Vitoria-Gasteiz - Arqueología.


 
 

 

CÍRCULOS DE PIEDRAS (O BARATZE) EN EL PAÍS VASCO NORTE.

KOBIE (Serie Paleoantropología), Bilbao.
Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia.
N.º XXIV, pp. 33-67, 1997.
ISSN 0214-7971.

Ensayo de síntesis.

J. Blot *.


RESUMEN.

Los círculos de piedras hincadas son uno de los aspectos más originales de la montaña vasca. Parece que podrían estar relacionados con el rito de incineración protohistórico como "cenotafios" más que como verdaderas sepulturas. También, parecen estar vinculados con las actividades de pastoreo de montaña que hasta podrían haber sido al origen de esta nueva modalidad funeraria.


ABSTRACT.

The circles of stone slabs constitute a noteworthy feature of the Basque mountain. It seems they may be linked to the protohistorical incinerary rite, as cenotaphs, rather than real graves. They are also probably linked to pastoral activity in the mountains, which could have been in the beginning of this new funeral activity.



(*) Asociación Arqueológica Vasca "Herri Harriak". Villa Artzainak B.P. 105. 64500 ST JEAN DE LUZ - FRANCE.
Traductores al español : Tito y Christine, miembros de "Herri Harriak".



GENERALIDADES.

Estos círculos de piedras de dimensiones modestas, llamados "cromlechs" son numerosos en algunos montes del País Vasco y contribuyen a su originalidad.( Blot J. 1993,a.).

Estudiaremos sus diversas arquitecturas así como sus relaciones con monumentos con los cuales están frecuentemente vinculados: Túmulos y Túmulos-cromlechs.

Provocarán otras preguntas tales como sus posibles finalidades, quiénes fueron sus constructores, cuáles sus relaciones con los demás círculos pirenáicos....

Varios autores se han interesado por estos monumentos, entre los cuales están P. Dop, R. Gombault, G. Laplace, el Cdt Rocq, Ph. Veyrin, P. Boucher y Cl. Chauchat, sin olvidar el estudio de J.P. Mohen "La Edad de Hierro en Aquitania" (Mohen J. P. 1980) que pone en evidencia la originalidad de los grupos Pirenáicos, Landeses y Girondinos del Sur, así como su homogeneidad cultural correspondiente a la "Vasconia" de los historiadores y de los lingüistas. Pero, es a J. M. de Barandiarán a quien debemos lo esencial de nuestros conocimientos; en cierto modo, su libro "El Hombre prehistórico en el País Vasco", (Barandiarán J. M. de, 1953) representa la síntesis de ellos.

Desde hace unos 30 años, andando más de 25 000 km , sobre las huellas de J.M.de Barandiarán, efectuamos una prospección tan completa como nos fue posible de las tres provincias del País Vasco Norte : Lapurdi, Benaparoa y Zuberoa (Blot J.1971; 1972, a; 1972, b; 1972, c; 1973, a; 1973, b; 1974; 1975, a; 1978, a; 1979, a). 

Excavaciones de salvamento y dataciones al C 14 nos han permitido un conocimiento mejorado de los "cromlechs", "túmulos-cromlechs", o "túmulos", pero insistimos en el hecho de que esta experiencia, muy limitada, no tiene ninguna pretensión de generalizar (Blot J, 1989, a).

Sin embargo, tendremos en cuenta en nuestra reflexión no sólo Hegoalde sino también toda la región que se extiende del Garona al Ebro, con la cadena de los Pirineos en su centro, siendo considerada como "lugar y modo montañeses" con sus propias reglas de funcionamiento y de intercambios sin disociar la Edad de Bronce de la Edad de Hierro durante un largo período. En efecto, en más de un milenio y medio, los ritos engendrados por las culturas ambientes se mejoran, sin producir sacudidas y las arquitecturas funerarias se adaptan sin alteraciones fundamentales.

El relieve general del País Vasco presenta un conjunto de montañas de estructuras discontinuas, de altitudes moderadas, con accesos cómodos, separadas por anchas depresiones, frecuentemente fértiles, recorridas por ríos.

El clima atlántico, esencialmente templado, húmedo con nubosidades y lluvias abundantes, sufre variaciones según el relieve y los microclimas locales son numerosos.

A lo largo de los siglos, la actividad humana, esencialmente agropastoril, ha estado íntimamente vinculada con estas características geográficas y climáticas cuyos componentes fundamentales han cambiado poco. Esto nos sugiere la estabilidad de este modo de vida multimilenario hasta tiempos muy recientes.


¿"Cromlechs" o "Baratze" ?

En el País Vasco, los autores quedan de acuerdo para reconocer, bajo la denominación "cromlech", un monumento circular, generalmente situado en altitud, cuyo diámetro mediano varia entre 4 y 7 m. Delimitado por una serie de piedras de volumen y de dimensiones a menudo modestas, se eleva habitualmente de la superficie del suelo de 0,30 a 0,50 m (foto 1). Su vocación funeraria puede aceptarse como creíble.

Foto 1. Baratze Apatesaro 1 (Comuna de Lecumberri) - Vista sacada del noreste.

El término de cromlech parece ser inadecuado para estos monumentos si consultamos por ejemplo la definición del diccionario de arqueología Larousse (1968): "cromlech: monumento megalítico hecho de altas piedras erigidas sobre una línea circular". Convendremos que, en nuestras montañas, no son megalitos en el sentido etimológico del término. Además, como lo veremos, estos pequeños círculos de altitud parecen tener una vocación funeraria y estar en relación con una civilización pastoril. Por ese motivo, propondríamos "baratze", término bajo el cual lo designan, tradicionalmente, los pastores (Vegas Aramburu J.I., 1988; y como ya lo sugería T.A. Ruperez en 1976).

Actualmente, el "baratze" es también, un espacio cerrado, contiguo a la casa y dedicado al cultivo de flores ; sin embargo, está unido a una connotación ritual muy fuerte, ya que aún, hace poco, allí se enterraban a los niños muertos sin bautizo. Esta denominación tradicional, que reúne en un solo vocablo los conceptos de cercado y de sepultura, nos ha parecido adaptada perfectamente a nuestros círculos de montaña. Por esa razón, en las líneas siguientes y en lo sucesivo, utilizaremos el término de "baratze" (1) en lugar de "cromlech".

El contexto del estudio se complica por la presencia, en el País Vasco, en las mismas alturas que los baratze y en los mismos sitios, de túmulos y sobre todo de túmulos rodeados de una corona de piedras que se podrían denominar "túmulos-baratze".

En efecto, ocurre que el área delimitada por un círculo de piedras puede estar al nivel del suelo o que tenga claramente los modales de un túmulo. En este último caso, con J.I. Vegas Aramburu, es de manera totalmente arbitraria como resolvimos, a 0,30 m, el límite entre un baratze sobrealzado simplemente y un túmulo-baratze. Los resultados de las excavaciones dan que pensar si esta distinción, al principio puramente morfológica, no corresponde a una diferencia de fondo. Sin embargo, traduce la existencia de matizaciones francamente afirmadas en la práctica del rito funerario.

Así, el término de "túmulo-baratze" puede ser sustituido por "baratze tumulario" que subraya mejor el parentesco entre los círculos simples y los que rodean un montículo.


LOS BARATZE.

Actualmente en el País Vasco Norte, contamos un total de 216 baratze, 61 baratze-tumularios y 213 túmulos (fig. 1). Entre estos monumentos, 36 fueron excavados y se reparten como sigue :

- 19 círculos de piedras entre los cuales 17 son verdaderos baratze.

- 9 túmulos con corona de piedras entre los cuales 8 son baratze-tumularios verdaderos y 8 túmulos.

Esta escasez de elementos excavados debe incitarnos a una gran prudencia en cuanto a las deducciones o las conclusiones que se puedan sacar.

En el País Vasco Sur (fig. 2), se ha identificado una gran cantidad de baratze o baratze-tumularios, puesto que se cuentan 460 en la provincia de Navarra, 133 en Gipuzkoa, pero solamente 7 en Bizkaia y 2 ó 3 en Araba. Sólo, una escasa cantidad fue excavada : 6 círculos de piedras entre los cuales 5 son baratze, 1 es baratze-tumulario, más un túmulo (Altuna J. y Areso P., 1977; Vegas Aramburu, 1981; Peñalver X., 1987). Dos dataciones al C 14 fueron obtenidas. 

Hemos procedido a dos categorías de estudios estadísticos :

- un estudio sobre las características generales de los monumentos del País Vasco Norte, independientemente de toda excavación (diámetros, repartición en altitud, según los sitios, etc...)

