalismo, Madrid, Síntesis, 1997, pág. 143.
Desde otros planteamientos atribuyen igualmente un papel destacado a la acción espontánea del
campesinado autores como FRANCOVICH, R., HODGES, R., Villa to village. The transformation of the
Roman Countryside in Italy, c. 400-1000, London, Duckworth, 2003.
( 13 ) Por ejemplo RÖSENER, W., I contadini nella storia d'Europa, Roma, Laterza, 1995, pág. 65;
desde un planteamiento arqueológico, BROGIOLO, G.P., CHAVARRIA ARNAU, A., Aristocrazie e
campagne nell'Occidente da Costantino a Carlo Magno, Firenze, All'insegna del
Giglio, 2005.
( 14 ) A escala europea ver
HAMEROW, H., Early medieval settlements. The archaeology of rural communities in North-West Europe 400-900, Oxford, Oxford University
Press, 2002, pág. 139 y ss. y FOWLER, P., Farming in the first millennium AD. British agriculture between Julius Caesar and William
the Conqueror, Cambridge, Cambridge University Press, 2002.
( 15 ) Este paradigma preside muchas síntesis sobre la economía
altomedieval, debido tanto a la abundante normativa conservada en las fuentes escritas relativa a la ganadería, como a la
importancia otorgada por los análisis paleobotánicos recientes a los fenómenos de la quema y tala de
bosques en altura para la creación de espacios de pasto.
2.
MARCOS CONCEPTUALES DE LA ARQUEOLOGÍA AGRARIA.
Hace ya más de veinte años, en su importante trabajo sobre la Arqueología
Medieval en las afueras del Medievalismo, M. Barceló planteaba cómo el
espacio rural debía de ser analizado en toda su complejidad como resultado de la
articulación de zonas de asentamiento y del conjunto de áreas en las que tienen
lugar los procesos de trabajo necesarios para la reproducción social. Y aunque
la Arqueología se había especializado en el estudio de las denominadas «áreas
residenciales», era en los campos de cultivo, en los espacios de producción
donde era necesario explicar las desigualdades sociales, objetivo último de
cualquier investigación histórica de calidad ( 16 ).
A lo largo de los años este autor,
como su equipo, ha profundizado en esta línea llegando a plantear que:
«es la hora de la arqueología refundada, que tenga por objeto principal los
campos de trabajo campesinos en todas sus dimensiones sociales para poder llegar
a establecer el sentido y las cronologías de la erosión constante de su autonomía
(...) La arqueología de las zonas de residencia, para esta cuestión, puede ofrecer a
lo sumo imágenes imprecisas del paso de los productos por ellas, de su
elaboración cuando ésta se hace en las casa o de su almacenamiento, además de precisar
en algunos casos de qué productos se trata. Pero el resto sólo puede ser buscado
en los mismos campos donde se desarrollaron los procesos de trabajo» (
17 ).
Estas poderosas herramientas conceptuales que nos han inspirado a generaciones de estudiosos que pretendíamos superar las meras aproximaciones
arqueográficas y explorar toda la potencialidad del registro material, nos han
planteado numerosos problemas operativos y sobre todo conceptuales, al
menos en lo que se refiere a su aplicación en el estudio de las sociedades feudales.
Ante la carencia de proyectos arqueológicos de un cierto calado (y no me
refiero únicamente a una cuestión económica), no se han explorado nuevos
caminos y creado nuevas infraestructuras para analizar registros básicos como
los bioarqueológicos, que en el caso del estudio de los espacios de producción
son absolutamente primordiales. En la actualidad hay muy pocos laboratorios
en España que se dediquen a la Arqueobotánica o a la Arqueofauna, y
curiosamente todos ellos operan mayoritariamente sobre contextos anteriores a la
romanización. Solo en los últimos años se están realizando investigaciones básicas, fundamentales para el conocimiento de la agricultura y la ganadería
altomedieval que están proporcionando resultados realmente relevantes para la
comprensión de la economía y la sociedad de este período.
De igual manera, los restos materiales del campesinado han permanecido
durante mucho tiempo ocultos a las investigaciones arqueológicas sobre las
sociedades feudales, que han priorizado otro tipo de elementos de carácter más
monumental, redimensionando la monumentalidad de la clásica Arqueología
clásica a la medieval. De hecho, el utillaje metodológico disponible y las
orientaciones de la investigación no han permitido en los últimos decenios ni
siquiera localizar con facilidad las áreas de residencia campesina, de tal manera que
contamos con menos de diez años de experiencia en la localización y en la
comprensión de las unidades domésticas campesinas.
No obstante, en estos últimos diez años se ha producido una pequeña
revolución silenciosa en lo que se refiere a los procedimientos y a los marcos
conceptuales de intervención arqueológica en el ámbito de la Arqueología del
Campesinado. Al menos en amplias zonas de la Meseta, y adoptando estrategias que en realidad se estaban utilizando desde hace tiempo en otros sectores
europeos, han sido las empresas de Arqueología, menos condicionadas por las
orejeras teóricas de la Academia, las que han empezado a trabajar en grandes
extensiones, desbordando ampliamente el concepto tradicional de
yacimiento ( 18 ).
De esta manera hemos pasado de un concepto de Arqueología del paisaje,
entendiendo éste como un constructo teórico en el que a partir de aportaciones
multi/pluridisciplinares colocábamos al paisaje como objeto de estudio, a una
intervención arqueológica del paisaje de carácter integral. Cuando una obra
pública o un proceso de urbanización incide sobre grandes superficies y se
logran excavar varias hectáreas de forma continua con las estrategias adecuadas
se produce un cambio de escala y una nueva percepción del registro arqueológico que permite la construcción de documentos arqueológicos complejos.
Entendemos por registro arqueológico complejo aquél formado por elementos
relativamente simples pero que, analizados de forma conjunta, plantean
problemas de orden diferente (superior) al que supone la mera adicción de sus
partes. A través del uso de estos planteamientos podemos abordar desde una óptica sistémica la comprensión de las estructuras agrarias del pasado, formando
parte de un orden social que es el que las explica y les da sentido.
Es desde esta óptica en la que queremos plantear que la que en su día fue
una oportuna y necesaria contraposición entre el estudio de las áreas de
residencia y los espacios de producción ha dejado de tener sentido desde este
planteamiento. Ni los límites entre ambas esferas son tan netos, ni la separación
operativa entre los dos ámbitos de estudio es útil para entender la complejidad
de los procesos. Además, uno de los aspectos que más suspicacias ha planteado
a la hora de analizar los espacios agrarios, esto es, la cronología de los campos
de cultivo o las formas de estudiar las variaciones diacrónicas de las estructuras
agrarias, se resuelve con mayor facilidad cuando operamos desde la globalidad
de los paisajes y la comprensión de los SISTEMAS.
Por otro lado, un planteamiento más integral y globalizante permite
abordar problemas de mayor calado. Las tradiciones de estudio europeas llevan años
estudiando fenómenos como la relación existente entre la formación de las
aldeas concentradas y del sistema de los openfields ( 19 ), la formación de los paisajes
agrarios altomedievales a partir de evidencias bioarqueológicas ( 20 ) o la relación
entre la afirmación de estas aldeas y la implantación de sistemas de rotación de
cultivos y el desarrollo de determinadas prácticas agrarias. Este tipo de
preguntas aún no han sido siquiera formuladas en nuestro entorno, pero desde la
óptica del estudio extenso del fenómeno aldeano adquieren todo su significado.
Es cierto que los proyectos arqueológicos en áreas extensas que se están
desarrollando en los últimos años tampoco llegan a cubrir en toda su extensión
(funcional y espacial) la territorialidad aldeana ni la complejidad de espacios
como los forestales, los ganaderos o en ocasiones los comunales. Y es
igualmente cierto que aún debemos aprender y depurar mucho nuestros instrumentos
conceptuales para comprender las lógicas sociales que han modelado el paisaje.
Por todos estos motivos las ideas que expondré a continuación no pueden
considerarse más que provisionales a la espera de los numerosos trabajos e
investigaciones que tenemos en marcha. Pero creo que se pueden replantear algunos
aspectos básicos de las prácticas agrarias medievales.
Un último aspecto importante que hay que formular es la necesidad de
integrar en el estudio de los paisajes agrarios la dimensión diacrónica, evitando
describir o formular lógicas productivas aparentemente «fosilizadas» que han llegado
hasta nuestros días. Este riesgo, que corremos especialmente aquéllos que
operamos en despoblados o en ventanas cronológicas que no siempre se extienden hasta
nuestros días, puede ser superado mediante la adopción de una aproximación de
carácter regresivo, tal y como en su día lo planteó M. Bloch y ha sido desarrollado
en varios proyectos arqueológicos ( 21 ). En palabras de Diego Moreno,
«l'archeologia del paesaggio agrario potrebbe consistere nella ricostruzione
della sequenza di tutte le diverse utilización che si sono succedute in un sito
archeologico, stabilendone i rapporti con le trasformazioni delle strutture agrarie
locali in età medievale e post-medievale» ( 22 ).