- un estudio sobre los resultados de las excavaciones (2), en el cual, por su similitud con los nuestros, fueron incluidos los 8 monumentos estudiados allende el Bidasoa. (fig. 3 y 4).


La corona periférica de piedras.

El diámetro de estos monumentos es muy variable, el 41 % de ellos siendo de entre 4 y 7 m (fig. 5).

Algunos pueden alcanzar 10 m y más, pero es excepcional ; otros miden de 1 m a 1,5m pero son muy escasos. Algunas veces, el círculo puede ser aproximativo y un trazado, más o menos ovoide, no es cosa rara : cerca del 28 % de los casos excavados tenían un gran eje con orientación noreste - suroeste.

Por fin, existen círculos tangentes a otros o secantes, con deformación o ruptura de uno de los dos círculos (el 28 % de los casos excavados) ; entonces, es fácil, después de la excavación, determinar la anterioridad de uno respecto al otro.

Antes de la excavación, la cantidad de piedras visibles es muy variable (el 50 % de los monumentos tienen de 5 a 12 piedras). Del mismo modo, la dimensión puede ir de algunos centímetros hasta un metro más arriba del suelo. Después de la excavación, el aspecto es frecuentemente diferente; la cantidad de piedras puede encontrarse singularmente aumentada y la corona periférica puede estar mucho más poblada de elementos que no aparecían, antes de las obras.

Este hecho nos retrotrae a 1a época de 1a construcción, momento durante el cual los elementos de dimensiones más modestas pudieron ser escondidos debajo de la tierra de cubierta : Apatesaro 1, (Blot J.,1984, a), foto 1, fig. 6 y 7 ; pero, la razón más frecuente podría ser el fenómeno aluvial que se observa, por ejemplo, en un puerto : los chorreos, llegados de los altos que lo rodean, pueden contribuir a cubrir casi enteramente un sitio arqueológico concebido inicialmente para que fuera visible.


(1) Le agradecemos al Profesor J.B.Orpustan habernos aconsejado guardar la ortografía "baratze" al singular como al plural en el texto en francés. En efecto, en vascuence, el plural se escribe "baratzeak", pero se traduce los "baratze".

(2) Queremos aquí agradecer muy vivamente a Christian Raballand por la ayuda tan amistosa como eficaz que fue la suya, tanto en el terreno como en este trabajo de estadísticas.



A veces, ocurre que uno de los testigos del círculo se diferencia claramente de los otros por su tamaño; sin embargo, este monolito sobresaliente no tiene ninguna significación bien definida ya que su posición, en el círculo, fue observada 2 veces al norte, 2 veces al noroeste, 1 vez al sureste, 1 vez al suroeste y 1 vez al este. La esencia geológica de los testigos suele ser muy variable pero, por regla general, es parte del entorno inmediato. 

Es totalmente excepcional encontrar materiales traídos de un lugar alejado ( sólo en un caso de nuestras excavaciones). Se utilizan esencialmente losas originarias de los filones de asperón triásico, abundante en la región, o bloques calcáreos, de pudinga o de cuarcita. Las arquitecturas realizadas de losas suelen ser siempre más estéticas que las de bloques y, a veces, hasta muy sofisticadas. 

A pesar de ser él que más antiguamente se construyó, el baratze Meatse 8 (fig. 8, foto 2) (Blot J. 1995) ofrece el ejemplo más demostrativo : la corona exterior de 4,30 m de diámetro está formada de una serie de losas plantadas de canto, siguiendo el eje de los radios del círculo, rellenados a intervalos regulares por lositas depositadas horizontalmente. 

También, las losas pueden estar hincadas en posición tangencial por causa del trazado del círculo, es el caso más frecuente (Apatesaro 1, fig. 6, foto 1). En el 33 % de los casos, algunas losas han podido ser sumariamente regularizadas, pulidas. Las estructuras realizadas de bloques son más groseras, como Hegieder 7, (Blot.J, 1994), (fig. 9), pero, sin embargo, la búsqueda estética suele ser evidente (Meatse 5. fig. 10).

 

Foto 2. Baratze Meatse 8, después de la excavación ( Comuna de Itxassou ). Vista sacada del norte. 

Es frecuente que los elementos componentes del círculo periférico visible estén doblados en un segundo círculo, concéntrico e interno al precedente, cuyos elementos, de estatura mucho más modesta, son a menudo invisibles antes de la excavación. (Apatesarol, fig. 6 y 7).

El ajuste de la corona periférica de piedras (única o doble) siempre está precedido del decapado del suelo del área correspondiente al futuro monumento.

Este decapado puede limitarse a la capa del mantillo superficial, pero, a menudo, está hecho hasta llegar al primer estrato resistente del terreno, o a falta, hasta 0,30 m o 0,50 m de profundidad. Entonces, los testigos suelen estar depositados al nivel alcanzado y se apoyan en los bordes del hoyo: Errozate 2, (fig. 7) (Blot J.,1977,a). 

A este decapado global, puede añadirse la confección de una trinchera circular en donde los elementos periféricos tendrán mejor asiento :Apatesarol, Okabe 6, (Blot J.,1977,a) (fig. 7).

Los elementos más importantes, más visibles del círculo externo (losas o bloques) casi nunca tienen piedras de estabilización (el 22 % de los casos), lo que podría explicar la frecuencia con la cual los hemos encontrado inclinados hacia el interior o el exterior del monumento. Dos veces (Apatesaro Ibis, y Okabe 6, fig. 7), hemos observado la existencia de una capa de arcilla añadida, extraída en los alrededores contiguos y depositada en el área limpiada. 

De manera más general, parece evidente que, aunque realizaron con mucho cuidado los monumentos, los constructores nunca buscaron la ejecución de un trabajo monumental, ni siquiera quisieron "cerrar" un recinto. Simbólicamente, señalaron un lugar y delimitaron un área; los detalles arquitectónicos revelan numerosos actos simbólicos cuya significación nos escapa totalmente.

Pasa igual con la estructura central.

Finalmente, no hemos percibido una evolución particular de los estilos arquitecturales de estos círculos de piedras, a lo largo de los siglos.


La estructura central.

Para nosotros, representa la clave del monumento pues es lo que le confiere toda su significación. En general, recibe el depósito ritual que suele ser a menudo
bastante modesto.

Se pueden hallar numerosas modalidades : En el 28 % de los casos, existe un pequeño arcón, hecho de bloques o de lositas. Más o menos rectangulares y provistos de cubierta, los arcones de losas resultan ser las estructuras más espectaculares (Meatse 8, fig. 8, foto 2). Algunas veces, la elaboración del receptáculo se realizó con sumo cuidado depositando piedrezuelas de calce dispuestas bajo la cubierta para asegurar mejor estanquidad sobre los soportes; los bordes suelen estar unidos y presentan, a menudo, señales de haber sido pulidos. Tampoco resulta extraño encontrar otras losas apoyadas en el arcón central, más por motivos estéticos y/o rituales que por mecánica de sujeción (Meatse 8, foto 2).

Por falta de losas, se utilizaran bloques de pudinga o de cuarcita, consiguiendo entonces estructuras centrales más groseras pero, sin embargo, bastante elaboradas :pequeños círculos de piedras de un metro de diámetro, dispuestos en el suelo decapado (Apatesaro 1, fig. 6), pequeña cista en forma de U (Mehatze 5, fig. 10), (Blot J. 1978,b) o montículos pedregosos en domo de 0,80 a un metro de diámetro (Okabe 6, fig. 7 ; Apatesaro 1 bis, fig. 11). En el centro del monumento no se suele encontrar más que una piedra única, bajo la cual se halla el depósito. A veces, aparece otra simétricamente colocada bajo la anterior (Errozate 2, fig. 7).

El estudio del conjunto de estas estructuras centrales, sin considerar su tipo, no ha ofrecido una orientación privilegiada.

En los cincos baratze excavados en el País Vasco Sur, el depósito ritual fue realizado en el centro del monumento, directamente sobre tierra firme, sin ninguna estructura receptora; no obstante, de esta modalidad no se puede concluir una regla general.

A diferencia del Bearne y de otras zonas donde son frecuentes, nunca se ha hallado una urna funeraria con función de osario. Esta ausencia es una de las características de nuestros monumentos.

En un capítulo posterior examinaremos los diversos depósitos rituales efectuados en los baratze. Las modalidades son similares para los baratze-tumularios que para los túmulos y los trataremos en un estudio global.