( 16 ) BARCELÓ, M., KIRCHNER, H., LLURÓ, J.M., MARTÍ, R., TORRES, J.M., Arqueología Medieval.
En las afueras del «medievalismo», Barcelona, Crítica, 1988, págs. 196 y
ss.
( 17 ) BARCELÓ, M., «Crear, disciplinar y dirigir el desorden. La renta feudal y el control del
proceso de trabajo campesino: una propuesta sobre su articulación», Taller d'Història, VI, 2,
Valencia, págs. 61-72, pág. 64.
( 18 ) FERNÁNDEZ UGALDE, A., «Metodología para el conocimiento de yacimientos extensos», en:
Actas de las primeras jornadas de Patrimonio Arqueológico en la Comunidad de Madrid, Madrid,
Comunidad de Madrid, 2001, págs. 39-53.
( 19 ) REYNOLDS, A., Later Anglo-Saxon England. Life and landscape, London, Tempus, 2003, pág. 100.
( 20 ) RIPPON, S.,
FYPE, R.M., BROWN, A.G., «Beyond villages and Open fields: The origins and
development of a Historic landscape characterised by dispersed settlement in
South-West England», Medieval Archaeology, 50 (2006), págs. 31-70.
( 21 ) Un ejemplo de aplicación ha sido QUIRÓS CASTILLO,
J.A., Archeologia e storia di un castello Apuano: Gorfigliano dal medioevo all'età contemporanea, Florencia, All'insegna del
Giglio, 2004.
( 22 ) MORENO, D., Dal documento al terreno. Storia e archeoilogia dei sistemi
agro-silvo-pastorali, Bologna, Il Mulino, 1990, pág. 163.
3. EJEMPLOS DE ANÁLISIS
En esta ocasión centraremos nuestra atención sobre algunos conjuntos
arqueológicos localizados en el territorio alavés que han sido analizados en
contextos muy diferentes en los últimos tres años (fig. 1). A través de estos
ejemplos intentaremos discutir los problemas que plantea el análisis arqueológico de
los espacios de producción agraria.
FIGURA 1.
MAPA DEL PAÍS VASCO CON LAS PRINCIPALES LOCALIDADES
MENCIONADAS EN EL TEXTO.
De forma previa hay que señalar que el estudio arqueológico de los espacios
agrarios alaveses cuenta con un condicionante muy importante: las
importantes modificaciones de los paisajes rurales que han tenido lugar en los últimos
decenios. La concentración parcelaria iniciada en Álava a partir del 1956 en
Eguileta, con la consiguiente mecanización de las prácticas agrarias, ha
cancelado para siempre indicadores y elementos arqueológicos fundamentales para la
comprensión de las prácticas agrarias medievales. El proceso de concentración
tuvo un ritmo muy intenso durante los años 60 y 70, de manera que hacia
mediados de los 80 se había intervenido en 70 593 Ha, sobre todo en los Valles, la
Montaña y en la llanada (tabla 1). En la Llanada alavesa, donde se concentran
las evidencias arqueológicas aquí analizadas, se produjo entre los años 1956-1972 una reducción del número de parcelas del 85% y una multiplicación por
6 de las dimensiones medias de cada explotación ( 23 ).
TABLA 1. NÚMERO DE PARCELAS Y EXTENSIÓN MEDIA DE LAS MISMAS EN
LOS AÑOS 1956 Y 1972 EN ÁLAVA.
FIGURA 2. FOTOGRAFÍAS AÉREAS DEL «VUELO AMERICANO» DEL AÑO 1956 Y
DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE ÁLAVA (2005) DEL SECTOR DE LA ALDEA DE ZORNOZTEGI (SALVATIERRA), EN EL QUE SE OBSERVA LAS TRANSFORMACIONES
EN LA PARCELACIÓN, RED DE CAMINOS Y CURSOS FLUVIALES.
La comparación entre las fotografías aéreas de la Diputación Foral de Álava
del año 1932 o del vuelo americano del año 1956 con las realizadas en los
últimos decenios muestra hasta qué punto se ha perdido un patrimonio de
notable importancia, tanto en lo que se refiere a la distribución parcelaria, como a
las redes de caminos, desvíos de regatos y cursos de aguas, pero también en lo
que se refiere a la microtoponimia y en general a los mapas mentales con los
que las sociedades campesinas han ordenado, construido y percibido el paisaje
(fig. 2). Vivimos, además, prácticamente con la última generación que atesora
a través de la memoria oral aspectos básicos de los paisajes agrarios antiguos.
Autores como Marco Milanese se han referido a este proceso de recopilación de
la memoria oral como una verdadera «Arqueología de emergencia» ( 24 ).
Teniendo en cuenta todos estos elementos, analizaremos en esta ocasión, y
por motivos de espacio, únicamente tres temáticas concretas: la Arqueología de
los espacios de cultivo; las formas de almacenaje y de tratamiento de los
productos agrarios y las prácticas agrarias.
3.1. Los espacios de cultivo
En Álava, como en buena medida de casi todo el Norte Peninsular, la detección y el estudio de los campos de cultivo de época preindustrial se
encuentra muy comprometida por las tareas más recientes. Un ámbito privilegiado
para el estudio de estos espacios son las aldeas despobladas en las que, con
frecuencia, el cambio funcional de las explotaciones o de las dedicaciones ha
fosilizado, hasta un cierto punto, los campos de cultivo medievales. Hay que ser, no
obstante, bastante prudentes a la hora de analizar este tipo de yacimientos, ya
que en principio el despoblamiento de una aldea no comporta el abandono del
terrazgo.
Normalmente se mantiene en uso por parte de los mismos
propietarios que se han desplazado a otras aldeas o villas cercanas, aunque en otras
ocasiones lo que se produce es una quiebra completa del sistema, especialmente
cuando se disgrega la comunidad que avala los usos comunitarios o
semicomunitarios de algunos espacios de cultivo, y es entonces posible que se produzcan
cambios profundos en los usos y las dedicaciones. En algunos de los despoblados
que hemos estudiado que se sitúan en los pies de monte y en las zonas más
marginales de la llanada alavesa, se ha podido constatar a través de la
documentación escrita de época bajomedieval, moderna y contemporánea, la
transformación de espacios de cultivo en espacios de carácter preferentemente ganadero.
A priori, y en términos estrictamente arqueológicos, la detección de los
campos de cultivo en lugares donde se ha producido una intensa concentración
parcelaria y se han perdido las referencias espaciales se produce a partir del
hallazgo en las prospecciones de superficie de aquéllos residuos domésticos que
por su carácter no orgánico perduran a lo largo del tiempo. En las parcelas
cercanas a los pueblos actuales es fácil localizar cantidades significativas de
materiales cerámicos de distintos períodos dispuestos sin formar concentraciones
reveladoras, que son claramente indicadoras de estas prácticas de abonado
basadas en el aprovechamiento de los residuos domésticos. Es bien conocido, de
hecho, la práctica del abonado en las parcelas más cercanas a las viviendas
mediante los residuos domésticos.
Mientras que la mayor parte de estos residuos son orgánicos, y por lo tanto son absorbidos por el terreno, la cerámica es un
residuo que no se degrada y se conserva durante mucho tiempo.
Estos off-sites ( 25 ) han sido detectados con frecuencia en las prospecciones
realizadas en la llanada alavesa en lugares como Ayala, Quilchano, Elguea,
Zalduondo, etc. (fig. 3).
FIGURA 3.
DISTRIBUCIÓN CUANTITATIVA DE CERÁMICAS DE ÉPOCA MEDIEVAL Y
MODERNA EN EL ENTORNO DEL DESPOBLADO DE QUILCHANO (ELBURGO, ÁLAVA),
RESULTADO DE LOS PROCESOS DE ABONADO MEDIANTE EL EMPLEO DE RESIDUOS DOMÉSTICOS.
Pero también es significativo señalar que en proximidad de los despoblados
medievales suele ser frecuente que los únicos materiales cerámicos hallados
resultado de este proceso de abonado pertenezcan a períodos cronológicos muy
concretos. Bien porque el proceso de abonado con residuos domésticos se sustituye
por el abonado mediante el ganado cuando las unidades domésticas ya no se
encuentran cercanas, bien porque --como se ha señalado-- se ha producido un
cambio en la dedicación y en la naturaleza de la explotación. Esto se ha podido
detectar tanto en despoblados como Quilchano o Ayala, donde en los márgenes
de las parcelas donde se encuentran los escombros de las viviendas de la aldea
solamente se encuentran cerámicas dispersas sin vidriar, o en el valle de
Zaballa.
En este despoblado, que ha sido excavado integralmente, el abandono de la aldea
en el siglo XV dio paso a un uso ganadero del espacio hasta mediados del siglo
XX, cuando se produjo el desbroce parcial de zonas de pasto arbolado.
Pero estos indicadores, en realidad, poco ayudan a delimitar con precisión
la extensión de los espacios cultivados o a comprender la naturaleza de las
prácticas agrarias medievales, teniendo en cuenta además que no son sino
fragmentos de parcelas definidas en los últimos decenios. Son, de alguna
manera, los últimos testimonios de la existencia de campos de cultivo de épocas
pasadas. Con todo, comprender su naturaleza y la ubicación de estos campos de
cultivo medievales sigue teniendo una importancia clave a la hora de
comprender el paisaje aldeano ( 26 ).