Los cuadros recapitulativos de las dataciones obtenidas en el País Vasco Norte (cf. cuadro al final del artículo y fig. 12) muestran que la construcción de los baratze parece haber comenzado desde el Bronce medio / final y haber perdurado hasta el fin de la Segunda Edad de Hierro. Desde el comienzo, la arquitectura estuvo perfectamente lograda (Meatse 8) y, tal y como lo hemos subrayado, no parece que haya habido evolución ni degeneración de los estilos, al contrario, ha existido una estabilidad muy importante aunque con variantes, dado que no existen dos monumentos idénticos. Según nuestros actuales conocimientos, toda "tipocronologia" en la arquitectura de los baratze parece carecer de fundamento.


COMPARACIÓN CON LOS DEMÁS MONUMENTOS.

Los resultados obtenidos en las excavaciones confirman el juicio de Mohen (1980) quien estimaba que los baratze, los baratze-tumularios y los túmulos no eran, probablemente, más que "matizaciones, sin duda complejas, de un mismo modo funerario".


Los baratze-tumularios.

Los hemos definido como túmulos rodeados por una corona de piedras bien visibles. La mediana de los diámetros es ligeramente superior a la de los baratze, siendo de entre 6 y 7 m, en lugar de entre 4 y 5 m (fig. 5).

Su altura, superior a 0,30 m y sin exceder 0,70 m, resulta modesta. Exceptuando dos casos (Pittare y Mendittipi),están casi siempre constituidos de tierra (fig. 13) a diferencia de los túmulos excavados que están todos hechos de piedras, tal y como lo veremos.

En lo que a la corona de piedras se refiere, las observaciones hechas para los baratze continúan siendo aquí válidas. Se observa un decapado del suelo sobre la totalidad del área prevista para el monumento y la excavación eventual de una trinchera periférica en el 44 % de los casos.

En tres casos se ha extraído una importante capa de arcilla: Ugatze (Blot J., 1975,b); Zaho (Blot J., 1986) y Bixustia (Blot J., 1976), fig. 13.

Tanto la cantidad y dimensión de las piedras de las coronas periféricas como su especie geológica y el cuidado que tuvieron en las construcciones, no varían en nada respecto a lo observado en los baratze. La existencia de un círculo interno y tangente al precedente es constante. En muchos casos faltan las piedras de estabilización en la base de los testigos por lo que se resiente la solidez de la estructura. Se ha encontrado una única vez un círculo intermedio, situado entre la corona periférica y la estructura central (Zaho 2, fig. 15 ). Si, como para los baratze, el círculo periférico tiene muy probablemente una finalidad ritual, parece que también en el 44 % de los casos se le puede atribuir la función de contención para el túmulo, función particularmente clara en el caso del imponente montón de cascajo de Pittare (Blot J.,1978, c).

Las estructuras centrales son iguales a las de los baratze; pequeñas arcas de losas en Meatse 5, en Millagate 4 (Blot J., 1988, a) (fig. 13 y foto 3), pequeño círculo de piedras en Millagate 5 (Blot J., 1987 y fig. 13), pequeña cista de bloques en Zaho 2 (fig. 14), domo de piedras en Ugatze, una sola losa central en Mendittipi y finalmente, en el baratze-tumulario de Pittare, el depósito de carbones de leña fue realizado en el centro y sobre el propio suelo (fig. 13).

La notable estabilidad de las arquitecturas a través del tiempo, ya observado en los baratze, se encuentra nuevamente aquí. Los baratze-tumularios perduran hasta el fin de la Segundad Edad de Hierro. En esta fracción de tiempo, ninguna "tipocronología" se destaca. 

Por todas estas similitudes con los baratze y con el objeto de subrayar mejor su parentesco, preferimos utilizar el término "baratze-tumulario" en lugar de "túmulo-baratze".

 

Foto 3. Baratze-tumulario Millagate 4 (Comuna de Larrau) _Vista sacada del noroeste. 

 

Los túmulos.

Representan la tercera categoría de monumentos susceptibles de ser encontrados en los mismos lugares que los precedentes con, aparentemente, las mismas funciones en época similar.

La diferencia reside en la ausencia de la corona de piedras; su diámetro medio oscila entre 4 y 5 metros (fig. 5) y su altura entre 0,30 y 0,90 m. Otra diferencia los opone, esta vez, a los baratze-tumularios: están todos constituidos por amontonamientos de piedras (fig. 15) contrariamente a los demás que, casi siempre, están formados de tierra.

Como para los monumentos descritos anteriormente, los constructores procedieron sistemáticamente un decapado del suelo, limitándose, al parecer, únicamente a la capa del mantillo (quizás, porque no necesitaban asegurar la estabilidad de una corona periférica). Existe un caso en el cual una capa espesa de arcilla extraída ha sido dispuesta en el área decapada: Zuhamendi 3 (Blot J., 1976), fig. 15.

Los bloques de los túmulos no parecen haber sufrido el menor pulimento y en general, su elección y su disposición aparentan ser totalmente anárquicas : Irau 4 (Blot J., 1989,b) fig. 15 ; Apatesaro 5 (Blot J.,1988, b) fig. 15 y 16 . 

En ciertas ocasiones, los bloques fueron coloca- dos con mucho gusto como se nota en la zona central de Zuhamendi 3 (fig 15). lo sugieren la periferia formada de 2 o 3 cimientos de bloques de piedras así como el amontonamiento que rodea la pequeña arca central de Apatesaro 6 ( Blot J. 1992) (fig 17). 

La verdadera corona de piedras periféricas dispuestas de plano, debajo del montón pedregoso de recubrimiento en Apatesaro 4 (Blot J.,1984 b) (fig 15 y 18) lo comprueba.

Exceptuando el único caso donde el depósito de carbones de leña se ha efectuado en el propio suelo entre dos piedras toscas (Apatesaro 5, fig. 15 y 16), St'. ha adoptado la pequeña arca central de losas hincadas (Apatesaro 4, fig. 15 y 18) o el sistema de bloques asentados (Apatesaro 6, fig. 15 Y 17) ; ¿no cabe duda de que es ésta la única estructura que queda bien individualizada y bien visible debajo del amontonamiento de cascajo?

Entre los 213 túmulos de nuestro inventario, existe la probabilidad de que para algunos se trate de túmulos de inhumación. Es el caso de uno de los ochos túmulos que excavamos : Urdanarre Nl (Blot J., 1993,b). Su diámetro de 12 metros lo distinguía de los otros siete monumentos y de la media general de entre 8 a 9 metros observada para los túmulos.

Les túmulos dolménicos, de dimensiones similares, son más fáciles de identificar, con sus cámaras sepulcrales megalíticas bien visibles que fueron objeto de excavaciones clandestinas por parte de buscadores de tesoros de todas las épocas. Teniendo en cuenta la antigüedad del rito tumulario en general, no debe de extrañar que esta estructura haya sido la de más alta datación en lo que al rito de incineración se refiere, de entre el cuadro de monumentos aquí estudiados. Fue en el calcolítico cuando se construyó el túmulo Irau 4, (Blot J.,1989,b) fig. 12.


EL CONTENIDO DE ESTOS MONUMENTOS.

Los numerosos puntos comunes de los tres tipos de monumentos descritos son aún más evidentes al nivel del estudio de los depósitos efectuados.

Los depósitos de carbones de leña (fig. 3 y 4 )Su presencia es casi constante aunque las cantidades son muy variables : desde la modesta pulgarada, al puñado lleno. Pueden estar depositados en la estructura central (en el 72% de los baratze, en el 77 % de los baratze-tumularios y en el 67 % de los túmulos.); en esta circunstancia pueden llenar enteramente esta estructura (en el caso de Apatesaro 1, fig. 6, todo el círculo central) o simplemente una parte bien definida del receptáculo mientras el resto está cuidadosamente rellenado de piedrezuelas o tierra (arcas del baratze Meatse 8, del baratze-tumulario Zaho 2, del túmulo de Apatesaro 6). 

La estructura central puede también quedar virgen de todo depósito cuando éste se realiza apoyado en ella pero hacia el exterior (Irau 4, fig. 15).

En la mayoría de los casos, al depósito central se le añaden depósitos anexos que pueden discurrir en la zona intermedia entre la periferia y la estructura central (baratze Apatesaro1,fig. 6) o entre los testigos del perístole (baratze Meatse 1, baratze-tumulario Bixustia). Finalmente, se ha observado un semilla regular de carbones de leña, tanto en la base del monumento al nivel de la zona decapada (baratze Okabe 6) como repartido en el volumen de éste (baratze Meatse 8, baratze-tumulario Bixustia). 