Pero más allá de los problemas que presenta la interpretación y el estudio
de la dispersión de los residuos domésticos medievales utilizados como abono,
una de las aportaciones más importantes que ha proporcionado el estudio
integral del fenómeno de los despoblados medievales alaveses ha sido el
reconocimiento de espacios de cultivo aterrazados, que en ocasiones se han preservado
ya que las pendientes en las que se sitúan son demasiado acusadas para haber
sido afectadas por la concentración parcelaria, los suelos en los que han sido
realizados son demasiado pobres como para haber sido integrados en la
parcelación, o bien porque han sido reconocidos durante los procesos de excavación
en áreas extensas.
En realidad, el estudio de los espacios aterrazados ha merecido una cierta
atención por los arqueólogos de época histórica en los últimos años, y los
trabajos realizados por M. Ruiz del Árbol en la Sierra de Francia o P. Ballesteros en
Galicia han permitido definir un instrumental metodológico y unos
planteamientos de análisis que sirven de referencia para abordar el estudio de estos
terrazgos ( 27 ).
Más concretamente en la Sierra de Francia se ha podido comprobar
la importancia en época romana de los sistemas aterrazados en las zonas de
montaña, y en el caso gallego se ha podido demostrar que la construcción de
los terrazgos campesinos actuales tuvo lugar durante la Alta Edad Media en el
contexto de la creación de redes de aldeas estables que han perdurado hasta
nuestros días. En el caso alavés los datos con los que contamos hasta el momento son
bastante impactantes. Aunque en la actualidad se está realizando una revisión
completa de los 308 despoblados del territorio ( 28 ), hay que constatar que en
todos los despoblados en los que hemos realizado intervenciones arqueológicas de
una cierta extensión se ha podido constatar la existencia de espacios de cultivo
aterrazados fechables con certeza en el período medieval.
Antes de analizar con detalle algunos de los ejemplos más significativos con
los que contamos, es preciso hacer una serie de valoraciones previas. El estudio
de las terrazas, como en general de todos los espacios de cultivo, plantea una
serie de problemas de orden metodológico:
1. Tal y como han planteado P. Ballesteros, es necesario diferenciar
aquéllos bancales creados de forma no intencional o natural o que han sido
creados mediante la acumulación continua de diferentes depósitos (terraza
intencional progresiva), respecto a las terrazas o bancales realmente
construidos mediante la aportación intencional de importantes rellenos por
parte de la comunidad campesina con el fin de crear estructuras productivas estables (terraza sistemática o
monumental) ( 29 ).
El reconocimiento y
estudio de estas morfologías, que comportan obviamente prácticas sociales
muy diferentes, requiere necesariamente la excavación mediante trincheras
perpendiculares a las pendientes de los espacios agrarios y habitados, como
instrumento operativo para comprender los procesos formativos de las secuencias estratigráficas y las prácticas agrarias. Contamos ya con una
amplia serie de experiencias tanto en Europa como en España en contextos de
época histórica suficientemente validados como para comprender la
potencialidad y las limitaciones de este tipo de estudios ( 30 ).
2. Un segundo aspecto que hay que considerar es el tipo de estrategia de
estudio en el que se sitúa el análisis de los espacios cultivados. Es decir, en
los paisajes agrarios del norte peninsular los sistemas de terrazas se
presentan como el elemento más visible y/o monumental de los espacios agrarios
que podemos reconducir al período medieval o incluso anterior. Esta
identidad ha llevado a que en algunas ocasiones fuese necesario o posible
analizar este tipo de estructuras de forma aislada del resto del paisaje o
tratarlas como un elemento diferenciado del resto de los espacios aldeanos (y en
primer lugar de los denominados espacios de residencia).
Las consecuencias de esta
disociación son varias; en primer lugar, en términos de comprensión sistémica del funcionamiento de los procesos de construcción y
reconfiguración social del paisaje; en segundo lugar, en términos de
datación de las propias terrazas (problema que ha sido al menos parcialmente
resuelto en experiencias realizadas en Galicia), y que con frecuencia
termina por resolverse en términos de proximidad entre los espacios
residenciales y de producción. La intervención integral, combinando el estudio de
ambos espacios permite resolver este problema con una cierta facilidad.
Un caso significativo es el del yacimiento romano de Fuente de la Mora (Sierra de Francia, Salamanca), en cuya proximidad se han realizado toda
una serie de sondeos cortando las terrazas agrarias en las que se ha podido
constatar la existencia de rellenos intencionales en los que eran frecuentes
las basuras domésticas producidas por el asentamiento romano ( 31 ).
3. En tercer lugar, es muy importante que logremos avanzar en el desarrollo de protocolos de análisis sistemáticos de los espacios de cultivo a la
hora de comprender fenómenos como los procesos formativos de las propias terrazas o las prácticas agrarias que han tenido lugar. Contamos ya
con un repertorio de técnicas arqueométricas muy desarrolladas que han
demostrado su utilidad a la hora de comprender aspectos básicos de los espacios de cultivo medievales. No obstante, y por toda una serie de
circunstancias, aún no se han aplicado de forma sistemática a las terrazas
medievales. Sabemos que el estudio de indicadores químicos (N, Ca, K) permite comprender las prácticas de abonado y el empleo de materiales
orgánicos como fertilizantes ( 32 ), o que los estudios micromorfológicos
permiten analizar tanto los procesos formativos de las terrazas (que no olvidemos que son depósitos secundarios), así como prácticas como el
arado, la irrigación, los usos agrarios o ganaderos, los procesos
postdeposicionales, etc. ( 33 ).
Ahora mismo se están experimentando en los terrazgos
medievales alaveses este tipo de procedimientos y esperamos poder contar en tiempos relativamente reducidos con resultados.
4. Por último, otro aspecto que hay que tener en cuenta es que hay que crear propuestas y modelos de análisis social de la construcción de los
espacios de cultivo en la Edad Media: ¿cómo explicamos que en la Alta o
en la Plena Edad Media comunidades aldeanas enteras se coordinen para movilizar centenares de metros cúbicos de tierra con los que crear
sistemas de terrazas en las que cultivar cereales? ¿Son procesos «espontáneos»
inherentes a las lógicas de las sociedades campesinas o son fenómenos promovidos y estimulados por un poder que precisa la generación de
excedentes, la modificación de los espacios de cultivo o la reordenación de
las prácticas productivas?.
Teniendo en cuenta todas estas inquietudes, pasaremos ahora a exponer brevemente los registros arqueológicos disponibles actualmente en Álava. Nos
centraremos solamente en tres ejemplos concretos, aunque se están analizando
otros conjuntos en los que encontramos problemas similares. Ordenaremos en
términos cronológicos las evidencias arqueológicas con las que
contamos ( 34 ).
( 23 ) RUIZ DE URRESTARAZU, E., GABANA CUESTA, A.G., Espacio y sociedad rural en Álava (1959-1986), Vitoria, Diputación Foral de Álava, 1990, págs. 71-75.
( 24 ) MILANESE, M., «Voci delle cose: fonti orali, archeologia postmedievale,
etnoarcheologia», Archeologia Postmedievale, 9 (2005), págs. 11-30.
( 25 ) Los espacialistas denominan off-sites o non sites a aquellas dispersiones de materiales
arqueológicos situadas en los campos que no conforman concentraciones significativas
(CAMBI, F.,TERRENATO, N., Introduzione all'archeologia dei paesaggi, Roma, Carocci, 1994, págs. 168-174). El
hallazgo de materiales arqueológicos en superficie de muchos períodos debido a la mecanización de
las tareas agrícolas es el resultado de una intensa actividad de destrucción de depósitos del subsuelo.
Durante mucho tiempo se ha pensado que estos materiales indicarían «ruido de fondo» poco
significativo. La comprensión de los procesos de abonado mediante el empleo de residuos
domésticos producidos en los campos situados en proximidad de las propias viviendas a llevado a
una revalorización de este tipo de hallazgos.
( 26 ) Recientemente, en la excavación del despoblado de Guernica
(Arrazua-Ubarrundia, Vitoria-Gasteiz), se realizaron siete catas de dos por dos metros en las que se localizaron «puntualmente
fragmentos de cerámica torneada vidriada y sin vidriar de factura postmedieval» y estratos en el que
se «recogieron escasos restos de cerámica torneada sin vidriar de factura medieval y postmedieval
(...) (e incluso uno sin tornear)» (FILLOY, I., «Despoblado de Guernica
(Arrazua-Ubarrundia; Vitoria-Gasteiz; Zigoitia)», Arkeoikuska, 06 (2007), pág. 248). Todos los niveles se consideraron
como niveles removidos «sin interés arqueológico» porque no se halló «un registro deposicional de
carácter arqueológico, ni adscribibles a este yacimiento». Se concluyó entonces que el despoblado se
debería de encontrar en las proximidades de esta zona, pero no en el área afectada por las obras. A
partir de nuestra experiencia de campo podemos determinar que los arqueólogos que trabajaron en
este yacimiento (que no es una excepción), estuvieron excavando campos de cultivo medievales y
postmedievales abonados con residuos domésticos. Además, sabemos que en este tipo de
yacimientos la proximidad entre los espacios habitados y los campos abonados (visibles a través de
este tipo de residuos) es inmediata.