Conviene subrayar desde este punto, que hemos notado algunas trazas de rubefación de la arcilla subyacente a ciertos depósitos de carbones de leña, asunto este que sugiere que fueron distribuidos cuando eran brasas extraídas de algún hogar muy cercano (Okabe 6, Millagate 4 y 5). Asimismo, algunas veces, se hallaron fragmentos de arcilla rubefacta mezclados con los carbones de leña recogidos. Al contrario, ninguna traza de ustrinum fue constatada en el interior de los mismos monumentos.

 

Los depósitos de osamenta calcinada (fig. 3 y 4).

Sólo se han encontrado de manera excepcional y en cantidad ínfima. Citemos algunos finos fragmentos de costillas mezclados en el depósito de carbones de leña del baratze Errozate 2 ; otros fragmentos óseos más numerosos en el centro de los baratze Oyanleku 1 y Oyanleku 2, provincia de Gipuzkoa (Altuna J.,1977); unos escasos fragmentos entre los carbones de leña del círculo central del baratze-tumulario Millagate 5 y otros en él de Mendiluze, provincia de Araba, (Vegas Aramburu J.I., 1984). No se han hallado más restos de este tipo en los ocho túmulos excavados.

Existe, sin embargo, una excepción muy importante : el conjunto de huesos calcinados del arca central del baratze-tumulario Millagate 4 (fig. 13, foto 3) con un peso aproximado de 1,700 kgs. 

El estudio antropológico efectuado por el Profesor H. Duday (Laboratorio de Antropología de la Universidad de Burdeos 1) ha revelado que se trataba de un individuo único, robusto, de edad madura y cuyos elementos óseos estaban todos representados. Por algunos motivos que escapan a la evidencia, en este caso los constructores del monumento recogieron con más cuidado que él de costumbre, la osamenta calcinada del difunto, aunque, por otro lado, la arquitectura no se diferencia en nada de los demás monumentos estudiados hasta ahora.


El ajuar (fig. 3 y 4).

El ajuar es casi tan escaso como los depósitos de huesos.


La cerámica.

Sólo se presenta en un único baratze, en Apatesaro 1 bis, en forma de un fondo de vaso liso de 11 cm de diámetro con comienzo de panza bastante pronunciado (fig. 19, nº 2). Las roturas son antiguas y faltan las demás partes. Este fragmento fue dispuesto en el centro del monumento, debajo de una pequeña cúpula pedregosa, junto a un montón de carbones de leña, sin ningún resto óseo.

- Del mismo modo, un único baratze-tumulario presentaba cerámica: él de Bixustia (fig. 13). El resto cerámico fue depositado en pleno suelo, en el centro del túmulo, sobre la capa de arcilla extraída. Se trataba de una urna cerrada por un plato que en su interior contenía uno o varios vasos pequeños (fig. 19, nº 1). 

El estado incompleto de la urna y de los vasos pequeños dificulta el reconocimiento de su función real, dado que no existe ningún resto de hueso o de carbones de leñas en su interior, aunque algunos restos de carbones aparecieron diseminados sobre el suelo decapado, bajo la capa de arcilla hasta allí transportada. la urna pertenece a la variedad 16D, presente en Ayer, en el segundo período del "período 11" de Mohen. El plato-cubierta es la variedad 1a ; el o los vasos pequeños no han podido ser reconstituídos.

- En la provincia de Araba, el baratze-tumulario de Mendiluze presentaba una veintena de fragmentos desparramados. En definitiva, ningún túmulo contenía cerámica.


Los objetos de metal.

También éstos son poquísimos. Recordaremos, en el baratze Errozate 4, la asociación de un fragmento de lámina (cortante y perteneciente a un cuchillo o puñal), con un fragmento de herrete cónico de talón de lanza, ambos de hierro ; estos dos elementos estaban pegados entre sí con un cemento "silicoferroso" y habían sufrido la acción del fuego. El baratze Oyanlekul (provincia de Gipuzkoa) ha aportado un botón y un pequeño anillo de bronce.

En lo que se refiere a los baratze-tumularios, se encontraron algunos restos de objetos de hierro en él de Mendiluze (Araba) y, sobre todo, es de mencionar la punta de lanza o de dardo encontrada en Zaho 2 (fig. 19, nº 3) en forma de hoja de laurel y que sufrió muchísimo la acción del fuego. Su tipología está en consonancia con la datación C14 calibrada (-995, - 497) de los carbones de leña recogidos en la cista central.


Las piezas líticas.

Generalmente, se hallan astillas, pequeñas láminas o raspadores de sílex diseminados en el monumento. No se destaca ninguna pieza característica (fig. 19, nº 4,5,6,7). Una vez, se encontró una punta de flecha de sílex con aletas y pedúnculo en el baratze-tumulario de Mendittipi (fig. 19, nº 8). 

Podemos preguntarnos en que circunstancias se depositaron estos elementos en los túmulos: ¿Anteriormente a la creación del monumento?, ¿Con fines rituales (conservación ritual de una antigua tradición técnica)? o ¿para qué se utilizaban en la vida corriente?. La regularidad de la presencia de estas piezas, en Bearne por ejemplo, deja suponer que se trata de una acción voluntaria. Así, la gran cantidad de astillas encontrada en el túmulo T1 de Pau (Blanc Cl.,1989) sugiere que se hubiera podido cortar sílex o cuarcita en el sitio, durante el ritual funerario.

Considerando estos actos simbólicos, no podemos terminar sin mencionar la presencia de pequeños guijarros redondos como huevos de paloma (procedentes de los bloques de pudinga) depositados intencionalmente a la base o sobre testigos de la corona periférica : baratze Errozate 2, 3 y 4, Meatse 1, Oyanleku 1 ; baratze-tumulario Bixustia, Mendittipi, Ugatze, Millagate 4. 

Es interesante notar que el concepto de huevo está frecuentemente vinculado al concepto de nacimiento......o resurrección. También, es notable este hecho : debajo de la capa del humus actual, se hallan muchas piedrezuelas diseminadas.¿Corresponden a un disparo ritual sobre el monumento al final de la ceremonia?,¿ Eran un último adiós de los participantes ? (baratze Okabe 6, baratze-tumulario Ugatze).

 

ASOCIACIÓN Y REPARTO DE ESTOS MONUMENTOS.

Las asociaciones de monumentos, sin distinción de categoría y la similitud de su reparto en los montes subrayan los vínculos que los unen.

 

Asociaciones de monumentos entre sí.

Frecuentemente, apartados o en grupos de 2 o 3 se encuentran los baratze. Algunas veces, componen conjuntos de 4, 5, 6 elementos y verdaderas necrópolis. Las mayores agrupaciones quedan contadas. Los baratze-tumularios y los túmulos pueden estar apartados o agrupados por 2 o 3 ( nunca más de 5).

En el estudio de las necrópolis, evocaremos las normas que pudieron regir estos agrupamientos de monumentos .


Reparto según las tres provincias del País Vasco norte (fig. 1).

Según las provincias, cada tipo de monumentos se reparte diferentemente (fig. 20).

Comprobamos que los baratze, presentes en (L) Lapurdi (el 28 %), predominan en (BN) Benaparoa (el 66 %) y son casi inexistentes en (S) Zuberoa (el 6 %).

Los baratze-tumularios se hallan en las tres provincias, pero, como los baratze, predominan en Benaparoa (L: el 18 % - BN :el 55 % - S :el 27 %).

Los túmulos numerosos en Benaparoa y Zuberoa quedan apocados en Lapurdi (L : el 22 % - BN : el 40 % - S : el 38 %).


Reparto según la altitud.

- Generalmente, los baratze se sitúan en los pastos de verano; sus altitudes van elevándose, caminando hacia al Este. En altitud, los baratze son más numerosos que los dólmenes (fig. 21): eso podría explicarse por el aumento de la importancia de los rebaños y la necesidad de nuevos pastos.

- Los baratze-tumularios se sitúan casi en las mismas alturas que los baratze. Un poco más abajo, algunos baratze-tumularios se reparten como los túmulos, juntándose con ellos. Mucho más abajo los túmulos predominan.

 

Reparto según el tipo de relieve.

Aunque el porqué nos escape, la elección de los sitios obedeció a ciertos criterios. Se tratan de pastos situados en las alturas, cercanos a una o varias pistas pastorales, en zonas desempeñadas y que gozan generalmente de un panorama grandioso. Estos monumentos estaban destinados a ser vistos, pero muy probablemente, intervinieron criterios de estética.