( 27 ) BALLESTEROS ARIAS, P., La arqueología de la gasificación en Galicia 17: El paisaje agrario,
Santiago de Compostela, CAPA 18, CSIC, 2003; RUIZ DEL ÁRBOL MORO, M., La arqueología de los
espacios cultivados. Terrazas y explotación agraria romana en un área de montaña: la Sierra de Francia
(Salamanca), Madrid, CSIC, 2005.
( 28 ) Una síntesis reciente sobre la arqueología de las aldeas alavesas se puede ahora consultar en
QUIRÓS CASTILLO, J.A., «Las aldeas altomedievales en el País Vasco», en: QUIRÓS CASTILLO,
J.A. (ed.), Archaeology of villages in Early Medieval Ages, Bilbao, Universidad del País Vasco, 2009,
págs. 387-405.
( 29 ) BALLESTEROS, P., La arqueología de la gasificación..., pág. 28.
( 30 ) Un ejemplo es el estudio de los paisajes rurales de Anteggi (Génova), MORENO,
Del documento al terreno..., págs. 170-180, o el de la sierra de Marina en Badalona, RIERA MORA, S.,
PALET MARTÍNEZ, J.M., «Una aproximación multidisciplinar a la historia del paisaje mediterráneo:
La evolución de los sistemas de terrazas con muros de piedra seca en la sierra de Marina (Badalona,
Llano de Barcelona)», en: GARRABOU, R., NAREDO, J.M. (eds.), El paisaje en perspectiva histórica.
Formación y transformación del paisaje en el mundo mediterráneo, Zaragoza, Universidad de Zaragoza,
2008, págs. 47-90.
( 31 ) RUIZ DEL ÁRBOL MORO, La arqueología de los espacios cultivados..., págs. 85-96.
( 32 ) RUIZ DEL ÁRBOL MORO, La arqueología de los espacios cultivados..., pág. 99.
( 33 ) COURTY, M.A.,
GOLDBERG, P., MACPHAIL, R., Soils and micromorphology in Archaeology,
Cambridge, Cambridge University Press, 1989, págs. 126-137.
( 34 ) En esta ocasión se realiza una breve presentación de cada uno de los contextos, ya que en la
actualidad se están redactando las monografías que recogen de forma exhaustiva los trabajos
arqueológicos realizados en estos yacimientos.
3.1.1.
Aistra.
Hasta el momento los espacios aterrazados más antiguos que hemos detectado en el País Vasco se sitúan en el despoblado de Aistra (Zalduondo).
Este yacimiento, situado en la llanada oriental alavesa, está siendo excavado en
colaboración con la University College of London, y hasta el momento
únicamente se ha intervenido en unos 3 500 m2 aproximadamente, aunque se ha evaluado y sondeado un espacio más amplio.
El yacimiento ocupa una plataforma elevada de unas 13 Ha presidida por la ermita altomedieval de San Julián y Santa Basilisa de Aistra (fig. 4).
FIGURA 4.
VISTA GENERAL DE LAS EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS DEL
DESPOBLADO DE AISTRA (ZALDUONDO, ÁLAVA), AGOSTO 2009.
Fotografía de F. Didierjean, Instituto Ausonius (Université Michel de Montaigne- Bordeaux
III) y ANR (Agence Nationale pour la Recherche).
La aldea de Aistra fue fundada hacia el siglo VI en proximidad de un
yacimiento romano. Sin pretender extendernos demasiado en su secuencia
ocupacional, hay que señalar que hasta el momento se han localizado una serie de
estructuras semienterradas de planta irregular rellenadas con materiales cerámicos
tardorromanos, y algunos silos. La amortización final de estas estructuras tuvo
lugar hacia el 665-680 ( 35 ), cuando se construyeron en su proximidad una serie de
viviendas realizadas sobre postes o con rozas para el encaje del entramado de las
paredes de las construcciones. Los primeros postes debieron de sustituirse una
generación después, ya que el relleno de uno de ellos ha podido ser fechado
hacia el 680-720 ( 36 ).