Sin embargo, podemos observar :

- Frecuentemente, los sitios elegidos están o estaban cercanos a parajes con agua.

- Expuestos a las intemperies, estos lugares presentan malísimas condiciones de habitabilidad : verosímilmente, esta inhospitalidad del sitio elegido resulta de criterios rituales, espirituales o religiosos. Más allá de la simple elección de un lugar, estos usos han prevalido.

Casi siempre, erigidos en un terreno horizontal (o en muy ligera pendiente), estos monumentos se sitúan en lugares determinados del relieve : los baratze se distribuyen preferidamente por los puertos, las líneas de cresta y, a un grado menor, en las terrazas a flanco de montaña (fig. 22). Los baratze-tumularios tienen semejante reparto . Aunque se reparten como los precedentes, los túmulos predominan en las líneas de cresta.

El reparto de los monumentos de incineración sobre el relieve no es casualidad. Resulta diferente del reparto de los dólmenes edificados sobre las terrazas a flanco de montaña, en baja o media altitud.

Desde siglos, las destrucciones ocasionadas, por la "puesta en valor" de las bajas tierras (agricultura, urbanización, red caminera) pueden explicar la escasez de todos estos monumentos ,en "el piamonte".

Sin embargo, se comprueba que, si encontramos túmulos en baja altitud, en territorios aún preservados de toda actividad humana destructiva, nunca se hallaron baratze.


ENSAYO DE INTERPRETACIÓN.

A pesar de algunas diferencias de forma exterior o de detalles internos, los múltiples puntos comunes entre todos estos monumentos permiten considerarlos legítimamente, como variantes salidas de una misma base conceptiva. Entonces, ha parecido artificial separarlos en el estudio de su posible significación.

Basándose en la existencia de una estructura central y en la presencia de depósitos de carbones de leña y de ajuar, podemos distinguir dos casos : los monumentos más o menos provistos y los demás, vacíos.


Caso de los monumentos vacíos.

Ninguna datación ha podido ser efectuada en el círculo de 5 m de diámetro (Blot J.,1991) de Urdanarre S1; no poseía ni estructura central ni depósito.

Para el círculo de 17 m de diámetro de Jatsagune (Blot J.,1979, b), ninguna datación fue posible. Sin embargo, un fragmento de perla fue encontrado en la base de un bloque de su corona de piedras. Esta perla se parece mucho a los productos de Stradonitz, en Bohemia, aunque no se pueda excluír (J.Roussot-Larroque) una fabricación más cercana a nuestra región. Se le atribuye una fecha: entre 450 y el fin de la Independencia. Teniendo en cuenta la situación en un cruce de pistas pastorales, de este gran círculo de piedras de tamaño superior a los demás baratze, podemos presumir su función de lugar de reunión.

Después de su excavación, el círculo de Gaztalamendi en Araba (Vegas Aramburu J.I., 1981) no pudo ser relacionado con la categoría de los baratze. El autor emite la hipótesis que podría tener una relación ritual (?) con un dolmen situado a una treintena de metros. Otras interpretaciones tocando a los "círculos vacíos" fueron propuestas : marcas de propiedad delimitando zonas de pastos, señales astronómicas o lugares de culto en relación con una religión astral...

Que se trate de círculos con estructura central, depósitos, etc ... o "vacíos", la hipótesis de un basamento de hábitat nos parece poco justificable. Por lo que se refiere a los vestigios de hogares domésticos, las estructuras descritas son muy diferentes. Además, en el caso de los círculos "vacíos", sorprende la ausencia de estos vestigios y de ajuar, en sitios tan frecuentados como lo son lugares habitados.

Ninguno de los túmulos excavados pertenece a la categoría de los monumentos "vacíos". Sólo, un gran túmulo (Blot J.,1981,a) hace excepción : tiene casi 3 m de altura, su diámetro mide 13,5m y dos monolitos muy grandes, elementos de la corona de piedras, se destacan al sureste y al noroeste. La excavación determinó que era un cerro natural, arreglado para darle el aspecto de un montículo de formas regulares.

Su centro estaba ocupado por un filón rocoso del sitio, cubierto de tierra sin ningún depósito, ni ajuar.

El eje noroeste - sureste materializado por los dos monolitos indica la torre de Urkulu. 

Erigida a unos 3 km del túmulo, dominando la carretera de Pamplona, se considera esta torre como un trofeo romano (Tobie J.L.,1976). Entonces,¿ por qué este túmulo no hubiera podido desempeñar el papel de verdadero poste indicador ?, ¿ no sería un mojón miliar anepigráfico construido en el propio estilo arquitectural de los autóctonos, dada la orden romana ?.


Caso de los demás monumentos.

La hipótesis más comúnmente admitida sugiere que son sepulturas de incineración. Sin embargo, teniendo en cuenta la moderación y la escasez de los depósitos de osamenta calcinada, el término de sepultura parece muy discutible. Por cierto, la acidez del suelo hubiera podido "digerir" los restos orgánicos, ya que el pH de los monumentos excavados avecina el valor de 5,2. 

También, ocurre que las microcondiciones locales intervinieron : los carbones de leña pueden neutralizar la acidez del suelo y proteger los fragmentos huesosos mezclados con ellos (caso del baratze Errozate 2, del baratze-tumulario Millagate 5).Entonces, sorprende la ausencia completa de todo fragmento huesoso en los abundantes carbones de leña del baratze Apatesaro 1, del baratze-tumulario Zaho 2 y en todos los demás monumentos, donde estos importantes depósitos hubiesen producido su efecto protector. 

Por eso, cabe pensar que no hubo depósitos de osamenta en estos monumentos. Añadiremos que una incineración muy adelantada da un polvillo dificilísimo de recoger y resulta para el arqueólogo como un extracto simbólico de carbones de leña del ustrinum, en fin de ceremonia. Por eso, nos parece totalmente arriesgado denegar la menor finalidad funeraria a los monumentos sin osamenta calcinada visible. 

La multiplicidad de los actos simbólicos que dejaron marcas en la arquitectura de estas construcciones, contrastando con la escasez o aún la ausencia de restos humanos, nos hizo abandonar el término de "sepultura" para preferirle él de "cenotafio", desde hace mucho tiempo. Este monumento simbólico conmemora el indivíduo sin contener depósito humano. El baratze-tumulario Millagate 4 con su excepcional osamenta completa corresponde a una sepultura. Así, siendo parecido a los demás monumentos, confirma las muy probables finalidades funerarias de éstos.


LA PRÁCTICA DE LA INCINERACIÓN EN MONTAÑA: ENSAYO DE RECONSTITUCIÓN.

La práctica de la incineración.

Considerando la cantidad de vestigios conocidos hasta hoy en día y los desaparecidos entretiempo, cabe evidente que no se edificó un monumento para cada difunto en el monte. Los resultados de estudios osteológicos en Millagate 4 y la ausencia de rastro arqueológico de reempleo de estos monumentos sugieren que las construcciones de montaña concernían funerales más individuales que colectivos. También, probablemente, otras modalidades funerarias se practicaron.

Algunas incineraciones pudieron ser efectuadas en grutas. Quizás, como lo sugieren los estudios de Ebrard D.(Ebrard D.,1993), los restos de incineración pudieron estar dispuestos en dólmenes. En los pastos de la sierra de Aralar (donde faltan los monumentos de incineración), Alustiza Mujica supone que se enterraron los restos de incineración en dólmenes erigidos anteriormente. También, otras modalidades pueden ser consideradas aunque no quede ningún rastro: dispersión de osamenta calcinada, exposición de cadáveres a los buitres, etc...

Durante más de un milenio y medio, se practicará un rito de incineración con variantes de expresión. Trataremos de poner en evidencia algunos de los rasgos fundamentales gracias a los resultados de las excavaciones. Lo que sigue está propuesto con gran prudencia, puesto que, además de que la colección de datos nunca está agotada, la dificultad esencial reside en el hecho que los elementos en nuestra posesión no son más que el resultado de actos. Sólo, vemos la traducción material del rito, pero el pensamiento que subtiende en estos actos queda totalmente desconocido.

Con la cremación del cadáver o con una tumba reducida respecto al gran tamaño del dolmen, la incineración parece dar menos importancia al aspecto material de la muerte. Todo se vuelve símbolo. Pueda que el círculo materialice un cercado sagrado que protege a los muertos del mundo de los vivos y éstos de la influencia nefasta de los difuntos. El círculo puede también designar un área ritual compleja donde cada detalle es muy importante para los constructores, tanto como la presencia de la más modesta ofrenda.

Decididas las normas de construcción del monumento, la elección del sitio no era casualidad pero obedecía a criterios evidentes (pastos elevados, puertos, crestas, etc...).

- La cremación no se efectuaba en el monumento sino en su cercanía. No hay índices de incineración al interior de los monumentos. Sólo quedan pequeños rastros de arcilla rubefacta, bajo los carbones de leña extraídos en estado de brasa.

 - La construcción de la hoguera recorría a especies cercanas del sitio muy probablemente, quizás con una preferencia "ritual". Las ocho análisis antracológicas efectuadas revelaron una vez fresno, otra vez haya y seis veces roble de hoja caduca que crecía debajo del hayal, en aquellas épocas.

- ¿Qué existía, una verdadera incineración o una simple cremación como en Millagate 4 ?. 

Es posible que se hayan practicado las dos, ya que se observan todos los estados intermediarios. Por lo que toca a la elección del tipo de monumento, ignoramos totalmente los criterios. Podemos comprobar la coexistencia de estructuras diferentes, aunque son contemporáneas, en una misma necrópolis. 

Decididos el tipo de monumento y sus dimensiones, se efectuaba un decapado sistemático del suelo, más o menos en profundidad en el área correspondiente a la futura construcción. Una trinchera periférica podía ser cavada para asentar los elementos de la corona. En algunos casos, pusieron una capa de arcilla plástica, extraída de los alrededores, sobre el suelo decapado.

- Las modalidades arquitecturales de las coronas de piedras, como las de las estructuras centrales eran múltiples. Se utilizaron piedras de la cercanía, a menudo con un gran cuidado que contrasta con la escasez de los depósitos efectuados después. En efecto, si las extracciones de carbones de leña en la hoguera fueron casi constantes, sus cantidades, así como los lugares de sus depósitos en los monumentos eran variables.

- En cuanto a la osamenta calcinada, su colección no parece haber sido ni obligatoria ni sistemática y los pocos fragmentos recogidos, aquí o alfa, parecen ser más debidos al azar que a una voluntad firme.

En el caso único de Millagate 4, con una tumba muy cuidada y una colección minuciosa y completa de osamenta, nos encontramos sin duda frente a la sepultura de un notable (?) que benefició de un sitio sobresaliente, frente al pico de Orhy.

- También, las ofrendas son tan simbólicas como los carbones de leña y la osamenta que sean fragmentos de cerámica "el pequeño fragmento se substituye a la cosa entera" (Mohen J.P.,1980), objetos de hierro pasados al fuego, pequeñas herramientas de sílex o aún pequeños guijarros redondos ...

Esta escasez de ajuar en nuestros monumentos de montaña vasca contrasta con la riqueza de las regiones vecinas (Bearne, par ejemplo). Podemos intentar explicarlo por la pobreza de estas gentes que vivían en verano, lejos de las habitaciones de llanura. Debían recuperar todo lo que aún podía ser utilizado, o quizás el rito o las condiciones sociales del difunto no exigían este tipo de ofrenda ...

También, se puede considerar que la noción de riqueza, de valor, vinculada con los objetos ha podido relevar de criterios muy diferentes de los nuestros.

- Después, el conjunto estaba cubierto de tierra (o de piedras) y la importancia del amontonamiento podía determinar, en algunos casos, la existencia de un túmulo.

Las dimensiones reducidas de monumentos de montaña contrastan con las de monumentos de llanura (Landas, Bearne, etc ...) y parecen en conformidad con el número, sin duda restriñido, de individuos presentes para funerales a estas alturas...

 

Foto 4. La necrópolis de Okabe debajo de la nieve ; algunos de los baratze. (Comuna de Lecumberri) - Vista sacada del oeste.

Necrópolis organizadas, jerarquizadas.

Durante el largo período de utilización, desde la Edad de Bronce hasta la Edad de Hierro, se nota la estabilidad de los tres tipos arquitecturales. Independientemente de la época de su construcción, los monumentos de una misma categoría permanecen generalmente agrupados en conjuntos homogéneos.

Algunas veces, en una misma necrópolis, se observan monumentos de mismo tipo y otras veces, de tipos diferentes. En este caso, al interior de la necrópolis, se conjuntan los monumentos por tipos. 

En el caso de las necrópolis homogéneas, se estudiaron Errozate con sus 5 baratze (fig. 12) y Millagate con sus 5 baratze-tumularios. La edad de los monumentos de estos conjuntos oscila entre la Edad de Bronce y la Segunda Edad de Hierro. 

Los dos agrupamientos de Zaho particularmente visibles constituyen un ejemplo de necrópolis heterogénea; uno está formado de cinco túmulos y el otro de tres baratze-tumularios. También, evocaremos Apatesaro (fig. 23) con sus tres baratze y sus cinco túmulos datados entre el Bronce Medio y la Segunda Edad de Hierro. Okabe (foto 4) queda la necrópolis heterogénea más espectacular y demostrativa, con más de treinta monumentos repartidos en conjuntos bien individualizados (fig. 24), representando cada tipo.

A pesar de la ausencia de ajuar, la elección del sitio y de la arquitectura de estas necrópolis expresan una cierta jerarquía social. La necrópolis de Apatesaro ilustra muy bien esta característica (fig. 23).

Los monumentos más cuidadosamente elaborados se hallan en la línea de cresta, con una vista privilegiada sobre el horizonte (aunque agrupados por afinidades arquitecturales): se trata de los baratze l, Ibis, (fig. 6 y 11), 2 y de los túmulos 3 y 4 (fig. 18) . En cambio, los túmulos 5 (fig 16), 6 y 7 situados más abajo, alejados de la pista de trashumancia, privados así de panorama, además de arquitecturas muy descuidada, parecen dejados aparte.

Esas diferencias muy ostensibles en los modalidades de construcción de los monumentos sugieren una clasificación entre los difuntos, pues existía una jerarquía social.


ORIGEN DE ESTOS CÍRCULOS.

¿Fueron edificados por pastores "protovascos"?.

La permanencia durante siglos y el reparto de estos monumentos en altitud, accesibles por temporadas, cuando no hay nieve (foto nº 4), evocan una población de pastores medio-nómadas. Para ellos, en el Suroeste de Francia, desde la Edad de Bronce, el rebaño tiene una importancia preponderante.

Según los autores antiguos, los Tarbelles ocupaban el actual País Vasco Norte y los Vascones predominaban en el Sur. J. P. Mohen define las poblaciones de la Edad de Hierro en el sur de la Garona como : "... pastores guerreros que defienden sus rebaños porque éstos representan la riqueza más considerable que se pueda acumular entonces". (Mohen J.P., 1980).

Podemos observar que los dos únicos objetos de hierro descubiertos en los monumentos del País Vasco Norte fueron una punta de lanza y una hoja de cuchillo pegado a un venablo (baratze Errozate 2). Es interesante recordar que en Euskara, "abere" significa ganado y "aberats" el rico (él que posee ganados).

Strabon y Diodore de Sicilia ya señalaban los inmensos ganados que poblaban los pastos pirenáicos.

La cría exigía una vida itinerante. Aún en el siglo pasado, en otoño, los rebaños abandonaban las tierras veraniegas de montaña para replegarse en el "piamonte", sin duda en las Landas y la región de Arcachón. Lo atestiguarían las numerosas necrópolis repartidas a lo largo de estos ejes de trashumancia (Arambourou R.,1977) y "los camis salies", las vías de la sal, sal indispensable para los hombres y los rebaños. 

Si estas "idas y vueltas" regulares, entre monte y llanura, han marcado el suelo de sus huellas, no han que imaginar a estas poblaciones en perpetuo desplazamiento. Como lo subrayan Mohen y Arambourou, este modo de vida no es concebible sin una entidad agrícola y sedentaria incluyendo artesanos, aunque éstos puedan también ser itinerantes como se supone para algunos herreros o broncistas. "Estas sociedades pastorales y sobretodo las de los Pirineos conocen una metalurgia dinámica y novadora ..." (Mohen). 

Teniendo en cuenta la riqueza minera de nuestras montañas, es muy probable que los pastores podían revelarse también excelentes prospectores.....