A diferencia de otras aldeas similares excavadas en el País
Vasco, estas viviendas fueron reconstruidas en varias ocasiones en el mismo
lugar, mostrando la existencia de una notable ordenación y planificación del
espacio. Se han logrado identificar al menos tres viviendas; una alargada
dividida en tres espacios de unos 110 m2 ; una circular realizada con una roza
perimetral y algunos postes centrales; una tercera a forma de barca. Al sur de estas
viviendas se ha realizado un amplio cementerio, que fechamos
provisionalmente entre los siglos VIII y IX, formado por unas 70 tumbas aproximadamente.
Ya en el siglo X se construyeron al sur de estas estructuras otras viviendas
sobre postes y la ermita de San Julián y Santa Basilisa, que todavía se conserva
en la actualidad ( 37 ) (fig. 5).
FIGURA 5.
VISTA DE LAS TERRAZAS AGRARIAS DE AISTRA
(ZALDUONDO, ÁLAVA) EN CURSO DE EXCAVACIÓN, FECHADAS ENTRE LOS SIGLOS V-VI.
Unos cincuenta metros hacia el oeste de toda estas estructuras
altomedieva
les se ha reconocido la existencia de una serie de ocho bancales que tienen unos
7-10 m de anchura y unos 240 m de desarrollo lineal. Los bancales presentan
taludes de 45° con alturas inferiores al medio metro. Todo este terrazgo cubre un
espacio agrario de poco más de 3 Ha, y se encuentra netamente separado del
espacio ocupado por las viviendas. Teniendo en cuenta la escasa pendiente que
presenta la ladera y el poco espesor de los suelos, pensamos que estas terrazas
han sido realizadas con el fin de construir suelos agrarios dotados de una
potencia adecuada para el cultivo cerealícola.
El estudio estratigráfico de las terrazas, que ha sido realizado por el
Laboratorio de Arqueoloxia del Paisaje y Formas Culturales de la Universidad de
Santiago de Compostela, ha determinado que para su realización se produjo una
modificación integral del suelo original. El proceso formativo de estas terrazas
fue definido como resultado de un proceso de desmonte de la ladera con relleno
sistemático ( 38 ), es decir, sin alterar el grado de pendiente, por lo que se depositó
en un mismo momento el sustrato de tierra necesario para la configuración del
aterrazamiento de una sola vez. Esta técnica es la que hemos documentado en
la mayor parte de los ejemplos que hemos estudiado en los despoblados del
País Vasco.
Las excavaciones realizadas en las terrazas han mostrado que pertenecen a
momentos diferentes. En el sector cercano a la ermita de San Julián, se han
hallado en los rellenos de las terrazas cerámicas esmaltadas, que sugieren que la
realización de estos bancales pudo tener lugar hacia los siglos XVII o XVIII.
En cambio, en el sector más alejado de la ermita donde se han excavado cinco
de estos bancales, se han obtenido muestras orgánicas en la base de los rellenos
de las terrazas para su datación radiocarbónica. Las dataciones realizadas han
permitido fechar la colocación de estos rellenos entre los siglos V y
VI ( 39 ).
Podemos concluir, por lo tanto, que estas terrazas fueron realizadas en el mismo
momento en el que fundó la primera ocupación medieval del yacimiento.
( 35 ) Datación radiocarbónica de uno de los rellenos de amortización: unidad estratigráfica 527
(DSH 771) 1241 ± 32 BP, 685-874 cal AD (95%).
( 36 ) Datación radiocarbónica de la unidad estratigráfica 514 (DSH 779), 1283 ± 38 BP, 657-
783 cal AD (93%). Una discusión más completa sobre la calibración de estas dataciones
radiocarbónicas y el empleo de la estadística Bayesiana se puede consultar en QUIRÓS CASTILLOJ.A., «Las dataciones radiocarbónicas de yacimientos de época histórica. Problemas y experiencias de
análisis en contextos de época medieval», Munibe, en prensa.
( 37 ) Datación de los rellenos de los postes de las viviendas: unidad estratigráfica 149
(DSH 345), 1013±19 BP, 989-1032 cal AC (95%); unidad estratigráfica 144 (DSH 344), 1071±18 BP, 899-919 (18%), 948-1018 (82%) cal AC.
( 38 ) Utilizaremos los criterios de análisis y la terminología definida en BALLESTEROS ARIAS, P.,
CRIADO BOADO, F. y ANDRADE, J.M., «Formas y fechas de un paisaje agrario de época medieval: A
Cidade da Cultura en Santiago de Compostela», Arqueología Espacial, 26 (2006), págs. 193-226,
pág. 210.
( 39 ) Datación radiocarbónica del relleno de la terraza 3 (DSH783) 1568±31 BP, 421-559 Cal
AC (95%).