Entonces, el desarrollo de la metalurgia así como la creación de nuevos pastos se vuelven responsables en gran parte del desmonte de nuestros bosques. Los lugares de anclaje de estas poblaciones son mal conocidos en el País Vasco Norte, excepto los numerosos campos o "Gastelus" estudiados por el General.Gaudeul F. (Gaudeul F.,1989). Sin embargo, éstos parecen ser más zonas de repliegue temporario en caso de inseguridad que viviendas permanentes.

En el País Vasco Sur, a estos campos (o "Castros") se añaden restos de viviendas urbanas de llanura, como en Cortes de Navarra (Navarra) y La Hoya (Araba), que poseen necrópolis de incineración, diferentes de las de montaña : incineración en campos de urnas en Cortes y en pequeñas cistas en La Hoya . En nuestras montañas, se hallan montones de tierra erigidos cerca de parajes con agua, en terreno declive, siendo de entre 12 y 18 m de diámetro y de entre 1 y 2 m de altura.

Los denominamos "montículos de habitaciones" y pensamos que podrían representar los vestigios de basamentos para albergues provisionales (adobes, pieles...), edificados por los pastores de los veranaderos. Ninguna excavación completa se realizó, pero hallazgos fortuitos (raspadores en sílex, cristales de roca, dientes humanos) dan alguna credibilidad a esta hipótesis.

- Esta Sociedad integrada por agropastores, artesanos y comerciantes se está jerarquizando : posee sus guerreros y sus religiosos, bajo la autoridad de una muy probable clase dirigente, como lo sugieren los estudios de A. Llanos (Llanos A.,1990) en la Hoya. También, se observa esta jerarquía en nuestras necrópolis de montaña.

Con la mezcla de los hombres y de las ideas, tanto al norte como al sur de la cordillera, podemos preguntarnos si la trashumancia estacional no contribuyó en homogeneizar culturalmente, antropológicamente y lingüísticamente esta población (a pesar de la introducción de elementos extranjeros durante el segundo
milenio y a lo largo de todo el primer milenio antes de J.C.).

En efecto, desde un punto de vista antropológico, estamos de acuerdo para subrayar "la homogeneidad notable de la población desde el Neolítico" ( R. Ricquet 1981 ) manteniéndose en la Edad de Bronce. En la Edad de Hierro, las intrusiones de elementos venidos de Centroeuropa harán sentir sus consecuencias más en las llanuras que sobre los relieves ( C. de la Rua, 1992)

Aquí, no nos extenderemos sobre el particularismo serológico, bien conocido de las poblaciones vascas actuales, donde el núcleo vascobearnes aparece como el vestigio de una antigua población que ha resistido a estas influencias, lo mejor posible.

Tampoco trataremos de la antigüedad del Euskara que no depende de ningún sistema lingüístico conocido. Sin embargo, mencionemos que la etimología del vocabulario pastoral no tiene ninguna relación con los idiomas indoeuropeos y parece preceder, de varios siglos, el vocabulario agrícola donde predominan las palabras de origen romana.

No es extraño comprobar que la antigua toponimia vasca se ha precisamente conservado en esta probable área de migración de la trashumancia protohistórica. Desde el Atlántico al Mediterráneo y del Ebro al Garona, lo recuerdan humildes nombres de arroyos, de rocas, de modelado del relieve como "Valle de Aran", ¡Aran queriendo precisamente decir "valle" en vascuence! 

También, aparece esta toponimia en numerosos nombres de lugares llevando desinencias preindoeuropeas que se terminan por "os", "osse", "ous", "ost" u "oz" : estudios de J.Seguy (Seguy J.,1951) y de Rohlfs (Rohlfs G.,1952), tal Andemos, Biscarosse, Urdos, Bedous, Bosost, etc ....Bien repartidas en Aquitania y en Ariege, es en el País Vasco donde estas desinencias son más numerosas. Las fronteras de esta zona corresponden, aproximadamente, a la curba isogénica del grupo sanguíneo "O" que iguala o pasa el 0,70. Al sur de la cordillera, los sufijos "Ues" y "Ueste" se relacionan con la misma categoría de idiomas vascuences de la protohistoria.

En las montañas del País Vasco Norte, encontramos toponimias que parecen ser vinculadas con el contenido arqueológico del lugar, aunque los monumentos a los cuales se refieren son difíciles de distinguir incluso para un ojo ejercitado. Citemos "Ilharreko lepoa" (el puerto de las piedras de los muertos), "Ilharreko ordoki" (la pequeña llanura de piedras de los muertos) ; "Ilhasteria" evocador "del lugar de la muerte rápida" (¿rayo?). En todos estos lugares, los monumentos, de dimensiones muy modestas, estaban desconocidos y olvidados de todos, desde hace mucho tiempo. ¿No podrían ser contemporáneas de su edificación estas toponimias ?.

Es posible que el término baratze .con el cual los pastores designan, aún, los círculos de piedras proceda, él también, de estos tiempos remotos. Lo sugiere su doble connotacíón de muralla y de lugar funerario.


¿Fueron los baratze, una creación original del lugar?.

Desde el cuarto milenio, se practicaba inhumación en dólmenes o en túmulos. A lo largo del tercero es cuando aparece la incineración en Europa occidental, práctica que va a coexistir durante varios siglos con la anterior.

Este nuevo rito (originario del Danubio Medio y mucho tiempo vinculado con el "pueblo de los campos de urnas" de la Edad de Bronce) ha sido ampliamente practicado por las poblaciones dichas "célticas" o "celtizadas" del último milenio. Sin embargo, la aparición casi simultánea de la incineración en diferentes puntos de Europa occidental no responde bien a ese modelo "difusionista". 

Hoy en día, se privilegian las nociones de aculturización, de evolución de las poblaciones en el mismo sitio , "el autoctonismo" sustituyendo al "difusionismo". Aunque se pudieran adoptar los usos procedentes de fuera, es posible que las poblaciones de nuestras regiones tuvieron la idea de incinerar, ellas también. El primer tipo de monumento utilizado para la incineración en montaña parece haber sido el túmulo, como lo sugiere el túmulo Irau 4, erigido en pleno Calcolítico (fig. 12) o el túmulo Tl de Pomp en Beame (Blanc Cl.,1987,a) que contenía los restos de dos esqueletos humanos incinerados en la misma época (Ly 3478; 3850 +/- 120 B.P., sea 2775 a 1950 antes de J. C.). 

Si los túmulos conocieron una extensión casi universal y participaron tanto en las inhumaciones como en las incineraciones, los ejemplos· de círculos circunscribiendo sepulturas se hallan por todas partes, en India, Zambia, en el Sabara como en los Andes bolivianos ... y el continente europeo encubre también muchas de esas riquezas. 

Citaremos el sitio de Messara, en Creta, con unos veinte círculos, del Minoen Medio; Italia con los tres sitios de Monsorino, Somma, y Vergiate ; la Península Ibérica, con los círculos pequeños de Alentejo en Portugal que datan del Calcolítico. Más al norte, a partir de la Edad de Bronce Antiguo, se hallan círculos de piedras en Dinamarca y son comunes en Escandinavia hasta la Edad de Hierro. 

Son señalados por autores en Alemania y en Checoslovaquia (Edad de Bronce Medio/Reciente). Con más de 900 círculos, las Islas Británicas llaman la atención (Burl A.,1976). Los mayores y más antiguos monumentos británicos datan de mediados del tercer milenio antes de J.C. Pero, para Burl A. parece ser que no sea más que a mediados del segundo milenio antes de J.C., cuando círculos de piedras (de dimensiones modestas) y sepulturas se combinan para formar, por ejemplo, los "caim-circles" de las costas oeste de Gran-Bretaña. (Esto nos acerca mucho a la época de la construcción de Meatse 8).

En semejante contexto, si se puede relacionar la aparición de los baratze en el País Vasco con influencias exteriores, no se debe excluír, como para el rito de incineración, una posible génesis local para esta nueva modalidad funeraria.

Parece ser posible que el concepto "corona de piedras" se pudo destacar del túmulo dolménico. Algunas veces, en las montañas vascas, se observa su cohabitacíon con el baratze: dólmenes de Mokua y de Larria 1 en Lapurdi, Ocora en Navarra, Pozontarri en Gipuzkoa etc ...En otros términos, tal como la hemos definido, la entidad "baratze" pudo nacer y adquirir su autonomía al seno de una población de pastores de montaña teniendo mucho apego a las tradiciones.

Pero esta fidelidad no excluye un poder creador original, subrayado por J.P.Mohen en lo que se refiere a las producciones metálicas (espadas con antenas y lengüetas) o cerámicas (adornos de vasos). También, pudieron adaptarse el túmulo dolménico y el círculo de piedras periféricas (su antiguo estilo arquitectural) a las nuevas prácticas funerarias.


¿Están limitados a la cordillera los baratze?.

En el estado actual de nuestros conocimientos, parece ser que los baratze (y baratze-tumularios) tengan un área de difusión bastante reducida.


1 En los Pirineos occidentales.

En el País Vasco, ya hemos estudiado la situación referente al norte de la cordillera. Al Sur (fig. 2), se observa una densidad importante de baratze en el norte de Navarra y el noreste de Gipuzkoa. Unos muy escasos ejemplares se hallan en las demás provincias.

Esta importante densidad es notable al nivel del eje principal de la cordillera y contrasta con la ausencia casi total que se puede notar en el resto del País.


Aspe.

 - Cauterets. Más al este, hemos efectuado la prospección de los valles de Aspe (Blot J.,1979,c) y de Cauterets (Blot J.,1985,a) que presentan monumentos similares a los del País Vasco (26 círculos en Aspe, 11 en valle de Cauterets) pero de los cuales ninguno ha sido excavado. En valle de Ossau, las prospecciones de G.Laplace y más recientemente de G.Marsan y Cl.Blanc muestran una cantidad importante de círculos de piedras.

Citemos los 24 monumentos de Houndas, los 16 de Couraus de Accous, de los cuales 4 fueron excavados (Dumontier P.,1982) o los 12 círculos de piedras del Col Long de Magnabaigt (Blanc C.,1983).

Ossau.

Se excavaron dos círculos más (Blanc C.,1987,b ; Dorot T.,1989) y los autores obtuvieron resultados comparables con los del País Vasco, en cuanto a la pobreza o la ausencia de los depósitos. Tres dataciones confirman la horquilla cronológica ya observada en el País Vasco : círculo del Lago de Roumassot : (Ly 4690) 3280 +/- 110 BP sea 1680, 1385 antes de J. C. ; esta datación lo sitúa como el monumento más antiguo de esta categoría. Círculo nº 10 de los Couraüs de Accous : (Ny 770) : 2345 +/- 70 BP sea 770, 180 antes de J.C. y el círculo de Bious Oumette (Ly 3890) : 2190 +/- 90 BP, sea 415, antes de J.C. 

 

2 En los Pirineos centrales.

Muy relacionado con esta región, con su obra de prospección y de excavación, A.Muller mejoró nuestros conocimientos en este sector (Muller A.,1980).

En el Luchonnais, a 1800 m de altitud, en el siglo pasado, el sitio de Baren reveló numerosas coronas de piedras más o menos deterioradas. La necrópolis de Bordes-de-Riviere que consta unos treinta círculos fue excavada por J.Sacaze (Sacaze J.,1880). Recogió urnas con cenizas y osamenta quemada. Citemos, también, los sitios de Campsaure, de Mont-Né, de Genost.

La montaña de Espiaud poseía también numerosos grupos de murallas circulares. En 1878, Piette y Sacaze exploraron los círculos del Mail de Soupene y de Castéra; parece ser sistemática la presencia de un arcón central.

El sitio muy importante de Gario cuenta tres necrópolis : la de la Moraine, con unas treinta sepulturas, la necrópolis del Pas-de-Peyre (Ramée A.,1875) formada por 17 círculos con coronas simples o dobles y la necrópolis de Arihouat (Arihouat 1 : 750 a 600 antes de J. C. y Arihouat 2 : 650 a 500 antes de J. C) cuya excavación reciente por A. Muller (1985) permitió bien conocer los 123 círculos.


En Ariege, anotaremos los 18 círculos de piedras de Ayer (Cau-Durban.,1887) y los dos círculos de Cagire y de Saint Barthélémy (Muller A.,1980).


En España, en el Valle de Aran, A. Muller señala unos treinta círculos en el "Trou du Toro" y la necrópolis del Plan-de-Beret (Gourdon M.,1878) con unos veinte círculos.

Por fin, en Aragón, indicaremos el valle de Garrinza, al norte del valle de Hecho, (Rupérez T.A.,1976) también muy rico en círculos de piedras.


3 En los Pirineos orientales.

Hay que trasladarse hasta el extremo este de los Pirineos orientales para contemplar la importante necrópolis de Villars (Espolia, España), cerca de los Montes Alberes, al sur de Banyuls. Cada depósito funerario estaba rodeado por un círculo de 2 m de diámetro formado con piedras altas de entre 1 m y 1,5 m.


4 En el "Piamonte" Pirenáico.

En cuanto al "piamonte" pirenáico francés, no podemos considerar en la categoría de los baratze, los círculos de pequeños cantos rodados enterrados en el amontonamiento de los numerosos túmulos erigidos durante los dos últimos milenios antes de J. C. (Mohen J.P., 1976). 

Estas estructuras se encuentran sobre la meseta de Lannemezan (Vié R.,1987,a), de Ger (Vié R.,1987,b), en las Landas (Aramburu R.,1987) o en túmulos de la región de Arcachon o de Bazadais (Giraud J.P.,1992). Estas arquitecturas, enterradas debajo de túmulos, hacen recordar mucho las que encontró J. P. Millotte en los túmulos de Chaveria 1 y 14 (Millotte J.P.,1972).

En las llanuras del Garona, ciertas necrópolis de incineración poseen sin embargo círculos de piedras actualmente enterrados. Aunque se parecen a campos de urnas, se aparentan a los baratze en cuanto al aspecto exterior, aspecto que la agricultura pudo modificar en algunos casos.

Los ejemplos más notables son las necrópolis de Lesparre y Ribérotes (Lot y Garona), (Marcadal Y., y Beynex A.,1992,a), la de La Graviere en Fauillet (Lot y Garona) (Marcada! Y. y Beynex A,1992,b) e incluso la necrópolis de Tap en Negrepelisse (Tarn y Garona) (Ladier E.,1992).

En cambio, en el "piamonte" pirenáico catalán, en la confluencia del Segre y del Ebro, se hallan necrópolis bastante similares a las de nuestras montañas.

Los monumentos poseen un depósito central en fosa.

A veces, la urna está encerrada en una especie de arcón y coronas de piedras, siempre visibles, hincadas en el suelo, rodean el depósito.

Citemos la necrópolis de Almanera (en Agramunt, provincia de Lérida) con sus 8 círculos (Maluquer J.,1973) cuyo ajuar sugiere una utilización anterior a 600 años antes de J.C., la necrópolis de Colomina (en Gerp, provincia de Lérida) - (Diez Coronel y Montull L.,1964) en la que se despejaron 34 sepulturas repartidas entre el siglo 9 y el siglo 4 antes de J.C. y la necrópolis de Seros (en Lérida) - (Diez Coronel y Montull L.,1962) que data aproximadamente de 800 años antes de J.C., totalmente parecida a las anteriores, donde se descubrieron 300 sepulturas. Por fin, citemos las necrópolis de Pedrera, Torre, Filella y Mola.

En las similitudes de estas necrópolis con las de la cordillera, los autores coinciden en ver el testimonio de influencias llegadas del sur de Francia, particularmente por el valle del río Segre.

 

5 Recorrido de trashumancia y sepultura.

En el mismo mapa (fig. 25), ha parecido interesante sobreponer los principales sitios de círculos de la región pirenáica (incluyendo los "piamontes" norte y sur), el área de los túmulos de incineración al sur del Garona (según Mohen J.P.,1980) y los antiguos recorridos de trashumancia según los estudios de Bladé J.F. (1874), Lefebvre Th. (1928), Cavailles H. (1931) y Barandiarán J.M. (1953).

Resulta claro que la trashumancia con largas distancias se averigua en período histórico. Sin embargo, logró probablemente una extensión importante en la Edad de Hierro. También al parecer, el trazado de estas vías ha cambiado poco a lo largo los siglos.

De esta manera, suponemos tener una idea de los desplazamientos de los rebaños durante el último milenio. En la figura 25, parece que podamos notar una correspondencia entre el área de trashumancia y el reparto de los túmulos de incineración, al sur del Garona.

Para los círculos en los alrededores de Lérida, se observa lo mismo.

Los círculos de piedras tienen un reparto muy desigual en el área pirenáica. Sin embargo, el País Vasco resulta como la región privilegiada de esta manifestación cultural, tanto por la cantidad de sus monumentos (877 en total), su antigüedad, su originalidad como por el extenso del área concernida.

Además, parece haber sido el foco de una supervivencia de esta práctica hasta un período adelantado de la Historia.